lunes, 15 de julio de 2019

La termita demográfica: ¡España, S.O.S!


Se dice que en los países las crisis económicas actúan como dinamita, mientras que las crisis demográficas actúan como las termitas. Las dos, dicen los entendidos en macroeconomía, pueden derribar un edificio y, en ocasiones, puede ser irreparable. 

Esta termita demográfica se ha situado en Europa y asola España. Basta algunos datos para refrendar lo que ya todos conocemos: 
- Según el informe del Instituto Nacional de Estadística (INE), la cifra de nacimientos en España es la más baja en 20 años. En 2018, nacieron 369.302 españoles, 23.879 menos que en 2017, 56.413 menos que hace cinco años y 150.447 menos que hace 10, cuando el número de nacimientos era un 40% mayor. 
- Sólo durante el primer semestre del año pasado nacieron en España 179.794 niños y murieron 226.384 personas. Hagan la resta: son 46.590 ciudadanos menos en sólo seis meses. Nunca desde que comenzaron los registros históricos del INE en 1941 se había contabilizado un número tan bajo de nacimientos y un número tan alto de defunciones. 
- Los últimos datos del INE dieron la señal de alarma: si el número de fallecimientos en España supera al de nacimientos, se traduce en un crecimiento vegetativo negativo, una situación que no se producía desde hace 74 años, en plena Segunda Guerra Mundial. 
- Nuestra tasa de natalidad es de las más bajas de Europa. El año pasado se situó en 7,9 nacimientos por cada 1.000 habitantes, cinco décimas menos que la registrada en 2017. Y las causas no son nuevas: las mujeres tienen cada vez menos hijos y cada vez hay menos mujeres en edad de ser madres. Actualmente el número medio de hijos por mujer se sitúa en 1,25, lo que supone el valor más bajo desde el año 2002. 
- Expertos han vaticinado que la población española será en 2100 la mitad de la actual y el país habrá perdido casi dos tercios de su población activa: entonces la termita demográfica se habrá convertido en una bomba socioeconómica. Y esto es extensivo a Europa, continente que en 1900 acogía el 25% de la población mundial, pero que en el año 2050 podría no llegar al 7%. 

«Juicios y explicaciones, dudas no permitidas del rechazo a la maternidad, deseos cumplidos y deseos frustrados, embarazos interrumpidos, injusticias domésticas y miedo a carreras truncadas, presiones infinitas, manipulación política, demográfica y médica, la nueva mística de la maternidad, hombres, y hombres ausentes, la trampa cada día más repetida del vosotras podéis escoger cuando, en realidad, la maternidad sigue siendo el principal factor de discriminación social y laboral para las mujeres; la imposible conciliación y la brecha salarial que se convierte en abismo tras el primer hijo». Esta enumeración la realiza la periodista y guionista gallega Diana López Varela en su último libro, “Maternofobia, retrato de una generación enfrentada a la maternidad” (ediciones Península), donde, a caballo entre el relato autobiográfico y el ensayo plagado de datos, desgrana una realidad a la que cuesta atender, pues supone hurgar en las esencias del ser humano: que muchas personas, mujeres, sí, pero también hombres, no quieren tener hijos. Por hache o por be, la realidad es que en España nacen menos niños y, para la escritora Nuria Labar en su novela “La mejor madre del mundo” (Penguin Random House), dice claramente que «la responsabilidad del descenso no es de las mujeres». Lo que muestran los estudios es que el tejido social y productivo ha retrasado la edad de reproducción de las mujeres a un momento que guarda más relación con nuestro ciclo profesional que biológico; esto sumado a salarios precarios, precariedad de viviendas y escasez de servicios y ayudas a la crianza tiene como consecuencia una natalidad que tiende a cero. Y de todo esto, la generación de los “millennials” sabe bastante y sobre el compromiso que supone criar un hijo en el siglo XXI. 

Y esto hace que ya no dispongamos de una “pirámide” poblacional en España, sino de un “diamante” poblacional, con mayor población mayor de 65 años que menor de 18 años: por tanto, un diamante con muy poco valor. Así que esta termita demográfica que corroe nuestro país es debida a múltiples causas, pero en gran parte la tendencia a no tener hijos en España depende de su economía y de su mercado de trabajo, así como de la falta de políticas familiares sólidas. 

El cóctel termita demográfica, maternofobia, paternofobia, millennials, economía y políticas familiares conviene mezclarlo bien para buscar soluciones… antes de que nos explote (más) y no haya tiempo de activar el S.O.S.

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