sábado, 13 de febrero de 2021

Cine y Pediatría (579) “El pequeño Nicolás” o el príncipe destronado

 

“Le petit Nicolas” es una serie de libros infantiles, obra del escritor y guionista de cómics francés René Goscinny, creador de personajes como Astérix y Obélix, y del dibujante Jean-Jacques Sempé, y cuya idea procede de una tira cómica en la revista belga Le Moustique. Todos los libros de la serie son colecciones de historias cortas protagonizadas y narradas en primera persona por Nicolás, un chico travieso de 8 años proveniente de una familia francesa de clase media durante el periodo que comprende las décadas de 1950 y 1960. Libros que gozaron y siguen gozando de un enorme éxito, especialmente en Francia, y constituyen toda una parodia amable del modo en que razonan y se expresan los niños. Un canto a la infancia y desde la infancia. 

Una serie así es lógico que haya tenido diversas adaptaciones en la pantalla, como una serie de televisión animada en 3D, que se estrenó en Francia en 2009, y la película El pequeño Nicolás (Laurent Tirard, 2009). Dado el éxito de esta película, el director y la mayor parte de los actores adultos repitieron para la secuela, estrenada en 2014 con el título Las vacaciones del pequeño Nicolás

Hoy nos reúne la película El pequeño Nicolás, donde lo verdaderamente interesante es que la pandilla de Nicolás parece salida directamente del libro. Y ya antes de los deliciosos títulos de crédito, comienza con una divertida presentación de Nicolás y de sus amigos del colegio. Donde el protagonista, Nicolás (Maxime Godart), relata en primera persona sus andanzas y las de su pandilla: Alcestes (Vincent Claude), el mejor amigo de Nicolás, que es gordito porque come sin parar y solo piensa en comida; Godofredo (Charles Vaillant), hijo de un padre muy rico que le compra todo lo que quiere, pero que es el mayordomo quien se ocupa de él, pues su padre trabaja mucho; Clotario (Victor Carles), el último de la clase, despistado, le castigan por todo y sueña con ser campeón ciclista; Eudes (Benjamin Averty), quien de mayor quiere ser bandido; Rufo (Germain Petit Damico), quiere ser policía, como su padre y le gusta hacer el tonto; Anino (Damien Ferdel), el empollón de la clase y preferido de la maestra, y a quien los demás niños no le pueden pegar tan a menudo como quisieran porque lleva gafas. Y donde también tienen cabida otros personajes, como María Eduvigis (Elisa Heusch), que parece angelical, pero en realidad es tan traviesa como los chicos y tramposa en los juegos. 

Todos los actores son jóvenes debutantes que nos despiertan la sonrisa y hasta la risa por la espontaneidad, ingenuidad y candor de sus personajes y de sus interpretaciones. Aparte de los personajes infantiles, cabe destacar el papel de los adultos, con la participación de caras conocidas como Sandrine Kiberlain (a quien recordamos en otros dos películas de Cine y Pediatría como son Cuando tienes 17 años - André Téchiné, 2016 - y En buenas manos - Jeanne Herry, 2018 –) en el papel de maestra o ese guiño de Gerard Jugnot (icónico en Los chicos del coro - Christophe Barratier, 2004-) como director de ese imposible coro del colegio.   

Nicolás es hijo único y nos habla así de sus padres (Kad Merda y Valérie Lemercier): “A mi edad mi padre ya quería ser muchas cosas. A menudo me recuerda que si no se hubiera casado con mi madre se habría convertido en un campeón de fútbol, un campeón de natación e, incluso, campeón de ciclismo… Y luego está mi mamá. Estoy seguro que mamá siempre ha querido ser mamá y por nada del mundo quisiera que fuera otra cosa…Ahora entiendo porque no sé lo que quiero ser de mayor. Me encanta mi vida y no quiero que cambie”. Unos padres que discuten mucho, pero que siempre lo solucionan, aunque el padre le llegue a decir: “Nicolás, no te cases nunca”. Un padre que busca un ascenso laboral como puede de su jefe, el Sr. Moucheboume. 

Y en este contexto es cuando conoce que su compañero Joaquín (Virgile Tirard) va a tener un hermano pequeño, de donde surge el comentario de la pandilla en el patio de recreo: “Un hermano es un problema. Los padres dicen que tienes celos y después te castigan”. Y a partir de ahí es cuando Nicolás ve signos en sus padres que le hacen sospechar de que él también va a tener un hermanito y se imagina que sus padres se quieren deshacer de él en el bosque. Y en ese momento se nos muestran las divertidas estrategias para deshacerse del futuro bebé (que solo está en la imaginación de Nicolás), mientras los padres invitan a cenar al jefe y a su mujer y maquinan cómo poder estar a la altura en su forma de vestir, tener conversaciones interesantes y otras formas de aparentar. 

Es El pequeño Nicolás una gozada visual de adaptación a aquellos años de nuestra infancia, con escenas inolvidables, entre las que quisiera destacar aquellas de la revisión médica escolar, especialmente cuando les indican que interpreten las imágenes cuando ven las tarjetas de Rochard (ese método proyectivo de psicodiagnóstico a través de imágenes con simetría bilateral y que se utiliza para evaluar principalmente la personalidad) y lo que cada uno interpreta, que es un buen reflejo de cada uno de estos niños. 

Y con esta película podemos rememorar muchos aspectos alrededor de la infancia y sus alrededores (la familia, el colegio y las pandillas de amigos) y, sin duda, es un guiño al síndrome del príncipe destronado, que se caracteriza por la aparición de celos en un niño ante el nacimiento de un nuevo hermano, allí donde la estructura familiar pasa por un momento de cambio, en el que se deben de reajustar funciones y roles en los progenitores. 

Una película que se ve con una sonrisa permanente, como se declara en la frase final de Nicolás: “Cuando sea mayor lo que quiero es hacer reír a los demás”. Y vaya que si lo consigue. Y por ello es una película muy aconsejable para ver en familia y a todas las edades.

 

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