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sábado, 23 de julio de 2022

Cine y Pediatría (654) La trilogía infantil de Frances Hodgson Burnett (1): “El pequeño lord”

 

La escritora británico-estadounidense Frances Hodgson Burnett ha traspasado la memoria literaria con tres obras infantiles ya universales publicadas en ese puente temporal que cruza del siglo XIX al XX. Novelas que han sido llevadas a la pantalla en numerosas ocasiones como guion adaptado y que la convierten en una verdadera autora “de cine”. Curiosamente esta autora ha sido el eje argumental del prólogo del libro “Lo que nunca volverá. La infancia en el cine”, recientemente publicado, y en el que he tenido la oportunidad de participar. 

Nació Frances Hodgson Burnett en el año 1849 en Manchester, la hija mayor de una familia sustentada por el humilde sueldo de platero del padre. La pronta muerte del padre provocó una gran crisis económica en la familia Hodgson, lo que les obligó a emigrar a Estados Unidos para residir con un tío materno que al final no se ocupó demasiado de su parentela. Ya allí Frances comenzó a publicar sus primeros textos, poemas y relatos desde el año 1868, aparecidos en revistas femeninas, y esa pequeña remuneración sirvió como medio para ayudar al sustento de la casa. 

Pero fue en su tarea como novelista donde Frances obtuvo gran éxito como autora de historias románticas y de protagonismo infantil, esa trilogía que fueron “Little Lord Fauntleroy” (1886), buscando inspiración en su propio hijo Vivian; “A Little Princess" (1905), libro retitulado del original “Sara Crew” (1888) y que antes fue obra teatral; y “The Secret Garden” (1911), uno de sus mejores y más populares trabajos, aunque no fuera valorada en su época como las dos anteriores. Porque aunque esta escritora nos dejó casi dos docenas de obras para adultos durante su vida, es recordada hoy en día por sus tres novelas para niños 

Y esas tres novelas han alcanzado el status de clásicos intemporales de la literatura infantil. Y en las dos próximas entradas de Cine y Pediatría vamos a revisar sus adaptaciones cinematográficas. Hoy revisaremos las de “Little Lord Fountleroy” y la semana que viene las películas asociadas a las otras dos historias. 

La historia es conocida y reconocida en “Little Lord Fauntleroy”. El niño de 9 años, Cedric Erro,l vive con su madre viuda en Brooklyn y están tan unidos y enamorados el uno del otro que el niño llama a su madre como Querida (“Dearest” en versión original). El difunto padre de Cedric era hijo del conde británico de Dorincourt, pero el conde se había opuesto firmemente a la boda de su hijo, y por lo tanto se ha distanciado de Cedric y su madre. Pero cuando el único hijo superviviente del conde muere en un accidente de equitación, Cedric se convierte en Lord Fauntleroy, heredero del conde, aunque el testamento contiene una cláusula que lo obliga a vivir a Inglaterra con su abuelo, un viejo cascarrabias. Allí acude con su madre, donde tienen que superar los duros sentimientos del conde sobre el pasado, así como algunos obstáculos inesperados. Atrás han dejado a sus amigos del barrio, especialmente al niño limpiabotas, al tendero y a la vendedora de manzanas. Una vez juntos abuelo y nieto, la inocencia y cariño de éste atrapa y conquista el duro y enfadado corazón de aquél, pues Cedrid ejerce un verdadero efecto Pigmalion, pues los valores positivos que el nieto ve en su abuelo se acaban haciendo realidad. 

Se contabilizan cuatro adaptaciones para la gran pantalla bajo el mismo título original que la novela, así como una serie japonesa para la televisión de 43 episodios, “El pequeño lord” (Kôzô Kusuba, 1988). 

La primera adaptación es del año 1921, dirigida por Alfred E. Green y Jack Pickford, es la película estadounidense El pequeño Lord Fauntleroy. Película muda que contó con Mary Pickford, la actriz canadiense que fuera una de las grandes divas del cine mudo, la más poderosa y mejor pagada de aquella época, conocida como "la pequeña Mary", “la chica del pelo dorado” o “la novia de América” (apodo que luego recogerían Grace Kelly, Audrey Hepburn, Julia Roberts o Emma Stone). Pues bien, era tal su poderío que se atrevió tanto con el papel del niño Cedrid como el de su madre “Dearest” en esta adaptación,  de la que también fue productora. 

La siguiente adaptación es del año 1926, película muda del cine italiano dirigida por Augusto Genina, bajo el título de ¿Chico o chica? En ella cambia algo los nombres y el argumento, pero conserva la esencia de la historia. Decir que este mismo director rodó el mismo argumento como película sonora en 1932. 

La adaptación más prestigiosa fue dirigida por John Cromwell en el año 1936: El pequeño lord. Esta película estadounidense contó con Freddie Bartholomew en el papel principal de Cedrid, un joven actor británico que brilló en Hollywood con sus papeles en David Copperfield (George Cukor, 1935), Ana Karenina (Clarence Brown, 1935) o Capitanes intrépidos (Victor Fleming, 1937). Le acompañaron en el reparto, Dolores Costello como su madre “Dearest”, Aubrey Smith como el conde Dorincourt y un pequeño papel para Mickey Rooney, ya estrella consolidada en aquel entonces pese a su juventud. En esta película, la música de Max Steiner se une en perfecta sintonía con las interpretaciones para devolvernos una historia llena de sentimiento y emoción. Y baste esta declaración de amor de ese abuelo cascarrabias ya transformado: “Si alguien me hubiera dicho que le tomaría afecto a un niño, no le habría creído. Siempre he detestado a los niños. A los míos, más que a ninguno. Pero le quiero a él. Y, extrañamente, él me quiere a mí”

Esta es una de las películas más conocidas del cineasta John Cromwell, de la que él se sentía muy orgulloso, tanto por la dirección como por los detalles técnicos. Y cierto que es una cuidada producción que mantiene el sabor añejo de las producciones del Hollywood clásico, con una historia muy sencilla y llena de sensibilidad, con ese triángulo actoral entre el pequeño lord, su madre y su abuelo. Lo cierto es que el realizador supo sacar del joven actor irlandés Freddie Bartholomew la mejor interpretación de su carrera, nada afectada y muy humana. 

La última adaptación es la película británica del año 1980 dirigida por Jack Gold: El pequeño lord. Aquí los protagonistas principales son Rick Schroeder como Cedrid - joven actor estadounidense que se dio a conocer en su papel de niño en El campeón (Franco Zeffirelli, 1979) -, Alec Guinness como el conde Dorincourt y Connie Booth como la madre. Aunque es una película meritoria en color, está claro que no llega a la altura de su predecesora en blanco y negro. 

Y es así que esta novela de Frances Hodgson Burnett, con un estilo dickesiano que combina drama y humor, regala a los lectores una historia que les descubrirá las ventajas de ser virtuosos. El protagonista, con su generosidad, franqueza, prudencia y obediencia, conseguirá redimir al egoísta, soberbio y tozudo conde de Dorincourt, su abuelo. Y logrará que el poderoso anciano comprenda los beneficios que para el alma tiene el ayudar a los demás, así como la confianza en las relaciones personales. La novela nos descubre - y las películas nos recuerdan – el valor de las palabras de San Agustín: «La culminación de todas nuestras obras es el amor. Ese es el fin; para conseguirlo, corremos; hacia él corremos; una vez llegados, en él reposamos». Y este feliz reposo es el que sentimos cuando disfrutamos una historia así. De esas películas para ver en familia, como también las dos que comentaremos de la misma autora la semana que viene. 

Una historia ya universal para revisar en blanco y negro o en color.

 

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