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sábado, 31 de agosto de 2019

Cine y Pediatría (503). “La flor del mal”, como el mal del amor de madre mal entendido


La flor de la adelfa puede llegar a ser venenosa... como el amor de una madre. Con una expresión así podríamos expresar y exprimir el contenido de esta película de hoy y de la novela de la que emana. Todo comenzó con el aclamado best-seller de Janet Fitch del año 1999, “White Oleander”, que narra la inolvidable historia de la adolescente Astrid, cuyo paso por innumerables casas de acogida - cada una un universo con sus propias leyes, peligros y lecciones que aprender - acaba convirtiéndose en un viaje iniciático que llevarán a la protagonista a perder su inocencia, pero también a descubrir la esencia de la vida y la verdadera independencia. Una madre biológica que acaba en la cárcel y tres familias de acogida con tres madres muy diferentes parecía un guión apetecible para que en el año 2003 se realizara una película de título original homónimo, pero traducida en España como La flor del mal

Su director, Peter Kosminsky, más avezado en películas de televisión que de gran formato, salió muy airoso del reto y nos devuelve una película que se sigue con agrado, probablemente por contar con un guión bien trabado y un buen elenco de actrices para dar vida a esas cuatro madres y a nuestra Astrid. Flores blancas metidas en leche, actrices rubias y pálidas, decorados claros…adelfas blancas que nos introducen en este drama que pivota alrededor de tres madres de acogida y cuyo nexo de unión es la peculiar relación madre-hija. Cinco mujeres que conviene conocer para aprender de esta historia. 

- Ingrid Magnussen (Michelle Pfeiffer), es una madre bella, orgullosa y peligrosa, artista de la fotografía reconduce su vida y la de su hija, que no conoció a su padre. Ama con la misma pasión que no perdona y eso le lleva a asesinar a su nuevo novio cuando éste la intenta abandonar. Desde la cárcel hace todo lo posible para no romper el vínculo entre madre e hija, a pesar, de que llega a perjudicar a la menor. Su constante presencia en la mente de su hija y sus consejos, le dificultarán bastante la existencia: “No llores. Nosotras no hacemos eso. Somos vikingas, ¿recuerdas?”. Una madre no fácil de entender, cuya opinión de las personas es duro, pero no se aleja de la realidad, y la convierte en un enigma algo inmune a las debilidades humanas. Y por ello le sigue recordando a Astrid, cuando esta parece enamorada de un compañero del centro de acogida: “No lo hagas otra vez. Atarte a alguien que te hace caso porque te sientes sola. La soledad es lo natural. Nadie llenará ese hueco. Lo mejor que puedes hacer es conocerte, saber lo que quieres y no dejar que la gente se interponga”. A lo que Astrid le responde: “Es como si no quisieras ser feliz”

- Astrid Magnussen (Alison Lohman, sorprendente en su papel), es la bella y frágil adolescente que, estando muy unida a su madre, tiene que pasar a Protección de Menores y de allí se siente vulnerable pero dócil a aclimatarse a cada nueva familia de acogida, tres en tres años. Y realmente se transforma en lo que cada madre adoptiva espera de ella, como hizo con su madre verdadera, mientras intenta no disolver su personalidad completamente. Sorprende su resistencia a la autocompasión y su fuerza para salir adelante. Y ello pese a resistir los mensajes por carta que su madre le escribe desde la cárcel: “Las dos estamos presas, tú y yo. Castigadas para ser fuertes e independientes. No olvides quién eres. Lo mejor de ti está oculto. Debes hacer lo mismo. Recuérdalo todo, cada insulto, cada lágrima”. 

- Starr Tomas (Robin Wright), es la primera madre adoptiva de Astrid, una exbailarina de striptease, amante del alcohol y la mala vida, reconvertida en fanática cristiana. Sus dos motivaciones para convertirse en madre adoptiva (de Astrid y de otros dos hijos adoptivos) son las ventajas económicas (su única fuente de ingresos) y también el que pueda lograr el camino a su redención. Desde su perspectiva religiosa, cree que su filantrópico estilo de vida compensará su pasado y por ello le dice a Astrid: “El pecado es un virus, dice el reverendo. Es como la gonorrea. Ahora hay una que no se cura… ¿Has aceptado a Jesús como salvador?”. Y por ello es bautizada en la nueva familia, pero cuando Ingrid aprecia el cambio en su hija le recrimina: “No quiero redimirme. No me arrepiento de nada. Está bien que intentes identificar el mal. Pero el mal es astuto. Cuando crees saber qué es, cambia de forma. Aprender eso lleva toda una vida. No pienso perderte. No por ellos. Esa gente es el enemigo, Astrid... Soy la única que puede mantenerte honesta”. Y no se equivoca mucho, pues Starr no soporta hacerse mayor y que su novio se pueda fijar en Astrid, por lo que regresa a la bebida y en un ataque de celos la ataca con una pistola. 

- Claire Richards (Renée Zellweger), el único ángel que pasa por la vida de Astrid, una actriz fracasada que sobrevive a la depresión en la soledad de su hogar, pues su marido está siempre de viaje y ante las quejas de ella se defiende si piedad: “Qué mala artista eres. Casi lo había olvidado”. Pero Claire y Astrid se quieren y se necesitan, pues ambas encuentran en la otra el cariño que les falta. Y por ello a la pregunta de Claire, “¿Cuál ha sido el mejor día de tu vida?”, Astrid no tiene duda en responder “Hoy”. Pero el hoy es muy corto tras el suicidio de Claire. 

- Rena Gruchenko (Svletana Efremova), la esporádica tercera madre de acogía, apodada “la rusa” y que acoge a chicas adolescentes para trabajar con ella en un rastrillo de ropa. Y con ella se mimetiza en la moda grunge, y en la visita a la cárcel Astrid le dice a su madre: “Me miras y no te gusta lo que ves. Este es el precio madre, el precio de pertenecerte”

Y en cada fracaso con una nueva familia, Astrid regresa a la residencia de acogida, donde tiene que defenderse del acoso de otras internas, y solo el dibujo y un compañero con dotes de ilustrador son su única tabla de salvación. Y desde allí continúan las cartas de su madre: “Parece que te sorprenda que aquí siga siendo guapa. Nuestra belleza es nuestro poder, nuestra fuerza. No permitiremos que nos cambien o nos debiliten. Yo nunca les daré esa satisfacción. No se los des tú”. Y ante tales consejos a Astrid le cuesta admitir la amistar o el amor: “Se vive más fácil sin amigos”

Y Astrid intenta entender lo que ha ocurrido con su padre y con su vida, por lo que le hace un trato: “Tú me dices la verdad y yo miento por ti”. Y cuando le cuenta la verdad, no puede por menos que decirle: “Siempre has pensado en ti, no en mi”. Y así es como durante el lapso de tres años que marca la transición entre niña y adulta, Astrid debe aprender el valor de la independencia y la determinación, la furia y el perdón, el amor y la supervivencia, para librarse de su oscuro pasado. Porque algo así es el mal que provoca el amor de madre mal entendido… 

Y al final Astrid cierra cuatro maletas con recuerdos de sus cuatro familias. Con esas maletas ha viajado (y viajamos cada uno de nosotros) y resta su reflexión final en off. “Por mucho daño que me hayas hecho, por muchos defectos que tenga, sé que mi madre me quiere”

Y un drama así se acompaña de lentas melodías de Thomas Newman, el mismo que pusiera música a otro drama con una flor como leitmotiv, American Beauty (Sam Mendes, 1999). Un drama que nos recuerda el sufrimiento de otros adolescentes que intentan sobrevivir a su familia entre centros de menores y familias de acogida, y nos viene a la memoria Precious (Lee Daniels, 2009) o La cabeza alta (Emmanuelle Bercot, 2015). Solo un detalle, no confundir esta película con la francesa La flor del mal (Claude Chabrol, 2003), lo cual nunca ocurriría si respetáramos los títulos originales de las películas y su versión original.

 

miércoles, 28 de agosto de 2019

Bibliometría e indicadores de actividad científica (XV):Cibermetría y Pediatría, un relación manifiestamente saludable


Desde la creación de Internet hacia 1969, pasando por la puesta en marcha del servicio de la World Wide Web (WWW) en 1989 y su evolución hacia la llamada Web social durante la primera década del siglo XXI, hasta llegar al momento actual (Web móvil y servicios cloud) y apenas vislumbrar el futuro que comienza a llegar (Internet de las Cosas), el llamado Ciberespacio (o espacio red) no ha hecho más que crecer. En la identificación y categorización de estos elementos y en el establecimiento de métodos de cuantificación apropiados para cada uno de ellos se centra la Cibermetría.

El principal objetivo de este trabajo es mostrar cómo la correcta aplicación de técnicas cibermétricas a la Pediatría puede proporcionar una ingente cantidad de información que, correctamente analizada y contextualizada, puede permitir y facilitar la toma de decisiones estratégicas a los distintos agentes involucrados de forma directa o indirecta con la Pediatría. Para ello, se proponen dos análisis complementarios. 

El objetivo del primer análisis es determinar la presencia online de las sociedades españolas de Pediatría. Para ello se recopilaron diversas métricas online relacionadas con la presencia, visibilidad, impacto y conectividad de 39 sociedades. Los resultados indican que las sociedades españolas de Pediatría no disponen de sitios web de gran impacto y que utilizan principalmente Facebook y Twitter, aunque el uso de estas plataformas difiere ampliamente entre Sociedades reflejando la existencia de distintas estrategias de comunicación web.

El objetivo del segundo análisis es evaluar el impacto de los hashtags relacionados con la vacunación en Twitter, para ello se analizaron hashtags en español relacionados con las vacunas sistemáticas recomendadas por Asociación Española de Pediatría (un total de 18). Los resultados muestran un bajo volumen de contenidos (pocos Tweets), que despiertan escaso interés (pocos comentarios) y que obtienen una difusión (ReTweets) e impacto (Likes) moderados.

Toda la información en el artículo anexo y que también se puede recuperar de la revista Acta Pediátrica Española.

lunes, 26 de agosto de 2019

¿Por qué ninguna universidad española figura entre las 150 mejores del mundo?


Esta pregunta parece que nos retraemos al día de la marmota de la película Atrapados en el tiempo. Y ya no estoy para hacer de Bill Murray... Y, sin embargo, esta pregunta se repite año a año. Y en este blog lo hicimos en el año 2016 y en el año 2017. Supongo que por no ser cansinos, no la hicimos el año pasado, pero aquí estamos en el año 2019 con el mismo sonsonete... 

Porque parece existir un antes y un después para las universidades (que Dios nos pille consfesados) con el Academic Ranking of World Universities (ARWU). Este sistema de clasificación se publicó por primera vez en junio de 2003 por el Center for World-Class Universities and the Institute of Higher Education of Shanghai Jiao Tong University (China) y se actualiza anualmente. Se ha convertido en un sistema de referencia internacional, a pesar del alboroto y críticas a su debilidad metodológica. 

Acaba de publicar el ranking ARWU de este año - como cada año desde 2003 -, que nos permite conocer las universidades mejor valoradas a nivel global o por especialidades (Medicina, Física, Químicas, Matemáticas, Económicas, Ingeniería, Ciencias Sociales, etc). ARWU utiliza seis criterios para clasificar las universidades del mundo: número de alumnos (peso=10%), ganadores de Premios Nobel o medallas de reconocido prestigio en su campo (peso= 20%), número de investigadores altamente citados en Thomson Scientific (peso= 20%), número de artículos publicados en revistas de Nature y Science (peso= 20%), número de artículos indexados en Science Citation Index-Expanded y Social Sciences Citation Index (peso= 20%), y el rendimiento per cápita con respecto al tamaño de la institución (peso= 10%). Está claro que es un ranking que premia la labor científica de élite, menos la docente, poco o nada la satisfacción de los alumnos o el profesorado, no sé si esto se corresponde con la transferencia social de los ámbitos universitarios... En fin, que no me extrañan las críticas, pero dado que caímos en la "impactolatría" (con el dicho factor de impacto que se hizo para revistas y no para autores), por qué no caer en la "shanghailatría"... 

Más de 1.000 universidades se estudian por ARWU cada año y las 500 mejores se publican en la web. Este el ranking de este año 2019. Y este año algún titular periodístico se ha puesto positivo, aunque yo no sé si están las cosas para tirar cohetes... Cabe valorar que las 20 universidades situadas en primer lugar, hay 16 de Estados Unidos, 3 de Gran Bretaña y 1 de Suiza. En el podio se situán Harvard Universitiy, Stanford University, Cambridge, Massachusetts Institute of Technology (MIT) y California, Berkeley. Y esto, salvo mínimos cambios, se repite año a a año. 
Sólo aparecen 13 universidades españoles en este listado de 500: la primera aparece entre los puestos 150 a 200 (Barcelona), entre los puestos 201 a 300 hay cuatro (Universidad Complutense de Madrid, Universidad de Granada, Universidad de Valencia y Universidad Autónoma de Barcelona), entre los puestos 301 a 400 hay dos (Universidad Autónoma de Madrid, Universidad Pompeu Fabra) y entre el puesto 401 a 500 hay seis (Universidad Politécnica de Valencia, Universidad de Oviedo, Universidad de Sevilla, Universidad País Vasco y Universidad de Zaragoza). Sin rastro del resto y son muchas las universidades españolas... y cada vez más: en estos momentos se contabilizan 85 en España (y seguro que me dejo alguna), y sí... sobran universidades españolas y lo dicen muchas personas e instituciones. 

El debate sobre la universidad española y la enseñanza universitaria es constante en el tiempo. En los últimos años, en el campo de la Medicina, el debate se ha focalizado sobre la necesitad o no de abrir nuevas Facultades de Medicina. El problema ronda siempre alrededor de dos conceptos: cantidad frente a calidad. Sea como sea y mire como se mire, a nivel internacional, los criterios de calidad de la universidad española son deficientes. Por algo será,... y algo habrá que cambiar. Y no hablo sólo de adaptarnos al "Plan Bolonia" y al Espacio Europeo de Educación Superior (que eso se sobreentiende, como el valor en el ejército). Y sobre todo, mejor no hablar de nuevo de ANECA, de cuyo fracaso ya hemos hablado y que alguien tendrá que solucionar antes que la enseñanza universitaria se venga a pique y los que pierdan sean nuestros queridos estudiantes (que ellos no tiene culpa de la estulticia de los adultos). 

Porque una universidad española endogámica, que no cuida a sus alumnos ni cuida a sus profesores, que desprecia el español y se enarbola de impactolatría y cuartiles, sin tener en cuanta la calidad e importancia del trabajo docente (compartido con el asistencial en la mayoría de los profesores clínicos de hospitales y centros de atención primaria en el caso de las Ciencias de la Salud) nunca llegará a nada, y perderá todo. Y no hablo del ranking elitista de Shanghai, sino en cualquier ranking, aunque cree uno en Barruelo de Santullán, mi pueblo, o en cualquiera de los bellos pueblos de España. Aviso a navegantes, menos rankings... y más coherencia.

sábado, 24 de agosto de 2019

Cine y Pediatría (502). “Donde viven los monstruos”, donde maduran los sentimientos de un niño


Era el año 1963 cuando un autor tan controvertido como Maurice Sendak escribe e ilustra un libro que tras su publicación recibe críticas enconadas con términos como “inapropiado”, “demasiado oscuro”, “inquietante” y “aterrador” para la infancia. Un libro que cuenta la historia del niño Max, quien ataviado con su disfraz de lobo hace una travesura tras otra hasta que su madre, y una noche, al grito de “¡eres un monstruo!”, le castiga sin cena. Encerrado en su cuarto, triste y rabioso, viajará hasta el mundo de las cosas salvajes, donde no sólo domará a los monstruos, sino que se coronará su rey y organizará desenfrenados juegos con ellos. Al final, como en toda epopeya, se produce el regreso del héroe al hogar y el pequeño Max emprende el viaje de vuelta a su casa, donde un tazón de sopa bien caliente le está esperando. Un argumento sencillo, crudo y sin moraleja que provocó no poco revuelo. Su título “Where the Wild Things Are” y al propio Sendak le costó cuatro años de peleas con sus editores conseguir publicar esta lucha interna de Max para manejar sentimientos tan complejos como la soledad, la rabia, la frustración o el miedo. En un tiempo en el que en la literatura infantil predominaban las buenas intenciones y las lecciones morales, romper con la imagen inocente y feliz de la niñez o mostrar a una madre perdiendo los papeles con su hijo era una tarea tan subversiva y descabellada que sólo un autor como Sendak, tan salvaje como sus criaturas, se atrevería a llevar a cabo. 

Pero Sendak no se limitó a ilustrar y escribir libros. También se encargó del diseño de montajes de ballets y óperas de Tchaikovsky o Prokofiev, y colaboró incluso en la adaptación cinematográfica de su obra más famosa. Y en esta labor se atrevió un director también controvertido (y que no deja indiferente) como Spike Jonze, un personaje multifacético (productor, guionista, director de vídeos musicales y también actor) autor de películas especiales como son Cómo ser John Malkovich (1999), Adaptation/El ladrón de orquídeas (2002) y Her (2013). Y quizás su peculiar forma de entender el arte es lo que le hizo atreverse a adaptar esta peculiar novela e historia... Y Jonze y Sendak se unen para la estupenda adaptación de Donde viven los monstruos (2009), donde nos hablan de la soledad del hermano pequeño, del hogar roto, de celos y frustraciones infantiles, y consigue recrear esa atmósfera, onírica y tenebrosa, que subyace en el relato de Sendak. Y la pantalla se llena de nuevo de monstruos taciturnos, confusos, y violentos, trasunto del niño que busca de forma desesperada el amor y la aceptación, y para ello se combina acción en vivo, actores disfrazados, animatrónica e imágenes generadas por ordenador. 

En el primer tercio de la película conocemos a nuestro protagonista, Max (Max Records), un niño de 8 años, y lo conocemos en sus dos ámbitos: el hogar y la escuela. En su casa vive con su madre (Catherine Keener) y su hermana mayor, sin figura paterna, cuyo mensaje encontramos debajo del globo terráqueo de su habitación: “Para Max. El dueño de este mundo te quiere. Papá”. Y vamos descubriendo el poder de su imaginación cuando la madre le dice: “Me vendría bien uno de tus cuentos”. Y en su colegio un profesor les envía este mensaje, ante la mirada atónita de la clase: “Y el Sistema Solar se apagará para siempre. Pero para entonces la raza humana ya se habrá extinguido, víctima de las guerras, la polución, el calentamiento global, los tsunamis, los terremotos o los meteoritos, ¿quién sabe?”. 

Max se desquicia cuando su madre está con una alguna pareja. Y una noche que pierde los estribos y la madre le castiga, ocurre lo ya referido. Y entonces los restantes dos tercios de la película transcurren con ese viaje de Max disfrazado de lobo y que a través de una tormenta en el mar llega a una isla con monstruos de aspecto muy peculiar, y que simulan diferentes animales (un toro, una cabra, un rinoceronte, una gallina, un perro,…). Siete monstruos y cada uno representa las emociones más latentes: Carol, el monstruo de estar solo y el temor a ser abandonado; Alexander, el monstruo de ser invisible; Judith, el monstruo de ser cruel y dar miedo; KW, el monstruo del cariño y el afecto; Ira, el monstruo de ser bueno y colaborador; Douglas, el monstruo de la razón; y Judy, el monstruo del ser ignorado. Y Max logra convencerles de que es un rey y le coronan como su rey. Y Max intenta comprenderlos: “Cuidaremos unos de los otros y dormiremos juntos como una piña”. Y juega con ellos a hacer el bestia – nunca mejor dicho -, por lo que se gana el afecto y ellos le dicen: “Eres el mejor rey del mundo. Todo va mucho mejor que antes” o “Te voy a comer. Te quiero tanto”. Y allí también conoce a Bob y Terry, los dos búhos que dan consejos cuando las preguntas tienen siete palabras. 

Pero finalmente, tras diversas aventuras en bosques, desiertos y mares, acaban descubriendo que no es un rey. Y KW le dice: “¡Qué difícil es ser una familia!”. Y Max acaba sintiendo que solo es un niño mandando como único rey en sus propias emociones-monstruos y eso nunca puede salir bien sin el apoyo, el cariño y el amor de una madre/padre. Y por eso Max decide volver y les dice: “Ojalá tuvierais una madre. Voy a volver a casa”. Y al final todos los monstruos aúllan en la playa mientras Max se aleja en el mar y le alagan con “Eres el único rey que no nos comemos”. Y cuando Max regresa a casa su madre le está esperando y la cena aún está caliente. Y fin… 

Es fácil entender que Donde viven los monstruos no es una película para niños, ni exclusivamente para adultos. Es una película principalmente para adultos con el fin de entender cómo vive, siente y piensa un niño con un formato difícil de clasificar. Porque un niño de 8 años piensa, vive y actúa en búsqueda de cariño y de atención, que precisa entender – y que le entiendan - sus miedos, su egoísmo, su impulsividad, sus fracasos, su diversión, su imaginación, su creatividad, y también sus limitaciones y errores. Porque la familia y la escuela es el lugar habitual donde maduran los sentimientos de un niño… y también donde viven los monstruos de sus emociones.

La película, como la novela, recibió críticas contrapuestas. Queda en tu mano, espectador - y lector – atreverte a entender y revivir ese lugar donde viven los monstruos de la infancia.

miércoles, 21 de agosto de 2019

Recursos docentes de la Asociación Española de Pediatría


La Asociación Española de Pediatría (AEP) es la sociedad de todos los pediatras en España, la confederación de todas las Sociedades de Pediatría, tanto regionales como de especialidad. La AEP es una de las sociedades científicas españolas con mayor impacto social y mediático y es el interlocutor de referencia con las autoridades sanitarias del Estado. 

Como sociedad científica, sus recursos docentes son clave. Y he aquí algunos de los más relevantes: 

- Anales de Pediatría es el órgano de expresión científica de la AEP y constituye el vehículo a través del cual se comunican los asociados. La revista, referente de la pediatría de habla española, está indexada en las más importantes bases de datos internacionales: SCI-JCR, Index Medicus/Medline, EMBASE/Excerpta Medica y bases de datos nacionales. Su acceso es libre para socios de la AEP. 

- Evidencias en Pediatría, es una revista electrónica de acceso abierto. Sus contenidos se elaboran aplicando los postulados de la Medicina Basada en la Evidencia a la especialidad de Pediatría. De periodicidad trimestral, se realiza una revisión de 80 revistas pediátricas y generalistas que publican artículos de contenido pediátrico. Mediante un sistema de puntuación se escogen aquellos artículos que, por su calidad metodológica y/o su importancia clínica, pueden resultar de interés para la práctica clínica del pediatra asistencial, independiente del ámbito en el que trabaje (atención primaria u hospitalaria). Su acceso es libre desde su creación en el año 2005 para todos los lectores, lo que fue una premisa desde su creación, junto con el rigor y la independencia. 

- Protocolos diagnóstico-terapúeticos en Pediatría, elaborados por las distintas sociedades de especialidades y revisados periódicamente. 

- Cuadernos de Historia de la Pediatría, elaborados por el Comité de Historia de la AEP, con una periodidicidad de dos documentos anuales y que se divulgan alrededor del congreso anual de nuestra socidad. 

- Pediamécum, es una base de datos documental de los principios activos de uso común en pediatría creada por el Comité de Medicamentos de AEP en 2012 que cuenta con fichas de casi 700 fármacos. El Comité y sus colaboradores amplían y revisan constantemente las fichas por iniciativa propia o por sugerencias de los usuarios. 

 - Continuum, plataforma de formación virtual de la AEP, verdadero modelo de éxito de web-based learning desde su inauguración en septiembre de 2013, una plataforma de información y formación, con modalidades formativas basadas en competencias (con GPEC como joya de la corona), tanto de carácter individual como tutorizado. 

Mi vinculación muy especial con Continuum, Evidencias en Pediatría y Anales de Pediatría, especialmente, hace que la divulgación de este post implique una carga añadida de emoción, pues nada de lo anterior sería posible sin el trabajo desinteresado de calidad de tantos pediatras (y amigos)

Recursos de todos y para todos. Y para la gran familia de pediatras en español. Y ya es habitual que en los Congresos anuales de la AEP se suelen actualizar todas las novedades en estos recursos docentes.

lunes, 19 de agosto de 2019

Cannabis, embarazo y lactancia: una pésima combinación


Después del alcohol y tabaco, el cannabis es la droga más consumida por las parejas embarazadas y madres lactantes en España. Estudios previos, señalan que el 13 % de las mujeres embarazadas en el primer trimestre y el 7 % de las madres lactantes refieren estar expuestas al humo ambiental de cannabis de una forma habitual. 

Por lo tanto, el cannabis también es un problema de salud pública. Y ante esto, el Comité de Salud Medioambiental de la Asociación Española de Pediatría (CSM-AEP) publicó hace meses una toma de posición y un tríptico que hoy compartimos, pues es una información de calidad que no puede pasar desapercibida. 

Los pediatras diagnosticamos, cada vez, más pacientes con trastornos del aprendizaje, conducta y desarrollo. A diferencia de los adultos, la exposición a sustancias químicas neurotóxicas durante las ventanas de vulnerabilidad en periodos críticos de la organogénesis e histogénesis del sistema nervioso puede hacer que tenga una alteración de la función cerebral de por vida o bien que aparezca durante su etapa adulta. Y una de estas sustancias es el cannabis. 

Es por esto que el CSM-AEP ha elaborado un documento de toma de posición, además de un tríptico informativo para profesionales y padres. 

En resumen, CSM-AEP considera necesario: 
- Alertar a la población sobre los riesgos de la exposición a cannabis durante el embarazo y lactancia. 
- Mejorar las competencias de los pediatras y desarrollar módulos de capacitación en pediatría y cannabis (desde el embarazo, lactancia y periodo de crianza hasta el final de la adolescencia). 
- Facilitar información útil considerando las exposiciones en embarazo/lactancia. 
- Incluir la Hoja verde – cribado ambiental al inicio del embarazo y/o periodo de lactancia – en los programas de Pediatría de Atención Primaria, ya disponible en la CCAA de la Región de Murcia. 
- Realiza un llamamiento para colaborar en los programas de detección, prevención e intervención precoz para reducir este daño en el neurodesarrollo. 
- Se debe desaconsejar firmemente el consumo de cannabis durante la lactancia. El énfasis debe ponerse en la deshabituación-cesación, no en la retirada de la lactancia. La lactancia incluso podría ser útil para reforzar y afianzar la deshabituación. Se puede dar lactancia materna durante la deshabituación, pero puede requerir una intervención y monitorización del proceso por personal entrenado en el manejo y control de las adicciones en pediatría en las Unidades de Salud Medioambiental Pediátrica de Murcia y Cataluña. 
- Atendiendo a las cifras de exposición y banalización del consumo en la sociedad, queremos dejar claro que las embarazadas y niños de España necesitan que se les garantice un aire libre de humo de cannabis y otras drogas. Y apostamos por un marco regulador general de protección del cerebro en desarrollo a estos tóxicos, y las excepciones y particularidades de haberlas en todo caso sean dirigidas a los adultos. 

En el tríptico que compartimos debajo se responden a las siguientes preguntas: 
- ¿Qué es el cannabis? 
- ¿Cuántos niños están expuestos a esta droga en el embarazo o lactancia? 
- ¿Cómo afecta el que yo o mi pareja fumemos cannabis si estamos buscando el embarazo?
- ¿El que yo esté expuesta o fume marihuana cómo afecta al desarrollo cerebral de mi bebé? 
- ¿Cómo afecta el cannabis a los niños en el hogar? 
- ¿Provoca el cannabis malformaciones en el recién nacido? 
- ¿La exposición a cannabis durante el embarazo incrementa el riesgo de cáncer? 
- ¿Puede dar síndrome de abstinencia si se consume cannabis durante el último trimestre de gestación? 
- ¿Qué pasa si fumo cannabis durante la lactancia?

Está claro que combinar cannabis con embarazo y lactancia es una pésima decisión... con graves consecuencias para los padres y, sobre todo, para sus hijos.

 

sábado, 17 de agosto de 2019

Cine y Pediatría (501). La mejor cura es la amistad… en tiempos del sida


El cine y el sida han tenido distintos puntos de encuentro. Los encuentros entre el cine y el sida en la infancia son más excepcionales. En Cine y Pediatría hemos podido encontrarlo alrededor de dos películas, una estadounidense, Kids (Larry Clark, 1995) y otra española, Verano 1993 (Carla Simón, 2017). Y también en nuestro primer post, la película coral En el mundo, a cada rato, concretamente en la historia El secreto mejor guardado (Patricia Ferreira, 2004), filmada en la India.

Y hoy recuperamos aquí una película poco conocida, una bonita historia de amistad en tiempos del sida. Su título original es The Cure (Peter Horton, 1995) y cuyas traducciones para España (Que nada nos separe) o para Latinoamérica (El poder de la amistad) nos pone en la pista de por dónde deriva la trama. Un agradable film, que salva con delicadeza una resbaladiza trama sobre lo que implica el sida en un hijo: la lucha, la angustia, el rechazo, el dolor y la muerte. Y que incluso nos permite soportar con dignidad un mensaje de sobras conocido: que la amistad puede ser la mejor medicina.

Dos niños que inician el camino de la adolescencia por diferentes caminos: Erik y Dexter. Son vecinos en una localidad de Minesota y ambos viven solo con sus madres y con sus distintas circunstancias.
Erik (Brad Renfro) tiene 13 años, y acaba de trasladarse a esta localidad tras la separación de sus padres. El chico está desubicado en el nuevo colegio y en un hogar donde la madre se ocupa más de su trabajo que de él. Conoce a su vecino a través de la valla que separa sus casas, un chico más joven que él llamado Dexter (Joseph Mazzello), quien también vive solo con su madre y con su enfermedad, pues está en tratamiento por sida, enfermedad que contrajo a causa de una transfusión de sangre. Todo en Dexter gira alrededor de su amorosa madre Linda (Annabella Sciorra), pues como ya sabemos nadie quiere acercarse a un enfermo de sida por el temor al contagio.

Cuando Erik salta la valla y conoce a Dexter surge poco a poco una historia de amistad, pues ambos encuentran algo que no tienen: Dexter el amigo que le niega la enfermedad, Erik esa madre que le niega la vida, pues Linda se comporta como tal con ambos, y se conmueve de que le quieran, pues quizá es lo que no tiene en su hogar, con una madre separada (no solo del padre, sino de él). Y cuando la madre de Erik conoce que tiene amistad con Dexter, le abofetea diciéndole. “Qué estabas pensando, dime. No es viruela, no es tosferina, es sida. ¿Qué estabas tratando de hacer, matarnos a ambos?”. Y les prohíbe que vuelvan a verse.

Pero Erik se interesa en la enfermedad de su nuevo amigo, sobre todo cuando Dexter le cuenta la preocupación de su madre: “Teme que no encuentren la cura a tiempo”. E inspirado en una película, decide emprender la búsqueda de una cura para el sida. Y para ello, Erik realiza experimentos “científicos” con distintos tipos de dulces y plantas, siendo Dexter el grupo de intervención y Erik el grupo control, y todo lo anota minuciosamente en su cuaderno de trabajo. Y cada infusión que prueba sabe peor que la otra, y Eik le anima: “Mi abuela dice que cuanto pero sabe, mejor es la cura”.

Cuando leen en la prensa que un doctor de Nueva Orleans ha encontrado la cura frente al sida, deciden escaparse y encontrar a este doctor. Y más que una “road movie” se transforma en una “boat movie” a través del río Misisipi. Y el viaje y las circunstancias del mismo hacen cimentar la amistad, mientras esquivan las adversidades del camino: “Mi sangre es como veneno. Es peor que el veneno de una cobra” resulta una amenaza válida para ahuyentar a los adversarios. Pero Dexter comienza empeorar y una pesadilla recurrente que lo atemoriza: perderse en la inmensidad negra del universo y hallarse solo (tal como se sentía antes de encontrar a Erik). A causa del estado de salud de su amigo, Erik se asusta y abandona el plan.

Y de regreso, Dexter es inmediatamente hospitalizado y allí permanece en compañía de su madre y de Erik. Y en la planta de hospitalización de Pediatría juegan a diferentes juegos, incluso la de hacerse el muerto… hasta que ocurrió de verdad. “Nunca debí dejar de intentar buscar la cura”, se reprocha Erik, y Linda le responde: “Lo hiciste. Toda la soledad y tristeza que había en su vida la olvidó. Y la olvidó por ti. Dexter fue muy feliz al tenerte como amigo”.

Y el final se precipita como los sentimientos. Cuando Linda, con lágrimas en los ojos y una rabia incontenible, le dice dos cosas a la madre de Erik: la primera, que el mejor amigo de su hijo había muerto y que Erik iba a ir al funeral (le gustase o no), la segunda, que si volvía a ponerle una mano encima, ella misma se encargaría de matarla. Y luego la escena del funeral y el intercambio de zapatos entre los amigos. Y como Dexter deja el zapato de Erik en el río, para que la corriente lo lleve, simbolizando el nuevo viaje para su mejor amigo. Y todo ello bajo la bucólica banda sonora de Dave Grusin, despidiendo esta sensible película de amistad… en tiempos del sida.

Una amistad entre Erik y Dexter, intepretados con solvencia por los jóvenes Brad Renfro y Joseph Mazzello. Un Brad Renfro que debutó a los 12 años con El Cliente (Joel Schumacher, 1994) y participó en películas como Sleepers (Barry Levinson, 1996) y Ghost World (Terry Zwigoff, 2001), pero una sobredosis de heroína finalizó a los 25 años lo que pudo ser una prometedora carrera de actor y músico. Y un Joseph Mazzello que debutó en Presunto inocente (Alan J. Pakula, 1990), continuó en un par de películas de la serie Parque Jurásico, y también en El inolvidable Simon Birch (Mark Steven Johnson, 1998) - una película con la que guarda un gran parecido nuestra obra de hoy, por unir amistad y enfermedad en la infancia -, La red social (David Fincher, 2010) y donde su última aparición ha sido como bajista de la banda Queen, John Deacon, en el biopic Bohemian Rhapsody (Bryan Singer, 2018).

Es Que nada nos separe (The Cure) una pequeña gran película que puede haber desapercibida y que reivindica que la mejor cura es la amistad… en tiempos del sida y en cualquier momento. Y que nos recuerda que vale la pena no olvidar esta película, pero sobre todo debemos tener en cuenta que el sida pediátrico no puede ser una enfermedad olvidada. Pues es cierto que desde su aparición en la década de los 90 el sida pediátrico ha llegado a ser muy poco frecuente en los países del Primer Mundo, gracias a los avances en prevención, diagnóstico y tratamiento, pero cabe no olvidar que en los países de baja renta (principalmente en África y Asia) se producen el mayor número de muertes por esta enfermedad: se contabiliza que alrededor de 500 niños mueren cada día en el mundo por sida infantil, unos 200.000 al año. Tal vez la existencia de más de 30 millones de adultos que viven con el VIH/sida en todo el mundo ha eclipsado la epidemia de sida pediátrico, lo que se ha traducido en una menor investigación a estas edades, unos servicios pediátricos insuficientes y unos regímenes de tratamiento antirretroviral inadecuados para ellos. Y en las sociedades de renta baja el sida pediátrico ha pasado a considerarse una enfermedad desatendida u olvidada. Porque sin tratamiento antirretroviral, hasta el 80% de los niños infectados por VIH mueren antes de cumplir los 5 años, con un progresivo deterioro del sistema inmune que les ocasiona infecciones bacterianas de repetición, fallo de medro y afectación neurológica, con una alta carga de morbilidad asociada y mala calidad de vida.

Y, aunque poéticamente en esta película decimos que la mejor cura es la amistad, está claro que la mejor cura en el sida pediátrico es la inversión en investigación y que el tratamiento antirretroviral llegué a todos los niños del mundo. Asimetría que hoy por hoy – y como muchas otras – es una dolorosa realidad.

 

miércoles, 14 de agosto de 2019

Bibliometría e indicadores de actividad científica (XIV): Métricas alternativas o altmétricas. Nuevas formas de medir el impacto de la ciencia


Las métricas alternativas o almétricas, constituyen un grupo de métricas que plantean nuevas formas de medir la ciencia, diferentes al conteo tradicional de citas y a la medida de impacto científico a nivel de revistas. El objetivo de estas métricas es poner a disposición de la comunidad científica herramientas que, gracias a internet y a la llamada web 2.0 o web social, permiten una visión más global y social del impacto tanto de las publicaciones como de los investigadores

Aunque inicialmente se pensó que el uso social del que dotan las almétricas a la comunidad científica iba a ser útil para predecir el impacto científico de las publicaciones, medido tradicionalmente con indicadores como el conteo de citas, con el tiempo se ha ido demostrando que no necesariamente existe una concordancia entre el impacto científico y el impacto social de un trabajo. Varios estudios muestran que las correlaciones estadísticamente significativas entre impacto medido en citas y el impacto social según almétricas son pobres y bajas. Sea de una manera u otra, lo cierto es que la repercusión de las almétricas es evidente, por lo que existe otro grupo de autores que defienden este tipo de métricas como alternativas, y constituyen por tanto un elemento diferenciador de las citas tradicionales, contando con una entidad propia que aporta una visión distinta del impacto científico. 

En este trabajo se describen las principales características de las almétricas, así como 5 de los recursos más relevantes, conocidos como agregadores almétricos (Altmetrics.com, PlumX Analytics, ImpactStory, Snowball y Lagotto), que permiten rastrear en la web la repercusión social tanto de los investigadores como de los trabajos científicos. Para todos ellos se describen diversos ejemplos del área de Pediatría. Finalmente, se enumeran una serie de pros y contras comunes a todas las métricas alternativas. 

Toda la información en el artículo anexo y que también se puede recuperar de la revista Acta Pediátrica Española.

lunes, 12 de agosto de 2019

Celebramos las 500 entradas de Cine y Pediatría en el blog


Hace poco más de dos meses, tenía lugar la presentación del Cine y Pediatría 8, el octavo libro de este proyecto, y que subtitulé "cuando lo raro se hizo extraordinario". Y algo así resulta el haber llegado este pasado fin de semana a publicar la entrada número 500 de Cine y Pediatría. Lo que implica 500 sábados - sin fallar uno desde aquel lejano 9 de enero de 2010 donde todo empezó - publicando un post al respecto. Y donde seguimos gracias a que mantengo la ilusión por seguir aprendiendo de la infancia y adolescencia a través del cine. 

Y como es costumbre, celebro cada centena. lo celebramos. Lo hicimos con las primeras 100 entradas de Cine y Pediatría en el blog con un recopilatorio de las películas comentadas hasta entonces. Celebramos la entrada 200 con una película muy especial: La vida de Adèle (Abdallatif Kechiche, 2013), ese vértigo a que nos enfrenta el primer amor. Celebramos la entrada 300 con otra película muy especial también, una película documental que contiene unas imágenes tan duras que pueden herir la sensibilidad del espectador, imágenes de una realidad injusta que todos conocemos, el conflcto de Siria: Sylvered Water, Syria self-portrait (Ossama Mohammed y Wiam Simav Berdixan, 2014) nos despierta de ese posible estado de anestesia moral permanente en que caemos. Y también celebramos la entrada 400 y lo hicimos con una pequeña gran joya como Aves de paso (Olivier Ringer, 2015), un conmovedor cuento iniciático que habla sobre la amistad, la sobreprotección de los progenitores, la discapacidad, la superación de los límites o la necesidad de libertad de niños y niñas.

Y acabamos de celebrar la entrada 500, la conquista del medio millar, con otra película emblemática como es Pelle el conquistador (Bille August, 1987). Y con esta conmemoración de hoy solo hacemos que iniciar el camino a la siguiente centena y al siguiente medio millar.

Allá vamos y lo conseguiremos si la fuerza, la emoción y la ilusión por el proyecto continúa. Que sigo creyendo que sí, dado el gran número de amigos que nos alentáis en el camino y a las distintas sociedades y festivales que nos seguís invitando a inaugurar o a clausurar eventos científicos o sociales con Cine y Pediatría, una oportunidad para la docencia y la humanización en nuestra práctica clínica.

Termino con algunas palabras del prólogo que la Dra. Conchita González, dedicó a Cine y Pediatría 8 como prologuista: "El cine nos ofrece una oportunidad de completar esa formación que escasamente recibimos en las facultades de Medicina: ver más allá de las enfermedades, saber mirar al hombre que sufre, y así se convierte en una buena herramienta que nos ayuda a pararnos, pensar y profundizar. Si lo hacemos junto con estos libros, el fruto que obtendremos de estas películas será mucho mayor, porque sabremos reconocer a aquellos que pueden beneficiarse de lo mismo y nos atreveremos a prescribir películas, que se convertirán en medio para reconocer emociones, sentimientos, vivencias propias y de los demás". 

Nos vemos (y leemos) cada sábado... Os dejamos con el último vídeo de presentación de Cine y Pediatría 8. Ya con el libro 9 escrito y el 10 en marcha. Pero nada de esto sería posible sin los muchos lectores y amigos "de cine". 

Quien se anime a adquirirlos, no se arrepentirá, y contribuirá a la continuación del proyecto: aquí el enlace de la editorial Lua Ediciones 3.0 a Cine y Pediatría.

 

sábado, 10 de agosto de 2019

Cine y Pediatría (500). "Pelle el conquistador", el desarraigo y la tierra prometida


En Dinamarca se hace un cine de alta calidad, innovador y comprometido, pero el cine danés es poco conocido en nuestro ámbito. A finales del siglo XX apareció un movimiento fílmico vanguardista conocido como Dogma 95 (tan alabado como criticado), iniciado con Lars von Trier y Thomas Vinterberg, y alrededor del cual se sumaron otros directores como Kristian Levring y Soren Kragh-Jacobsen. Y de cuya estela, ya en el siglo XXI, se nos han presentado otros directores como Susanne Bier, Lone Scherfig, Nicolas Winding Refn, Christoffer Boe, Nikolaj Arcel o Christian Madsen. Y a estos, sin duda, hay que añadir dos nombres propios esenciales: en la primera mitad del siglo XX una de las mayores figuras del cine europeo, Carl Theodor Dreyer, con obras como La pasión de Juana de Arco (1928), La palabra/Ordet (1955) o Gertrud (1965); y en la segunda mitad del siglo, Bille August, con obras como Las mejores intenciones (1992), La casa de los espíritus (1993), Smila: misterio en la nieve (1997) o Los miserables (1998). Y este director comenzó a ser conocido y reconocido con la película que hoy nos convoca: Pelle el consquistador, una película del año 1987, cuyo guion está basado en la novela homónima del escritor danés Martin Andersen, “Pelle Erobreren “, publicada en cuatro volúmenes (entre 1906 y 1910), y considerada parcialmente autobiográfica. 

Tres son las películas de Dinamarca que ya forman parte del proyecto Cine y Pediatría, tres películas muy comprometidas: Princess (Anders Morgenthaler, 2006), En un mundo mejor (Susanne Bier, 2010) y La caza (Thomas Vinterberg, 2012).  Y para celebrar los 500 post de Cine y Pediatría, una cifra que he conquistado y que me parece imposible cuando uno echa la vista atrás - desde aquel enero de 2010 donde todo empezó -, qué mejor forma que hacerlo con esta película de Bille August, Pelle el conquistador, la película danesa que conquistara la Palma de oro en Cannes, el Globo de Oro y el Oscar a la mejor película de habla no inglesa. La mejor película europea de aquel año, una especial combinación de los conflictos morales y religiosos de Ingmar Bergman, la fisicidad de Victor Sjöstrom y la austeridad de Carl Theodor Dreyer. Una hermosa y dolorosa película. 

Nos encontramos a finales del siglo XIX. En aquel tiempo numerosos inmigrantes suecos llegaban en barco a la isla danesa de Bornholm buscando una vida mejor. Y entre ellos se nos presenta, en un comienzo de película que marca el tono triste de la película, al joven Pelle (Pelle Hvenegaard) y a su anciano padre Lasse Karlsson (Max von Sydow). El padre le justifica el por qué de la importancia de emigrar hacia un futuro mejor: “Allí el brandy es casi tan barato como el agua. Y los salarios son tan altos, que los niños no tienen que trabajar y pueden jugar todo el día con sus amigos”. Pero una vez en el puerto nadie les da trabajo, y así lo justifican: “Eres demasiado viejo y el crío muy pequeño”

Finalmente consiguen trabajo en la granja Stone, pero en condiciones similares a la esclavitud, un lugar donde pronto desaparecen todos los sueños de nuestros protagonistas, padre e hijo. Una vieja granja de una sociedad feudal cuyo patrón es un mujeriego casado con una frustrada esposa alcohólica, con un capataz indeseable que maltrata por vocación. Y ahí resuenan las palabras de Lasse a su hijo, intentando aliviar sus vivencias: “Tu madre estaba muy preocupada antes de morir. Creía que podía ocuparme de ti”, “Lasse es pobre y viejo… Y tú eres joven y aún puedes conquistar el mundo". Y Pelle crece y va descubriendo poco a poco todas las facetas de la vida bajo un doble frío, el externo del clima y el interno de los sentimientos, donde la violencia impera y el rigor de la religión protestante no es alivio. Sentimos ese frío con Pelle en la casa, en la escuela, en el establo, en el campo, en el invierno y en la primavera, en la vida y en la muerte... Y cuando contempla cómo navegan los grandes veleros, entonces sueña con las tierras lejanas que algún día conquistará, tal como le narra Erik, el criado rebelde de la granja: “Me marcharé y conquistaré el mundo. Primero América. Luego China, España y Australia. Está ahí fuera, conquistaré el mundo entero. Todo lo de ahí fuera está esperando ser conquistado. ¡El hombre puede vivir de verdad! Está ahí fuera esperándonos”

Y somos partícipes de los sueños imposibles de Pelle. Porque hasta imposible se le antoja tener una casa, una familia o no tener que trabajar y tener tiempo para jugar con otros niños. Pero imposibles cuando el desarraigo y la pobreza nos acompañan, y a padre e hijo les acompaña en una granja donde se acumulan todos los pecados capitales, desde los amos a los sirvientes. Por ello, cuando su padre le regala una navaja por su cumpleaños, le dice: “Es el regalo de un hombre pobre, Pelle". Y somos partícipes de dos seres que buscan - y no encuentran -: el padre busca una esposa, el hijo busca la libertad. 

El padre casi lo consigue, cuando conoce a la Sra. Olssen: “Ya está todo arreglado, tendrás una casa, un hogar y una madre muy guapa, la señora Olssen. Serás muy feliz… y a lo mejor nos trae el café a la cama los domingos por la mañana”. Incluso proclama a las Sagradas Escrituras para justificarse: “Isaías, Daniel, Ezequiel y Jeremías… en aquel tiempo tenían dos mujeres”. Pero no es así, cuando regresa el marido perdido en el mar: “Yo solo quería un hogar para pasar mi vejez. Encontrar a alguien que me hiciera libre”. 

Y el hijo no sabemos si lo conseguirá. Pues al final padre e hijo se despiden en la nieve. Y Pelle avanza en la escena final por la playa helada y por el mar helado. Y se nos queda el corazón helado… algo así como cuando nos toca conquistar la vida desde abajo, solos y sin nada. Bello y poético final, donde se mezclan la poesía de lo soñado y la prosa de lo que a partir de ahí el joven Pelle comenzara a vivir. 

Es Pelle el conquistador una bella y emotiva película que está basada en un clásico mayor de la literatura danesa, una película necesaria que apuesta por la imaginación como escape a la irracional realidad, un elogio a la aventura de los sueños por cumplir y a la tierra prometida por conquistar. Doloroso aprendizaje de la vida bajo el desarraigo, en una obra cargada de aliento épico y poético que nos deja este fresco cinematográfico de Bille August. 

Y todo ello con una hermosísima y elegante partitura que contrasta con el dramatismo del filme. Bellas y bucólicas melodías, dotadas de un elevado sentido de la nostalgia, para conquistar el mundo de Pelle. ¡Como Cine y Pediatría ha conquistado su post 500!

miércoles, 7 de agosto de 2019

Bibliometría e indicadores de actividad científica (XIII): Los indicadores bibliométricos en el análisis de la calidad de las revistas científicas


Los indicadores bibliométricos son herramientas muy útiles a la hora de colaborar en el análisis de la calidad de las revistas científicas. Estos indicadores se basan en datos extraídos de las publicaciones científicas, asumiendo que el resultado de la investigación es nuevo conocimiento que se da a conocer a través de publicaciones. Por otro lado, la evaluación de las revistas se ha convertido en un pilar de gran importancia en los procesos de evaluación de la calidad científica, ya que las conclusiones que pueden obtenerse de estos procesos de evaluación aportan información detallada sobre la situación real de cada publicación, así como de su calidad y difusión. Por ello, en los últimos años, han surgido numerosos recursos que, combinando de diversas formas los indicadores bibliométricos con otros criterios, ponen a disposición de la comunidad científica y de las agencias de evaluación diversas clasificaciones y rankings que ordenan las revistas según su calidad. Aunque el recurso de máxima referencia en este ámbito es el Journal Citation Report (JCR) de Web of Science y, en menor medida, el Scimago journal Rank (SJR) de Scopus, existen otras fuentes alternativas que también sirven de referencia a la hora de evaluar la calidad de una revista. 

En algunos casos, la creación de estas fuentes alternativas surge precisamente por la dificultad de algunas revistas para ser evaluadas en JCR o SJR. Las razones de esta dificultad no son siempre debidas a la calidad, sino a factores más amplios y complejos. Estos factores son varios y diversos, entre los que se pueden encontrar la barrera idiomática (publicaciones en habla no inglesa), temática (publicaciones con un foco muy local), o el hecho de pertenecer al ámbito de las Ciencias Sociales y Humanas, menos representadas sobre todo en JRC. 

En el presente trabajo se realiza una descripción de algunos de estos recursos alternativos, todos ellos de acceso gratuito y libre. Para ello, se lleva a cabo una breve definición de cada uno, así como una explicación de cuál es su procedencia (quién lo crea, actualiza y financia) y la descripción de sus criterios para que una revista pueda ser aceptada. Los recursos que se describen son los siguientes: MIAR, ARCE, CARHUS Plus+, Clasificación Integrada de Revistas Científicas - CIRC, Latindex y ERIH Plus. 

Toda la información en el artículo anexo y que también se puede recuperar de la revista Acta Pediátrica Española.

lunes, 5 de agosto de 2019

Semana Mundial de la Lactancia Materna 2019: Empoderémosnos, hagamos posible la lactancia


La Semana Mundial de la Lactancia Materna (SMLM), instaurada oficialmente por OMS / UNICEF en 1992, es actualmente el movimiento social más extendido en defensa de la lactancia materna. Se celebra en más de 120 países, del 1 al 7 de agosto, aniversario de la Declaración de Innocenti, firmada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) en agosto de 1990 sobre la protección, el fomento y el apoyo de la lactancia materna. 

En Europa, al ser agosto periodo típicamente vacacional, la Semana Mundial de la Lactancia Materna (SMLM) se celebra de común acuerdo la semana 41 del año. La fecha se escogió entendiendo que en un embarazo que empezase el 1 de enero, la semana más probable de parto y por tanto de inicio de la lactancia sería la semana 41, o sea, a principios de octubre

Sea cuando sea, siempre es una buena fecha para celebrar el apoyo a la lactancia materna. Que esto se diga desde un blog pediátrico es fácil de entender. Y así lo hemos hecho en otros años, con tremendo seguimiento por parte de nuestros lectores. 

Este año el lema de la SMLM 2019 es: "Empoderémosnos, hagamos posible la lactancia". El objetivo de la SMLM 2019 es proteger, promover y apoyar la lactancia materna a través de Políticas y leyes sociales de protección parental, lugares de trabajo que apoyen la maternidad y la paternidad, y valores que enaltezcan la maternidad y la paternidad, y normas sociales equitativas relacionadas con el género. La lactancia materna tiene muchos beneficios para la madre y el bebé. Aquí puedes ver un artículo en el que se resumen los principales beneficios de la lactancia materna, y aquí las recomendaciones de la OMS para una lactancia exitosa.

sábado, 3 de agosto de 2019

Cine y Pediatría (499). “Matilda”, cuando los hijos sobreviven a la familia y a la escuela


“Todo el mundo nace, pero no todo el mundo nace igual. Hay quien nace para carnicero, panadero o cerero. Algunos solo servirán para hacer ensalada de tapioca. Pero de una manera u otra, cada ser humano es único para bien o para mal. La mayoría de los padres creen que sus hijos son las criaturas más bonitas que adornan el planeta. Otros reaccionan de forma menos emocionada”. Con esta introducción en voz en off comienza una película muy especial sobre una familia disfuncional en la que nace una niña que tiene que hacerse poderosa para sobrevivir a ese entorno. 

Y la voz en off prosigue, y ya nos quedan pocas dudas tras las primeras escenas: “Harry y Zinnia Wormwood vivían en un barrio muy agradable y en una casa agradable, pero ellos no eran agradables. Estaban tan inmersos en su estúpida vida que apenas se daban cuenta de que tenían una hija. Y si hubiera prestado un poco de atención, habrían advertido que era una niña bastante extraordinaria”. Y el narrador prosigue en la descripción de esta familia: “Cada mañana, el hermano mayor de Matilda, Michael, iba al instituto. Su padre se iba a trabajar vendiendo coches usados a un precio injusto. Y su madre se iba al bingo. Matilda se quedaba sola y eso le gustaba”

La película ya casi todo el nombre la reconoce, Matilda, que es el nombre de su pequeña protagonista. Una película dirigida en el año 1996 por el reconocido actor Danny DeVito – también productor y director ocasional – en lo que es una fiel adaptación del libro con el mismo título y escrito por Roald Dahl, un escritor galés especializado en crear personajes extraordinarios que desnudan las contradicciones del mundo de los adultos y un escritor especial en el que muchas de cuyas obras se han adaptado al cine, como Gremlins (Chris Columbus, 1984), James y el melocotón gigante (Henry Selick, 1996), Charlie y la fábrica de chocolate (Tim Burton, 2005) o Mi amigo el gigante (Steven Spielberg, 2016).

Es Matilda una novela y una película en la que, a lo largo de la obra, se muestra la contraposición entre valores positivos y negativos, lo bueno y lo malo y la diferencia entre ayudar y dañar a los demás. Matilda y Miss Honey representan aquellos valores positivos de la sociedad (ser amable, ayudar a los demás o procurar el bien común), mientras que los padres de Matilda y Miss Trunchbull caracterizan la maldad y todo aquello dirigido a hacer daño a las personas (engaño, maltrato o aprovecharse del más débil). Se trata en definitiva de cuestionar la autoridad, sobre todo moral, de los adultos.

Desde las primeras escenas confirmamos que la extraordinaria mente Matilda (Mara Wilson, soberbia en su papel y quien actuó durante toda la película aun habiendo sufrido la pérdida de su madre durante el rodaje) no ha nacido en el mejor hogar, por lo que debe recurrir a sus instintos de autodefensa para poder convivir con su familia directa, encontrando un fuerte aliado en la lectura. Henry (Danny DeVito), el padre, es un vendedor de coches usados, desaprensivo, ignorante y enemigo de todo aquello que dé motivo para pensar seriamente; su madre, Zinnia (Rhea Perlman), es una mujer hueca que se ajusta perfectamente al escaso nivel intelectual de su marido, una madre de lo más “fashion-victim que no se entera ni de cuántos años tiene su hija; finalmente, su hermano mayor, Michael, es un bobalicón que parece seguir el camino de sus padres y con quien la niña no tiene ninguna posibilidad de comunicación. Cuando Matilda es recurrentemente abandonada en el hogar, busca refugio en la Biblioteca Municipal, en los libros, en la lectura y en la imaginación. Todos los días lee un libro y su mente crece con la lectura, mientras la de sus padres iba disminuyendo con la televisión (recordamos como se reúnen para ver el concurso "Pégueme y págueme"). Los padres la detestan por listilla y no integrarse en la familia; y ella no los aguanta por lo mediocres que son, hasta el punto que los castiga y los reprende, como cuando le dice a su padre: “Lo que haces es ilegal… Eres un estafador”.

Es tal el desapego que se olvidan incluso de llevarla al colegio cuando cumple los 6 años. Y cuando finalmente la envían, así la presentan ante la directora Trunchbull (Pam Ferris, en uno de los papeles imprescindibles de esta película): “Tengo un hijo, Michael, y una equivocación, Matilda”. Pero esa expresión no impresiona a la directora, prácticamente un ogro que trata a los alumnos como si fueran animales, y que piensa así: “Mi concepto de una escuela perfecta es aquélla en que no hay ningún niño, ninguno”. Su consuelo es la presencia de la angelical Miss Honey (Embeth Davidtz), su maestra – y, a la vez, sobrina de la directora -, quien le brinda su cariño al descubrir en ella un alma noble carente de afecto y con especiales cualidades. Pero, pese a no ser la escuela ideal, Matilda piensa: “Después de todo, cualquier escuela es mejor que no tener escuela”. 

Y Matilda acaba descubriendo sus poderes de telequinesia para controlar y revertir a su favor determinadas situaciones ante los desaprensivos adultos que le rodean: “Dicen que los seres humanos solo usamos una pequeña parte de nuestro cerebro. Matilda podría no saber la gran fuerza de su mente si no fuera por los acontecimientos que empezaron al día siguiente”. Y tras muchos avatares, haciendo humor negro de la tragedia, llegamos a un final feliz cuando Matilda es adoptada por Miss Honey, y ambas consiguen una familia en la que demostrarse su cariño.

Porque Matida es una película para todos los públicos: aparentemente dirigida a un público infantil, desarrolla elementos con carácter adulto, tan importantes como el maltrato infantil, la familia, la educación, la estafa o los valores en la vida. Es por esto que la película puede usarse como recurso didáctico para tratar estos temas tan sensibles con nuestros hijos.

Matilda es un ejemplo, tratado con acidez, de cuando los hijos sobreviven a la familia y a la escuela, a determinadas familias y determinadas escuelas – los dos lugares principales para su desarrollo – y que se resume en esta frase que su padre y la directora Trunchbull dicen a Matilda: “Tú eres tonta, yo lista; tú pequeña, yo mayor; tú no tienes razón, yo siempre. Y no puedes hacer nada para remediarlo”. Dolorosa asimetría de poder.