sábado, 14 de abril de 2018

Cine y Pediatría (431). El "Mundo pequeño" puede ser muy grande


"Bueno, soy Albert Casals. Tengo 20 años. Viajo por todo el mundo desde los 15. Francia, Inglaterra, Bélgica, Holanda, Luxemburgo, Italia, Grecia, Bosnia, Serbia, Croacia, Rumanía, Hungría, Dinamarca, Emiratos Árabes, Tailandia, Malasia, Singapur, Japón, Colombia, Ecuador, Perú, Chile, Bolivia, Argentina, Panamá, Estados Unidos, Marruecos, Mauritania, Senegal, Gambia, Guinea-Bissau... Creo que me he dejado alguno, pero básicamente... ¡ Ya tenemos unos cuantos !" 

Con esta presentación en voz en off comienza una película muy especial sobre un chico viajero, pero que viaja en silla de ruedas, sin dinero, sin equipaje, sin acompañantes. Y que en esta película documental se enfrenta a un nuevo reto: ir a las antípodas de Barcelona, su ciudad natal, y esta vez junto a su novia Anna, con quien emprenderá una odisea hasta llegar a Nueva Zelanda, al faro de East Cape, el lugar más recóndito de la Tierra. La película lleva por título Mundo pequeño (Marcel Barrena, 2012) y durante 83 minutos viviremos esta alucinante aventura de superación, optimismo, resiliencia, valentía y visión positiva de la vida. Una película que es producto de un complicado montaje en el que alternan las pocas grabaciones del equipo técnico con las grabaciones de los dos chicos durante su viaje con su Handycam HD, desde los vídeos caseros de su infancia y el proceso de su enfermedad a las entrevistas a personas allegadas a su entorno familiar y social (sus padres y abuela, los padres y amigas de Anna, su fisioterapeuta,... quienes nos relatan su compleja vida). Pero también imágenes de dibujos animados para ir explicando el viaje por los distintos países y diferentes destinos. 

Albert está parapléjico y a lo largo de la historia descubrimos la causa. A los 5 años enferma y lo que comenzó siendo una mononucleosis, finalizó con el diagnóstico de leucemia. Pero la quimioterapia aplicada para combatir esta enfermedad linfoproliferativa le provocó efectos secundarios, concretamente la vincristina le desencadeno una complicación excepcional: un síndrome de Guillain-Barré que al afectar la inervación de las piernas le dejó parapléjico de forma progresiva, hasta acabar en silla de ruedas. Ante esta adversidad sus padres le educaron para salir adelante por sí solo e incluso le enseñaron a viajar. Algo que al ver la película entendemos que fue una enseñanza que aprendió muy bien. 

Un viaje alucinante en silla de ruedas, sin dinero, contando con la buena voluntad de las personas. Un arriesgado film que sigue el rastro, a modo de crónica, de este joven y su chica en su odisea particular, recogiendo sus propias reflexiones, su propia filosofía de vida (una filosofía optimista, viviendo cada momento según lema: "Debemos hacer solo lo que nos haga felices") y su valiente forma de encarar los problemas que la existencia le pone en su camino. Una película que ha logrado cautivar a la crítica internacional con su mensaje netamente positivo de cómo superar la adversidad, de cómo tragarse el dolor y seguir adelante, de cómo vencer las adversidades (incluida una complicación asmática con insuficiencia respiratoria que casi le cuesta la vida a Albert, pero de la que logró recuperarse y decidió continuar el viaje). Un chico que ha acabado grabando en su piel cuatro tatuajes: "Son los que quería. Felicidad, libertad, amor y buena suerte"

Porque nada fue fácil en esta aventura, como podemos imaginar. Y a mitad de viaje Anna no lo soporta y regresa a Barcelona. Pero al cabo de unas semanas vuelve para reencontrarse con Albert y llegar al final juntos. Y lo consiguen, pudiendo contar su aventura a la persona que encuentran en el punto más lejano de su casa: "Hola Soy Albert y ella es Anna, y somos de España, de Barcelona. Hemos hecho todo el viaje por carretera, sin dinero desde España a Nueva Zelanda. Haciendo autostop. Y este es el lugar que está más lejos de nuestra casa. Tu casa está justo al otro lado del mundo. Hemos pasado por muchos países: Francia, Italia, Eslovenia, Bulgaria, Rumanía, Turquía, Georgia, Azerbaiyán, Kazakstan, China, Laos, Tailandia, Malasia, Indonesia, Australia... y ahora aquí".

Y al final, el último posit de la película, el que nos dibuja la dimensión de su aventura: "East Cape Ligthouse. Día 200, Km: 30.000". Y tras todo ese tiempo y esa distancia, tras atravesar 17 países sin más recursos que su silla de ruedas llega un final tan espectacular como su aventura, con los dos chicos de espalda sentados en el faro, en el punto más alejado de su casa, esperando el amanecer. Y las palabras siempre positivas de Albert: "Somos las primeras personas del mundo en ver salir el sol hoy". Y la pregunta de Anna: ¿"Y ahora donde vamos?". 

Albert Casals es especialmente conocido a Cataluña a raíz de la publicación de dos libros de viajes: "El món sobre rodes" (2009) y "Sense Fronteres" (2011). En estos libros y en la película Mundo pequeño (Món Petit en su título original en catalán) nos propone mirar al mundo con los ojos de un niño que estuvo a punto de morir y ahora celebra la vida a cada respiración, viviéndola como una aventura infinita sin obstáculos posibles. 

Porque Mundo pequeño nos muestra lo grande de una aventura al exterior viajando al interior de unos personajes únicos. Porque único es Albert y su novia Anna, pero no se quedan a la zaga sus padres y abuela, verdaderos ejemplo de ese dicho del periodista Hodding Carter: "Sólo dos legados duraderos podemos dejar a nuestros hijos: uno, raíces; otro, alas". Y la narrativa de la película intenta encontrar el equilibro entre la aventura del reto y la profundización en el protagonista. De forma que, en paralelo al seguimiento del viaje imposible de Albert y su novia Anna, el espectador fuese conociendo qué había detrás del personaje: la enfermedad sufrida, la educación recibida, una infancia compleja y una filosofía propia. Porque en este mundo tan pequeños, existen personas muy grandes. 

Y como Albert nos dice: "Se trata de pensar lo que quieres hacer realmente, y hacerlo. Si es viajar, viaja. Y si no, pues no viajes. La vida en verdad es simple". Una aventura física con 4 ruedas, 20 euros, 200 días y 30.000 kilómetros. Una aventura emocional aún mayor. Y por eso el mundo pequeño puede ser muy grande.

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