sábado, 9 de marzo de 2013

Cine y Pediatría (165): El abandono de un hijo nos deja sin palabras en “El chico”



Charlot es un icono del siglo XX y también un legado para las futuras generaciones. Este vagabundo con bigote y bastón, chaqué estrecho y pantalones holgados, sombrero pequeño y zapatos anchos, este vagabundo con porte de caballero es el regalo que Charles Chaplin dejó al séptimo arte, un Chaplin que lo fue todo en el mundo del cine: actor cómico, compositor, productor, director y escritor británico. Amó tanto al cine como amó a sus actrices; y así, Chaplin estuvo casado en cuatro ocasiones (con Mildred Harris, Lita Grey, Paulette Goddard y Oona O'Neill) y se le atribuyeron noviazgos con otras tantas actrices de su época (entre ellas, Edna Purviance, Pola Negri, Marion Davies, Merna Kennedy, Georgia Hale, Louise Brooks, y Joan Barry). 

De sus 81 películas oficiales realizadas entre 1914 y 1967, cinco se han añadido a la National Film Registry: Charlot emigrante (1917), La quimera del oro (1925), Luces de la ciudad (1931), Tiempos modernos (1936) y El gran dictador (1940). Pero hoy hablamos de su primer largometraje: El Chico (1921), un claro ejemplo de implicación personal, pues despierta recuerdos de su propia infancia. Sus padres, artistas del music-hall, se separaron cuando él no había cumplido los 3 años. Su padre tuvo problemas de alcoholismo y falleció joven de cirrosis; y su madre  presentó problemas depresivos y fue una actriz fracasada, que sufrió internamientos frecuentes en manicomios. La situación desestructurada de su familia llevó a Chaplin y a sus hermanos a ser recogidos temporalmente en asilos. Parte de esas vivencias se reflejan en la película, pues Chaplin parece encarnar al padre que nunca tuvo, mientras que Edna Purviance puede ser una idealización de su propia madre. 
Por primera vez, en El Chico, la comicidad inherente al slapstick se ve matizada por escenas de fuerte carga dramática, que no obvian ni por un instante el contexto de pobreza en que viven sus personajes y que, de hecho, fue tan familiar para Chaplin. Además, esta película se rueda 1921, justo después de que Chaplin y la actriz Mildred Harris perdieran un hijo prematuro, muerto al poco de nacer. La relación del cineasta con el pequeño Jackie Coogan, con el que establece un fuerte vínculo durante el rodaje, es la más elocuente respuesta a su estado de ánimo en aquellos días. 

El Chico (The Kid en versión original, pero también conocida como El Muchacho, El Chicuelo, El Chamo o El Pibe, según el país) es una película muda que nos cuenta las consecuencias asociadas al abandono de un hijo. Una joven señorita, Edna (Edna Purviance), acaba de dar a luz a un hijo no deseado y decide abandonarlo. Un inocente vagabundo (Charlie Chaplin) encuentra al bebé; en varias ocasiones intenta deshacerse de semejante responsabilidad, si bien, finalmente, se compadece de él y decide adoptarlo y asumir su crianza. El bebé crece y se convierte en John, un muchacho de cinco años (Jackie Coogan), quien, junto a su padre adoptivo, sobrevive en base a pillerías en un suburbio de la ciudad. Pasa el tiempo y Edna se ha convertido en una famosa actriz; ella intenta mitigar parte del constante dolor de haber abandonado a un hijo y lo hace visitando los suburbios, en donde regala juguetes a los niños. Uno de esos niños es John, a quien acaba reconociendo como el hijo que abandonó. Finalmente, Edna y John se reencuentran como madre e hijo, y Chaplin es invitado a vivir con ellos en su lujosa casa. 

La película El Chico presenta un problema que, desgraciadamente, siempre es de actualidad. Continuamente, en nuestra profesión como pediatras y en nuestra condición de ciudadanos, vivimos u oímos casos de niños que son abandonados por sus padres. En esta película, a partir del primer rótulo en el que se expresa que el objetivo de la película es provocar una sonrisa, o tal vez una lágrima, la narración utiliza todos los registros para entender el dolor del abandono de la madre, el sentido social de la maternidad, el acogimiento, la educación y cuidados, la caridad, la actitud de las instituciones de asistencia social, y el cariño de los padres adoptivos. No era difícil para Chaplin conseguir todo eso, pues la película tiene detalles autobiográficos de su infancia, infancia que hemos visto que se desarrolló entre abandonos, hospicios e instituciones. 

La Ley de Protección de Menores en la legislación española contempla el acogimiento como una medida de apoyo y protección a la infancia; concretamente, propone el acogimiento preadoptivo como una medida previa a la adopción, cuya finalidad principal es la adaptación a la vida en familia de los menores, bien para su reinserción en su familia de origen, bien como paso previo a la adopción. No es la primera vez que hablamos de adopción y acogimiento en “Cine y Pediatría” (ver entradas 13, 14 y 38),
En la película El Chico siempre se destaca el excepcional papel del niño, Jackie Coogan, uno de esos recordados pequeños grandes actores de Hollywood en blanco y negro. Jackie Coogan inició su carrera con Charles Chaplin a los 5 años en A Day´s pleasure (1919), pero fue la película El Chico la que le catapultó a ser muy popular. Tuvo una corta carrera, pero suficiente para poder denunciar a sus padres por mala administración de sus ganancias (lo que sentó un precedente jurídico). Creció al lado de la serie B en el cine y se le recordará como el tío Lucas en la serie de televisión "La familia Addams" (1964-1966) y también se le recordará, con cierta envidia, por haber sido el marido de la pin-up Betty Grable. 
Hoy, en El Chico, Jackie Cogan no necesita palabras para expresar con la fuerza de un grito lo que arrastra el abandono de un hijo, tanto en las familias (las que abandonan y las que acogen) como, sobre todo, en los niños.

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