sábado, 1 de julio de 2017

Cine y Pediatría (390). Un "Selfie" de nuestra juventud, con más pena que gloria


Conocí al joven director Víctor García León en un festival de cine y lo he reencontrado en otro festival, ambos en la provincia de Alicante, una provincia "de cine". Era el año 2001 y nos hizo disfrutar de su ópera prima, Más pena que Gloria, en el Festival de Cine de Alfaz del Pi. Y es ahora, cuando me reencuentro a este director en el año 2017 como gran triunfador de la 14 Festival Internacional de Cine de Alicante, con su película Selfie. Y entre medias solo otra película más, posiblemente la más madura, Vete de mí (2006), un tour de force interpretativo entre Juan Diego y Juan Diego Botto, entre un padre y un hijo. Y es que de casta le viene al galgo, aunque el camino del séptimo arte no sea fácil: Víctor es hijo del afamado director salmantino, José Luis García Sánchez (autor, entre otras, de La corte del faraón, Tirano Banderas o Suspiros de España y Portugal) y de la cantante madrileña, Rosa León (una comprometida artista, con canciones tan míticas como "Al alba"). 

Más pena que Gloria es una película sobre la adolescencia, y el propio título ya esconde lo que para muchos es esa etapa tan crucial de la vida. Un retrato de la adolescencia, época en la que aprendemos a perder, a enamorarnos, a descubrir el sexo y los sexos, y a ver la vida con otros ojos. Película que nos sumerge en aquellos maravillosos (o no) años de la adolescencia a través de la radiografía de un sensible adolescente (Biel Durán, descubierto años antes por Bigas Luna en La teta y la luna, apología del complejo de Edipo) quien descubre que hay cosas diferentes a como se las imaginaba y que se enamora de Gloria (Bárbara Lennie, en su debut en la gran pantalla), una chica que ni siquiera sabe que él existe. Y todo ello en tono de comedia realista llena de personajes imperfectos(cómo olvidar a Enrique San Francisco). 

Pero ahora, tras 11 años en el dique seco, llega Selfie, una subversiva radiografía de España, especialmente del presente y futuro de nuestra juventud, una película que iba a titularse Autorretrato, pero que se prefirió recurrir a este anglicismo tan actual, tanto que en el año 2014 fue la palabra del año (ganando a una muy cercana a la anterior como es postureo). Una película que ha levantado expectación entre críticos (no tanto entre el público) y que con poco presupuesto nos acerca a la parodia o sátira social teniendo como referentes a Berlanga y Azcona en modo siglo XXI, pues nos cuenta, a modo de documental o tele-realidad, la historia de Bosco (Santiago Alverú, sinceramente muy acertado en este su debut delante de la cámara), el hijo de un ministro corrupto del PP, que cuando encarcelan a su padre verá como su mundo se desmorona, su entorno le da la espalda (amigos y novia incluidos), tendrá que abandonar la casa familiar, es expulsado del máster que estudia. En su búsqueda de un sitio para dormir y un plato de comida desembarca en Lavapiés, donde se hará pasar por un joven políticamente comprometido y pedirá ayuda a jóvenes del entorno de Podemos. 

Una sátira social que no tiene vergüenza de sacar la foto de Mariano Rajoy, o la misma presencia de Esperanza Aguirre o Pablo Iglesias. Selfie es una crónica social abrasiva y contundente, tan real (y triste) como la vida misma. De tal forma que comenzando como un comedia deriva a un final tan desalentador como un telediario: una sociedad, cultura y política que ha dejado, esta vez sí que sí, a nuestra juventud española con más pena que gloria. Y el personaje de Bosco, un pijo simpático de La Moraleja y sus circunstancias, son claro ejemplo de ello: Bosco actúa como actúa porque lo ha mamado (el trato de favor y el tráfico de influencias de haber nacido en un nivel social top), tiene el individualismo como auténtica filosofía de vida, un caradura simpático con pocas convicciones y que tiene que enfrentarse a otra realidad, de hecho a la realidad que es más habitual y que no era la suya. Y claro, la falta de principios (o principios erróneos como el machismo y el racismo) chocan con el ingenuo compromiso y estéril activismo que encuentra, con la ayuda de una trabajadora social invidente, educadora en un colegio de discapacitados. 

Es Selfie una radiografía de nuestra juventud desalentadora (y eso que es tono de comedia), tan desalentadora como nuestra situación política, con cretinos de derechas y cretinos de izquierdas. Como dice Bosco: "Sin muebles, sin comida, sin calefacción... El camino del samurai". Espero que esto tenga una solución mejor que el harakiri. 

1 comentario:

psimoneasp dijo...

Fui a verla ayer. Los primeros 15 minuttos son minutos de gloria, ingeniosos y que parecen prometer el paraíso del ingenio cinematográfico. Pero no. Es un espejismo. Al rato, se entra en un túnel de incoherencia y falta de credibilidad del que ya no se sale en la hora y cuarto restante de metraje. Un fracaso q a veces quiere ser gracioso, pero no, a veces quiero ser sesudo, pero tampoco, otras trágico, pero menos.
No vayan a verla.
Pablo Simón