lunes, 2 de noviembre de 2020

Cómo sobrevivir a la Pediatría basada en la evidencia… y no morir en el intento

 

En la década de los ochenta, los miembros de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad de McMaster (Ontario, Canadá) aportaron un nuevo marco conceptual acerca de cómo analizar de manera correcta la bibliografía médica para aplicarla al mejor cuidado del paciente individual. En 1.991 esta corriente fue bautizada como Medicina basada en la evidencia (MBE) en un artículo en ACP J Club. En 1.992 se publicó en la revista JAMA un artículo firmado por el Evidence-Based Medicine Working Group (EBMWG) en el que se llamaba la atención sobre la necesidades de un “nuevo paradigma” para la práctica de la medicina frente al “viejo” paradigma fisiopatológico. En este nuevo paradigma se hace mayor hincapié en el análisis de las pruebas aportadas por la investigación que en la intuición, en la experiencia clínica no sistemática y/o en el razonamiento fisiopatológico. 

Posteriormente los miembros del EBMWG (principalmente miembros de los Departamentos de Medicina, Epidemiología Clínica y Bioestadística de la universidad de McMaster en Canadá) y, en especial, David Sackett, continuaron desarrollando esta idea, que aparece más madura en su libro “Evidence Based Medicine. How to Practice and Teach EBM”, publicado en 1997. Otro hito muy relacionado con el surgir de la MBE está vinculado con el nombre de un epidemiólogo inglés, Archie Cochrane quien, de algún modo, inspiró la idea de la Colaboración Cochrane, a pesar de que no la llegó a ver realizada. En 1972 publicó “Effectiveness and Efficiency” y planteó con agudeza la necesidad de recopilar y revisar críticamente los ensayos clínicos para que las decisiones médicas se fundamentaran en pruebas empíricas fiables. El desarrollo y expansión de la Colaboración Cochrane coincidió en el tiempo con el avance y explosión de Internet, de tal manera que sus bases de datos, inicialmente publicadas en CD, empezaron a estar disponibles a través de Internet a partir de 1998. 

Más tarde, la posibilidad de acceso gratuito a diferentes países tras acuerdos institucionales ha facilitado aún más la expansión de esta información, concretamente en España en el año 2003. Para dinamizar y extender las actividades de la Colaboración Cochrane se han constituido una serie de centros que cubren diferentes áreas geográficas y culturales: el Centro Cochrane Iberoamericano se constituyó en 2000 como ampliación de las funciones del Spanish Cochrane Centre que había nacido en 1997. 

Además del Centro Cochrane Iberoamericano, numerosas instituciones y personas han contribuido al desarrollo de la MBE en nuestro entorno, entre las que cabe citar el grupo CASP español, las Agencias de Evaluación de Tecnologías Sanitarias, la Escuela Nacional de Sanidad, el Instituto de Salud Carlos III, la Red Nacional de Unidades de Investigación-REUNI, etc. En el entorno de la Pediatría cabe destacar la constitución del Grupo de Trabajo de Pediatría Basada en la Evidencia (GT-PBE) de la AEP y su producto final más relevante, la revista secundaria “Evidencias en Pediatría”, actualmente ya con 15 años de andadura. 

Pues bien, después de muchos años desarrollando la docencia en el paradigma de la Medicina basada en pruebas (mal llamada “en la evidencia”, pues no hay nada menos evidente que la MBE) junto a los amigos y compañeros del GT-PBE, seguimos intentando poner un poco más de “ciencia” al “arte” de la medicina. Y nos gusta esta definición y misión: "La MBE intenta resolver de la mejor forma posible la ecuación entre lo “deseable, lo posible y lo apropiado” en un entorno sembrado de incertidumbre, variabilidad en la práctica clínica, sobrecarga de información, aumento de demanda y limitación de recursos".

Y una vez más, ahora en la XIII Jornada Nacional de Pediatría Dominicana, desarrollada entre los días 29 y 31 de octubre, he podido desarrollar un tema que ha sido un clásico desde hace años: “Cómo sobrevivir a la Pediatría basada en pruebas… y no morir en el intento”. Y con estos objetivos: 
- Hacer buenas PREGUNTAS clínicas 
- Saber BUSCAR eficientemente literatura científica 
- Mejorar nuestra capacidad de leer y de VALORAR artículos científicos 
- APLICAR estos conocimientos a nuestro paciente 
- Saber ADECUAR la “evidencia” científica a la “práctica” clínica 
- Evitar MALOS USOS y ABUSOS de la “evidencia” 

En la presentación que adjuntamos podéis ver el esquema propuesto, en el que difundimos 10 puntos de interés: 

a) 5 claves que conviene recordar: 
- La "grandeza" de la letra "pequeña" 
- Coge el PICO... y la pala 
- Inicia el viaje en TRIP... y piensa en verde 
- Usa la VARA metodológica 
- Pon un poco de "ciencia" en el "arte" de la medicina 

b) 5 malos usos (o abusos) que conviene evitar: 
- No usar el nombre de la "evidencia" en vano 
- No caer en el fundamentalismo metodológico 
- Hay vida más allá de PubMed... y de Google 
- Estar alerta a la "evidence-biased medicine" 
- No minusvalorar la experiencia, lo que la medicina tiene de "arte y oficio" 

Y recordar que hoy en día conviene combinar lo mejor de la MBE (Medicina basada en la evidencia) con lo mejor de la EBM (Evidencia basada en la medicina) para llegar a la Medicina apropiada, un paradigma más adapatado al siglo XXI.  

 

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