"La historia que estáis a punto de ver es cierta, al menos hasta lo que yo sé...". Así comienza la película distribuida por HBO para la televisión por título The Tale (Jennifer Fox, 2018), una dura e impactante historia real basada en la propia experiencia vivida por la directora del filme, un drama psicológico que cuenta la historia de esta consolidada documentalista, sobre su abuso sexual en su niñez, del cual toma conciencia cuando su madre (Ellen Burstyn) encuentra un ensayo suyo que escribió cuando tenía 13 años, un texto que revela una relación abusiva con un hombre adulto, que en su momento ella percibía como una historia de amor. Buen guión en dos tramas de espacio tiempo, con continuos saltos temporales al presente de una Jennifer adulta (Laura Dern) y al pasado de una niña y adolescente Jenny (Isabelle Nelisse) que se nos presenta como la anti-Lolita, todo lo contrario a una niña-mujer seductora. Una película para comprender cómo se van tejiendo las historias de abuso entre un adulto y una menor, una iniciación sexual que, por su carácter traumático, se le presenta como algo ambiguo y confuso. Y ahora nuestra protagonista (y directora) tiene que enfrentarse a ello, afrontar sus recuerdos y sanar sus heridas. Una película dura, pero que merece ser vista y analizada.
Es interesante la manera cómo la mujer se enfrenta a la verdad de un recuerdo idealizado y que oculta lo que tuvo de terrorífico. Y en dos momentos, al principio y final de la historia, aparece esta vez en off de Jenny: “He conocido a dos personas muy especiales a las que cada vez quiero más. Imaginen a una mujer que está casada y a un hombre que está divorciado. Tengo la enorme suerte de compartir el amor de los dos”. Y esas dos personas son Jane, la Sra. G (Elizabeth Debicki), su entrenadora de caballos, y Bill (Jasson Ritter), el entrenador físico que colabora en la escuela de equitación. Entre ellos y las alumnas que acuden a ese centro existe una peculiar relación, especialmente con Jenny, a la que acaban confesando que ellos son amantes, y ella guarda el secreto. Pues ella prefiere este entorno que el de su familia numerosa, las normas de su casa y la relación con sus padres. Y esto llega al punto que todos los fines Jenny pasaba los fines de semana en la granja de la Sra. G, con el consentimiento de sus padres.
Y en continuas escenas retrospectivas (flashback) y prolepsis (flashforward), donde se desgranan los recuerdos que ese escrito ha sacado a la luz, se nos acerca a algo que presentimos como oscuro. Porque Jane y Bill se presentan como adultos protectores con Jenny y le ofrecen formar una familia basada en la honestidad y el amor. La menor no quiere ser víctima, pero Bill es el prototipo del narcisista perverso que realiza un acoso implacable y sistemático a una niña que quiere dominar como su objeto sexual absoluto; y con el tiempo le pide: “¿Podrías hacerme un favor? Me dejas que te vea…”. Y donde también destaca el ambiguo rol de Jane, su entrenadora. Y a medida que avanzan los abusos, donde Bill usa a Jenny como su amante, esta nos expresa este confundido pensamiento: “Cuando llegamos tan lejos, ya no sé cómo decir que no… Yo le quiero y él a mi”. Característico síndrome de Estocolmo de la víctima… Porque estos abusadores se presentan como personajes complejos, lejos del arquetipo de villanos, lo que nos representa la forma en que los abusadores se infiltran en la vida de sus víctimas desde la manipulación, el afecto y la seducción emocional.
The Tale aborda temas profundamente personales y dolorosos como el abuso sexual infantil, la memoria, la negación y la reelaboración del trauma. No solo es cine, sino también una forma de terapia y confrontación pública con una verdad silenciada durante años y que tiene que reconstruir. Y al final, la madre de Jenny le confiesa: “Fracasé en lo más importante que una madre debe hacer: ¡protegerte!”. Y nos transporta a esa tramo final donde la Jennifer adulta conversa con la Jenny adolescente, y donde la menor se sigue considerando una heroína y no una víctima. Y para romper ese círculo, Jennifer decide reencontrarse con Jane y con Bill después de décadas. Y todos los fantasmas reaparecen…, también los del espectador. Porque sentimos que esta cuento nunca debiera haber sido contado, por mucho que la Sra. G le diga a Jennifer: “Cambiaría mil cosas si volviera atrás”.
Vale la pena subrayar que uno de los mayores logros de The Tale es su uso de una narrativa no lineal. La historia se desarrolla como una investigación personal, con constantes saltos temporales entre el presente y los recuerdos del pasado, que se van modificando a medida que Jennifer se acerca más a la verdad, lo que refleja cómo la memoria humana se ve influenciada por emociones, mecanismos de defensa y el paso del tiempo. Y otro punto a destacar es la interpretación de Laura Dern, conmovedora, matizada y valiente. Una gran actuación a la que nos tiene acostumbrada esta actriz con centenares de películas en su haber, muchas de las cuales ya forman parte de Cine y Pediatría, como Máscara (Peter Bogdanovich, 1984), Un mundo perfecto (Clint Eastwood,1993), Yo soy Sam (Jessie Nelson, 2001), Alma salvaje (Jean-Marc Vallée, 2014), Mujercitas (Greta Gerwing, 2019), Historia de un matrimonio (Noah Baumbach, 2019) y El hijo (Florian Zeller, 2022). Pero si bien en estas películas citadas su papel es secundario, en The Tale se lleva todos los honores, con un papel protagonista a la altura de Rambling Rose (Martha Coolidge, 1991), Corazón salvaje (David Lynch, 1990) o Inland Empire (David Lynch, 2006). çç
Lo dicho, The Tale es un cuento que ningún menor debiera vivir ni recordar. Pero una vez visualizada la película nos permite debatir sobre varios temas importantes, como la reconstrucción de la memoria (no como archivo, sino como una narrativa en constante reescritura), el abuso y la negación, así como el empoderamiento y autoexploración (que nos ofrece un camino hacia la comprensión y la resiliencia). Porque al tratarse de un caso real contado por la propia sobreviviente, se convierte en un testimonio urgente y honesto que trasciende lo individual, quizás una de las películas más importantes del siglo XXI en cuanto a representación de abuso sexual y trauma infantil. Y Jennifer Fox demuestra que el cine puede ser una herramienta poderosa para narrar lo que durante años no pudo decirse en voz alta.