miércoles, 10 de julio de 2019

El orgullo de un buen uso del lenguaje


Las Fiestas del Orgullo de Madrid, conocidas popularmente por su acrónimo MADO, son las fiestas celebradas por el barrio de Chueca (pero por toda la ciudad de Madrid) desde el 28 de junio, Día Internacional del Orgullo LGBT, hasta el pasado día 7 de julio. El que sea el 28 de junio conmemora los disturbios de Stonewall (Nueva York) de 1969), que marcaron el inicio del movimiento de liberación homosexual… y luego extendido a toda la diversidad sexual. Por tanto, este año se han celebrado los 50 años. 

Y así es como el Orgullo de Madrid ha pasado de ser una pequeña concentración a finales de los años 80 a ser considerada la mayor fiesta de ambiente gay de Europa y una de las más importantes del mundo, solo superada por la ciudad de San Francisco (California). 

Y este momento ha servido a la sección de El Laboratorio del Lenguaje de Diario Médico, liderada por mi amigo Fernando A. Navarro, para reflexionar, como curioso del lenguaje, por qué lo que empezó llamándose Orgullo Gay, pasó luego a Orgullo LGBT y finalmente parece haberse quedado en Orgullo a secas. 

Vale la pena leer todo el post en este enlace, que lleva por título “Siglas que se alaaargan: LGBTI”Pero, en esencia, estas son la evolución de estas siglas...

Porque es tal la diversidad, que estas son las siglas utilizadas desde la década de los 80, en que comenzó a usarse las siglas LGB (lesbianas, gais y bisexuales). Y luego siguieron todas las que se enuncian a continuación, según nos comenta el autor: 
- LGTT: pues se pidió desdoblar la T para distinguir transexuales de transgéneros. E incluso triplicarla para visibilizar también a los travestis (LGBTTT), pero finalmente se aceptó una sola T en representación de ‘trans’ (que funciona bien para los transvestites de habla inglesa, pero mal para los travestis o travestidos de habla hispana). 
- Hubo también enconados debates sobre el orden en que debían escribirse las cuatro letras: LGBT, LGTB, GLBT, GLTB, LTGB… 
- LGBTI (o LGTBI): cuando la comunidad intersexual pidió ampliarla. 
- LGBTIA: cuando la comunidad asexual pidió ampliarlo a —que, recordemos, otros, pedían escribir LGBTTTIA—, y empezó a hacerse evidente que un alfabeto iba a ser poco si queríamos que la sigla representara de forma exhaustiva también a trisexuales, polisexuales, pansexuales, omnisexuales, asexuales, demisexuales, antrosexuales y cualquier otra forma de expresión de la sexualidad que de un modo u otro se aparte de la norma o modelo de sexualidad considerado «normal» por la sociedad (travestismo, poliamor, BDSM, fetichismo, subculturas de osos y cuero dentro de la homosexualidad masculina, etc.) 
- LGBTQ: momento en el que se propuso entonces echar mano del inglés queer para acuñar una sigla que fuera auténticamente englobadora (aunque el autor nos comenta si no hubiera sido más sencillo acuñar un término como «colectivo Q», puesto que el inglés queer engloba ya también a lesbianas, gais, bisexuales y transexuales). 
- LGBT+: es como otros prefieren, con la idea de que ese plus o ‘más’ final englobe toda forma de desviación sexual con respecto a la heterosexualidad binaria tradicional. Pero hay quien prefiere LGBTQIA+. Y se ha propuesto también echar mano del signo de interrogación (?) para incluir a las personas que no tienen clara su identidad sexual o se la están cuestionando: GLBTQ?, por ejemplo. 
- LGBTTTQQIAAPP: es la forma más larga que tengo el autor tiene archivada, supuestamente con el sentido de lesbian, gay, bisexual, transexual, transgender, transvestite, queer, questioning, intersex, asexual, ally, pansexual, and polyamorous. 

Y es posible que sea necesario un consenso, y quizás sea necesario “besarse” más en este contexto, y usar otra sigla al respecto: las sigla KISS (Keep It Simple and Short). Pues el autor de este post que hoy comentamos – y lo refrendo – está seguro de que todavía habrá quien proteste porque no ve recogida en ella su genuina, peculiar, privativa e intrínseca identidad sexual. 

Porque el buen uso del lenguaje y la palabra también es algo de lo que sentirse orgulloso… Lenguaje inclusivo sí, pero no exhaustivo y prolijo hasta la extenuación. Respeto a todo y a todos, pero también al lenguaje. Porque es cierto que esta evolución de estas siglas que se alargan reflejan la complejidad del tema, pero siempre es posible mejorar y entenderse. Gracias, Fernando, por el regalo de esta reflexión... Y que se suma a la entrada de nuestro blog hace dos días, en relación con la última Jornada MEDES, peculiar simbiosis entre el mundo médico y el filológico, con una pronunciada vertiente humanista y comunicadora, caleidoscopio profesional con colores complementarios y geometrías diversas que permiten ver los problemas sanitarios desde ángulos insólitos. Y hasta las siglas...

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