sábado, 16 de septiembre de 2017

Cine y Pediatría (401). "Carrie" y el terror del acoso escolar


Si hay un nombre unido a las novelas de terror y a las superventas, éste es Stephen King. Y con una característica más: que sus obras son de las más adaptadas al cine y series de televisión. Y todo comenzó en 1976 con la película que hoy nos convoca, Carrie (Brian de Palma, 1976), a la que siguió otra inolvidable, El resplandor (Stanley Kubrick, 1980) y otras muchas otras: La zona muerta (David Cronenberg, 1983), Christine (John Carpenter, 1983), Misery (Rob Reiner, 1990), The Dark Half (George A Romero, 1993), El cazador de sueños (Lawrence Kasdan, 2003), La niebla (Frank Darabont, 2007), por citar algunas. Y así hasta llegar a la que actualmente se encuentra en cartel, It (Andrés Muschietti, 2017).

Pero hoy vamos a empezar por el principio y por partida doble. Por la película Carrie, tanto su original del año 1976 de la mano de Brian de Palma, como por su remake del año 2013 a cargo de Kimberly Peirce. Porque un remake, anglicismo de adaptación, es aquel remedo que reproduce más o menos la trama, los personajes, la ambientación y otros detalles de una obra anterior. Es excepcional que una adaptación sea mejor que su original, pero las hay. Y basta ejemplos como Ben-Hur (cuya versión de William Wyler de 1959 superó por todos los lados, hasta ser la película que conserva el récord de más premios Oscar de la historia con 11, a la película muda del año 1925 dirigid por Fred Niblo), Valor de ley (los hermanos Coen en el año 2010 superaron la película de Henry Hathaway del año 1969, aunque esta consiguiera el Osca a Mejor actor para John Wayne), Casino Royale (en 2006 Martin Campbell hizo más creíble a Daniel Craig como James Bond que la pretendida parodia que John Huston y otros directores mascullaron en 1967) o El cabo del miedo (en 1991 Martin Scorsese logró superar la ya buena película del año 1962 dirigida por J. Lee Thompson bajo el título de El cabo de el terror).

No ocurre quizás lo mismo con la que hoy nos convoca: Carrie. Porque en 1976 Brian de Palma la convirtió en todo un clásico del cine de terror y su escena del baile de graduación en una de las más veneradas de la historia del cine. Los actores fueron una joven Sissy Spacek en el papel de la adolescente Carrie White, marginada entre su madre y sus compañeros de clase, y Piper Laurie en el papel de Margaret White, la fanática madre religiosa con una fuerte obsesión por realizar sus propias interpretaciones de la Biblia. El dúo madre e hija fueron nominadas en esa ocasión a los Premios Oscar, tanto a Mejor actriz como a Mejor actriz de reparto, respectivamente. Y en 2013 llegó uno de los remakes más esperados de los últimos años, bajo la dirección de Kimberly Peirce (la directora de una película tan especial en su debut en 1999 como Boys Don't Cry), y con un buen tándem actoral para es dúo madre e hija ya icónico: Chloë Grace Moretz (que ya vimos en Cine y Pediatría como la niña de La invención de Hugo) y Julianne Moore (que ya vimos en dos papeles de madre bien diferentes, tanto en Los chicos están bien como en ¿Qué hacemos con Maisie?).

Carrie White es una adolescente introvertida, tímida y retraída que poco o nada tiene en común con el resto de sus compañeros de instituto. Cuando conocemos a su madre Margaret White comprendemos esa auténtica catarsis emocional en la que se encuentra su hija, sometida a insultos, bromas y vejaciones a diario por el resto de compañeros. La madre, hiperpatológica fanática religiosa evangelista, con brotes neuróticos y obsesivos, amargada y sectaria, ha criado a su pequeña Carrie desde el miedo al pecado y a las crueles intenciones del Diablo, la veneración a la Biblia y bajo la más absoluta disciplina y austeridad, generando en su hija ese tipo de rareza nada atractiva que le hará ganar más bien pocos amigos.

Dos escenas permanecen como inolvidables en el espectador. La primera, la vejación a la que es sometida Carrie en el vestuario cuando tiene su primera menstruación y se asusta por no conocer lo que le pasa. Su madre le dice al volver a casa: "Ya eres una muer. Y Dios creó a Eva de la costilla de Adán"; a lo que la hija le recrimina: "No me lo contaste mamá y se rieron de mí". En el remake las burlas de los compañeros pasan por las nuevas tecnologías, cuando cuelgan el vídeo de la burla del baño en Youtube. La rabia y frustración de Carrie le llevan a descubrir su capacidad para la telequinesia. Aún así ella intenta integrarse en el grupo de amigos y así lo anuncia: "La gente piensa que soy rara. Pero no quiero serlo. Tengo que intentar ser una persona normal... hasta que sea demasiado tarde". Y así llegamos a la segunda escena para recordar, la más mítica, la de la fiesta de graduación del instituto. Y la frase para la reflexión: "Cuando provocas a alguien al límite, explota". 

Una película que, más allá del género de terror, tiene varias lecturas sobre el maltrato familiar y el bullying escolar en la psicología de un niño o adolescente. Y surgen algunas preguntas: como ¿dónde está el límite de una persona? o ¿qué podría llegar a pasar si lo sobrepasamos? Y mientras la Carrie de 1976, con una Sissy Spasek perfectamente escogida, es una belleza de película en sí, muy de los setenta, poética, realista y terrorífica a la vez, la Carrie de 2013, con Chloë Grace Moretz, quizás entiende más a sus personajes y se detiene más a conocerles, nos acerca al siglo XXI y ahora el bullying también se viste de cyberbullying a través de los teléfonos móviles y las redes sociales.

Está claro que Carrie es mucho más que una película de terror. O quizás si es el terror por partida doble: el terror de una educación familiar anómala y el terror del acoso escolar. Ya hemos hablado de ambos temas en Cine y Pediatría. Y, en concreto, en el acoso escolar ya hemos visto que puede hablar en español y en todos los idiomas.  


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