lunes, 18 de marzo de 2024

Pequeños (grandes) pasos para los medicamentos huérfanos en España


Los medicamentos huérfanos son aquellos que están destinados a tratar las enfermedades raras (que afectan a menos de 5 de cada 10.000 habitantes), no resultan atractivos a los patrocinadores en muchas ocasiones por su escasa rentabilidad y precisan por ello apoyo adicional para su desarrollo. Es decir, van dirigidos a tratar afecciones tan infrecuentes que los fabricantes no están dispuestos a comercializarlos bajo las condiciones de mercado habituales pero que son medicamentos que responden a necesidades de salud públicas. 

El proceso que va desde el descubrimiento de una nueva molécula a su comercialización es largo (10 años de media), caro (varias decenas de millones de euros) y muy poco seguro (de 10 moléculas ensayadas, sólo una suele tener un efecto terapéutico). Desarrollar un medicamento dirigido a tratar una enfermedad rara no permite, en general, recuperar el capital invertido para su investigación. 

Se pueden distinguir tres casos: 
- Productos dirigidos a tratar enfermedades raras o de baja prevalencia. Y el número de enfermedades raras que no tienen tratamiento disponible actualmente se estima entre 4.000 y 5.000 en el mundo. 
- Productos retirados del mercado por razones económicas o terapéutica. Por ejemplo, la talidomida fue muy usada como droga hipnótica hace algunos años y fue retirada del mercado cuando fue descubierto su alto riesgo teratogénico. Aún así esta droga mostró propiedades analgésicas interesantes en enfermedades como la lepra o el lupus eritematoso. 
- Productos que no han sido desarrollados: bien porque derivan de un proceso de investigación que no permite que se patenten, bien porque afectan a mercados importantes que, sin embargo, son insolventes (en países del tercer mundo). 

Para estimular la investigación y el desarrollo en el sector de los medicamentos huérfanos, las autoridades han establecido incentivos para las industrias sanitaria y de biotecnología. Esto empezó cuando se adoptó en los Estados Unidos en 1983 el Acta de Medicamentos Huérfanos, le siguió Japón en 1993, y Australia en 1997. Europa les siguió en 1999 con una política común para la Unión Europea sobre medicamentos huérfanos. 

Un reciente informe de Diario Médico comunica que España ha mejorado en 2023 sus parámetros de accesos a medicamentos para enfermedades raras, según datos de Aelmhu (Asociación Española de Laboratorios de Medicamentos Huérfanos y Ultrahuérfanos) El año 2023 se financiaron 21 nuevos medicamentos huérfanos, 12 más que en 2022. Son ya 78 los fármacos de este tipo financiados en España de los 147 que están aprobados para su comercialización en la Unión Europea. Y estos medicamentos financiados en España pertenecen a las siguientes áreas terapéuticas: 28% son productos oncológicos, 18% metabólicos, 12% inmunomoduladores, 9% del sistema nervioso, 8% agentes hematológicos, 6% antiinfecciosos, 4% preparados hormonales y 15% de otros productos. También han mejorado los tiempos de espera (tiempo transcurrido entre el código nacional y la incorporación al Sistema Nacional de Salud), pasando de los 34 meses de espera para el reembolso en 2022 hasta los 23 meses del 2023. 

Estos son algunos pequeños (grandes) pasos de los medicamentos huérfanos en España, donde aún queda mucho por hacer.

sábado, 16 de marzo de 2024

Cine y Pediatría (741) “Sparta”, una escuela tan polémica como la “agogé”


La “agogé” (en griego significa “criar”) era el antiguo programa educativo espartano, que entrenaba a los jóvenes varones en el arte de la guerra, según un programa fue instituido por el legislador Licurgo en el siglo IX a.C. y que formó parte integral de la fuerza militar y el poder político de Esparta. Porque los niños varones eran criados principalmente por sus padres hasta la edad de siete años, cuando entraban en la “agogé” y eran conocidos como “paides” (niños), y se graduaban alrededor de los 30, momento en el que podían casarse y formar una familia. La participación de los niños y jóvenes espartanos en la “agogé” era obligatoria; pero a las niñas espartanas no se les permitía ingresar, y eran educadas en casa por sus madres o entrenadoras. 

El objetivo de la “agogé” era transformar a los niños en soldados espartanos cuya lealtad se dirigía al Estado y a sus hermanos de armas, no a sus familias. La alfabetización estaba incluida en el plan de estudios, pero no era tan importante como la formación militar y las técnicas de supervivencia. Como en otras ciudades-estado griegas, las relaciones homoeróticas entre candidatos mayores y jóvenes se consideraban un aspecto natural del crecimiento y la madurez pero, en Esparta, parece que se fomentaban para crear un vínculo más estrecho entre los hombres que terminarían sirviendo en las fuerzas armadas. Por tanto, las relaciones pedófilas estaban institucionalizadas y cabe considerar que el modelo de la “agogé” fue elogiada como la forma ideal de educación por los filósofos Platón y Aristóteles, así como por el escritor Jenofonte, aunque historiadores posteriores como Plutarco fueron más críticos con el programa. 

Sirva esta introducción para hablar hoy de una de las películas más polémicas recientes, y que ha tenido como protagonista a un provocador director austríaco, cuyo estilo esteta, cínico e irónico firma un desolador, crudo e inquietante retrato de la pedofilia: Sparta (Ulrich Seidl, 2022). Película que se considera la segunda parte, y final, de la obra que diera comienzo con Rimini (2022), donde se nos mostraba el oscuro sótano donde habitaba el singular Richie Bravo (Michael Thomas), un antaño carismático cantante de pop austríaco, y la relación con su padre y su hermano Ewald (Georg Friedrich). Si en Rimini la historia nos transportaba a una ciudad bucólica bañada por el mar Mediterráneo, Sparta navega desembarcando en otra mítica ciudad, igualmente mediterránea, de la antigua Grecia, aunque lo hace de forma figurada, ya que la acción lo hace en un pequeño pueblo del entorno rural de Rumanía. Y en Sparta el protagonista exclusivo es Ewald. 

Comienza Sparta en una residencia de ancianos, como un guiño a Rimini, donde Ewald visita a su padre. Ewald trabaja en una fábrica y tiene una pareja más joven, pero no es feliz en ese lugar frío y triste de Transilvania donde vive. Nos sorprende cuando se acerca a un parque infantil e intenta comportarse como un niño. Entrado ya en los 40, deja a su novia y se muda a otro lugar del interior de país, donde acabará instalándose en una escuela abandonada. Y como un flautista de Hamelin consigue atraer a los niños de la zona, quienes le ayudan a limpiar la escuela abandona, mientras él les compra refrescos y golosinas. Y se le ve feliz por primera vez. A partir de aquí alterna su tiempo entre las visitas al padre demenciado en el asilo y los juegos con los niños en la escuela en ruinas, escuela que acaba siendo su fortaleza. Allí donde Ewald no le quedará otra opción que enfrentarse a una verdad que ha mantenido oculta durante mucho tiempo. 

En la escuela enseña judo a los niños, con kimono y tatami, y aunque habla poco el rumano, se hace entender. Les quita la camiseta y realiza fotos de los menores haciendo poses, que ve en la soledad. Luego llegan las caricias. Se hace pasar profesor de judo antes los padres, que comienzan a preguntar quién es. Van aumentando el número de niños que llegan y se encariña de uno, Octavian, quien muestra marcas de malos tratos y Ewald le protege, prometiendo ir a la policía. Con el tiempo les viste de guerreros espartanos y a cada uno les da un nombre: Fides, Hércules, Apolo, Odiseo, Neptuno, Spartaco,… Y rodea de vallas de madera la escuela y sobre la puerta el nombre de Sparta, el título de nuestra película y de ese guiño a aquellos “agogé”. Les entrena en la lucha grecorromana, cada vez con menos ropa. Y se ducha con ellos al acabar la lucha, ya desnudos. Con el tiempo los niños no regresan a sus casas y se quedan a dormir en Sparta, pues es posible que algunos crean sentirse más seguros. 

Está claro que Sparta no es ni una academia ni un parque de juegos, sino un centro de operaciones creado por Ewald para sucumbir a su filia, que se alimenta de la vulnerabilidad y la inocencia infantil. A pesar de la atmósfera incómoda, los chicos no son conscientes de lo que está pasando a su alrededor. Pero finalmente los padres detectan la situación: “Todo el pueblo habla de ti, Octavian”, le dice al niño su padre maltratador. Y acuden a Sparta para linchar a Ewald. 

Es fácil entender que Sparta es una película incómoda. Muy incómoda. Tan incómoda que asfixia sean las escenas en el asilo o las de la escuela. Seidl marca los tempos con muchísima habilidad, manteniendo los planos y alargando ciertas escenas, y cuanto más vamos conociendo a su protagonista, más aumenta la tensión. Y la polémica no procede de lo que enseña, porque no enseña nada físico, sino que lo terrible de la película de Ulrich Seidl es lo que no enseña: y no mostrar el hecho consumado no hace a la película menos escalofriante ni a su protagonista más exonerable. 

Cabe recordar que la proyección de la película austriaca fue prohibida en el Festival de Venecia después de que Ulrich Seidl fuera acusado de explotar a menores rumanos durante el rodaje y no explicar correctamente a los padres de qué iba la película. Y es que la película versa sobre la pedofilia. Un problema que afecta a los menores desde la Grecia clásica (y antes) hasta nuestros días.

 

miércoles, 13 de marzo de 2024

El camino de Cine y Pediatría se encuentra con la Revista Medicina y Cine

 

Fue en enero de 2010 cuando se iniciaba el camino de Cine y Pediatría. Y lo hice con un post en este blog hablando de una revista referente en el campo de asociar la ciencia (médica) y el arte (cinematográfico). Y esa revista era “Revista de Medicina y Cine” / “Journal of Medicine and Movies” , posiblemente la única conocida que reúne estas dos materias. Una revista bilingüe (español e inglés), electrónica y de acceso libre, publicada por Ediciones Universidad de Salamanca. Aunque se publica de forma trimestral desde el año 2005, conocí de su existencia casualmente al compartir ponencia con su editor en el XXV Congreso Nacional de Estudiantes de Medicina en el año 2007. Fue un satisfactorio encuentro, máxime al reconocer que los editores responsables fueron profesores míos en la Universidad de Salamanca: los hermanos José Elías y Enrique García Sánchez, que comparten su trabajo en el Departamento de Microbiología y Parasitología de la Universidad de Salamanca y su enorme afición al cine.  

De aquel encuentro nació el compromiso de los editores de la Revista Medicina y Cine de prologar mi primer libro de Cine y Pediatría. Y así fue en el año 2012. Ha pasado el tiempo y los lazos han continuado, de forma que desde noviembre de 2023 fui invitado a formar parte del Equipo Editorial de la Revista Medicina y Cine, coincidiendo con un cambio en la dirección de la revisa, actualmente a cargo de la Prof. María José Fresnadillo Martínez. Lo cual es un honor, al ser alumno de dicha Universidad de Salamanca. 

Y este compromiso de colaboración comienza con un artículo publicado en el último número de la revista, bajo el título de “El embarazo en adolescentes a través del séptimo arte”, que se puede consultar en este enlace y también en el archivo adjunto.