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sábado, 18 de julio de 2020

Cine y Pediatría (549). “Lejos de África”, cerca del desarraigo en la África española



La semana pasada hablamos de África, de películas míticas sobre este continente y del conocido como “el mal de África”. Y comentamos en concreto la película Adú (Salvador Calvo, 2020), en lo que es la encrucijada de los refugiados de este continente que intentan llegar a Europa.  Porque a finales del siglo XX y nuestros días la relación entre Europa y África se escribe con la palabra refugiados. Pero en los siglos anteriores esta relación se escribía con la palabra colonización. Y dentro de las numerosas colonizaciones que asolaron África, una nos es muy próxima (y quizás también muy lejana, por lo poco que aprendimos y casi ni recordamos): la conocida como África española. Y que una película hoy nos trae a la memoria: Lejos de África (Cecilia Bartolomé, 1996). 

África española es la denominación que se daba a los territorios africanos bajo soberanía o protectorado español, especialmente aplicada a las dependencias coloniales del Protectorado Español de Marruecos formado por las zonas del Rif al norte y Cabo Juby al sur, Sáhara Español (actual Sahara Occidental) y Guinea Española (actual Guinea Ecuatorial). Hoy las islas Canarias, Ceuta y Melilla así como las plazas de soberanía, conforman parte del territorio nacional de España. 

Todo comenzó en 1497, cuando la corona de Castilla anexionó la ciudad de Melilla y en 1509, Orán. Y en el siglo XVII otros puertos que actualmente forman parte de los Estados de Marruecos, Argelia, Túnez y Libia. Por medio del Primer Tratado de San Ildefonso (1777) entre España y Portugal, éste incorporó a sus territorios de Brasil la colonia de Sacramento y la isla de Santa Catalina, a cambio de las islas de Fernando Poo y Annobón en África. De finales del siglo XIX a principios del siglo XX, Marruecos fue un territorio disputado por las potencias europeas, principalmente Francia, España, Reino Unido y el Imperio Alemán. España participó en diferentes guerras y ocupaciones: Guerra de África (1859-1860), Guerra de Margallo o Primera Guerra del Rif (1893-1894), Guerra de Melilla y Desastre del Barranco del Lobo (1909), Protectorado español de Marruecos (1913-1956), Guerra del Rif (1911-1926) con la violenta oposición de Abd al-Krim que se materializó en el llamado Desastre de Annual (1921) y el desembarco de Alhucemas (1925). 

Y un lugar especial ocupó Guinea Española, que actualmente es el estado independiente de Guinea Ecuatorial. Los Territorios Españoles del Golfo de Guinea comprendían las islas de Fernando Poo, Annobón, Elobey y Corisco y la Guinea Continental Española, cuyo límite se trazó en el Tratado de París, que dejó a la parte continental de la colonia en sólo una décima parte de la original: éstos distintos territorios e islas fueron reunificados en 1926, pasándose a llamar Guinea Española. La colonización se inició en 1885 hasta que se independizó en 1968. 

La colonia llegó a tener participación política en las Cortes españolas durante el franquismo. En 1959, los territorios españoles del golfo de Guinea adquirieron el estatus de provincias españolas ultramarinas, similar al de las provincias metropolitanas. El territorio se dividió en dos provincias: Fernando Poo (con las islas de Fernando Poo y Annobón) y Río Muni (con la Guinea Continental y las islas Elobey y Corisco); y se denominó Región Ecuatorial Española. Como tal región, fue regida por un gobernador general ejerciendo todos los poderes civiles y militares. Las primeras elecciones locales se celebraron en 1960, y se eligieron los primeros procuradores guineanos en cortes. Bajo la Ley Básica de diciembre de 1963, las dos provincias fueron reunificadas y dotadas de una limitada autonomía, con órganos comunes a todo el territorio (entre ellos un cuerpo legislativo) y organismos propios de cada provincia. Aunque el comisionado general tenía amplios poderes, la Asamblea General de la Guinea Española tenía considerable iniciativa para formular leyes y regulaciones. 

En marzo de 1968, bajo la presión de los nacionalistas ecuatoguineanos y de las Naciones Unidas, España anunció que concedería la independencia. Se formó una convención constituyente que produjo una ley electoral y un borrador de constitución. El referéndum sobre la constitución se produjo el 11 de agosto de 1968, bajo la supervisión de un equipo de observadores de las Naciones Unidas. Después se formó el primer gobierno independiente, a través de Francisco Macías Nguema, el siniestro dictador que rigió los destinos del país africano durante sus primeros años de existencia, y que fuera derrocado en 1979 por el actual presidente, Teodoro Obiang Nguema, también considerado un dictador por una parte importante de la comunidad internacional. 

Y quizás todo este recuerdo histórico no es banal para hablar de la cuarta y última película de Cecilia Bartomé, una guionista, productora y directora de cine española que nació en Alicante pero se crió en Fernando Poo. Y de esas experiencias y memorias personales en la colonia de Guinea Española nace Lejos de África, la historia de amistad en la infancia, adolescencia y juventud de Susana Albert (Alicia Bogo, en su primer papel), hija de españoles, y Rita Oyono (Yanelis Bonifacio), guineana, a lo largo de tres momentos vitales de las niñas en tres momentos históricos del país. 

Guinea Española, 1950. Infancia 
Cecilia tiene 9 años y llega con su madre y hermanos a la colonia, donde se encuentra su padre destinado aquí como médico en un dispensario de enfermedades tropicales. Y su primera voz en off: “Y allí mismo, en el puerto, apareció Rita, la que sería mi mejor amiga”. Ellas son vecinas y Rita es hija adoptada de un médico guineano que trabaja junto al padre de Rita. Recuerdos de aquellas escuelas donde se cantaba el “Cara al sol” de José Antonio Primo de Ribera. Recuerdos de una relación entre españoles y guineanos en donde se mezclaba el racismo y el paternalismo. 

Guinea Española, 1956. Adolescencia 
Susana, ya adolescente, nos recuerda: “A pesar de todo lo que nos separaba, a los 15 años éramos inseparables”. Y Rita introduce a Susana en varias aventuras, como la magia de sus ancestros o la aventura por encontrar a su abuelo en la tribu perdida en la selva. Ese comportamiento hace que Rita sea enviada a un internado de misiones en Salamanca, la misma ciudad donde su padrastro estudió la carrera universitaria. 

Guinea Española, 1961. Juventud 
Susana, con 20 años, ya tiene novio y se reencuentra con Rita, años después. Son tiempos convulsos en el país y en toda África por los diferentes movimientos de liberación frente a los colonos. Y son tiempos convulsos para su amistad, con traiciones incluidas, que hace reflexionar a nuestra protagonista: “Me había hecho mayor y ya no podía recuperar mi fe de niña”. Empezaba el comienzo del fin de aquel mundo colonial, y al alejarse el barco con Susana y su familia esa reflexión final que es la clave de esta historia: “Yo pasé de largo por aquella isla de la que era una extraña, pero consideraba mía”. Y tras ello, la dedicatoria final: “A mis padres, que un día nos llevaron a África”

Lejos de África nos acerca al desarraigo de los niños y niñas que nacieron y crecieron en las colonias creyendo que era su tierra, cuando en realidad eran unos extraños. El film está realizado con corrección, con un esquema inicial de aventuras infantiles que permite, sin embargo, desvelar una serie de delicados aspectos relacionados con la convivencia entre blancos y negros, entre colonos y nativos, con una aparente integración racial que irá evolucionando desde la tolerancia paternalista a la forzada integración igualitaria hasta desembocar en una serie de etapas previas a la plena independencia y salida de los españoles de los que eufemísticamente se llamaba “provincia española de ultramar”. Una película que finalmente se rodó en Cuba por dos motivos: porque no fue posible hacerlo en Guinea Ecuatorial por cuestiones políticas y porque aún la isla caribeña conserva enclaves que simulaban los años 50. 

Podemos recordar algunas películas ambientadas en las colonias españolas de África, entre ellas Harka (Carlos Arévalo, 1941) con Alfredo Mayo y Luis Peña, Alhucemas (José López Rubio, 1948) con Julio Peña y Sara Montiel, Piedra de toque (Julio Buchs, 1963) con Arturo Fernández y Susana Campos. O las recientes películas documentales Un día vi 10.000 elefantes (Alex Guimerà, Juan Pajares, 2015) y El escritor de un país sin librerías (Marc Serena, 2019). Pero sin duda, la película que ha reabierto este cine colonial ha sido Palmeras en la nieve (Fernando González Molina, 2015), adaptación de la novela homónima de Luz Gabas, cuya historia acaece en Fernando Poo en los años 50 y 60, como en Lejos de África, y que tampoco pudo ser rodada en los escenarios reales y tuvo que trasladar el set de rodaje a Santo Domingo y Canarias. Adriana Ugarte, Mario Casas y Berta Vázquez nos trasladan de nuevo a aquella Guinea Española con una romántica historia, y también aquí Kilian, el personaje principal, tiene un pensamiento similar a nuestra Susana, pues aunque nació en la colonia, también allí se sentía como un extranjero. El desarraigo desde la África española. 

Y es Lejos de África el legado de Cecilia Bartolomé, una de las tres directoras de cine españolas, quien junto con Josefina Molina y Pilar Miró, fueron abanderadas femeninas en el cine español.


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