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lunes, 25 de abril de 2011

El valor terapéutico de una risa y una sonrisa en Medicina (y en la vida)


La risa, el afecto, el humor, la alegría y la felicidad son buenos compañeros de viaje en la vida, tanto para el que lo da como para el que lo recibe. Y en la profesión médica, además, se ha considerado a la “Medicina de la risa” como una forma de medicina complementaria y alternativa que se define como el “estudio y la aplicación científica de la risa para lograr objetivos terapéuticos”. Un artículo especial publicado este año en Medicina Clínica, bajo el título de “La risa como tratamiento médico: una opción complementaria/alternativa en educación y atención sanitaria”, profundiza sobre este tema.

Algunos momentos clave sobre el desarrollo de la “Medicina de la risa” son: 1) el año 1971 con la fundación en el estado de Virginia del Instituto Gesundheit por Hunter “Patch” Adams; 2) el año 1976 con la publicación en NEJM del artículo de Norma Cousins “Anatomy of an illness (as perceived by the patient)”; 3) el año 1993 con la definición del concepto “medicina de la risa” por Robert Holden y su libro "La risa, la mejor medicina: el poder curativo del buen humor y la felicidad"; 4) el año 1998 con la proyección de la película Patch Adams, verdadero espaldarazo de popularidad a este movimiento; 5) la última década, en el que la educación sanitaria para la risa se ha constituido como una disciplina con fundamento científico, internacionalidad, organización y regularidad. Distintas organizaciones la promueven, tanto en el ámbito internacional (Association for Applied and Therapeutic Humor) como nacional (Organización Mundial de la Risa).

El valor terapéutico de la risa se extiende tanto a nivel fisiológico (disminuye el estrés, eleva la tolerancia y umbral al dolor, ejercita y relaja la musculatura, etc) como psicológico (eleva el estado de ánimo y autoestima, aumenta la memoria y el pensamiento creativo, mejora las relaciones sociales y la colaboración, mejora la relación médico-paciente y la calidad de vida, etc). Existe toda una metodología asociada: sesiones individuales de 20 minutos (hasta un máximo de 2 horas) -un mínimo de 2 sesiones por semana y durante al menos 8 semanas-, en la que se consideran tres etapas por sesión (apertura, desarrollo y recuperación).
Es cierto que, al igual que para otros métodos en los que aplicamos el método científico, quedan algunas preguntas por responder: ¿cuánta risa se necesitaría para obtener beneficios?, ¿qué dosis de risa es terapéutica? o ¿qué tipo de risa se debe considerar?. Lo que es evidente es que la risa es claramente coste-efectiva en sanidad (y en la vida). Reírse “con” uno mismo y “con” los demás (nunca “de” los demás) se aprende y se ejercita, tal como nos lo recuerda Ramón Mora en el artículo de Medicina Clínica (de recomendable lectura). Y nos da algunas claves: incorporar la risa en el tiempo de ocio, identificar los momentos risibles del día, ser “donante” de risa, etc.

Mejorar la comunicación (verbal y no verbal) es fundamental para una buena, elegante y positiva relación médico-paciente. Incorporar el humor, la risa y la sonrisa a esa comunicación es muy apreciado por todos los usuarios, tanto los externos (pacientes y familiares) como los internos (profesionales sanitarios que se relacionan en un trabajo no fácil, rodeados en frecuentes ocasiones con la enfermedad, el dolor y el exceso de responsabilidad).

En conclusión: en Medicina hay que reírse más…. Y más nos vale… con la que está cayendo. La risa y la sonrisa no son requisitos indispensables para ser un buen profesional de la salud, pero si necesarios y muy bien valorados.
Podemos intentarlo hoy mismo, aunque hayamos finalizado las vacaciones de Semana Santa y empecemos con una guardia médica :-)

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