sábado, 3 de septiembre de 2011

Cine y Pediatría (86). “Máscara”: la belleza interior de la leontiasis


Roy Lee "Rocky" Dennis era un niño normal hasta los 4 años, momento en el que se le diagnostica una enfermedad extremadamente rara (con alrededor de 20 casos descritos en la historia): la displasia craneodiafisal o leontiasis ósea. Entidad que provoca acumulación de calcio en cráneo y cara, con marcada desfiguración y con una calidad de vida muy comprometida por el riesgo de calcificación de los forámenes craneales. El compromiso de estos distintos forámenes provoca el cortejo de síntomas: dacriocistitis, cefalea, epilepsia, parálisis, etc. La muerte de Rocky Dennis sobrevino a los 16 años por la hipertensión endocraneal secundaria a la compresión del canal medular.

Este personaje y este defecto congénito sirve de materia prima a Peter Bogdanovich para su película Máscara (1984), en la que recrea los últimos meses de la vida de “Rocky” (buen papel de Eric Stolz, no identificable bajo el maquillaje) en el seno de una familia desestructurada, pero llena de buenos sentimientos: una madre enganchada a las drogas (Cher, en un papel que le valió el premio a mejor actriz en el festival de Cannes y su nominación al Globo de Oro), que es una luchadora en apoyo de su único hijo; Gar (Sam Elliot), uno de los múltiples novios de su madre, quien viene a representar la figura del padre ausente; y una pandilla de rockeros motoristas que son el soporte emocional y constituyen su verdadera familia. Y como telón de fondo los deseos de Rocky para su corta vida: encontrar a una chica que se enamore de él sin que le importe su apariencia física; recorrer Europa con un amigo en motocicleta; y conseguir que su madre deje las drogas.
Un argumento que podía haberse convertido en un culebrón, pero sobre el que Bogdanovich (visionario del cine en los años 70 y 80 con películas como La última película, 1971 o Luna de papel, 1973) aplica la sensibilidad suficiente para contarnos una historia de amor materno-filial emocionante: “mi madre dice que cuando las cosas van mal hay que tener un buen recuerdo”. Una historia llena de valores y con escenas dignas de reflexión. Algunos ejemplos:

-La revisión médica de Rocky. “Creemos que la expectativa de vida de su hijo es de 3 a 6 meses” les comenta el doctor al paciente y su madre. Y ésta le contesta: “No nos irá a colocar ese cuento de la expectativa de vida. Hace 12 años que les estoy escuchando estas paridas. Primero me dijeron que era un retrasado, luego que se quedaría ciego y sordo, después que nunca sería un chico normal. Si les hubiera creído, cada vez que ustedes los genios de la medicina me han dicho que iba a palmar estaría hecha picadillo como el chot suit chino”. No deja títere con cabeza, aunque no presenta a la clase médica de forma desfavorecida.
-La entrada al nuevo instituto y la reacción del resto de alumnos y profesores. Emocionante como Rocky explica en la clase el inicio de la guerra de Troya, y finaliza con la frase: “Elena de Troya tenía una cara … su cara hacía juego con toda su hermosura. Eso se decía”. Es evidente que el guionista juega aquí con las cartas marcadas al poner estas palabras en boca de nuestro protagonista.
-Las escenas que vinculan a Rocky y a su madre. Una madre que no es lo que se dice un modelo de maternidad (motera, drogadicta, pendenciera,…), quien sale de marcha casi todas las noches y vuelve borracha y con un hombre distinto. No es una crápula al uso, pero es su forma de protestar por la vida que le ha tocado… o por tener sobre si la eterna amenaza de que su hijo morirá en pocos años y en plena juventud. “Tengo miedo por ti” le dice Rocky a su madre, con la intención de que se desintoxique.
-Su conflicto con las chicas, por el rechazo que puede provocar su fealdad. Hasta su encuentro con la hermosa chica ciega (interpretada por una jovencísima Laura Dern, antes de empezar a correr delante de dinosaurios como la Dra Ellie Sattler en la saga de Parque Jurásico), quien a través de sus manos conoce la cara de Rocky, pero que enamora de su belleza interior, la que es invisible a los ojos.

Bognanovich nos regala una obra cinematográfica menor, pero que nos permite reflexionar sobre dónde encontrar la belleza de las personas; y lo hace con sensibilidad, buen gusto y voluntad por desentrañar los sentimientos de los protagonistas. Habría que preguntarle porque, para hablar de una persona como un defecto físico tan importante, eligió como madre a uno de los iconos de la cirugía plástica en Hollywood: la polifacética Cher, cantante, compositora, diseñadora, productora y, también, actriz; además de su afición al bisturí (dicen que se ha sometido al menos a 20 operaciones de cirugía estética) ha logrado algunos otros récords, como ser una de las pocas artistas en ganar Óscar (por Hechizo de luna de Norman Jewison, 1987), Globo de Oro (por Hechizo de luna y por Silkwood de Mike Nichols, 1983), Grammy (por el álbum Believe, 2000), Emmy (por el programa de variedades Cher: The Farewell Tour, 2003) y el premio de Cannes (por Máscara). Una película que nos abre una ventana a una realidad incómoda, molesta y traumática con la música de fondo de Bob Seger (inicialmente la banda sonora de la película iba a ser compuesta por canciones de Bruce Springsteen, pero hubo desacuerdos en la cesión de derechos).

El personaje de Rocky Dennis nos permite plantear el eterno dilema entre la belleza exterior y la belleza interior. Su deformidad facial provoca inicialmente rechazo (la fealdad no es buena tarjeta de presentación), pero su belleza interior (su buen corazón y sus buenos sentimientos) acaparan el respeto y el cariño de quienes le conocen. En nuestra sociedad existe un culto exacerbado a la belleza exterior (con la silicona y el músculo como abanderados), pocas veces paralelo al cultivo de la belleza interior (esos valores que son invisibles a los ojos). Bogdanovich nos invita a quitarnos la "máscara" y a reflexionar sobre ello.

Os presentamos el inicio de la película: en los tres minutos finales de este corte se incluye la revisión médica de Rocky.
También os dejamos con la emblemática canción de Cher, "Believe", más que apropiada para esta historia. Porque hay que "creer" en el valor y la belleza de las personas con defectos congénitos, a las que hemos dedicado nuestras tres últimas entradas de nuestra sección Cine y Pediatría.

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