sábado, 6 de abril de 2013

Cine y Pediatría (169). “Osama” denuncia la vida de niñas y mujeres en el mundo Talibán


"No puedo olvidar, pero puedo perdonar". Con esta frase de Nelson Mandela comienza una película que es toda una excepción en el panorama cinematográfico. Y lo es por una razón esencial: apenas conocemos ninguna película de Afganistán. Osama (Siddiq Barmak, 2003) es la primera película que se rodó totalmente en Afganistán desde 1996, cuando el régimen de los talibanes castró la libertad de un pueblo y prohibió la creación artística, también la del séptimo arte. La película es una coproducción internacional entre empresas de Afganistán, Países Bajos, Japón, Irlanda e Irán y es también el debut como director de largometrajes de Siddiq Barmak, un director comprometido que tuvo que exiliarse a Pakistán cuando los talibanes tomaron el poder, y después de que se estableciera el nuevo gobierno fue elegido para dirigir la Afghan Film Organization y Afghan Children’s Education Movement. Osama fue filmada en Kabul con actores sin experiencia, gente ordinaria de la ciudad y se tardó cerca de un año completo. La película vio la luz poco más de un año después de la caída de las Torres Gemelas en Nueva York por miembros de la red yihadista Al Qaeda. 

Aparte de la anécdota histórica, Osama es también trágica historia de la vida en Afganistán bajo el régimen Talibán, donde nadie tenía derecho a regir su propia vida y a tomar sus propias decisiones, la historia de una aparentemente interminable cadena de injusticias hacia las mujeres, la historia de aquellos que perdieron su identidad y sus derechos. Pero Osama es también el nombre de una niña de 12 años (Marina Golbahari, a quien el director encontró en la calle, cuando ella se le acercó a pedirle dinero) que actúa como el hilo conductor de este relato. Una niña que vive con su madre (médico de profesión) y su abuela, porque todos los hombres de su familia han muerto en los diversos conflictos por los que ha atravesado el país en los últimos años. Y ser una familia compuesta sólo de mujeres en un país regido constitucionalmente por un islam ultra conservador no es fácil: no se les permite trabajar, caminar solas por la calle o andar descubiertas. Niña y madre son testigos de las manifestaciones organizadas por mujeres afganas que han sido cruelmente oprimidas por el régimen Talibán y que se asegura que ninguna mujer pueda salir de su casa sin un miembro de su familia varón. La niña y su madre, que trabajan en un hospital, pierden su trabajo y, en ese momento las tres mujeres de tres generaciones  (hija, madre y abuela) se convierten en auténticas prisioneras en su propia casa, ya que no pueden abandonarla sin un “acompañante legal” varón y tienen prohibido trabajar fuera para ganarse la vida. La madre y la abuela urden un plan: le cortarán el pelo a la chica y cambiarán su indumentaria, para que parezca un muchacho, momento en que la joven (que ha adoptado el nombre de Osama) empieza a trabajar para un tendero del vecindario, que fue amigo de su padre. Pero pronto llega a la edad de tener que acudir a la escuela islámica, y allí será más difícil ocultar su verdadera identidad. Finalmente, es reclutado con otros niños en una escuela de formación para militares donde se les enseña cómo luchar, momento en que Osama sentirá lo difícil que será permanecer allí ocultando su identidad. 

La niña tendrá que hacer frente a todos los problemas para que nadie se dé cuenta de su verdadera identidad, pues sabe de lo que serían capaces los talibanes si se enterasen de la farsa. A partir de ese momento, la pequeña tendrá que ver la vida de una forma completamente distinta, pues en el fondo nos aproxima a una historia acerca del miedo, por el cual la gente se aterroriza tan sólo con los sonidos y las sombras a su alrededor. Injusticia y fanatismo religioso que recae sobre las mujeres y, sin pedirlo, cae sobre las niñas. 

La película busca la denuncia: porque es terrible ser mujer ante un régimen como el que mantienen ciertos países árabes extremos. No son únicamente las restricciones y falta de libertades constantes, sino el miedo perpetuo con que crecen las niñas en el país, sobre todo aquellas que no se sienten protegidas por una figura masculina. El travestismo de Osama sirve para evidenciar el abismo social que existe entre ambos géneros y las insalvables distancias: Osama tiene que asumir un papel que le es totalmente extraño, con el temor constante a que cualquier movimiento en falso la descubra y la condene.
El origen de Osama está en un recorte de periódico que contaba como una niña se cortó el pelo y se hizo pasar por un niño para poder ir al colegio. Y es que, como reflexiona Barmak, esta película es "la amarga y trágica historia de nuestra vida, de una época terrible, cuando nadie tenía derecho a tomar sus decisiones. Es la historia de los que perdieron su identidad, acerca de vivir asustado, acerca de las mujeres en la cárcel... El pueblo afgano tiene mucho que decir, pero necesita ayuda internacional".

Una película sencilla, pero que consigue transmitir perfectamente su mensaje, su emoción y su denuncia frente a la injusticia a la que se enfrentan niñas, adolescentes y mujeres, una injusticia ante la que se encuentran impotentes. Mientras el movimiento Talibán se mantenía en el poder en Afganistán, su trato a las mujeres obligaba a crear “ambientes seguros, donde la castidad y dignidad de las mujeres fueran por fin sacrosantas” tal y como recogen las creencias Pashtunes sobre la vida en purdah (práctica para ocultar la vida femenina en público). La dictadura talibán tuvo en la mujer a su principal víctima. Durante este periodo, la mujer es obligada a vestir burka en público, ya que “la cara de una mujer es una fuente de corrupción para hombres que no estén relacionados con ella”. No les está permitido a las mujeres tener un trabajo ni ser educadas más allá de los ocho años de edad, pudiendo hasta ese momento estudiar únicamente el Corán; no pueden llevar zapatos de tacón ya que los hombres no deben escuchar los pasos de una mujer; no pueden hablar en voz alta en público igual que un extraño no debe oir la voz de una mujer no familiar; no está permitida la presencia de mujeres en radio, televisión o actos públicos de ningún tipo… y un largo etcétera de atrocidades y vejaciones hacia las mujeres. 
Intolerable trato a la mujer. Y Osama denuncia esa vida ultrajada de niñas y mujeres en el mundo Talibán. La mirada de Osama y los bellos ojos llenos de lágrimas de Marina Golbahari al final de la película nos abofetean, cuando la historia se cierra en un fundido en negro mientras vemos saltar a la cuerda a la niña hecha mujer a la fuerza. Un final impactante, como toda la película.

Osama es una película que habla de los derechos humanos de la mujer en el Islam y que viene como anillo al dedo ante el próximo Festival de Cine y Derechos Humanos que se celebrará en San Sebastián en su XI edición (19-26 abril 2013). 

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