sábado, 15 de noviembre de 2014

Cine y Pediatría (253). “Hacia rutas salvajes”, en busca de la identidad


“Hay placer en los bosques sin hollar.
Hay éxtasis en las costas solitarias.
Hay sociedad donde nadie se inmiscuye.
Junto al hondo mar. Y música en su rugir.
No amo menos al hombre, sino más a la naturaleza”

Con este poema de Lord Byron nos recibe una de las películas que mejor reflexionan sobre la libertad y la búsqueda de la identidad personal. Hablamos de Hacia rutas salvajes, basada en el notable libro del alpinista y escritor Jon Krakauer, “Into the Wild” y que narra la historia real del joven Christopher McCandless, alias "Alexander Supertramp", quien a sus 24 años fue hallado muerto en 1992 en un antiguo autobús abandonado a modo de refugio en las desoladas tierras de Alaska. La narración de la tragedia y las primeras investigaciones realizadas por Krakauer y publicadas en la revista Outside en el mismo año suscitaron un gran interés por la historia y aventura de este joven y derivaron, posteriormente en 1996, en la publicación del libro "Into de Wild" con una investigación mucho más profunda y elaborada, que lo convirtió en un best seller. 

Y es en el año 2007 cuando aparece la película Hacia rutas salvajes, una de las siempre interesantes incursiones que el actor Sean Penn ha hecho en el mundo de la dirección cinematográfica. Porque Sean Penn es uno de esas personas hechas para la gran pantalla, y que ya ha visitado Cine y Pediatría varias veces, bien como protagonista principal en Yo soy Sam ( (Jessie Nelson, 2001), una lección de amor con los Beatles de testigo, o en Mystic River (Clint Eastwood, 2003), ese drama sobre los traumas de la infancia y el dolor de la pérdida, bien como protagonista secundario en El árbol de la vida (Terrence Malick, 2011), esa oración desde la infancia al sentido de la vida. 
Y ahora nos visita en su papel de director para intentar con esta película responder a preguntas del estilo: ¿quién no ha sentido alguna vez la necesidad de liberarse de las ataduras de lo material, de huir de toda regla y compromiso, de estar a solas con uno mismo y con la Naturaleza?, ¿quién no se ha sentido insatisfecho tras conseguir algo que se había propuesto, pero que después resulta insuficiente en la búsqueda de felicidad?, ¿quién no ha deseado tener aventuras y experiencias nuevas que calmen la inquietud del corazón y sirvan para medir las propias posibilidades?
Y Penn se atreve a acompañarnos en el camino del aprendizaje y de la maduración personal de cualquier individuo necesita experimentar para acabar adquiriendo la sabiduría de la vida. Es la nueva vida de Chris MacCandless (interpretado por Emile Hirsch) que nos será contada en la película en varios capítulos, con saltos temporales que toman como referencia el momento en que encontró su casa en un “autobús mágico”, abandonado en la inmediaciones del bosque McKinley en Alaska, con el objetivo (lleno de idealismo) de encontrar el sentido y la verdad de la existencia. Recorremos los cuatro capítulos de la película: Capítulo 1: Mi propio nacimiento, Capítulo 2: Adolescencia. Capítulo 3: Madurez y Capítulo 4: Encuentro con la sabiduría. Y todo ello con una estructura narrativa muy literaria que es reforzada aquí por la voz en off de su hermana Carine (Jena Malone), única que realmente le comprendió y que evoca para el espectador las desventuras y anhelos de este nuevo idealista de espíritu aventurero. 
La historia puede enganchar al espectador porque está construida a partir de elementos muy físicos y de sentimientos universales, plasmada con una belleza fotográfica impresionante y con una música de tono nostálgico y lírico muy conseguida (a cargo de Eddie Vedder, el vocalista y uno de los compositores del grupo de grunge estadounidense Pearl Jam). aunque es posible que se aprecie cierta discontinuidad narrativa en algún momento. 

Cristopher McCandless es un joven norteamericano de 22 años recién graduado en la Emory University y, en contra de cualquier previsión de futuro, decidió hacer algo inaudito: dejó de lado su carrera de Derecho, donó todo su dinero ahorrado (24.000 dólares) a una ONG y abandonó a su familia (que ya hasta su muerte no tuvieron más noticias de él) y su estilo de vida para embarcarse en un largo recorrido por tierras norteamericanas (California, Oregón, Dakota del Sur, etc.) en las cuales fue tomando figura el impulso de vivir una temporada sólo en la Naturaleza, eligiendo para ello las complicadas tierras de Alaska, en una zona conocida como la Senda de la Estampida. Al llegar a estas tierras encontró un autobús abandonado a modo de refugio (el “autobús mágico”) del que hizo su morada. La realización de este proyecto le costó la vida al complicarse su salida, debido al deshielo, por la crecida del río Teklanika que le cortó el paso. La Naturaleza que debía albergarle fue, poco a poco, mostrando también su faz más hostil hasta fallecer por inanición por lo que parece que fue la intoxicación debida a la ingestión de alguna semilla tóxica. 

Estamos ante la particular odisea de un joven desconcertado interiormente, que ha perdido el norte de su existencia. Con la radicalidad del empuje juvenil, decide romper con todo al no poder seguir conviviendo con lo que le rodea: la tensa relación con sus padres, el afán de bienes materiales, las necesidades impuestas por una sociedad de consumo, etc. Chris es un magnífico estudiante y un apasionado lector, entre ellos de filósofos como Jean-Jacques Rousseau o Henri David Thoreau, o escritores como Leon Tolstói, Jack London o Boris Pasternak. Y un buen día, Chris desaparece: “La libertad y la belleza son demasiado buenas para dejarlas pasar” o, citando a Thoreau: “Ante que amor, dinero, fama… dadme la verdad”

La historia de Cristopher nos ofrece un marco más allá del psicológico, pues también nos regala otro marco de reflexión que se enmarca dentro del conflicto entre Civilización y Naturaleza y el alejamiento progresivo que para el ser humano implica la una de la otra. Para muchos resultará una tontería de un joven arrogante enfrascado en una loca y peligrosa aventura, pero quién sabe si para otros pueda acercarnos a las reflexiones de sus autores favoritos. Porque la vida del hombre como sujeto social y cultural a través de la historia nos muestra un hombre progresivamente más y más desarraigado de la Naturaleza y más sometido a las "leyes de la civilización" cuanto más esta se desarrolla, leyes que progresivamente se han ido construyendo sobre y en detrimento de la Naturaleza y de nuestra propia pertenencia a ella. Y es así como nuestro protagonista decide la soledad y el vivir con lo mínimo: “Lo único que nos brinda el mar son golpes duros y a veces la posibilidad de sentirnos fuertes. Bueno, no sé gran cosa del mar, pero sé que aquí es así y también sé lo importante que es en la vida no ser necesariamente fuerte, sino sentirse fuerte, medir tu capacidad al menos una vez, hallarte, al menos una vez, en el estado más primitivo del ser humano, enfrentarte a la piedra ciega y sorda sin nadie que te ayude, salvo las manos y la cabeza”

Es evidente que la película pone de relieve las dificultades de la relación de Cristopher con sus padres (William Hurt y Marcia Gay Harden) y sólo la relación con su hermana Carine le mantiene unido a la familia, pero a pesar de ello incluso con ella cortó todo tipo de comunicación durante estos dos años y cuatro meses que duró su aventura. Una auténtica odisea de supervivencia, huida de la civilización o road movie interior, porque nuestro protagonista es, en el fondo, un adolescente con una herida sangrante desde la infancia: desde entonces, las desavenencias y falta de cariño de sus padres, sus mentiras y planteamientos materialistas han ido metiendo presión a un espíritu sensible que ha terminado por explotar hasta huir buscando aire fresco en la Naturaleza, sin dejar señal alguna tras de sí. El último libro que tuvo oportunidad de leer nuestro joven protagonista fue Doctor Zivago y al lado de un pasaje del libro Chris anotó: "La felicidad sólo es real cuando es compartida"

Sean Penn se arriesgó con esta historia, a medio camino entre el esquema de Una historia verdadera (David Lynch, 1999) y el documentalismo de Grizzly Man (Werner Herzog, 2005), pero sin alcanzar el dominio de la imagen ni el dramatismo requerido. Pero nos quedamos con la honesta interpretación de los autores, su fotografía, su música y su mensaje, próximo al “autobús mágico”. Y al final: ”En memoria de Christopher Johnson McCandless, 12 febrero de 1968 a 18 de agosto de 1992. Dos semanas después de su muerte le encontraron unos cazadores en el autobús. Este autorretrato estaba en su cámara. El 19 de septiembre de 1992 Carine McCandless voló con las cenizas de su hermano desde Alska al este. Las llevó en el avión con su mochila”

Y nos queda su mensaje, mensaje en busca de la identidad: “Si quieres algo en la vida, ve a por ello”. 

 

1 comentario:

Mar Nofler dijo...

me siento tan identificada con el personaje...que manera más hermosa de vivir...mi vida se parece un poco...de ahí viene que una amiga me haya recomendado ver esta película....