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sábado, 23 de marzo de 2024

Cine y Pediatría (742) “El leñador” y otras películas echan leña al fuego de la pederastia y pedofilia


La pederastia es el término con el que se define la relación sexual entre un hombre o mujer adulto y un menor; un término que se ha usado para referirse a las prácticas históricas de ciertas culturas, en particular la antigua Grecia y la antigua Roma. En la lengua castellana es un término que a menudo es usado de forma indistinta al de pedofilia, pero que cabe diferenciar, pues no es igual la consumación de abusos sexuales contra menores (pederastia), que la inclinación erótica hacia los menores (pedofilia). Y aunque ambas sean dos situaciones preocupantes, es especialmente marcado el daño que produce el abuso sexual infantil en las víctimas, y que incluye lesiones físicas del menor, así como depresión, trastorno de estrés postraumático, ansiedad o propensión a una mayor victimización en la edad adulta, entre otros problemas. 

Y la pederastia y pedofilia ha tenido diversas visiones e interpretaciones en muy diversas filmografías, y Cine y Pediatría no ha vuelto la mirada hacia otro lado, y sirvan de ejemplos títulos como El cebo (Ladislao Vajda, 1958), Lolita (Stanley Kubrick, 1962), La zona oscura (Tim Roth, 1999), L.I.E. (Long Island Expressway) (Michael Cuesta, 2001), De niños (Joaquín Jordà, 2003), Hard Candy (David Slade, 2005), Juegos secretos (Todd Field, 2006), Adiós pequeña, adiós (Ben Affleck, 2007), El niño pez (Lucía Puenzo, 2009), Silencio de hielo (Baran bo Odar, 2010), Puedes confiar en mí (David Schwimmer, 2010), No tengas miedo (Montxo Armendáriz, 2011), Polisse (Maiwenn, 2011), La caza (Thomas Virtemberg, 2012), La isla mínima (Alberto Rodríguez, 2014), Spotlight (Tom McCarthy, 2015), El libro secreto de Henry (Colin Trevorrow, 2017), Atrapados en la red (Barbora Chalupová, Vit Klusák, 2020), Dalva (Emmanuelle Nicot, 2022) o Sonido de libertad (Alejandro Monteverde, 2023), sin olvidar la dura película comentada la semana pasada: Sparta (Ulrich Seidl, 2022).                      

Y a este par de decenas de películas, hoy sumamos tres más. Una que ha sido todo un clásico estadounidense, El leñador (Nicole Kassell, 2004), y otras dos películas recientes españolas, Mantícora (Carlos Vermut, 2022) y La desconocida (Pablo Maqueda, 2023). Y todo ello viene a indicar que este tema, por desgracia, no tiene límites de tiempo ni fronteras. 

- El leñador (Nicole Kassell, 2004) 

Al salir de la cárcel, tras 12 años de condena por agresión sexual a menores, Walter (Kevin Bacon) se instala en una ciudad, consigue trabajo en una empresa de madera y trata de llevar una vida normal, pero su pasado lo atormenta y se muestra taciturno y solitario. Encuentra un inesperado consuelo en Vickie (Kyra Sedgwick, por cierto su esposa en la vida real), una mujer dispuesta a no tener en cuenta su pasado: “¿Me vas a contar tu oscuro secreto y profundo?”… Y su secreto fue abusar de niñas entre 10 y 12 años. Y aunque su amante queda conmocionada por lo que cuenta, intenta ayudarle: “Veo algo en ti, algo bueno. Tú no lo ves, pero yo sí”. Y por ello Walter pregunta al psicólogo: “¿Seré normal algún día?”

Y su lucha interior se entremezcla con el férreo control al que lo somete su cuñado, el desprecio de su hermana y la vigilancia de un desconfiado policía, el detective Lucas (Mos Def): “Tenemos que asegurarnos que eres bueno, Walter… No entiendo cómo dejan monstruos como tú en la calle”. Porque si reincide volverá a la cárcel de por vida y sufre porque le acosan las pulsiones. Y cuando conoce a una niña con abrigo rojo que mira a los pájaros en el parque, se nos establece aquel recuerdo de la historia de Caperucita, el lobo y el leñador, y empieza a temer que se despierten en él sus peligrosos instintos. Por eso, su violenta reacción contra el pederasta que ve enfrente del colegio es en realidad una reacción contra sí mismo. Porque en ese tiempo de condena ha pasado de lobo a leñador, un recorrido nada pacífico en busca de una segunda oportunidad. 

- Mantícora (Carlos Vermut, 2022) ç

La mantícora es una criatura mitológica, un tipo de quimera con cabeza humana, cuerpo de león y cola de dragón o escorpión, capaz de disparar espinas venenosas para incapacitar o matar a sus presas. Y ese es el término que el director español Carlos Vermut usa para su última película, un director que ya conocimos por estos lares con su Magical Girl (2014), una oda al amor paterno-filial. Pero aquí es otro tipo de amor el que se afronta.  

El veinteañero Julián (Nacho Sánchez) es un exitoso diseñador de videojuegos que vive atormentado por un oscuro secreto. Cuando Diana (Zoe Stein) aparece en su vida, Julián sentirá cercana la oportunidad de ser feliz en este historia de amor y de monstruos en tiempos modernos, aderezado por marcados silencios durante el metraje. Porque enfrente de la casa de Julián vive Cristian, un niño que toca el piano y al que le gustan las plantas. Y desde la empresa descubren que Julián utiliza los programas de 3D para un proyecto personal ajeno a su trabajo, allí donde dibuja a un niño que es Cristian, lo que hace que aparezca la mantícora que lleva dentro. Y que cuando Diana lo descubre, ésta le dice “No puedo estar contigo. Es mejor que te vayas. Me das asco. ¡Vete!”. Y que nos lleva a un final inesperado por esa lucha de Julian contra sus pulsiones. 

- La desconocida (Pablo Maqueda, 2023) 

En una nota del director al principio de la película se avisa de que no se cuente la trama y se haga “spoiler”, porque es importante conservar las grandes sorpresas más allá de la trama inicial. Una película que se basa en la obra teatral de Paco Bezerra, por título “Groomig”, cuya definición ya nos marca el camino: acoso sexual de una persona adulta a una niña, un niño o un adolescente por medio de internet. 

La película comienza de forma luminosa con una canción de Julio Iglesias. Y vemos en un parque a un adulto, Leonardo (Manolo Solo), que solo hace que contar historias a Carolina (Laia Manzanares), una adolescente cohibida y callada. Él le dice: “Tal como está el mundo, has tenido suerte de dar conmigo”. Y vamos conociendo que este adulto se ha hecho pasar por un adolescente de 16 años bajo la etiqueta de Mr. Hitchcok, hasta que ha logrado quedar con ella a solas en este apartado parque de la ciudad, chantajeándola con enviar fotos de su desnudo por redes sociales. Y ella le dice: “Déjame que me vaya, por favor”. Y a partir de aquí la historia se convierte en un “tour de forcé” de dos personajes donde ya nada es lo que parece… y cabe no desvelar (por consejo del director). 

Tres miradas diferentes a esta lacra social que es la pederastia y la pedofilia. Un problema con muchas aristas, donde no es mejor taparse los ojos o mirar hacia otro lado.

 

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