martes, 21 de febrero de 2012

¿Que está pasando con la sanidad?



Las noticias acerca del deterioro de la sanidad en nuestro país son un continuo en los medios de comunicación.
Y los profesionales que trabajamos en ella, médicos, enfermeros, auxiliares, administrativos, celadores, asistimos sin dar crédito a lo que está pasando. Además no necesitamos que nos diga la prensa lo que sucede, sino que lo vemos a diario con nuestros propios ojos.
No es que bajen los sueldos de los trabajadores, al igual que ocurre con el resto de los ciudadanos, ni que haya que ver más pacientes en la misma jornada, ni que haya que alargar las jornadas, que desaparezcan las horas dedicadas a formación y organización del trabajo, que deje de haber días de permiso que antes existían etc.
No, no es eso.
Es que como ciudadanos, y no ya como profesionales afectados por los recortes, vemos como cada vez el derecho a ser atendido se recorta y desaparece. Todo vale. En las consultas de Atención Primaria, si hay que ver un paciente cada dos o tres minutos pues "se le ve" (como se puede suponer, "se le ve" no implica "se le atiende de forma apropiada y se soluciona su problema"). En las consultas de Atención Hospitalaria, si hay que alargar la lista de espera meses o años, pues se alarga. Y las urgencias, pues claro, se colapsan, tal y como nos cuentan que ocurre en las urgencias de un hospital de Madrid.

Se cierran quirófanos, se permiten listas de espera que antes por ley se habían reducido, se demoran estudios y pruebas diagnósticas, se comienza a cobrar por receta, se masifican las consultas, a niveles que ni hace 30 años existían.
Podemos poner un ejemplo con una frase que se utiliza en los Centros de Salud cuando acude un paciente que solicita ser atendido y no existe esa posibilidad en la agenda de su médico, por estar ya llena de citas, y es el "forzar la cita" es decir que si la agenda tiene pacientes citados cada 5 minutos, pues se puede "forzar la agenda" todo lo que se quiera y a las 9.05 puede haber uno, dos, tres o los pacientes que sea. Por supuesto con otro paciente a las 9.10. ¿Que atención pueden recibir esos pacientes?.

En el informe de la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Publica (FADSP) nos cuentan que es lo que está ocurriendo, y además como esto afecta a diferentes autonomías.
En él podemos leer: "En promedio el presupuesto sanitario por habitante desde el 2010 ha disminuido en 140,13 euros". Y según donde se resida, pues varía: "El gasto medio por habitante varía segun las comunidades, de 1557 euros en el Pais Vasco, a menos de 1000 en la Comunidad Valenciana y Castilla la Mancha". Es decir, si uno es valenciano o manchego, mejor tener buena salud.

En medio de este destrozo, quien puede contrata un seguro privado. Doble financiación para el sistema sanitario y auténtico copago para los usuarios. El que no, a ser atendido en dos minutos y a la lista de espera.
Y todo esto en medio de un maremágnum, en el que los dirigentes del gobierno de la nación y los de los gobiernos regionales no saben a donde van. ¿Para que el Consejo Interterritorial? ¿Para que un Ministerio de Sanidad? A algunas Comunidades Autónomas se les ocurren soluciones, vamos a llamarlas suavemente, pintorescas. En algunas comunidades es preciso estar censado durante un tiempo para tener derecho a asistencia sanitaria, en otras se debe pagar por cada receta emitida.
Y mientras tanto, el desarrollo de estrategias que eviten la desaparición del sistema sanitario, como definir los recursos que se destinarán a la salud, establecer un conjunto de medidas terapéuticas y de utilización de medicamentos básica y financiable, una lista de cosas más prescindibles que se podrían suprimir de la financiación pública, el comunicar a los usuarios de que van a poder disponer y de que no, de forma clara y con una priorizacion razonable.
Todos estaríamos de acuerdo en que no es lo mismo que a alguien con la sospecha de que padece un cáncer, se demore su diagnóstico y su tratamiento, lo que repercurtirá sin duda en la duración de su vida y en su calidad, que el que se dejen de financiar medicamentos o tratamientos de probada ineficacia. Vamos, que en caso de necesidad, como la que hay ahora, sin duda es mejor gastar dinero en lentejas que en perejil.

La crisis está sirviendo para que el capitán del barco diga que "todos al agua y sálvese quien pueda", en lugar de establecer un plan de evacuación estructurado y racional, para que la nave siga a flote, y que nadie deje su vida o sus esperanzas en el intento.
Visto lo que ocurre con las actuaciones de los que se supone son los representantes de nuestros intereses, tendremos que empezar a movilizarnos los ciudadanos y decirles "no señores, así no" y de paso indicarles sugerencias acerca del camino que deberían seguir.

2 comentarios:

doctorin dijo...

Lo peor es la sensación de que, en el fondo, tampoco hay mucho interés en resolver esta situación. La sanidad, como la educación, son sectores en los que se puede hacer mucho negocio, y más si se tiene la percepción de que los centros públicos funcionan peor.

Parece que nos encaminan a una sociedad en la que los servicios básicos de calidad sólo estarán disponibles para el que se los pueda pagar. Eso solo puede generar más desigualdad que, al final, acabará perjudicando a todos. Pero quizás cuando la gente se de cuenta ya se verá como algo inevitable.

Paz González dijo...

Completamente de acuerdo. El que lo pueda pagar, que lo pague. Y el que no, a un sistema tipo beneficencia.
Y los ciudadanos sin darse cuenta.