miércoles, 12 de febrero de 2025

La dislexia precisa sinergias entre educación y sanidad

 

El pasado 8 de febrero tuvo lugar en el Colegio de Médicos de Alicante el II Congreso de Dislexia de la Comunitat Valenciana, un espacio dedicado a la formación, el intercambio de conocimientos y el fortalecimiento de las sinergias entre los ámbitos educativo y sanitario. Bajo el lema «Nuevas perspectivas en educación y sanidad», este evento reunió a expertos destacados para abordar la dislexia desde un enfoque integral e inclusivo, priorizando el bienestar emocional y el desarrollo académico del alumnado. 

Son muchas las definiciones de dislexia (DSM-V, OMS, APA, AEP,…), pero de forma sintética cabe decir que es un trastorno del neurodesarrollo que afecta la capacidad de una persona para leer y escribir de manera fluida y precisa. No es un problema de inteligencia, sino una diferencia en la forma en que el cerebro procesa el lenguaje. Las dificultades que pueden experimentar las personas con dislexia son dificultad para leer palabras con precisión y fluidez, para comprender lo que leen, para deletrear, para organizar ideas y expresarlas por escrito, para seguir instrucciones, o para recordar información. 

El diagnóstico de la dislexia generalmente lo realiza un profesional de la salud, como un psicólogo educativo o un logopeda, pero donde el pediatra debe estar también implicado (al menos, en la sospecha). El proceso de diagnóstico puede incluir la evaluación de las habilidades de lectura y escritura, así como la evaluación de otras habilidades cognitivas (como la conciencia fonológica, la memoria de trabajo y la velocidad de procesamiento) y su historial del desarrollo (tanto del lenguaje como habilidades académicas a lo largo del tiempo). Y ello para diferenciar la variabilidad fisiológica de la lecto-escritura de la dislexia (y en esta valorar la dislexia sintomática o comórbida – asociada a TDAH, TEA u otros procesos – de la dislexia primaria, quizás menos frecuente). 

Se habla de una prevalencia de hasta el 10% en la población, pero es una entidad claramente infradiagnosticada. Y es causa de fracaso escolar y abandono escolar (al igual que otros trastornos del neurodesarrollo). Y cabe no olvidar que España tiene el triste título de encabezar la tasa de abandono escolar de la Unión Europea, con una media de 16,4% (oscilando entre el 9,4% del País Vasco y el 32% de Baleares), muy por encima de la media de la Unión Europea que está en un 9,9%. Todo un problema de salud educativa. Y la identificación temprana es importante, por lo que pudimos conocer algunas pruebas de cribado como Prodiscat para educadores y Prodicat Pediátrico para pediatras de atención primaria. Vale la pena revisar este enlace para conocer bien esta herramienta, de fácil utilización en las revisiones pediátricas a los 4, 5, 6, 7, 8-9 y 10-11 años. 

Cabe conocer que no hay cura para la dislexia, pero hay tratamientos y estrategias que pueden ayudar a las personas a mejorar sus habilidades de lectura y escritura. Estos pueden incluir: intervención educativa especializada y adaptada a cada alumno con dislexia, terapia del habla y lenguaje con un logopeda y adaptaciones en el aula (como tiempo adicional para completar tareas, uso de tecnología de asistencia y modificaciones en el formato de las tareas). 

Porque la esencia es ponerle mucho corazón a sus dos ambientes de vida y crecimiento (la familia y la escuela) y desde podemos ayudar ofreciendo apoyo emocional incondicional (es clave cuidar la autoestima), buscando ayuda profesional (logopedas, psicoterapeutas), siendo pacientes (y celebrando los pequeños logros y avances), fomentando la lectura por placer y apoyarse en herramientas tecnológicas (como lectores de pantalla, software de reconocimiento de voz y correctores ortográficos).

El II Congreso de Dislexia da la Comunidad Valenciana fue diseñado para profesionales de la educación, la sanidad y familias comprometidas con la mejora de las prácticas inclusivas, allí donde exploraremos herramientas prácticas, recursos normativos y las últimas investigaciones para garantizar una atención eficaz y holística que permita a cada persona con dislexia alcanzar su máximo potencial. Y podemos asegurar que ha tenido un éxito que superó las expectativas, con más de 500 inscritos, en un congreso que acaparó las “5C” de la asociación TRENCA-DIS, responsable de la organización: ciencia, conciencia, calidad, color y calor. Porque allí se reunieron verdaderos expertos en la materia, como las dos conferencias magistrales (a cargo del Dr. Miquel Casas Brugué, catedrático Honorio de Psiquiatría de la Universidad Autónoma de Barcelona, y de Luz Rello Sánchez, investigadora en Change Dyslexia, dos personas muy inspiradoras) y las dos mesas redondas (una dedicada a la docencia y otra a la sanidad). 

Y queremos finalizar con las conclusiones de este congreso: 

- La neurodiversidad es una realidad y el reto es cómo encuadrar las variantes de la normalidad en la lecto-escritura de lo patológico, cómo ayudar con el diagnóstico precoz sin poner etiquetas innecesarias. 

- El abordaje de la dislexia es más cercano a la educación y psicopedagogía que a la sanidad. Por tanto, nuestra formación como sanitarios tiene un amplio margen de mejora. 

- Es necesaria la incorporación en Pediatría de Atención Primaria de instrumentos que permitan la detección temprana de dislexia mediante protocolos o cuestionarios que estén incluidos en la cartilla del niño sano. 

- Es importante que las pruebas para la detección de dislexia sean válidas y fiables. Pero más importante es que los programas funcionen: y que el diagnóstico certero vaya de la mano de las adaptaciones curriculares correctas en tiempo y modo. 

- Necesitamos un profesorado informado, sensibilizado y con formación suficiente, capaza de detectar a tiempo esta dificultad del aprendizaje que afecta hasta el 10% del aula. 

- La detección a cualquier edad y el empleo de medidas adecuadas redundarán en el bienestar psicoemocional de las personas con dislexia y evitará el riesgo de fracaso escolar y exclusión sociolaboral

- Es imprescindible la colaboración entre Educación y Sanidad, para que a partir del cribado realizado en Atención Primaria se puedan implementar en el entorno educativo los métodos de evaluación y las medidas adecuadas que permitan alcanzar el éxito académico.

lunes, 10 de febrero de 2025

Comienza el curso de Continuum "Ecografía a pie de cama"

 

Comienza en breve el curso de Continuum "Ecografía a pie de cama" y que, en esta su primera edición, estará coordinación por tres sociedades (AEPap, SEPEAP y SEUP). 

Este curso permitirá al alumno conocer las bases y uso de la ecografía con enfoque POCUS (ecografía en el punto de atención) en manos del pediatra clínico. 

Los objetivos del curso son: 
- Favorecer el aprendizaje inicial, puesta en contacto y manejo del ecógrafo como herramienta útil en la práctica clínica diaria. 
- Reconocer la ecoestructura del órgano que se está visualizando, siguiendo la sistemática de exploración. 
- Manejo de la ecografía en la patología más prevalente en Pediatría. 

Y estos serán los capítulos que se van a tratar: 
- Patología abdominal 
- Patología genitourinaria 
- Ecocardiografía clínica FOCUS 
- Paciente politraumatizado 
- Patología pulmonar 
- Miscelánea. 

El curso tutorizado, de 2 meses de duración, estará en activo desde el 27 de febrero hasta el 24 de abril 2025

Toda la información necesaria en la web de Continuum. Os esperamos. 

sábado, 8 de febrero de 2025

Cine y Pediatría (787) “La calumnia”… que se hizo realidad

 

William Wyler fue el prototipo de director de estudio en el Hollywood clásico, calificado de artesano por unos y de artista por otros, alabado, criticado y controvertido a partes iguales. Acusado de no tener un estilo particular, lo cierto es que no se le reconoce un fracaso en su filmografía, lo que le valió numerosos premios y el éxito del público. Cuatro décadas detrás de las cámaras, habiéndos curtido en decenas de corto y mediometrajes filmados a lo largo y ancho de los años veinte en el cine mudo, y ya con el cine sonoro perfectamente instaurado, comienzan algunos de sus primeros éxitos, como Jezabel (1938) y Cumbre borrascosas (1939). Y a partir de ahí comenzarían sus dos décadas gloriosas, los 40 y los 50, donde se convertiría en un auténtico tótem del séptimo arte. Sirvan algunos ejemplos: La carta (1940), La señora Miniver (1942), Los mejores años de nuestra vida (1946), La heredera (1949), Vacaciones en Roma (1953), Horizontes de grandeza (1958), o Ben-Hur (1959), sabiendo que esta sigue siendo la película más oscarizada de la historia con 11 premios, solo igualada muchas décadas después por Titanic (James Cameron, 1997) y El Señor de los Anillos: el retorno del Rey (Peter Jackson, 2000). Polémica aparte de si fue un artesano o un artista del cine, lo que no hay duda es que Wyler nos ha dejado grandes películas. 

Y es así que comenzó su última década, la de los 60, con una sus películas más valientes, un drama psicológico filmado en blanco y negro alrededor de un internado escolar: La calumnia (1961), uno de los clásicos más espinosos de Hollywood, adaptación al cine de la conocida obra de teatro “The Children´s Hour” de Lillian Hellman, curiosamente su primera obra, y que el propio Wyler había llevado a la gran pantalla años antes bajo el título de Esos tres (1936), aunque más descafeinada. Una atrevida historia para su tiempo al ser uno de los primeros films en mostrar de forma abierta la homosexualidad de sus protagonistas, en la que dos profesoras son acusadas por una de sus alumnas de ser lesbianas. Cabe recordar que entre los numerosos trabajos literarios que sirvieron de guion a las películas de William Wyler, fue la dramaturga Lillian Hellman una de las más utilizada por él, reflejado en estas dos películas y también en La Loba (1941). 

La película nos traslada a la década de los 60 en la Escuela de Niñas Wright-Dobie, apellidos de las dos profesoras que regentan esta institución: Karen Wright (Audrey Hepburn) y Martha Dobie (Shirley MacLaine). Ellas han trabajado y trabajan duro para gestionar este entorno educativo exclusivo, casi de élite para la época, y donde tienen como apoyo a Lily Mortar (Miriam Hopkins), la tía de de Martha, una ex actriz de teatro que vive con ellas. Allí conocemos a los otros tres personajes importantes en esta historia: el Dr. Joe Cardin (James Garner), prometido de Karen, la alumna Mary (Karen Balkin) y su abuela (Fay Bainter). 

La próxima boda entre Karen y Joe provoca una reacción celotípica de Martha. La discusión de las amigas, que termina con un beso de reconciliación, es observada por Mary, una alumna de unos 12 años que se es presentada como una niña malcriada, mentirosa, maliciosa y manipuladora, acostumbrada a salirse con la suya gracias a la influencia de su adinerada abuela. Por su comportamiento es corregida por sus profesoras y sufre algún castigo, por lo que decide inventar la peor calumnia con tal de no asumir las consecuencias de sus actos y de vengarse de quienes considera que la han perjudicado. Es así que la venganza de la niña no se hace esperar y por ello cuenta a su abuela que no quiere volver al colegio y que tiene miedo de sus profesoras porque “tienen secretos o algo así”, comentarios que compromete su dignidad. Ante las dudas, la abuela va al colegio y conversa con la tía Lily, quien de forma espontánea le dice que su sobrina Martha tiene un comportamiento antinatural (expresión que hoy duele), pues solo le interesa la escuela y su devoción por Karen. Estos mensajes provocan confusión en la abuela de Mary, y en ella surge la sospecha de que Karen y Martha son amantes, lo que acaba extendiéndolo como la pólvora entre las demás familias, motivo por el que todos sacan a todas sus hijas del colegio. Aunque confusas al principio las profesoras, finalmente entienden que ha sido Mary la responsable de esa difamación, e intentan defenderse: “No crea que le permitiremos difundir esa mentira”. Pero la mentira, la difamación y la calumnia progresan. Y la escuela queda vacía y ellas aisladas, observadas como bichos raros ante la sociedad ("Tengo ocho dedos y dos cabezas, ¿no lo ves? ¡Soy un monstruo!"), y por ello acaban diciéndose: “Es como si estuviéramos en una pesadillas y no pudiéramos despertar”. Porque hasta el juez determinó su amistad como “relaciones sexuales que ponían en peligro la moralidad de nuestros alumnos”. Y aunque Joe les apoya, hasta las dudas se ciernen en él y por eso Karen le expresa: “Ya no quedan muchas palabras seguras”. 

Y aunque nada de lo que se les acusa, ocurrió, al final Martha confiesa a Karen que esos eran sus sentimientos: “¡Te he querido de la forma que dijeron!... Se encontró la mentira con una pizca de verdad…Me siento tan sucia y enferma”. Y tras esta confesión entre las amigas, se descubre que la niña Mary había confabulado esa mentira para vengarse de sus profesoras, y aunque la abuela les pide perdón y una disculpa pública, el daño ya está realizado. Y es así que deviene un final con esa dimensión trágica que habla de la maestría de Wyler y que cabe no descubrir. 

Cabe recordar que esta historia de ficción no fue ajena de la propia realidad de Lillian Hellman, cuya autobiografía fue llevada a la pantalla en la película Julia (Fred Zinnemann, 1977), allí donde la escritora (Vanesa Redgrave) conoce a Julia (Jane Fonda), la hija de una acaudalada familia escocesa, y ese ferviente amor por ella transcurre en una arriesgada aventura bajo dominio del nazismo. Y con La calumnia se abordan temas como la maldad (desde la más tierna infancia, esa hora de los niños de la que nos habla la obra de teatro original), la difamación y los prejuicios sociales (ante un hecho, el amor homosexual, que en esa época se consideraba antinatural). Una calumnia que se hizo realidad, pero que de antemano sentimos como espectadores un desasosiego similar al que recordamos en otra pérdida de la presunción de inocencia de un adulto en base a las declaraciones de un niña: hablamos de la película danesa La caza (Thomas Vinterberg, 2012).  

Porque La calumnia es una muestra más que nos confirma que William Wyler ha sido uno de los realizadores más exitosos y versátiles del clasicismo cinematográfico estadounidense, un director que tuvo la base de las obras literarias que adaptó y la altura de sus actores y colaboradores (directores de fotografía y cine). Baste recordar la dimensión de esos nombres en ambas adaptaciones cinematográficas de “The Children´s Hour”: en Esos tres el papel de las profesoras recayó en Miriam Hopkins y Merle Oberon, la música de Alfred Newman y la fotografía de Greg Toland; en La calumnia contó con las inolvidables (y ya oscarizadas) Audrey Hepburn y Shirley MacLaine, la música de Alex North y la fotografía de Franz Planer. Cine de ayer para un tema de siempre: la devastadora reacción en cadena de una calumnia, incluso cuando esta llega desde la infancia. Allí donde una pizca de verdad de la insoportable niña es el rumor suficiente para que Martha se declare prófuga del régimen heterosexual de naturaleza matrimonial y procreadora.