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miércoles, 20 de julio de 2022

La crónica de una muerte anunciada de la Atención Primaria de Pediatría

 

Hoy quiero destacar la editorial del último número de la revista Pediatría de Atención Primaria con el significativo título de “La Atención Primaria se muere y no parece importar a casi nadie: convertir la crisis actual en la oportunidad para una nueva y potente Atención Primaria” y que, desde el inicio, no deja lugar a dudas. 

La Atención Primaria siempre lucha por buscar un lugar digno en el marco de la sanidad española. En el caso de la Atención Primaria de Pediatría se suma que se lucha por sobrevivir y mantener un modelo de atención pediátrica que se ha demostrado más eficaz, seguro y eficiente que cualquier otro conocido. En este blog ya hemos recogido varias reivindicaciones al respecto: así lo hicimos en el año 2015 y en el año 2018, en este caso con una pregunta clara: “¿está en riesgo de desaparición la Pediatría de Atención Primaria?”.   

Y esta editorial que hoy reseñamos (y que invito a leer en su totalidad) profundiza en ello, y su comienzo mete la llaga en la herida: “Digámoslo ya, para saber de qué va esto. La Atención Primaria (AP), tal como la hemos conocido, se muere, está en trance de desaparecer. Si ningún hecho extraordinario lo impide, va a desaparecer. Y no parece preocupar más que a algunos sectores de los profesionales implicados. La evolución de los acontecimientos puede acabar aquí, con el fin de la AP, simplemente, o bien puede abrir la oportunidad para construir una nueva y eficaz AP… El problema afecta a la AP, a toda la AP, y no solo a la Pediatría de AP (PAP). Porque, si bien la PAP será de las primeras extremidades a amputar, es toda la AP la que está gravemente enferma, y la que, finalmente, acabará cayendo”

La editorial realiza una reflexión sobre las causas y consecuencias. Y se hace una pregunta: “¿Es posible construir una nueva Atención Primaria? Una AP moderna, ajustada a las transformaciones sociales de las últimas décadas, potente y resolutiva, que aproveche los avances tecnológicos sin renunciar a la proximidad y al encuentro cara a cara, reconocida por la población, con una agenda razonable que permita dedicar el tiempo necesario a cada paciente, que garantice la continuidad asistencial y la estabilidad de los equipos, que reúna múltiples profesiones complementarias, que proporcione formación de calidad para casar la incertidumbre con el rigor, que sea capaz de abordar algunos condicionantes sociales de la salud y trabajar fuera de los muros de los centros sanitarios, que asegure la recertificación periódica de sus profesionales, que forme a los estudiantes y mires, también, en intuición clínica y humanidad, que vuelva a ilusionar y comprometa a los profesionales con el rigor, la calidad y la eficiencia de una sanidad pública sostenible y, en fin, una nueva Atención Primaria”

Está claro que no tienen la respuesta. O, al menos, la respuesta no será fácil. Pero volver a denunciar este hecho e invitar a la lucha, es el primer paso… Ahora restan muchos pasos más. Y cabe preguntarse si la Administración (aquellos que nos gobiernan) está dispuesta a caminar con nosotros… 

Todos quedamos avisados. También las nuevas generaciones de pediatras a los que se les pide que den un paso para adelante. No me gustaría oír dentro de un tiempo que se repite la frase (al parecer nunca pronunciada) de la madre de Boabdil en la capitulación de Granada: “Llora como una mujer lo que no has sabido defender como un hombre”. Por cierto una frase muy políticamente incorrecta hoy en día. Pero es que hoy demasiados temas son ya políticamente incorrectos. Y uno de ellos es dejar morir nuestro modelo de Atención Primaria. 

“Ningún lugar de la vida es más triste que una cama vacía” es una de las frases de la novela de Gabriel García Marquez, “La crónica de una muerte anunciada”. Siguiendo el parangón del título de este post, esperemos no decir con el tiempo “Ningún lugar de la vida es más triste que una Atención Primaria vacía”. Porque la Atención Primaria de Pediatría se mueve… o se muere.

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