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miércoles, 29 de septiembre de 2021

Vacunación antigripal en la infancia 2021-22, más vale tarde que nunca


Todas las vacunas implican ingente literatura científica a su alrededor, pero también marcada polémica asociada. Es casi una máxima que se repite con el tiempo y con cada vacuna. Y es posible que sea el producto farmacéutico con más debate a su alrededor. Y en ese debate, la cúspide de literatura científica y de polémica asociada suele ser para la vacuna antigripal. 

Pero es que la gripe es el prototipo de incoherencia sociosanitaria, pues de tan presente (acude puntualmente cada año) se le ha ido perdiendo el respeto. Y se nos ha olvidado que es la enfermedad infectocontagiosa que más muertes ha ocasionado en el mundo a lo largo del tiempo. Solo la suma de las pandemias de gripe española (1918-20) con 50 millones de fallecidos, la gripe asiática (1957) con 2 millones de fallecidos, la gripe de Hong Kong (1968) con 1 millón de fallecidos y la gripe A (2009) con 150.000 fallecidos, habla de su importancia. Y a ello habría que sumas los muy numerosos fallecimientos que ha ocasionado cada año en cada brote epidémico de los inviernos. Pero quizás no somos conscientes, pues no se cuentan una a una en los telediarios como ha ocurrido con la pandemia COVID-19. Y por comparación baste recordar que en estos 21 meses desde la aparición del SARS-CoV-2 se llevan contabilizados 4,3 millones de muertes en todo el mundo. Vale la pena comparar y reflexionar sobre ello. 

Pues bien, ante la gripe - y previo a la pandemia que ahora nos asola - estaban muy claras las recomendaciones de la vacunación antigripal en la población. Pero la realidad era bien diferentes respecto al porcentaje de los que recibían la aconsejada vacuna: < 40% de los profesionales sanitarios, < 40% de los pacientes con enfermedades crónicas de riesgo para la gripe, < 10% de las mujeres gestantes. 

Fue en la Jornada de Vacunas de la Asociación Española de Pediatría (AEP) 2012 cuando el Comité Asesor de Vacunas (CAV) me solicitó, como miembro del Grupo de Trabajo de Pediatría Basada en la Evidencia, que pudiera revisar un tema polémico: "Vacunación universal antigripal en pediatría, ¿sí o no?". De las conclusiones de esa ponencia y cofirmado por miembros del CAV se publicó en Anales de Pediatría un artículo con el mismo título y con las siguientes conclusiones:   

“En base a estos resultados, es posible ofrecer las siguientes recomendaciones: 
a) Recomendaciones para la práctica clínica: la vacuna antigripal en la infancia tiene una adecuada relación entre beneficios, costes y riesgos. En todas las revisiones sistemáticas la vacuna antigripal es eficaz y efectiva en pediatría y, concretando con TIV, la eficacia oscila entre 58 y 65% y efectividad entre 28 y 61%. La eficacia y efectividad aumentan con edad y hay escasos estudios para permitir adecuada evidencia en < 2 años. 
b) Recomendaciones para la investigación: se plantean algunas futuras líneas de trabajo. 
- Se precisan más y mejores ECA sobre vacunas antigripales (principalmente con TIV) en lactantes de 6 a 23 meses. 
- Se debe seguir investigando en conseguir mejores vacunas antigripales (con mejor eficacia, efectividad e inmunogenicidad), mediante la adicción de adyuvantes (MF59, AS03), mayores dosis (0,5 ml) entre 6 y 23 meses y estudiar más la vacuna LAIV entre 6 y 23 meses. 
- Se debe seguir investigando en vacunas antigripales tetravalentes (con dos influenza A y dos influenza B) y cuya potencia inmunógena mejore para no ser precise la vacunación en todas las estaciones (sino que se realice cada dos estaciones, sin perder protección en la estación que no se vacuna). 
- Mejorar la predicción de las cepas vacunales responsables del brote epidémico. 
La reflexión final que subyace a esta revisión y a estos datos: ¿cuánta evidencia científica más es necesaria para abogar por la vacunación universal de la gripe en la infancia en España?” 

Y esta pregunta venía a colación, pues había ya países donde la vacunación era universal en la edad pediátrica (a partir de los 6 meses) en aquel año 2013 en que se publicó el artículo, a la cabeza Estados Unidos con un programa de vacunación universal en la edad pediátrica desde el año 2008. Y en la actualidad 69 países (una tercera parte de los del mundo) tienen un programa de vacunación sistemática antigripal anual en la infancia. 

La semana pasada fue noticia las actuales recomendaciones del Comité Asesor de Vacunas de la AEP frente a la epidemia de la gripe 2021-22 y que son: 
"- Todos los niños entre 6 y 59 meses. 
- Grupos de riesgo: niños a partir de los 5 años de edad y adolescentes en determinadas situaciones o con enfermedades de base que supongan un riesgo aumentado de padecer complicaciones de la gripe. 
- Personas a partir de los 5 años que convivan con pacientes de riesgo. 
- Personas que conviven con menores de 6 meses. 
- Todos los profesionales sanitarios. 
- Embarazadas, tanto para su propia protección como para la de su futuro hijo, en cualquier momento del embarazo. 
El CAV-AEP considera que la vacunación antigripal de los niños mayores de 6 meses, no incluidos en grupos de riesgo es una medida recomendable por cuanto esta práctica preventiva proporciona al niño protección individual y favorece la protección familiar y comunitaria”. 

En este enlace se puede revisar el documento resumido del CAV-AEP y en este otro enlace el documento completo (de 45 páginas) que lo sustenta.   

Por tanto, bienvenidas estas recomendaciones, con lo que España se viene a sumar a todos aquellos países que llevan más de una década aplicándolas. Porque más vale tarde que nunca. En mi caso llevo más de una década proponiendo una vacunación universal en la infancia, y mis pacientes pueden dar buena fe de ello. Y ahora recuerdo el post de hace una semana, respecto a los probióticos en la enterocolitis necrotizante, donde lo subtitulaba como la prisa mata, pero la pachorra remata. Que no se repita con este tema…

lunes, 27 de septiembre de 2021

Comienza el curso de Continuum "Hematología y Oncología Pediátrica"


En la línea de crear nuevos cursos y cubrir nuevas competencias como pediatras, anunciamos el curso "Hematología y Oncología Pediátrica", organizado y coordinado por la Sociedad Española de Hematología y Oncología Pediátrica (SEHOP). 

Con este curso pretendemos proporcionar al alumno conocimientos y habilidades necesarios para mantener y mejorar su competencia en el campo de la hemato-oncología pediátrica, teniendo en cuenta datos de diagnóstico, tratamiento y seguimiento de la patología más frecuente en ese campo.

Al finalizar la actividad, el alumno habrá conseguido una serie de conocimientos, habilidades y actitudes, que se recogen a continuación como objetivos del curso: 
- Conocer la patología más frecuente en este campo y ser capaz de reconocer los datos de alarma en la clínica y la exploración física en el niño. 
- Ser capaz de manejar las situaciones de urgencia tanto en el debut de una enfermedad hemato-oncológica como en su evolución. 
- Conocer cómo se realiza el diagnóstico y el manejo inicial de un paciente con leucemia aguda linfoblástica o mieloblástica. 
- Reconocer los datos típicos de los tumores sólidos más frecuentes. 
- Saber interpretar los datos aportados por el estudio de hemograma. Reconocer las principales alteraciones en las tres series. 
- Seguimiento a largo plazo y desde atención primaria del paciente que ha padecido una enfermedad hemato-oncológica y principales secuelas. 

Y estos serán los capítulos que se van a tratar: 
- ¿Qué es el cáncer infantil? 
- Manejo de las urgencias oncológicas. 
- Leucemia aguda linfoblástica y mieloblástica. 
- Tumores sólidos más frecuentes: linfomas, neuroblastomas, tumores del sistema nervioso central. 
- ¿Cómo interpretar el hemograma? 
- ¿Qué hay después de finalizar el tratamiento del cáncer en la infancia? 

El curso comienza el día 28 de octubre de 2021 y estará en activo hasta el 23 de diciembre. Un curso con 72 hs lectivas tutorizado en cada una de las seis unidades didácticas. 

Toda la información e inscripciones en la página web de Continuum
Os esperamos...

sábado, 25 de septiembre de 2021

Cine y Pediatría (611). “Luna de papel”, lazarillos en la América profunda

 

En el XVIII Congreso Internacional de Pediatría, celebrado en Mérida (Yucatán, México) este mes de septiembre de 2021, fui invitado a realizar la conferencia de clausura titulada “Cine y Pediatría en tiempos de la COVID-19 o cómo sacar todo el color al blanco y negro”, en lo que pretendía ser un homenaje a ese cine en blanco y negro que llega depurado por el paso del tiempo, las crónicas de los críticos, el amor del público y la fuerza expresiva de un tiempo que quizás no fue mejor...tampoco para la infancia. 

Y en estos momentos, tras más de 10 años del proyecto Cine y Pediatría, como más de 600 películas revisadas, se recordaron las 32 películas en blanco y negro analizadas hasta la fecha. Películas que temporalmente iban de El chico (Charles Chaplin, 1921) a Roma (Alfonso Cuarón, 2018), y que abarcaba películas tan icónicas como El doctor Arrowsmith (John Ford, 1931), Alemania, año cero (Roberto Rossellini, 1948), Ladrón de bicicletas (Vittorio de Sica, 1948), Los olvidados (Luis Buñuel, 1950), Juegos prohibidos (René Clément, 1952), La noche del cazador (Charles Laughton, 1955), Los cuatrocientos golpes (François Truffaut, 1959), Matar a un ruiseñor (Robert Mulligan, 1962), Lolita (Stanley Kubrick, 1962), La infancia de Iván (Andrei Tarkovsky, 1962), Mouchette (Robert Bresson, 1967) o La cinta blanca (Michael Haneke, 2009), entre otras muchas. 

Y para demostrar que es una lista incompleta, baste recordar la película que hoy nos convoca: Luna de papel (Peter Bogdanovich, 1973), que será siempre recordada por el personaje de Addie Loggins, interpretado por una fenomenal Tatum O´Neal, quien con 9 años hizo tándem con su padre Ryan O´Neal en esa entrañable película en blanco y negro situada en la época de la Gran depresión americana y en la que seguimos las desventuras de un par de timadores de poca monta - que quizá son padre e hija o quizá no - en una suerte de "road movie" por el profundo sur americano. 

Y es que no es la primera vez que padres e hijos trabajan juntos en una película, pero esta película es para muchos la más significativa, por la peculiar sintonía que establecen ambos en pantalla. Otras películas en que esta familiaridad se ha repetido son Martin Sheen y Charlie Sheen en Wall Street (Oliver Stone, 1987), Lloyd Bridges y Jeff Bridges en Volar por los aires (Stephen Hopkins, 1994), James Brolin y Josh Brolin en My Brother’s War (James Brolin, 1997), Kirk Douglas y Michael Douglas en Herencia de familia (Fred Schepisi, 2003), Robert Downey Jr. y Indio Falconer Downey en Kiss Kiss, Bang Bang (Shane Black, 2005), Jerry Stiller y Ben Stiller en Matrimonio compulsivo (Peter y Bobby Farrelly, 2007), Tom Hanks y Colin Hanks en El gran Buck Howard (Sean McGinly, 2008), John Travolta y Ella Bleu Travolta en Dos canguros muy maduros (Walt Becker, 2009), Billy Ray Cyrus y Miley Cyrus en Hannah Montana: la película (Peter Chelsom, 2009), Brendan Gleeson y Domhnall Gleeson en Harry Potter y las reliquias de la muerte (David Yates, 2010), Will Smith y Jaden Smith en After Earth (M. Night Shyamalan, 2013) Donald Sutherland y Kiefer Sutherland en Forsaken (Jon Cassar, 2015), Johnny Depp y Lily-Rose Depp en Yoga Hosers (Kevin Smith, 2016) o Clint Eastwood y Alison Eastwood en Mula (Clint Eastwood, 2018), entre otras. 

Es Luna de papel una película dirigida por alguien que fue cocinero antes que fraile, como Peter Bogdanovich, un neoyorquino que formó parte de la oleada del Nuevo Hollywood junto a William Friedkin, Brian De Palma, George Lucas, Martin Scorsese, Michael Cimino y Francis Ford Coppola. Afamado crítico de cine, historiador y cinéfilo empedernido, quizás su alma gemela en España sea José Luis Garci - salvando las diferencias -, por ser apasionados estudiosos del séptimo arte en su vertiente más clásica. Y antes de nuestra película de hoy nos dejó su maravilloso debut con La última película (1971), así como la alocada comedia ¿Qué me pasa, doctor? (1972). Y con Luna de papel construye una híbrido de la suma de una “buddy film” (esa relación entre dos personajes marcadamente diferentes que al superar las adversidades que se plantean en la trama, forjan una amistad) y una “road movie”. Porque el timador Moses Pray se encontrará con la horma de su zapato en la figura de su supuesta hija, un retaco de 9 años que fuma, blasfema y estafa como una consumada experta. Con espíritu lúdico y anclando en esa tradición de la picaresca que comienza con “El lazarillo de Tormes”, esta película se propone como un viaje iniciático del que los supuestos (pero no seguro) padre e hija saldrán más sabios, en un entorno que no es la ribera del río Tormes, sino esa América profunda de un país sumido en la profunda crisis económica de los años 30, periodo de la Gran Depresión y la Ley Seca. 

Todo comienza con los títulos de crédito bajo los acordes de la canción de Ella Fitgerald, “It´s Only a Paper Moon” y ya se nos advierte que está basada en la novela “Addie Pray” de Joe David Brown, publicada dos años antes del estreno de la película. Pero en la adaptación de la novela se hicieron varios cambios: la edad de Addie se redujo de los 12 años originales a los 9 para acomodarlos a la edad de Tatum, y se cambió el final de la historia para ajustarlo al tono de la película; así mismo, el entorno de la historia pasó del sur rural de Estados Unidos a las localizaciones del medio-oeste americano de Kansas y Misuri. 

Por el entierro de su madre, reconocemos que Addie (Tatum O´Neal) se encuentra sola y su único familiar vive en Misuri, por lo que le piden a un conocido de su madre que acude al entierro que se lleve a la niña con él y la deje con aquella tía. Este conocido de la madre es Moses (Ryan O´Neal), quien se dedica a estafar con la venta de Biblias a viudas que detecta en la sección de necrológicas del periódico. Y a partir de ahí se establece una relación peculiar, donde él niega a la pregunta de Addie: “¿Eres mi papá?”

Reconocemos en Addie una niña que es confundida con un niño (por su aspecto tomboy, palabra que a buen seguro no se utilizaba entonces) muy precoz y procaz para todo, donde lo que más sorprende (y sobre todo hoy, que buscamos un cine sin malos humos) es que fuma como un adulto (en la cama o en el coche). Y con ese carácter pronto se suma a los timos de guante blanco, no solo al de las biblias, sino también a las pequeñas estafas con billetes o al robo de alcohol, tan perseguido en aquellos momentos. Porque es el mcguffin de la devolución de 200 dólares los que tienen la culpa de que inicie esta peculiar convivencia, relación profesional y personal entre ambos, llegando Moses a proponerle ser socios. 

Lo cierto es que la película y la sencilla historia se visiona con una sonrisa continua en los labios. Pues por el camino se irán encontrando a unos personajes que definirán la época por la que transitan. Es el comienzo del New Deal de Franklin D. Roosevelt, allí donde el cómico Jack Benny arrasa en la radio (que tanto le gusta a Addie y tan poco a Moses) y la Ley Seca impera en el horizonte, quizás más para delinquir que para cumplirla. Y todo ello se nos muestra con mano maestra y gracias a la sutilidad de buen artesano de Bogdganovich y esa brillante fotografía en blanco y negro de László Kovács, en lo que es un homenaje también al cine mudo de los años 20 (con esas carreras de coches) y mucho más. Y todo ello para llegar a ese entrañable final donde Addie le vuelve a recordar a Moses: “Aún me debes 200 dólares”. 

Y en nuestra cara permanece una sonrisa al recordar esta historia, así como esa foto de Addie sentada en la luna de cartón de la feria (que curiosamente en la carátula de la película salen sentados Addie y Moses). Y con ello recordamos una efeméride: y es que Tatum O'Neal aún ostenta el récord de ser la persona más joven en ganar un Óscar gracias a su espectacular interpretación en esta obra maestra. Fue el Óscar a mejor actriz de reparto, si bien en realidad fue la actriz principal, pero se dice que no la nominaron a mejor actriz por miedo a que los académicos no se atreviesen a votar por alguien tan joven. Sea como fuere, la inexperta hija de Ryan O'Neal, sorprendió a la industria con una primera interpretación para la gran pantalla cargada de autenticidad (una carrera que no continuó por la estela del éxito, y donde su posterior adicción a las drogas no ayudó). 

Sobre niños y adolescentes oscarizados ya realizamos una entrada en Cine y Pediatría en los albores del proyecto, con las luces y sombras que esto implicaba. Aparte del Premio Juvenil de la Academia (que se entregó de forma intermitente entre 1934 y 1960) y donde aparecen los nombres de Shirley Temple, Mickey Rooney y Judy Garland, cabe decir que muchos niños y niñas han sido nominados, pero el premio Óscar a mejor actor o actriz de reparto lo han conseguido menos: como hemos dicho, Tatum O´Neal tiene el récord de juventud pues lo recibió con 10 años casi recién cumplidos, y le siguen Anna Panquin por El piano (Jane Campion, 1993) con 11 años, Patty Duke por El milagro de Ana Sullivan (Arthur Penn, 1962) con 16 años, Timothy Hutton por Gente corriente (Robert Redford, 1980) con 20 años. El récord a premio Óscar a mejor actriz lo sigue ostentando Marlee Martin por Hijos de un dios menor (Randa Haines, 1986) con 21 años, a la que le sigue Jennifer Lawrence por El lado bueno de las cosas (David O. Russell, 2012) con 22 años.  

Es Luna de papel una película inolvidable con esa especial relación adulto-niña. Y que veinte años después quisimos ver ecos de esta cinta en la emotiva Un mundo perfecto (Clint Eastwood, 1993), aunque se enfocan bajo un prisma diferente.

 

miércoles, 22 de septiembre de 2021

Neo-Dividencias. Probióticos y NEC: donde la prisa mata, pero la pachorra remata

 

Este es un tema clásico y recurrente en Neonatología y también en nuestro blog. Tema sobre el que se publica bastante, pero en el que seguimos casi en el mismo punto de partida de cara a su aplicabilidad. 

En el año 2008 publicamos en el libro “Infectología Pediátrica. Guía de actuación diagnóstico-terapéutica” el capítulo “Enterocolitis necrotizante (NEC)”. En el apartado clave de la prevención de la NEC concluíamos entonces: “Los probióticos enterales aparecen en los últimos años como una medida prometedora. A pesar de que los resultados de la mayor parte de ensayos clínicos han sido positivos, todavía no está clara la mejor combinación y modo de administración de sus componentes. Por otro lado, el uso de microorganismos en prematuros causa un cierto recelo y, aunque hasta el momento no se han descrito efectos indeseables importantes, el número de pacientes tratados es relativamente pequeño para establecer su total seguridad”

A partir de ahí se han prodigado los ensayos clínicos, revisiones sistemáticas y metanálisis. Y ello conllevó que en el año 2010 publicáramos el post “Probióticos en la prevención de enterocolitis necrotizante en prematuros: ¿la hora del cambio?”. 

Y en el año 2013 publiqué, incluido en la sección Neo-Dividencias, el post “Probióticos y enterocolitis necrotizante del prematuro: to NEC or not to NEC?”, donde extraíamos estas conclusiones tras una profunda revisión de la literatura y que fue motivo de una ponencia en el IV WORKSHOP Probióticos, Prebióticos y Salud: Evidencia científica y de una publicación en la revista Nutrición Hospitalaria. Nuestras conclusiones hace ocho años eran así de explícitas.

a) Recomendaciones para la práctica clínica: 
- El uso de probióticos debería considerarse fuertemente en el cuidado del prematuro ≤ 32 semanas de gestación y/o < 1500 gramos. 
- Aunque el balance beneficios-riesgos-costes es claramente favorable con los datos actuales, el uso rutinario de probióticos implicaría una estrecha monitorización. 
- En base a los ECA realizados hasta la fecha, es posible dar las siguientes recomendaciones en cuanto a tipo de cepa, dosis, inicio y duración. Incluso con datos más concretos: 
¿Qué cepa?: preferible una combinación de Bifidobacterium y Lactobacillus 
¿Cuándo comenzar?: cuando pueda iniciar alimentación enteral, preferible en los primeros 7 días de vida 
¿Qué dosis?: 3x10/9 UFC/día, preferible en dosis única; en < 1000 gramos comenzar con 1,5x10/8 UFC/día hasta alcanzar enteral de 50 ml/Kg/día 
¿Hasta cuándo continuar?: hasta las 35 semanas de edad postconcepcional o hasta el alta 
¿Alguna precaución?: no ofrecer el suplemento con probióticos si enfermedad aguda tipo sepsis, NEC activa o asfixia perinatal 

b) Recomendaciones para la investigación: 
- Preciso realizar un ECA multicéntrico con suficiente poder estadístico: para una incidencia de NEC de un 5%, en un ensayo doble ciego controlado (α= 5%, β= 20%), se requerirían 317 prematuros en cada rama para demostrar que los probióticos disminuyen incidencia de NEC al menos un 50% 
- Seleccionar una cepa de probiótico, dosis, comienzo y duración de ECA previamente realizados y con buen resultado en prematuros < 1500 gramos 
- En estos momentos en que todos los MA son consistentes en la buena relación beneficios-riesgos de los probióticos en prematuros, es necesario un ECA independiente y de calidad que confirme los resultados y evite los potenciales sesgos de los MA actuales. 

Pues bien, pasa el tiempo y todo parece en el mismo punto. Y ello pese a que en esta década han aparecido más ensayos clínicos, revisiones sistemáticas y metanálisis, todos consistentes en demostrar la favorable relación beneficios-riesgos-costes. Tal como se demuestra en el último número de Evidencias en Pediatría, volvemos al punto de partida
- El Archivo valorado críticamente (AVC) titulado “La combinación de simbióticos Lactobacillus spp. y Bifidobacterium parece la más eficaz en el tratamiento de recién nacidos prematuros” vuelve a confirmar los datos ya conocidos a través de esta revisión sistemática con metanálisis en red publicado en Pediatrics. 
- Y el Comentario asociado a este AVC “Probióticos y enterocolitis necrotizante: ¿dónde estamos en 2021?” plantea las mismas cuestiones, con un dato relevante: “En España solo se utilizan los probióticos en el 20% de las UCIN y este dato sirve para confirmar que en 2021 los neonatólogos españoles todavía no tienen claro el papel de estos en la profilaxis de la ECN. Después de más de 10 años de ensayos clínicos y metanálisis, continuamos con las mismas dudas: si usarlos o no y, de usarlos, cuales, cuándo y cómo hacerlo”

Y es que estas preguntas las respondimos en 2013, como hemos visto antes. Y no porque yo lo diga, sino porque lo dicen los ensayos clínicos realizados, las revisiones sistemáticas planteadas y los metanálisis (incluso en red) ejecutados. Por tanto, úsese el o los probióticos más utilizados, en el momento en que se plantean en los ensayos clínicos con buenos resultados y de la forma que se especifica en los estudios. Ni más ni menos que como hemos hecho con otros tratamiento en Neonatología. Pongo el ejemplo del palivizumab, cuya relación beneficio-riesgos-costes mucho peores que el de los probióticos (y quien tenga interés, puedo compartir ingente literatura al respecto) con un solo ensayo clínico (no decenas como en probióticos), con la dosis y momento que marcó el ensayo clínico (y nadie ha propuesto por qué no más o menos dosis, por qué no más o menos dosis, por qué no mejor en unos momentos o en otros). 

Creo que el rasero que se está realizando sobre un producto bueno, bonito y barato como los probióticos en Neonatología no es comparable al que se realizan con otros (como el del palivizumab; o también el de la hipotermia terapéutica, pues hay varios sobre los que comparar). Y es que, aunque parezca una paradoja, lo peor que le puede pasar a un producto, en ocasiones, es que sea barato. Posiblemente si en lugar de un probiótico estuviéramos hablando de “probioticozumab”, de otra reflexión hablaríamos pues ya estaría implantado, pues es conocido el aforismo de que “la evidencia es más evidente cuando interesa a la industria farmacéutica que al paciente”. 

La historia de la Neonatología está llena de errores por acción (precipitada), pero también por errores por omisión (y retraso en aplicación de intervenciones beneficiosas). Y todos recordamos el retraso en la utilización del surfactante en la prematuridad. Y es por ello que el título de este post en relación con el uso de probióticos en la prevención de la NEC es claro: las prisas matan, la pachorra remata. Y detrás de esta expresión hay mucho respeto, ciencia y conciencia.

lunes, 20 de septiembre de 2021

Comienza el curso de Continuum "Endocrinología Pediátrica 2021"


En el año 2017 realizamos la primera edición del curso de Continuum "Endocrinología Pediátrica". En el año 2018 se realizó la segunda edición, y este año 2021 comienza su tercera edición. Un curso organizado y coordinado por la Sociedad Española de Endocrinología Pediátrica. 

Con este curso pretendemos proporcionar al alumno conocimientos y habilidades necesarios para mantener y mejorar su competencia en los trastornos endocrinológicos más frecuentes, propios de la edad pediátrica. 

Al finalizar la actividad, el alumno habrá conseguido una serie de conocimientos, habilidades y actitudes, que se recogen a continuación como objetivos del curso: 
- Identificación, diagnóstico y manejo clínico de las enfermedades tiroideas más frecuentes en la infancia y adolescencia, así como de su prevención. 
- Identificación de la pubertad anómala (ya sea precoz o retrasada), las indicaciones de estudios complementarios y de tratamiento. 
- Identificar un crecimiento anómalo en el niño (ya sea por defecto - “talla baja” - o por exceso - “talla alta”), así como para sentar las indicaciones de su derivación al especialista, de realizar estudios complementarios y de su enfoque terapéutico. 
- Identificar el hipercortisolismo, conocer los estudios complementarios para diferenciar el origen del mismo y plantear un diagnóstico diferencial. 
- Conocer la hiperplasia suprarrenal congénita, especialmente el déficit de 21-hidroxilasa (21-OH), para poder diagnosticar precozmente las formas graves, tratarlas en el debut y saber cómo actuar en las posibles descompensaciones que puedan presentar estos niños durante su vida. 
- Proporcionar al alumno conocimientos y las habilidades necesarios para identificar una insuficiencia suprarrenal, plantear un diagnóstico diferencial y una orientación terapéutica. 

Y estos serán los capítulos que se van a tratar: 
- Enfermedades tiroideas en la infancia y adolescencia 
- Pubertad precoz y retrasada 
- Diagnóstico y manejo de las alteraciones del crecimiento en la infancia; talla baja y talla alta 
- Hiperactividad suprarrenal: enfermedad o sindrome de Cushing 
- Hiperplasia suprarrenal congénita 
- Insuficiencia adrenal en Pediatría 

El curso comienza el día 7 de octubre de 2021 y estará en activo hasta el 2 de diciembre. Un curso con 72 hs lectivas tutorizado en cada una de las seis unidades didácticas. 

Toda la información e inscripciones en la página web de Continuum. Os esperamos....

sábado, 18 de septiembre de 2021

Cine y Pediatría (610) “Ser padre”, una dramedia sobre la paternidad a solas

 

En el año 2014 un director tan especial como el estadounidense Richard Linklater nos regaló la película Boyhood, un canto al poder de la infancia y al poder de lo cotidiano, y que fue todo un experimento cinematográfico grabado durante 12 años (la producción más larga en la historia del cine).  Ese mismo año 2014 una directora tan especial como la francesa Céline Sciamma nos regaló Girlhood, la obra que cierra la trilogía de películas que hablan de la identidad sexual, de la importancia del género en la construcción de uno mismo, de los sentimientos de ambigüedad entre adolescentes y del trastorno que conlleva el hecho de sentirse diferente. Y este 2021, siguiendo la estela de estos títulos, con el apoyo y sello de Netflix (con lo bueno y menos bueno que eso entraña), llega Fatherhood, que en nuestro país se ha traducido como Ser padre. En este caso bajo la dirección de Paul Weitz, un director más particular que especial, y que comenzó su trayectoria como director y guionista junto con su hermano Chris Weitz, con películas como American Pie (1999), De vuelta a la Tierra (2001) o Un niño grande (2002). Precisamente en esta última ya trata el tema de la paternidad, como nuestra película de hoy. 

Ser padre se basa en el libro “Two Kisses for Maddy: A Memoir of Loss and Love”, escrito en el año 2011 por Matthew Logelin, y que cuenta su propia historia de criar solo a su hija Maddy tras la muerte su esposa Liz, fallecida al día siguiente de la realización de la cesárea como consecuencia de un tromboembolismo pulmonar, una de las complicaciones más graves asociadas con el embarazo y el parto, y una de las principales causas de muerte materna en los países desarrollados. Esta devastadora tragedia de la vida real es la trama de la nueva película de Paul Weitz, que se implica como director, guionista y productor. 

La película sigue a Matthew (Kevin Hart, un actor negro más vinculado con la comedia que con el drama, pero que se vinculó también como productor), quien lidia con el dolor mientras intenta criar a su hija recién nacida y honrar el legado de la mujer que perdió demasiado pronto. Aunque es un padre viudo, se da cuenta de que tiene una comunidad de amigos y familiares para ayudar a moldear la vida de su hija Maddy, y debe aprender a apoyarse en ellos, especialmente a medida que ella crece. Ser padre describe el viaje de Matt como padre joven en términos conmovedores y desgarradores. Porque su historia real se capturó por primera vez en su blog, donde compartió actualizaciones sobre cómo navegar por la pérdida de su esposa en medio del caos de cuidar a un recién nacido. Un blog que se convirtió en un salvavidas para muchos padres que experimentaban luchas similares, y de ahí surgió la novela. 

La película comienza mezclando escenas de un entierro y los preparativos, días antes, de la cesárea para el nacimiento del primer hijo de la pareja. Y los momentos de felicidad por la buena nueva se truncan a las 24 hs, con una repentina disnea y posterior pérdida de conocimiento al intentar Liz levantarse de la cama. Y las palabras de dolor de Matt al equipo médico: “No me digan que mi mujer ha muerto”. Y la salida del hospital con su hija en brazos y con el dolor de hacerlo sin su esposa, como un viudo que tiene que enfrentarse a la crianza. 

Una crianza en la que ni él ni los que le rodean confían en que sea posible, por los comentarios que surgen en los familiares: “No sé cómo se las va a apañar”, “La crianza es un no parar. Todo el día y toda la noche”. Pero no acepta la alternativa de que Maddy sea cuidada por las abuelas y que eso suponga trasladarse a otra ciudad a vivir. Por lo que Matt da el paso de salir adelante solo, mientras escucha palabras de apoyo llenas de buena intención, pero claramente equivocadas e innecesarias. Y se enfrenta a la pregunta más habitual: “¿Y la madre?”

Un argumento así, otras veces visto, corre el riego de enfrentarse a tópicos, pero son los tópicos de toda crianza. Como el acudir a un grupo de apoyos de madre (aunque él es un padre) donde le orientan sobre el significado del cólico del lactante y el valor de aplicar para ello el “ruido blanco” (que le funciona) y el piel con piel. Como la visita a la pediatra y esas positivas palabras de ánimo que recibe. Como el apoyo de canguros. Como su bautizo, su entrada al colegio, sus primeros accidentes. Porque Maddy va creciendo y Matt mantiene vivo el recuerdo de su madre con esa frase tan habitual en sus vidas: “Dos besos. Uno por mamá y otro por mi”

Matt finalmente tendrá que ir tomando decisiones por el bien de su hija, dejando el lastre de culpa y responsabilidad por la muerte de su esposa. E, incluso, superar que su posible nueva pareja se llame Liz también. Porque es la propia Maddy la que cuestiona a su padre: "¿Por qué cuando pasa algo bueno nos lo quitan?”. Y esta tragedia real (como la vida misma) finaliza de forma simpática y esperanzadora. Por ello la tragedia se transforma en dramedia. Y se agradece. 

Por ello, Ser padre es una dramedia sobre la paternidad a solas, una historia de amor y superación. Y que se suma a otras películas que nos han aproximado al reto de la crianza de los hijos por parte de un padre solo, separado o viudo. Ya lo vimos en la mítica Matar a un ruiseñor (Robert Mulligan, 1962) y la especial figura de Atticus Finch, un honesto abogado viudo con dos hijos pequeños (Scout y Jem) que vive en una pequeña ciudad del estado de Alabama en la década de 1930 en una película llena de valores. Y a partir de ahí se han ido sumando películas, todas ellas ya presentes en Cine y Pediatría, y desde distintas nacionalidades: desde Estados Unidos, Yo soy Sam (Jessie Nelson, 2001),  En busca de la felicidad (Gabriele Muccino, 2006), o  El niño de Marte (Menno Meyjes, 2007);  desde Italia, Líbero (Kim Rossi Stuart, 2006);  desde Australia, Rómulo, mi padre (Richard Roxburgh, 2007);  desde España, Ismael (Marcelo Pyñeiro, 2013);  desde Francia, Mañana empieza todo (Hugo Célin, 2016);  o desde Turquía, Milagro en la celda 7 (Mehmet Ada Öztekin, 2019). Todas ellas nos recuerdan que una madre es muy importante para los hijos en su crianza. Pero esa importancia es especialmente patente cuando el padre tiene que conseguir solo esa función.

 

miércoles, 15 de septiembre de 2021

El tamaño (muestral) sí importa

 

Todo estudio epidemiológico lleva implícito en la fase de diseño la determinación del tamaño muestral necesario para la ejecución del mismo. El no realizar dicho proceso, puede llevarnos a dos situaciones diferentes: a) la primera situación es que realicemos el estudio sin el número adecuado de pacientes, con lo cual no podremos ser precisos al estimar los parámetros y además no encontraremos diferencias significativas cuando en la realidad sí existen; b) la segunda situación es que podríamos estudiar un número innecesario de pacientes, lo cual lleva implícito no solo la pérdida de tiempo e incremento de recursos innecesarios, sino que además la calidad del estudio, dado dicho incremento, puede verse afectada en sentido negativo. 

La importancia de estimar el tamaño muestral no es una decisión trivial, si no que su cálculo adecuado nos permitirá obtener resultados concluyentes y reproducibles o por el contrario los resultados no serán informativos ni robustos. Y, además, no es ético utilizar más o menos tamaño muestral del necesario. 

Y para su cálculo conviene responder a estas preguntas: 

- ¿Qué sería un resultado relevante en mi experimento? ¿Qué estoy buscando? Con ello queremos decidir a priori el TAMAÑO DE EFECTO que consideramos sería relevante en el experimento (y no en pocas ocasiones es una cifra estimada). Lo primero que debemos determinar en la estimación de la muestra es la variable de interés o variable respuesta o primary outcome. Esta es una decisión muy importante, porque el tipo de variable influirá de manera considerable en el tamaño de la muestra: una variable continua siempre tendrá más sensibilidad que una variable categórica, por lo que siempre que sea posible, se recomienda medir en continuo la respuesta, así el tamaño muestral requerido será menor. 

- ¿Qué tipo de fluctuaciones espero alrededor de la media de mi parámetro de interés? Esto se refiere a la VARIABILIDAD de los datos. Lo mejor es que seamos conservadores si no podemos cuantificar exactamente la varianza y para ello podemos aumentar un 10 o 20% la desviación y así aseguramos que los datos que se puedan obtener estén contenidos en el rango esperado. 

- ¿Qué porcentaje de falsos positivos estoy dispuesto a asumir? Sabemos que cuando contrastamos una hipótesis, existe la posibilidad de que el test determine que existe una diferencia entre el grupo tratamiento y control cuando en realidad, no existe tal diferencia. Esto es lo que se conoce como un falso positivo o la probabilidad de error de tipo I. Si elegimos el estándar 0,05, entonces el NIVEL DE CONFIANZA será del 95%. Es decir, asumimos que el 5% de las veces concluiremos erróneamente que los grupos son distintos. 

- ¿Qué potencia quiero tener? Que viene a ser la SENSIBILIDAD que espero que tenga mi muestra para detectar diferencias cuando realmente existen. La potencia se calcula como 1 – β (también conocido como error de tipo II). La probabilidad de error de tipo II determina el porcentaje de veces que asumimos que, habiendo una diferencia entre los grupos, no seremos capaces de detectarla y por tanto estaremos cometiendo un falso negativo. Normalmente asumimos un error de tipo II de 10 o 20%, pero si nosotros queremos realmente ser más sensibles, deberemos fijar una mayor potencia. Esto se traducirá en un mayor tamaño muestral. 

Existe al respecto ingente información, y también la Universidad Miguel Hernández, a través de su Oficina de Investigación Responsable (OIR) nos deja este enlace de interés, donde nos ofrece el acceso al programa GPower, que es una calculadora online gratuita desarrollada en la Universidad de Düsseldorf, con su manual de uso. Y se nos presenta una breve demostración del cálculo muestral para una diferencia de medias y para una diferencia de proporciones. 

Aquí podéis obtener información más detallada al respecto. Porque es importante conocer bien este tema por su importancia científica y ética, porque el tamaño (muestral) si importa… y mucho.

lunes, 13 de septiembre de 2021

Comienza el curso de Continuum "Patología renal del recién nacido y del equilibrio hídrico 2021"

 

La plataforma Continuum anuncia un nuevo curso tras finalizar el periodo estival y para empezar con fuerza el nuevo curso. En breve comienza del curso "Patología renal del recién nacido y del equilibrio hídrico 2021", liderado por la Asociación Española de Nefrología Pediátrica (AENP). 

Un curso que proporcionará al alumno conocimientos actualizados y habilidades necesarias para mantener y mejorar su competencia en enfermedades prevalentes en esta disciplina, teniendo en cuenta la evidencia científica disponible. 

Al finalizar la actividad, el alumno habrá conseguido una serie de conocimientos, habilidades y actitudes, que se recogen a continuación como objetivos del curso: 
- Conocer las principales malformaciones del riñón y de las vías urinarias. 
- Reconocer el manejo del reflujo vésico-ureteral según las últimas evidencias científicas disponibles. 
- Comprender cómo se mantiene el equilibrio hídrico entre los distintos espacios del organismo. 
- Conocer las causas comunes de poliuria. 
- Distinguir los elementos que integran la exploración nefrourológica del recién nacido y reconocer sus alteraciones. 

El curso está dividido en cinco módulos, que son: 
- Anomalías congénitas del riñón y la vía urinaria (CAKUT) 
- Reflujo vesicoureteral 
- Fluidoterapia paciente hospitalizado y prevención de la hiponatremia hospitalaria 
- Poliuria y polidipsia 
- Función renal y patología nefrológica del recién nacido 

En cada unidad didáctica se ofrece también información complementaria para los alumnos que quieran profundizar en un determinado aspecto. El curso está tutorizado, lo que implica que, a lo largo del curso, estaremos a su disposición para ayudarles a resolver las dudas que se les planteen. 

Todo esto en un curso de casi 2 meses de duración (comienzo el 23 septiembre 2021 y finalización el 11 noviembre 2021), acreditado con por la Comisión de Formación Médica Continuada y avalado por un equipo de pediatras con amplia experiencia docente en esta materia. 

Además, todos los socios de la Asociación Española de Pediatría, y en particular, los residentes de pediatría, se beneficiarán de un precio especial, fijado por el Comité Ejecutivo de la AEP, con objeto de que su coste no suponga un obstáculo para su realización en quienes deseen formarse en esta materia. 

 Comenzamos con ánimo en Continuum un año más... Toda la información y la manera de inscribirse al curso, la podéis encontrar en este enlace de Continuum.

sábado, 11 de septiembre de 2021

Cine y Pediatría (609) “La profesora de parvulario” supera los límites entre docente y dicente

 

El techo de cristal de la mujer en la dirección cinematográfica también ha sido difícil de romper. He aquí una selección de películas dirigidas por mujeres que cabe tener presente, algunas ya presentes en Cine y Pediatría: El autoestopista (Ida Lupino, 1953), Cleo de 5 a 7 (Agnès Varda, 1962), Pasqualino: Siete bellezas (Lina Wertmuller, 1975), Daughters of the Dust (Julie Dash, 1991), El pequeño Tate (Jodie Foster, 1991),  El piano (Jane Campion, 1993), Boys Don´t Cry (Kimberly Peirce, 1999),  Buen trabajo (Claire Denis, 1999), Las vírgenes suicidas (Sofía Coppola, 1999),  Thirteen (Catherine Hardwicke, 2003),  Lost in traslation (Sofía Coppola, 2003), Buda explotó por vergüenza (Hana Makhmalbaf, 2007),  Lirios de agua (Céline Sciamma, 2007),  Siete mesas de billar francés (Gracia Querejeta, 2007), XXY (Lucía Puenzo, 2007),  Madre (Mabel Lozano, 2007),  LOL (Lisa Azuelos,2008), En tierra hostil (Kathryn Bigelow, 2008), Home, ¿dulce hogar? (Ursula Meier, 2008),  Fish Tank (Andre Arnold, 2009),  El último verano de la boyita (Julia Solomonoff, 2009),  Winter’s Bone (Debra Granik, 2010),  Tenemos que hablar de Kevin (Lynne Ramsay, 2011),  Joven y alocada (Marialy Rivas, 2012),  La bicicleta verde (Haifaa Al Mansour, 2012),  Inch’Allah (Anaïs Barbeau-Lavalette, 2013),  Selma (Ava DuVernay, 2014), Un monstruo en mi puerta (July Jung, 2014),  Mustang (Deniz Gamze Ergüven, 2015),  Línea de meta (Paola García Costas, 2015),  Diario de una chica adolescente (Marielle Heller, 2015), Toni Erdmann (Maren Ade, 2016), Rara (Pepa San Martín, 2016),  Lady Bird (Greta Gerwig, 2017), El viaje de Nisha (Iram Haq, 2017),  Verano 1993 (Carla Simón, 2017),  Cafarnaúm (Nadine Labaki, 2018),  Carmen y Lola (Arantxa Etxebarría, 2018),  Conociendo a Astrid (Pernille Fischer Christensen, 2018),  Atlantique (Mati Diop, 2019), La inocencia (Lucía Alemany, 2019),  The Farewell (Lulu Wang, 2019), Retrato de una mujer en llamas (Céline Sciamma, 2019), Las niñas (Pilar Palomero, 2020),  Nunca, casi nunca, a veces, siempre (Eliza Hittman, 2020).

Pues bien, a ese listado (a buen seguro incompleto), se suma hoy la directora estadounidense Sara Colangelo y su atrevida película del año 2018, La profesora de parvulario, en realidad una adaptación de la película homónima israelí del año 2014 dirigida por Nadav Lapid. Curiosamente es un “remake” con pocos años de diferencia, pero lo cierto es que ambas obras están a la altura de este estudio psicológico de una maestra que llega demasiado lejos para proteger la rara sensibilidad poética de uno de sus pequeños alumnos, una obra que resulta perturbadora por la ambigüedad de la que envuelve a su protagonista, y por las preguntas que deja sin responder sobre los límites de la docencia y el potencial nocivo de superarlo. 

Lisa Spinelli (descomunal Maggie Gyllenhaal) es una maestra de parvulario de Staten Island, quien combina su pasión por la educación infantil con su alma de poeta, de forma que asiste a unas clases nocturnas de poesía con el profesor Simon (Gael García Bernal). Un día escucha a uno de sus alumnos de 5 años recitar un poema que llama su atención y comienza a interesarse por el inusual talento del pequeño prodigio. Este niño de origen indio se llama Jimmy Roy y conoce que sus padres están peleados por su custodia. Es así como Lisa se obsesiona por el poder creativo de Jimmy y arriesga su vida familiar, su libertad y hasta su profesión para intentar que el niño desarrolle su talento. Incluso le da al niño su teléfono para que le recite los poemas que surgen de su mente, poemas con los que Lisa triunfa en sus clases de poesía nocturna. 

La profesora le dice al padre de Jimmy: “Creo que tenemos a un pequeño Mozart. Tiene un don, señor Roy. El nivel de poesía que escribe está muy por encima de los normal a su edad”. Y el padre le contesta: “Quiero ayudar a mi hijo y, sobre todo, si disfruta con esto. Quiero que a mi hijo le vaya bien en la escuela, que sea listo, pero también que tenga una vida normal. Que gane dinero y que sea práctico”. Y a medida que avanza el metraje esa relación profesora y pequeño alumno se hace un poco más incómoda a cada paso. Y llega a convencer al padre de que se pueda hacer cargo de su hijo en los ratos que él no puede, logrando expulsar a su cuidadora habitual. Y en esos momentos acude con Jimmy a museos de arte moderno, al teatro, a recitales de poesía. Y más adelante Lisa también logra que expulsen a su ayudante de clase, y ello porque Jimmy le expresa afecto en un poema y crea su celotipia. Tal es la obsesión que vuelca hacia él, que casi ignora a sus hijos mayores. Y cuando Simon, el profesor de poesía, descubre lo que está ocurriendo le expresa algo que sentimos los propios espectadores: “Deberías dejar la clase, Lisa. Me incomoda que presentes obras que no son tuyas. Todos los artistas toman cosas de otros, pero lo que tú haces…, no sé, es otra cosa. Estás explotando a un niño. Dañaste la confianza de toda la clase, toda la ética. No entiendo qué pretendes. No, no está claro lo que haces”. 

Y esa búsqueda de Lisa por proteger el talento de su joven alumno de parvulario le llega a cometer actos cada vez más difíciles de entender. Incluso intenta secuestrarle, aunque confirmamos que no era su intención, sino protegerle para cuidar de su don para la poesía y que no pase desapercibido. 

Es así que La profesora de parvulario explora temas como la frustración vital, la crisis creativa, las contradicciones del sistema educativo y los delicados límites entre profesores y alumnos, entre docentes y dicentes. En el original bajo la dirección de un hombre, Nadav Lapid, quien obtuvo el premio a Mejor director en el Festival Internacional de Cine de Buenos Aires; en la copia bajo la dirección de una mujer, Sara Colangelo, quien obtuvo el premio a Mejor directora en el Festival de Sundance. Y en ambos casos (original y copia) poesía y prosa, realidad y psicología se dan cabida en esta especial historia alrededor de los dones y la felicidad de los niños superdotados y la dificultad de ser respetados por las personas que les rodean.

Y con La profesora de parvulario seguimos rompiendo el techo de cristal y algunos tabúes. 

  

miércoles, 8 de septiembre de 2021

Neo-Dividencias. El alta precoz postnatal a debate


En el último número de Evidencias en Pediatría dos artículos (un archivo valorado críticamente –-AVC -y un comentario asociado) reabren un debate que no ha sido inhabitual en foros científicos: el alta precoz del recién nacido, concepto que tiene una definición algo heterogénea y que ha cambiado con el tiempo, variando desde menos de 24 horas, a la más extendida, de alta antes de las primeras 48 horas tras un parto vaginal sin complicaciones o 96 horas tras una cesárea. 

Sobre este tema se emplean recomendaciones de expertos basadas en las escasas publicaciones que avalan estas prácticas. Por ello el AVC titulado “Alta precoz posnatal: necesita más estudios” fundamentado en el artículo de Pediatrics “Early postnatal discharge for infants: a meta-analysis” adquiere especial relevancia, pues describe que el alta precoz aumenta entre 1,3 y 2,5 veces el riesgo de reingresar durante los 28 primeros días de vida. Y el comentario asociado bajo el título de “Alta precoz posnatal; ¿dónde estamos hoy?” matiza aspectos de especial interés para centrar este tema que oscila entre la experiencia y la evidencia. 

Tal como se nos comenta, en España dos trabajos en la última década realizan recomendaciones al respecto: en 2014 la Guía de práctica clínica de atención en el embarazo y puerperio, editada por el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad; y en 2017 las Recomendaciones sobre el alta hospitalaria del recién nacido a término sano, de la Sociedad Española de Neonatología a través de su Comisión de Estándares.   

Estamos de acuerdo con ambos artículos en su análisis y reflexión, de forma que esta política de alta precoz no solo debiera primar la eficiencia (reducción de costes por menor estancia hospitalaria), sino el conjunto de indicadores de la gestión de calidad total y que incluye la calidad científico-técnica (eficacia, efectividad y seguridad), la calidad relacional-percibida (información, aceptabilidad y satisfacción) y la calidad organizativo-económica (eficiencia, equidad y accesibilidad). 

Por tanto, aunque prime el concepto de alta precoz, ante estos resultados, parecería razonable recomendar que, en espera de resultados más confiables, los días de estancia no sean establecidos por las administraciones sanitarias, sino por las características clínicas de las madres y de sus recién nacidos. Por tanto, en el alta precoz postantal debemos combinar lo mejor de la Medicina Basada en la Evidencia (MBE) y de la Evidencia Basada en la Medicina (EBM).

lunes, 6 de septiembre de 2021

Vacunación frente a la COVID en la adolescencia: preguntas y respuestas


Hace unas semanas que la vacunación en la adolescencia (12 a 19 años) está en marcha. Si ha sido correcto y razonable responder con claridad a todas las preguntas que han ido surgiendo con la vacuna frente al SARS-CoV-2 en la población general, más importante será responderlas a esta edad. Es por ello que en el archivo adjunto se incluye un documento elaborado por el Ministerio de Sanidad y la Asociación Española de Pediatría en el que se pueden consultar algunas de las dudas más usuales en relación con la vacunación de los adolescentes. 

Estas son las 25 dudas más usuales en relación con la vacunación de los adolescentes, por las que consultan las familias y los propios adolescentes, y también los profesionales que los atienden. 

1. ¿A partir de qué edad se pueden vacunar contra la COVID-19? 
2. ¿Qué vacunas se utilizan en España para vacunar a los adolescentes? 
3. ¿En qué estudios se basan las autorizaciones de las vacunas en adolescentes? 
4. Contraindicaciones de las vacunas de la COVID-19 usadas en adolescentes 
5. ¿Cuántas dosis y cómo se ponen? 
6. ¿Se puede adelantar o atrasar la segunda dosis? 
7. Si se retrasa muchos días, semanas o meses la segunda dosis, ¿hay que empezar de nuevo? 
8. Las dos dosis de vacuna: ¿tienen que ser de la misma marca? (intercambiabilidad) 
9. ¿Es importante la espera de observación después de la vacunación? 
10. ¿Deben ir los adolescentes acompañados por un adulto? 
11. ¿Qué síntomas se pueden notar después de la vacunación? 
12. ¿Hay algún otro efecto secundario más importante? 
13. ¿Vale la pena vacunarse a pesar del riesgo de miocarditis? 
14. El día de la vacunación: ¿se puede hacer vida normal? 
15. ¿La vacuna de la COVID-19 puede producir la enfermedad? 
16. ¿Se puede contraer la COVID-19 estando vacunado? 
17. La variante Delta del virus de la COVID es la que causa la mayoría de las nuevas infecciones. ¿Las vacunas siguen siendo eficaces en estos casos? 
18. ¿Qué hacer si la vacunación de la COVID-19 coincide en el tiempo con otras vacunas? (coadministración con otras vacunas) 
19. ¿Qué hacer si la vacunación de la COVID-19 coincide con tratamientos de inmunoterapia antialérgica? 
20. Vacunación de los adolescentes que ya han pasado la COVID-19 
21. Cómo completar la vacunación de adolescentes que han recibido alguna vacuna de la COVID19 en otros países 
22. ¿Dónde puedo encontrar información técnica oficial sobre estas vacunas? 
23. ¿Es obligatorio vacunarse contra la COVID-19? 
24. ¿Cómo proceder en caso de discrepancia entre los padres sobre la vacunación de un hijo o hija? 
 25. ¿Y los niños y niñas menores de 12 años? 

Veinticinco dudas respondidas en este documento de 13 páginas.

sábado, 4 de septiembre de 2021

Cine y Pediatría (608) “An Education”, enseñanza de la vida más allá de los libros


Audrey Hepburn fue un icono en el cine, de forma que la estilizada figura de esta actriz británica (aunque nacida en Bruselas) resulta inolvidable en sus papeles de Vacaciones en Roma (William Wyler, 1953), Sabrina (Billy Wilder, 1954), Historia de una monja (Fred Zinnemann, 1959), Desayuno con diamantes (Blake Edwards, 1961) o My Fair Lady (George Cukor, 1964), por citar alguna de sus decenas de papeles. De forma que está considerada por el American Film Institute como la tercera mayor leyenda femenina del cine estadounidense (por detrás de Katharine Hepburn y Bette Davis; decir que en las leyendas masculinas este ranking es liderado por Humphret Bogart, Cary Grant y James Stewart). Y como siempre ocurre con los iconos, se intentan buscar sucesores, casi siempre con menos éxito del esperado. 

Y sirva esta introducción para presentar a la que algunos consideran como la nueva Audrey Hepburn del siglo XXI: la también británica (y nacida en Londres), Carey Mulligan. Y no solo porque hace más de una década se hablara de ella para interpretar el papel de Eliza Doolitle en una nueva versión cinematográfica del musical My Fair Lady (que nunca tuvo lugar), sino por su parecido físico (misma estatura y similar estilizada figura), su filantropía (ambas muy concienciadas por causas sociales) y, especialmente, por sus dotes interpretativas. Porque Carey Mulligan es una buena actriz y baste recordar sus papeles en Drive (Nicolas Winding Refn, 2011), Shame (Steve McQuee, 2011) o El gran Gatsby (Baz Luhrmann, 2013); o también en dos películas que ya forman parte de Cine y Pediatría, como han sido El mejor (Shana Feste, 2009) o Lo que arde con el fuego (Paul Dano, 2018).  Y esta joven actriz (que aún representa más joven por su físico y facciones) ya ha sido nominada en dos ocasiones para el Óscar a mejor actriz, recientemente por Una joven prometedora (Emerald Fennell, 2020) y en sus inicios por An Education (Lone Scherfig, 2009). 

Y precisamente hoy nos centraremos en An Education, película traducida en Hispanoamérica como Enseñanza de vida, pues nuestra joven adolescente aprende una importante lección tras su elección de vida, donde los libros y las clases quedan relegados a un segundo plano. En su estreno esta película resultó una agradable sorpresa, pero Carey Mulligan no logró la preciada estatuilla, que fue a parar para Sandra Bullock por The Blind Side/Un sueño posible (John Lee Hancock, 2009), pero donde también competía Gabourey Sidibe por su impactante papel en Precious (Lee Daniels, 2009).   

El guión de An Education es del exitoso Nick Hornby (guionista en Alta fidelidad o Un niño grande), que se basó en un artículo de la periodista Lynn Barber, quien relataba experiencias personales y que es objeto luego ya de un libro entero, “An Education”. Y la dirección corre a cargo de la directora danesa Lone Scherfig, antaño adscrita al movimiento Dogma 95 al filmar Italiano para principiantes (2000) y que, tras regalarnos obras tan especiales y trasgresoras como Wilbur se quiere suicidar (2002) y Como en casa (2007), regresa a un cine convencional que es en su simplicidad donde reside su hermosura y su solidez. 

El libro, la historia y la película giran en torno a Jenny (Carey Mulligan), adolescente londinense de 16 años a principios de los 60, estudiante que toca el violonchelo en una orquesta, a la que le gusta la cultura francesa y hablar en francés. Sus padres quieren que vaya a Oxford para que pueda tener una buena carrera y solucionar su futuro. Y en ese momento aparece David (Peter Sarsgaard), un tipo seductor de 35 años, que la corteja con cenas elegantes, clubs y viajes con sus amigos Danny (Dominic Cooper) y Helen (Rosamund Pike), tan divertidos como superficiales, tan ricos como faltos de cultura. Así las cosas, las convicciones de Jenny se tambalean y se verá obligada a elegir entre seguir con David y su ajetreada vida (un mundo más allá de los libros de latín y clases de violonchelo) o bien ir a la universidad: de hecho, quería estudiar Literatura en Oxford, ciudad en cuyos pubs aún firmaban en esa época sus libros C.S. Lewis y J.R.R. Tolkien. Pero finalmente, Jenny no descubrirá la Tierra de Narnia ni la Tierra Media, sino una tierra quizá insospechadamente más peligrosa, la que David llama como “la universidad de la vida”

Porque David la seduce con la palabra (“No es extraordinario ver a una joven con ganas de aprender. Presiento que tengo muchas cosas que enseñarte”), con algunos lujos impensables para una adolescente (como ese viaje a Paris, que es motivo de eco en su instituto, pues aunque sea con vistas a Montmartre, perder la virginidad a los 17 años no es demasiado romántico), y también seduce a sus padres (quienes incluso llegan a decir a su hija que es mejor que se case y la mantengan, a que sea independiente y labre su propio futuro). Y es aquí donde aparece su profesora Miss Stubbs (Olivia Williams), quien la intentar redirigir sin éxito, pues Jenny no la entiende y por ello le dice “Siento que pienses que esté muerta”; y también la propia directora del instituto (Emma Thompson): “Sepa que nadie hace nada que valga la pena sin un título”. Pero Jenny sigue convencida de ese nuevo camino hacia la vida lujosa y divertida que David le agasaja (que procede de extraños negocios de compra-venta), y llega a decir a sus educadoras: “Ya no basta con que nos cultiven, tiene que decirnos por qué lo hacen… Tal vez alguna persona le pregunte para qué sirve todo esto algún día”

Pero las apariencias engañan. Y más cuando descubre que David está casado y con un hijo, y que lo que ha hecho con ella no es la primera vez que lo hace, según le confiesa su propia mujer. Y entonces se convierte en esa joven embaucada por alguien que no era quien parecía ser, y por ello dice: “Me siento vieja, pero no muy sabia”. El arrepentimiento no le sirve para ser readmitida en su instituto, pero consigue por libre su plaza en Oxford. Y renace como su frase final: “Me muero por conocer París. Como si nunca hubiera estado allí”. Y todo ello mientras suena “Smoke Without Fire” de la también británica Duffy en los títulos de créditos y recordamos los muchos cigarrillos ya consumidos de nuestra protagonista. 

Y es así como An Education nos muestra la enseñanza de la vida de una joven enamorada de Francia y lo que representa, una joven lolita estudiante en la flor de la vida que aprende una difícil lección fuera de los libros. Y ello con una espléndida Carey Mulligan, a la que le vale ser una gran actriz, independientemente de que se la compare o no como la nueva Audrey Hepburn.

 

miércoles, 1 de septiembre de 2021

Los cuatro estilos de aprendizaje

 

Un reciente artículo de El País titulado “Los cuatro estilos de aprendizaje o el por qué algunos leen los manuales y otros no” nos viene a indicar que aprendemos en función de cómo percibimos la realidad y cómo la procesamos, según el profesor David Kolb ya describiera hace casi cuatro décadas.  

Es un artículo curioso que nos da la pista sobre los cuatro tipos de aprendizaje que existen y sus características. Y que posiblemente sea una buena forma de explicar nuestra forma de aprender y de las personas que nos rodean. Porque en esencia hay personas que captan la realidad fundamentalmente a través de la experiencia y otros, creando teorías. Los primeros son más empáticos y tienden a hacer varias tareas al mismo tiempo (multiplicidad); es más, si no lo hacen se pueden aburrir soberanamente. Los segundos prefieren centrarse en una sola tarea, se manejan muy bien en la teoría y se perderían con varias cosas al mismo tiempo (unicidad). Y con respecto a la manera de captar la información, algunos la procesarán si se ponen manos a la obra (acción) y otros si reflexionan sobre lo que observan (pensamiento). Pues bien, las anteriores características definen los ejes de las maneras de aprender y de los cuatro estilos. 

1. Adaptadores o los “hacedores” 
Difícilmente leerán un manual. Son el resultado de la multiplicidad y la acción. Prefieren trabajar rodeados de personas y se buscan la vida para conseguir recursos y alcanzar resultados. Les gusta asumir riesgos y saben adaptarse a las circunstancias. En una empresa abundan en los departamentos de ventas. Y la pregunta clave que necesitan contestar es ¿cuándo? 

2. Asimiladores o expertos en la conceptualización 
Su estilo es opuesto a los adaptadores. Son extraordinarios creando modelos teóricos y definiendo claramente los problemas. Les interesan más las ideas abstractas que las personas, por lo que no es de extrañar que destaquen en el campo de las matemáticas o de las ciencias. En una empresa pueden estar en posiciones de investigación o de planificación estratégica. Y la pregunta clave que necesitan contestar es ¿por qué? 

3. Divergentes o los reyes de las mil y una ideas creativas 
Disfrutan analizando los problemas en su conjunto y trabajando con personas. Son empáticos, emocionales y ocurrentes. No es de extrañar que lancen un sinfín de propuestas diferentes en una reunión. En este estilo se encuentran artistas, músicos y todos los creativos en el mundo de la empresa. Y la pregunta clave que necesitan contestar es ¿y si…? o ¿por qué no? 

4. Convergentes o el poder de la aplicación en una sola cosa 
Son los opuestos a los divergentes. Necesitan la aplicación práctica a las ideas para testar teorías o resolver problemas. Se pierden con muchas alternativas. Sin embargo, son excepcionales en situaciones donde haya un único camino para ser resueltas. Muchos ingenieros se enmarcan en este estilo de aprendizaje. Y la pregunta clave que necesitan contestar es ¿para qué? 

Como es de imaginar, esta es un división teórica (y es posible que conozcamos personas que se adapten a cada uno de estos cuatro estilos), pues lo normal es que todos tengamos un poco de los cuatro, aunque nos solamos sentir más cómodos con uno. 

Y como concluye el propio artículo, todos tenemos un estilo de aprendizaje que nos define más que otros y para desarrollarnos mejor en lo personal y profesional sería recomendable estar con personas que nos complementaran y cuyo estilo estuviera en el extremo del nuestro. Por ello, si eres de los que no lees los manuales, estáte cerca de quienes disfrutan haciéndolo (o viceversa). Porque más allá de este hábito, existe una manera interna distinta de percibir y de procesar la realidad que te puede ayudar a mejorar y a superarte a ti mismo en muchos otros ámbitos de la vida. Y si esto es así de bueno en lo personal, la complementariedad de los estilos de aprendizaje en los equipos de trabajo también resulta muy importante

Y ahora vale la pena que cada uno se pregunte dónde se encuentra más a gusto, si como adaptador, como asimilador, como divergente o como convergente. Personalmente me siento más cómodo en el estilo divergente con cierta dosis de asimilador.