sábado, 8 de diciembre de 2012

Cine y Pediatría (152). “La vida de Pi” es mucho más que 3,1416


Agite en una coctelera esencia de Big Fish (Tim Burton, 2003) y de Naúfrago (Robert Zemeckis, 2000) con unas ramas de The Fall. El sueño de Alexandria (Tarsem Singh, 2006) y aromas de La invención de Hugo (Martin Scorsese, 2011) más Avatar (James Cameron, 2009) y se aproximará a La vida de Pi (Ang Lee, 2012). 

Porque el taiwanés Ang Lee convierte en oro casi todo lo que dirige. Lee, que saltó internacionalmente a la fama con El banquete de boda (1993) e inició una carrera en la industria norteamericana con títulos del calibre de Sentido y sensibilidad (1995), La tormenta de hielo (1997) o Tigre y dragón (2000), alcanzó el espaldarazo con el Oscar de Hollywood como mejor director por Brokeback Mountain (2005). En este caso el reto era quizás mayor, porque se decía que la novela en que se basaba la película era un libro inadaptable; pero Lee demuestra que tal cosa no existe, porque él es genio y artesano, porque trabaja sobre material ajeno, pero tiene el talento de los elegidos para hacerlo enteramente suyo, genuino e irrepetible. La vida de Pi es solo la enésima muestra de su excepcional versatilidad como narrador, como contador de historias; en un alarde de inventiva visual, dando una lección magistral de cómo usar y por qué el 3D sin que sea un estéril artefacto. Para algunos Lee firma aquí uno de sus trabajos más brillantes, y probablemente uno de los más perdurables. 

El escritor canadiense, de origen español (y nacido en Salamanca), Yann Martel logra el reconocimiento de la crítica literaria y la fama en 2001 gracias a la novela de aventuras "Life of Pi" (justamente ganadora del "Man Booker Prize for Fiction" en 2002 como mejor obra en lengua inglesa dentro de los países que conforman la Commonwealth). Ese mismo año, la Fox compró los derechos para la gran pantalla y se inició un largo periplo para encontrar al director adecuado para adaptar la historia cinematográficamente. Después de una ardua búsqueda y una década después, el elegido ha resultado ser el prestigioso realizador taiwanés. El guión de David Magee a partir de la novela de Yann Martel tiene la suficiente capacidad como para ganarse al espectador y hacerle partícipe de una experiencia inolvidable, gracias al toque maestro de Ang Lee. 

Vuelve el mejor Ang Lee con una fábula iniciática, sobre el paso de la infancia a la edad adulta, decorada con un ingenio visual apabullante, una deconstrucción de los recuerdos matizados por la imaginación desbordada y por la necesidad patológica de creer en lo asombroso, en lo misterioso, en lo divino. La vida de Pi tiene la facultad de incendiar la imaginación, de narrar una abrumadora tragedia de supervivencia como si fuera un viaje de autoafirmación y autodescubrimiento, que no es sino la fábula de un niño cruzando la frontera que separa la infancia de la edad adulta, que separa el sueño del dolor. 

Porque lo nuevo de Ang Lee es de esas películas que te reconcilian con el cine como fábrica de sueños (como lo hiciera el año pasado Martin Scorsese con La invención de Hugo), buceando en los tortuosos recuerdos de un conmovedor viaje iniciático, de un período de formación a bordo de un bote a la deriva, en el que un adolescente se descubre a sí mismo y aprende a dominar su naturaleza salvaje, su lado oscuro, la bestia que lleva dentro, reconciliándose con su pasado y con su presente. 

Porque La vida de Pi tiene múltiples lecturas. Puede leerse como una reivindicación pura y simple de la fascinación de las fábulas oralmente transmitidas; también como una parábola espiritual acerca de la necesidad de ver un plan divino y providencial en cada cosa como coartada para agarrarse a la realidad con un mínimo de esperanza; o, finalmente, como un punto de intersección entre lo objetivo y lo subjetivo, acerca del incalculable valor balsámico y curativo de las fábulas para maquillar recuerdos y vivencias traumáticas de la infancia. 

Ang Lee fabrica imágenes con un poder de sugestión grandioso, bellas pero no huecas, poéticas pero no pedantes. La vida de Pi es una caja de sorpresas, una pedazo de cine asombroso que quiere y sabe llegar al corazón, pero también exige que lo pienses, que lo interpretes. Durante su visión y, sobre todo, al finalizar la película las sensaciones y visiones de La vida de Pi serán bastante diferentes en cada espectador. Quizás de ahí su magia… 

Un escritor topa, por casualidad, con la fascinante historia de Pi Patel (Gautam Belur de niño, Ayush Tandon de pre-adolescente, brillante Suraj Sharma de adolescente e Irrfan Khan de adulto), que, a la temprana edad de 17 años, vivió la odisea más grande que nadie pueda imaginar. Hijo del propietario de un zoológico en la India, Pi y su familia se ven obligados, por la situación política del país, a emigrar a Canadá. Durante la travesía, el barco se hunde y sólo se salva Pi junto a un insólito compañero: un tigre de Bengala..., por lo que deben permanecer unidos si quieren sobrevivir. 
Este breve argumento se nos muestra en la película en tres partes claramente diferenciales, tres partes asimétricas en su contenido, en su duración y en su estética. También en la sensación que dejarán en el espectador cada parte puede ser asimétrica, aunque conviene leerla como un todo. 
El primer acto roza lo modélico en su tarea de conseguir que nos encariñemos con Pi al hacernos participe de donde viene su nombre (Piscine “Pi” Molitor Pate), de sus relaciones personales (su familia, su tío, sus amigos, su amor de juventud,…), de su adscripción a un sinfín de religiones (la búsqueda de la verdad entre el hinduismo, el cristianismo y el islamismo, aspecto clave para que la fe, uno de los grandes temas de la película, no esté asociada a los rasgos negativos de alguna creencia concreta ni a adoctrinamientos). 
El segundo acto es el núcleo principal de la obra, ese naufragio en el mar espiritual de Pi junto a un tigre, una hiena manchada, una cebra herida y un orangután. Y esa relación de vida y supervivencia entre Pi y el tigre de Bengala (de nombre Richard Parker) en un bote y una balsa. Un viaje repleto de imágenes que quedarán grabadas para siempre en nuestra retina, como, por ejemplo, ese mar de medusas, o el viaje de los peces voladores, o la travesía de los delfines, o la isla carnívora y, sobre todo, ese mar con distintos estados de ánimo. 
El tercer acto es el más corto, el menos visual, pero la respuesta a nuestras dudas (o, por el contrario para otros, las dudas a lo que creíamos una respuesta). Esa declaración con cámara fija de Pi a los dos marines chinos y cómo el tigre, la hiena, la cebra y el orangután adquieren dimensión humana. 

La carrera de los Oscar 2013 arranca aquí, con La vida de Pi, y no podría arrancar de mejor manera. Si en el 2011 la agradable sorpresa fue La invención de Hugo, posiblemente estemos ante la agradable sorpresa del 2012. Lee juega con las posibilidades genéricas de la historia traspasando los límites del mero entretenimiento y convirtiendo a La vida de Pi en un espectáculo fascinante para la vista, enriquecedor para el cerebro y que tocará la fibra sensible de muchos. 

Porque La vida de Pi tendréis la oportunidad de descubrir que es mucho más que 3,1416…. Canto telúrico delicioso, un drama místico que transita con placidez para contarnos que no somos más que granos de arena en un desierto infinito. Una experiencia sensorial con inexcusable reflexión que nos deja este mensaje: “Supongo que la vida, al final, no es sino un acto de renuncia…”.

 

6 comentarios:

Anónimo dijo...

es adecuada para niños? a partir de que edad?
gracias

Javier González de Dios dijo...

Rafa, probablemente los niños sólo verán la parte lúdica de la película, no el duro mensaje soterrado. Aún así, quizás la aprovechen más los niños a partir de los 8 años.

Ver Fractal dijo...

La vida de Pi la veo como una parábola de donde nos vienen muchos miedos, algunos implantados en nosotros con la mejor intención por nuestros padres, y el arduo camino de eliminarlos; en fin, una lección de como afrontar los miedos que se explica en http://www.verfractal.es/2012/12/la-vida-de-pi-como-afrontar-los-miedos.html

Carmen Martínez dijo...

Es una película genial, pero contestando a Rafa, creo que es para adultos.El ritmo probablemente no atrape la imaginación de la mayoría de los niños. Supongo que como todo, habrá excepciones.
Pura narrativa del dolor reconvertido en cuento,leyenda,fábula...

jorgitoduron dijo...

Lleve a mi hija de 8 años y a mi pequeñita de 2. La de 2 quietecita y sin dormirse atenta, la de 8 se quedo con el cuento que vio en pantalla y a mi me vio llorar. Y es que hasta el final me di cuenta que la historia no era mágica sino especialmente humana-real-racional, y fue genial descubrirlo en un minuto.

Es-Qui dijo...

Tiene múltimples lecturas he aquí una más. Puede que a alguien le resulte interesante.

Interesado por las religiones, se adentra en la religión hinduista, cristiana y musulmana, preguntado por la judía dice que está estudiando la cábala. Curiosamente no nombra la religión budista. Supongo que es porque no es teista y el mensaje o la dirección ideológica de esa espiritualidad tiene un marco de dios, o un marco ineludiblemente teista.
El único momento que se nombra el budismo es por el marinero japonés que se les acerca justo después del enfrentamiento violento con el cocinero, se les acerca riendo y de forma bastante ridícula pareciendo un imbécil, diciendo que come "arroz con salsa". De forma divertida y burlesca lo llaman el "budista feliz". La siguiente referencia que yo veo como budista, sea sin querer o queriendo es la isla. la isla está repleta de suricatos, unos animales idénticos que parecen calvos e inexpresivos, sin reacciones de miedo o reacciones individuales, que viven en un inmenso grupo en una isla extraña con forma de ser humano tumbado (unas de las representaciones del buddha es tumbado)curiosamente el protagonista descubre un diente dentro de una flor, que la abre como si fuera una flor de loto (otro símbolo común en el budismo) (el diente de buda es una de las reliquias mas conocidas). La isla se convierte por la noche en una especie de monstruo venenoso y asesino. Por el día tiene bondades como para parecer atractiva. Es una manera de representar la mentira o la traición de lo que parece bueno. Él protagonista se dió cuenta y abandonó dicha isla. Está diciendo que el budismo es una gran mentira.
La siguiente aparición del budista es cuando relata que realmente estuvo en la barca y estaba herido, hubo que amputarle una pierna y sufrió mucho. Finalmente murió y su carne fué utilizada como carnaza y el cocinero también practicó canibalismo (tuvo la misma suerte que la rata).

Esta interpretación ha sido con ver una vez la película, y a saber si se me escaparon mas detalles...
En mi opinión es una película que ataca frontalmente el budismo por ser una religión en auge y no corresponde con los ideales teistas. Es una religión humanista que escapa al control acostumbrado porque da la confianza en el ser humano diciendo que puede hacer un mundo mejor. El materialismo prefiere esclavos.
Y finalmente acaba con el teismo diciendo que es una ilusión para hacer mas soportable la vida. Pero sin embargo vale.
A mi opinión es una película nihilista pesimista adornada con belleza para que entre en las mentes de los incautos e incautas. Y entra.