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sábado, 25 de julio de 2020

Cine y Pediatría (550). “Campamento extraordinario” y su revolución a favor de la discapacidad



Hay tres leyes principales que tratan los derechos de las personas con alguna discapacidad física y/o mental, tres leyes que fueron peleadas, escritas y aprobadas en diferentes momentos de la historia de los Estados Unidos: la Sección 504 de la Ley de Rehabilitación se aprobó por primera vez en 1973, la Ley para la Educación de Individuos con Discapacidades (IDEA, por sus siglas en inglés) en 1975 y la Ley sobre Estadounidenses con Discapacidades (ADA, por sus siglas en inglés) en 1990. 

Pues de este recorrido versa una reciente película documental que obtuvo el Premio del Público en el Festival de Sundance: Campamento extraordinario (Jimmy Lebrecht, Nicole Newnham, 2020), y por título original Crip Camp : A Disability Revolution. Producida por Michelle y Barack Obama, y emitida por Netflix. Nos cuenta la historia de aquel peculiar campamento de verano situado en el estado de Nueva Yok desde los años 50, cuando fue inaugurado, y su posterior revolución a lo largo de los 60 y 70. En aquel entonces las personas que presentaban algún tipo de discapacidad vivían confinadas en sus casas o instituciones a espaldas del mundo, sin ningún derecho que los respaldase. En medio de esa oscuridad para la discapacidad, surgiría la luz de este campamento de verano conocido como Jened Camp, allí donde un grupo de chicos y chicas condenados en su mayoría al ostracismo por todo tipo de discapacidad coincidieron en este lugar impregnando de la libertad que nació con el verano del amor - alrededor del Festival de Woodstock -, allí donde una serie de chavales descubrieron esa plenitud que la sociedad les negaba. 

La película comienza con todo un himno musical de aquel momento (y de siempre ya), la oportuna canción protesta de aquel momento, por título "For What It´s Worth”, que catapultó al grupo Buffalo Springield a un fugaz éxito comercial. Una canción que nos habla de las grandes movilizaciones que hubo en aquel momento pidiendo cambios políticos por todo el mundo, y donde destacaron particularmente las grandes manifestaciones que hubo en Estados Unidos contra la Guerra de Vietnam. Y con ello comienza esta película documental y lo hace en blanco y negro en 1971, que tiene como punto de partida los comentarios de uno de los directores de la película, pero también campista, Jimmy Lebrecht, quien a los 15 años vivió su primera experiencia en este peculiar lugar, allí donde con su espina bífida (y vejiga neurógena) pudo vivir y convivir con otros campistas y monitores entre sillas de rueda y la música, entre muletas y la naturaleza, entre la tetraplejia, la paraplejia, la diplejía, la distonía, la disartria, la sordera, la ceguera, la epilepsia o la displasia ósea, entre tertulias y debates, entre el enamoramiento y el sexo… Este material documental del campamento fue filmado aquel año por el colectivo People’s Video Theater. 

Porque el campamento Jened funcionaba como una isla utópica liderada por Larry Allison y otros hippies: “Nos dimos cuenta de que el problema no eran las personas discapacitadas, sino las personas sin discapacidad. Era nuestro problema. Es importante que nosotros cambiemos”. Un lugar sin fronteras ni obstáculos para nadie, y por ello surgen algunas reflexiones de estos particulares campistas: “Cuando estábamos allí, el mundo exterior no existía”, “En el campamento descubrimos que nuestras vidas podías ser mejores. La cuestión es que no luchas por algo si no sabes que existe”, “Estar en el campamento era como estar en otro mundo”

Porque disfrutar de aquel pequeño paraíso veraniego fue la mecha que encendió las conciencias de unas personas que hasta entonces pensaban que la vida era lo que habían aprendido en sus casas y colegios, siempre al margen de sus compañeros de clase o hermanos, incapaces en un mundo que nunca estuvo pensando para ellos. Y allí conocemos a los campistas que acompañaron a Jimmy Lebrecht: Joe O´Connor, Ann Cupolo Freeman, Denis Sherer Jacobson, Valery Vivona, Jean Melafronte, Steve Hofman, Nancy Rosenblum, Nanci D´Angelo, Lionel Je´Woodyard y, sobre todo, a Judy Heumann, quien a sus 23 años y con su poliomielitis era monitora en aquel campamento y ya se aprecia allí su fuerza y vitalidad de lucha: “La gente no me veía como Judy, sino como una enferma”. 

La película continúa en el año 1972, ya en color. Y nos desplaza a Nueva York, donde confirmamos las barreras arquitectónicas de la ciudad, algo normal entonces y en los que casi nadie reparaba. Y allí volvemos a ver a Judy Heumann, ya como presidenta de Discapacitados en Acción, quien nos recuerda: “La experiencia del campamento nos dio mucha fuerza”. Y la lucha por la desinstitucionalización de las personas de discapacidad, ejemplificado por los horrores vistos en el hospital Willowbrook. 

Comienzan las manifestaciones en Nueva York y Washington D.C., donde acudieron muchos de los campistas que conocimos, y el camino para conseguir la Sección 504 de la Ley de Rehabilitación, que inicialmente vetó Richard Nixon “porque el coste sería una barbaridad”. Y también conocemos en Berkeley, California, el Center for Independent Living, un centro de apoyo entre discapacitados. 

La tercera parte de la película nos traslada al año 1977, donde las luchas ya han conseguido avances, pero insuficientes. Porque aunque la Sección 504 de la Ley de Rehabilitación para la no discriminación de los discapacitados se aprobó en el año 1973, no era de obligado cumplimiento y ya con Jimmy Carter de presidente y con Joseph Califano como Secretario de Salud, Educación y Bienestar, retrasaron el cumplimiento de la normativa, cuyo objetivo era mejorar la accesibilidad de escuelas, hospitales, edificios oficiales y transporte. Y conocemos nuevos nombres y nuevos líderes en esta lucha: Hollynn D´Lil, Dennis Billups, Kitty Cone, Ron Wahington, Brad Lomax (éste de los Balck Panther, quienes también se unieron a la causa). Y en la lucha se mantienen muchos de los campistas de Jened, siempre con Judy Heumann al frente. 

Una huelga de hambre de 24 días, que comienza en San Francisco y continúa en Washington D.C., para llega frente a la casa de Califano, pues no aceptan su eslogan “separados pero iguales”, lo que consideran una farsa política que incumple la ley y porque, como nos recuerda Judy Heumann: “Que los discapacitados, por el hecho de serlo, no están enfermos por definición”. Y por eso también debe cumplirse la Ley para la Educación de Individuos con Discapacidades (IDEA): “Las nuevas leyes afirman que cada niño discapacitado tiene derecho a recibir educación en escuelas públicas, algo que los discapacitados llevan mucho tiempo esperando”. 

Y la cuarta y última parte del filme nos traslada al año 1990, con nuevas manifestaciones en San Luis, Misuri: “Era una lucha continua obligar que se cumplieran las normativas del 504”. Y buscaron una nueva ley, hasta que llegó el 12 de marzo de 1990, la Ley sobre Estadounidenses con Discapacidades (ADA) ya con George W. Bush padre de presidente. Y esa reflexión final: “La Ley sobre Estadounidenses con Discapacidad o ADA fue un logro maravilloso. Pero solo era la diminuta punta del iceberg. Puedes aprobar una ley, pero mientras no cambien las actitudes sociales, esta ley no tendrá mucho valor”. Pero lo cierto es que sí tuvo valor y lo sigue teniendo. Porque con Campamento extraordinario celebramos ahora los 30 años esta ley. 

Es Campamento extraordinario una película documental sobre la superación personal y colectiva de un grupo de activistas discapacitados que con su lucha lograron desafiar a la sociedad que los tenía confinados. Una película que procede de un material extraordinario que ahora se ha restaurado y rescatado y que es el corazón de este documental que intercala este material en blanco y negro de Jened Camp con entrevistas con los principales impulsores de los cambios que llegaron luego y que este documental equipara a otras grandes conquistas sociales. Y es que esta película atesora algo profundamente hermoso, pues nos habla de cómo un proyecto humano, que solo pretendía hacer disfrutar del verano a un grupo de adolescentes discapacitados, acabó siendo una semilla capaz de incidir en el curso de la historia. Y así nos lo recuerda el final: “El campamento para discapacitados Jened empezó en 1951. Cerró por dificultades financieras después del verano de 1977”. Un final conmovedor volviendo a los orígenes y el destino de cada campista, muchos de los cuales ya no están con nosotros. 

Una utopía que se convirtió en meta. Pues las metas son sueños con fecha de entrega. Y por ello Campamento extraordinario debiera ser visto por cualquier persona que trabaje alrededor de la discapacidad. Pero quizás también debiera ser visionada por todo el mundo. Porque todos debemos decir “di capacidad” en la discapacidad.


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