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sábado, 27 de octubre de 2018

Cine y Pediatría (459): “El gran día”… puede ser hoy


Hoy es un gran día. Porque este fin de semana estamos disfrutando del 23 Congreso Nacional de la Sociedad Española de Pediatría de Atención Primaria (SEPEAP). Y ayer pude desarrollar la Conferencia extraordinaria del congreso bajo el título de “El cine y la pediatría”, bajo un auditorio que se volcó con el corazón para unir el arte y la ciencia, la humanización y la tecnología. Y hoy moderaré una Mesa redonda muy, muy especial… Y todo ello gracias al Dr. Juan Manuel González (Juanma), presidente del Comité Organizador de este congreso, gran amigo y gran amante del proyecto Cine y Pediatría, a quien dedico este película de hoy que, qué casualidad, se titula El gran día. 

En la conferencia de ayer pude prescribir muchas películas, para distintas patologías y en distintos enfoques docentes. Pero las más importantes fueron “las tres joyas para entender la infancia”, de las que ya hemos hablado en ocasiones. Tres películas que tienen varios puntos en común: las tres son de nacionalidad francesas (el cine en francés siempre recordamos que un plus hoy en día de calidad, proceda de Francia, Bélgica o Canadá), las tres son películas con carácter documental y las tres son muy hermosas para comprender la infancia, desde tres puntos de vista. Estas son: Bebés (Thomas Balme, 2010) para entender la normalidad de un recién nacido y lactante; Solo es el principio (Pierre Barougier y Jean-Pierre Pozzi, 2010) para reconocer a los niños como nuestros pequeños filósofos; y Camino a la escuela (Pascal Plisson, 2013) para reflexionar sobre los distintos caminos que nos llevan a la escuela. 

Pues bien, El gran día fue la siguiente película documental del director Pascal Plisson, responsable de Camino a la escuela, y funciona como complementaria de la anterior, como una conmovedora y maravillosa historia sobre el esfuerzo humano, un himno a la educación, la dedicación, esperanza y coraje. Y si en Camino a la escuela los personajes fueron cuatro niños y adolescentes (Jackson en Kenia, Zahira en Marruecos, Carlos en Argentina y Samuel en India) que deben enfrentarse diariamente con una multitud de adversidades y peligros para llegar a la escuela, en El gran día también se nos narra la historia real y extraordinaria de cuatro niños y adolescentes de distintos países y que se enfrentan a una prueba que podrá cambiar y mejorar sus vidas para siempre. 

Ellos son Albert, 11 años, vive en La Habana (Cuba) y se entrena duro cada día para poder vencer en un combate de boxeo y llegar a ser seleccionado como figura prometedora, algo que no pudo conseguir su padre; Tom, 19 años, vive en el Parque Nacional Queen Elizabeth (Uganda) e intenta conseguir un puesto de trabajo de guarda forestal; Deegii, 11 años, vive en Oulan Batur (Mongolia) y se esfuerza para poder seleccionada como contorsionista en un prestigioso circo; y Nidhi, 15 años, vive en Benarés (India), quien estudia con ahínco preparándose para el “Súper 30” (una exigente prueba selectiva que superan únicamente 30 de 5000 aspirantes) y poder acceder así a la Escuela Politécnica de Benarés. 

Porque Pascual Plisson se vio tentado a repetir el éxito de su anterior película y copió el mismo esquema y el mismo propósito de fondo: poner de relieve los valores relacionados con el esfuerzo de superación por parte de un grupo de cuatro niños y adolescentes de clase social baja en distintos lugares del orbe, de distintos países y continentes. Y por eso se comenta en la película: “Sois chicos brillantes. La educación constituye el arma más poderosa para librarnos de la pobreza y progresar en la vida… ¿Queréis escribir el futuro…?”. Y por ello de nuevo nos traslada el director su impronta humanista centrada en la infancia y adolescencia: una propuesta que de nuevo se sustenta sobre la elocuencia de la sencillez para entender que solo la lucha y el esfuerzo puede salvar a estos chicos de una condición de clase que les condena a la pobreza, cuando no a la marginación. Y para ello la cámara de Pascal Plisson se introduce en los núcleos familiares de estas humildes familias, en donde destaca la fortaleza del núcleo familiar, la comprensión y el aliento que esta brinda para conseguir el sueño que cada uno de ellos persiguen. 

Y la película avanza hasta que cada uno de nuestros cuatro jóvenes protagonistas han de enfrentarse en próximas fechas a una prueba que no solo va cambiar su futuro, sino posiblemente el de su familia. Y como ocurría en Camino a la escuela, en los minutos finales aparecen breves fragmentos del devenir actual de cada uno de ellos. Albert lleva una vida dura entre el boxeo y los estudios, pero se aferra a su sueño: ser campeón olímpico; Tom, además de trabajar como guardabosques, escribe una tesis sobre simios; Deeghi ingresó, unos meses más tarde, en la prestigiosa Escuela de Circo de Singapur, y con ello persigue su sueño de ser artista, su sueño de niña; y Nidhi estudia en la actualidad ingeniería, tal como deseaba. 

Y todo ello nos lo relata Plisson sin juzgar, sin adoptar una actitud condescendiente o paternalista con la realidad que retrata. Una realidad que recibe el consabido montaje paralelo de las cuatro historias a través de tres momentos que resultan clave: la presentación de los personajes los esfuerzos que deben realizar para preparar la prueba y, finalmente, el día de la prueba y su resultado. En realidad, películas como esta trascienden al propio hecho cinematográfico: no importa que sean joyas de arte por el cómo, pero son maravillosas por el por qué. Y es por ello que películas así cumplen también una importante labor social, de ahí que resulte esencial el patrocinio de la UNESCO y la circunstancia de que parte de los beneficios de la película vayan destinados a la ONG Save the Children. 

Tanto Camino a casa en un principio como ahora El gran día abogan por la importancia de la educación, y por el reto de que cuando se alcance una educación universal y equitativa, se mitigarán muchas de las injusticias que siguen asolando nuestro mundo. No en vano nuestra película de hoy comienza con esta reflexión: “En este u otro lugar, con la esperanza de una vida mejor, niños y niñas luchan por conseguir su sueño, su pasión”. 

Porque el gran día puede ser hoy, puede ser cada día. Solo que algunos lo tenemos más fáciles que otros… Y hoy, 27 de octubre de 2018, curiosamente ha sido un gran día para mí: y gracias a Juanma, al que dedico esta película por su implicación por la pediatría y por la vida.

 

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