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sábado, 31 de diciembre de 2022

Cine y Pediatría (677) “Cinco lobitos”… tiene mi loba


Hoy, último día del año 2022, es un buen momento para revisar el cine español del año que termina. Y un buen indicador (no el único, claro) son las nominaciones a los próximos Goya 2023, carrera liderada en este sentido por cuatro películas: As bestas de Rodrigo Sorogoyen, con 17 nominaciones; Modelo 77 de Alberto Rodríguez, con 16; Alcarràs de Carla Simón y Cinco lobitos de Alauda Ruiz de Azúa, con 11 nominaciones cada una. Y cabe destacar estas dos últimas películas, un ejemplo más de lo que viene ocurriendo en los últimos años en el séptimo arte y que no es otra cosa que la afortunada rotura del techo de cristal de las mujeres en el campo de la dirección cinematográfica. Y es que precisamente la temática del próximo vídeo de presentación de Cine y Pediatría 12, que presentaremos en el Festival Internacional de Cine de Alicante en mayo de 2023, va a ir dedicado a las mujeres del cine que han contribuido a romper este injusto techo de cristal. 

Sobre la barcelonesa Carla Simón ya hemos hablado largo y tendido al comentar su ópera prima en el largometraje, Verano 1993 (2017), ese poema fílmico sobre la infancia de obligada prescripción; y con Alcarràs no solo ha conseguido ser la primer mujer española en ganar el Oso de Oro en Berlín, sino que será la representante por nuestro país a Mejor película internacional en los próximos premios Óscar. Y ahora llega la vizcaína Alauda Ruiz de Azúa, quien, tras forjarse en el corto, debuta con su ópera prima en una película con título de canción de cuna, Cinco lobitos, título que ya se utilizó en la filmografía patria con la película dirigida en 1945 por el peculiar director Ladislao Vajda, y con una temática bien diferente a ésta (por cierto, una película dirigida por este director húngaro que trabajó en distintos países, pero que en España tuvo su gran epicentro con obras como Marcelino pan y vino - 1955 - , Mi tío Jacinto - 1956 - y Un ángel pasó por Brooklyn – 1957 -, u obras maestras como El cebo - 1958 -). Dos ejemplos prototípicos de mujeres de cine y de un cine de mujeres, y para muchos críticos las dos mejores películas del año 2022 en España.  

Y es Cinco lobitos una hermosa película - sencilla pero compleja – de mujeres para reflexionar sobre maternidad en ambas direcciones, que consiguiera la Biznaga de Oro en el Festival de Málaga. Porque toda madre también es hija y la relación entre ambas cambia cuando llega un nuevo ser a la familia. Una historia que tiene la habilidad de que mostrarnos el ser madre, el ser hija, el ser abuela, el ser esposa, el ser amante,… además de esa visión de la maternidad en ambas direcciones, y gracias al duelo interpretativo de Laia Costa, en el papel de Amaia, y de Susi Sánchez, en el papel de Begoña. “Lo queréis todo a la voz de ya”, dice Begoña a su hija, porque ser hija es otra forma de ser madre. 

Amaia es un joven millennial de 35 años quien acaba de tener su primer hijo con su pareja, Javi (Mikel Bustamante). A partir de ese momento surge la inseguridad ante la maternidad, la depresión postparto, el dilema de cómo cuidar y alimentar al bebé, las noches en vela, el plantearse cuándo volver al trabajo, la relación de pareja… Porque la crianza millenial no ha solucionado aún la asimetría en la responsabilidad que recae en la mujer y en el hombre. Y es así como Amaia vive en Madrid en estado de alerta y enfado con casi todo lo que le rodea y se traslada a la casa de sus padres, Begoña y Koldo (Ramón Barea), en un pequeño pueblo costero del País Vasco. Y lo que nos cuenta la película es fácilmente identificable por el espectador, pero con las bazas de la calidad de su guion, dirección, interpretación y simplicidad técnica. 

Una película demoledoramente sentimental, destacable si al espectador no le importa llorar a raudales (a los que les moleste que le cuenten así lo que ya creen saber, absténganse). Y las palabras que se dirigen entre ellos marcan el camino. Como esas palabras de Amaia a su recién nacida (“Tienes que ser feliz, tienes que ser feliz. Prométemelo un poquito”), a su pareja (“¿Por qué no nos separamos ya?”) o a su madre (“No sé lo que estoy haciendo”, a lo que su madre le responde con claridad, “Estás haciendo lo que puedes, lo que puedes”). Y las nuevas circunstancias que acaecen en la salud de Begoña le hace también reflexionar sobre su vida (“A veces uno es feliz y no lo sabe”), sobre su matrimonio (“Ha sido un marido horroroso, pero un buen padre”), sobre su propia maternidad (“¿Cómo era yo de madre?”) o sobre su próxima partida (“Y quiero que me incineren. Nada de cuerpo presente… ¿Y qué vas a hacer con tu padre?”). 

Cinco lobitos es un visceral retrato de la maternidad y de de esa relación madre-hija que se mantiene de por vida, basada en la propia experiencia de la directora y de varias de sus amigas (y de muchos espectadores, ya verán), y que trata de ser un retrato generacional que dignifica lo doméstico y donde se demuestra que somos quienes somos por quién nos crio, para bien o para mal. Y todo ello en esta familia de cinco lobitos, las dos parejas y la hija recién nacida, donde cariño, responsabilidad y amargura se mezclan en ese vínculo que une y separa a cada miembro de la familia. 

Porque a veces somos felices y no lo sabemos… y entonces entonamos el “Cinco lobitos tiene la loba, cinco lobitos, detrás de la escoba. Cinco que tuvo, cinco crio, y a los cinco lobitos, tetita les dio”.

 

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