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sábado, 15 de octubre de 2016

Cine y Pediatría (353). “Un monstruo viene a verme” y a cuidar nuestros miedos



Una fórmula mágica para crear un monstruo con, al menos, seis nombres. El principal es el de la escritora anglo-irlandesa Siobhán Dowd, autora de varios libros juveniles (alguno de ellos galardonado con varios premios importantes en el mundo de la literatura), y quien por desgracia falleció en 2007 dejando sin acabar un libro que ya tenía personajes, premisa y un comienzo. Y fue el estadounidense Patrick Ness quien supo dar forma a todo ello, junto con el ilustrador Jim Kay, y consiguieron crear un relato fascinante que se publicó en el año 2014 bajo el título de "A Monster calls". El otro nombre principal es el del directo español Juan Antonio Bayona, y la elección de sus dos personajes principales para llevar a la gran pantalla esta obra, el niño Connor (interpretado por Lewis MacDougall, un inmenso niño actor elegido entre miles en el casting) y el propio monstruo (cuya voz la pone Liam Neeson, quien ya pusiera voz al león Aslan de Las crónicas de Narnia). 

Así es como nace en el año 2016 la película Un monstruo viene a verme, una historia emocionante y extraordinaria sobre un niño, su madre enferma y el monstruo que viene a visitarle. Una historia que nos habla de nuestra dificultad para aceptar la pérdida y de los lazos frágiles, pero extraordinariamente poderosos, que nos unen a la vida. Porque Un monstruo viene a verme es como una fusión de las dos únicas (y exitosas) película previas de Juan Antonio Bayona: el misterio de El orfanato (2007) - la gran triunfadora de los Goya de ese año, con 14 nominaciones, de las que consiguió siete - y los efectos especiales de Lo imposible (2012) - la gran triunfadora de los Goya de ese año, también con 14 nominaciones, de las que consiguió cinco -. En ambos años consiguió el Goya a Mejor Director, pero no el de Mejor película, que en el 2007 fue para La soledad de Jaime Rosales y en el 2012 para Blancanieves de Pablo Berger. Y todo apunta a que el "monstruo" de Bayona, en el más amplio sentido de la palabra, dará la campanada este año también. Porque este barcelonés nacido en el humilde barrio de Trinitat Vella convierte en oro todo lo que le toca, por lo que no es de extrañar que le ha llamado el rey Midas de Hollywood, Steven Spielberg, para que sea el próximo director de la secuela de Jurassic World

Y todo empieza con una pesadilla. Una pesadilla que Connor repite a medianoche (concretamente a las 12,07 horas) desde que su madre comenzó con el tratamiento de su grave enfermedad. Porque nuestro protagonista de 12 años no está pasando por un buen momento: el cáncer de su madre por un lado, el acoso escolar por otro ("Tú siempre perdido en tu mundo, ¿qué hay tan interesante?" le dicen los matones) y, por si fuera poco, su padre vive en América, donde ha conocido a otra mujer. Pero una noche, un anciano tejo enfrente de su ventana se transforma en un monstruo que le visita en su habitación. Porque el tejo (este árbol que es uno de los seres más longevos en la faz de la Tierra y que recibe los sobrenombres de "Príncipe de los botánicos", "Segundo Adán" o "Árbol de la Muerte"), ese árbol viejo y robusto con propiedades curativas y connotaciones religiosas que vive junto a un cementerio, ahora tiene brazos, piernas y una cara aterradora. El monstruo no quiere asustarle, tan solo busca una cosa: la verdad, aquello que Conor más teme contar

En un primer momento, parece que estamos ante una historia de terror, pero lo que realmente nos espera es una trama verdaderamente profunda, que mezcla la fantasía con la más cruda realidad. Y comienza la pista cuando Connor y su madre (Felicity Jones) ven juntos la tele, en concreto la clásica película King Kong (Merian C. Cooper y Ernest B. Schoedsack, 1933) y ella le dice: "A la gente no le gusta lo que no entiende". Porque tras la separación de sus padres, Connor tendrá que ocuparse de llevar las riendas de la casa ("Creer es la mitad de toda curación", se dice a sí mismo) , mientras intenta acomodarse a su fría y calculadora abuela (Sigourney Weaver). Y ahora Conor intenta superar sus miedos y fobias con la ayuda de un monstruo ("Al final, Conor, no es lo importante lo que pienses, lo importante es lo que hagas", "Va a ser duro, va ser más que duro. Pero podrás con ello, Conor O´Malley") , quien le cuenta tres relatos (y, para ello, en la película se recurre al recurso de dibujos animados en un atractivo recurso visual al estilo del manga de Jiro Taniguchi), hasta que al final él tendrá que contarle "su" historia. 

Y con estos recursos, Bayona apela por igual a la emoción, a la superación y a la fantasía, materias de la que está hecho el propio cine. Y nos regala una película a medio camino entre dos recientes estrenos: en el fondo con una historia de amistad que podría asemejar la de Mi amigo el gigante (Steven Spielberg, 2016) y en la forma con El Principito (Mark Osborne, 2015). 

Cuando su madre le dice, "Ojalá tuviera 100 años para dedicártelos", entendemos que el monstruo no llegó para curar a su madre, sino para sanar a Connor. Y por ello era importante llegar a la cuarta historia y desbloquear los miedos. Porque al final el niño abraza muy fuerte a su madre, y al abrazarla puede dejarla ir. Y nos confirma que el monstruo de la pérdida viene a vernos a menudo, también en nuestra infancia. 

Y ahora la anécdota que nos acompañó en esta película tan especial. Porque una tarde fuimos a ver al monstruo. Y la casualidad vino a vernos, una vez más. Era media tarde de un día entre semana y muy pocos espectadores para ver la versión original (siempre imprescindible, más si Liam Neeson es la voz del monstruo). Elegimos dos butacas y, entre toda la sala, nos tocó junto a Vicente y David Seva, hermanos gemelos y almas del Festival Internacional de Cine de Alicante, allí donde nace y permanece Cine y Pediatría. Que viéramos juntos la que será posiblemente la película del año, con anécdota de un "monstruo" que ellos me recordaron, no deja de ser el preludio de Cine y Pediatría 6 y de próximas visitas: porque quién sabe si algún día Juan Antonio Bayona pudiera nuestro próximo prologuista. Ya Vicente fue quien sirvió como intermediario para que Bayona grabara el espectacular tsunami de Lo imposible en los Estudios Ciudad de la Luz de Alicante: ¿por qué no va a poder conseguir esto?. En el fondo tienen mucho en común, además del cine, también tienen hermanos gemelos. 

Y como nos dice la película: "La vida siempre está en los ojos". Solo hace falta aprender a mirar la vida bien. Porque "¿Cómo comienza la historia? Con un chico, muy grande para ser un niño, muy pequeño para ser un hombre".

 

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