sábado, 5 de marzo de 2011

Cine y pediatría (60). La luz y el espíritu de la infancia en el cine de Victor Erice


Victor Erice se ha convertido en uno de los personajes peculiares del séptimo arte. Una obra muy personal y escasa (que algunos consideran la más bella del cine español) le han convertido en casi una leyenda. Cuatro cortos (En la terraza, 1961; Páginas de un diario, 1962; Los días perdidos, 1963; Entre vías, 1966), cuatro películas colectivas en las que contribuye con algún segmento (Los desafíos, 1969; Celebrate Cinema 101, 1995; Ten minutes older: the trumpet, 2002; La morte rouge, 2006) y tres largometrajes (El espíritu de la colmena, 1973; El sur, 1983; El sol de membrillo, 1992) componen su bagaje. Breve cinematografía, aunque intensa y que convierten a Victor Erice, por derecho propio, en poeta de la imagen.

Tres largometrajes (uno cada 10 años), tres obras maestras y un posible lema común: atrapar la luz perdida entre el conocimiento y el sentimiento, entre la realidad y el sueño. La luz en el fondo de un pozo y en los ojos de dos niñas que evocan el mito de Frankestein (El espíritu de la colmena), la luz del pasado y de la admiración entre un niña que crece y su padre (El sur) y la luz fugitiva de un árbol que un pintor trata de preservar (El sol de membrillo).

El espíritu de la colmena es para algunos críticos la más hermosa película española del siglo XX, título que ostenta ese rango en dura pugna con El Sur, del mismo autor. Dos obras que calan en el alma y que tienen a la infancia como punto nuclear. Producidas por Elías Querejeta, son producto del guión entre el propio Erice y Ángel Fernández Santos, reconocido en su tiempo como uno de los analistas cinematográficos más relevantes, comprometido y combativo.

El espíritu de la colmena es una película sobre los vencidos y en donde cada uno se llama por su nombre: Fernando, el padre (Fernando Fernán Gómez), trata de recomponer una colmena en el vacío; Teresa, la madre (Teresa Gimpera), envía cartas a un desconocido; Ana, la hija de 7 años (Ana Torrent), intenta evocar a una fantasma en su vida poblada de presencias; e Isabel, la hija de 9 años (Isabel Tellería), se conforma con lo que la realidad le ofrece. Los campos de Castilla, un cine de pueblo en donde se proyecta la película de El monstruo de Frankestein (James Whale,1931 basada en la novela "Frankenstein o el moderno Prometeo" de Mary Shelley), confidencias de niñas en la habitación, una casa abandonada en medio del campo yermo, un fugitivo en la postguerra civil, trenes que pasan, la melodía de “Vamos a contar mentiras” y el color miel que lo inunda todo. Nunca como en la infancia resuenan con tanta fuerza y con tanta fascinación las voces del otro lado y hacen de El espíritu de la colmena una de las obras cumbres del cine fantástico, como lo fueron Viento en las velas (Alexander Mackendrick, 1965) y La noche del cazador (Charles Laughton, 1955). El filme ganó la Concha de Oro en el Festival Internacional de cine de San Sebastián (de hecho, fue la primera película española en ganarla), y aupó a su director al edén de los genios.

El sur es una película sobre la soledad y el amor perdido anclado en los recuerdos, con los deseos insatisfechos de utopía o de "sur" de fondo. Basada en una novela homónima de Adelaida García Morales, a la sazón compañera sentimental de Victor Erice. “La gaviota” es una casa en de las afueras de una ciudad norteña, en donde viven Agustín, el padre (Omero Antonutti), hombre del sur, médico y zahorí; Julia, la madre (Lola Cardona), maestra represaliada por el régimen franquista; y Estrella, la hija que es niña de 8 años (Sonsoles Aranguren) y adolescente de 15 (Icíar Bollaín). Estrella va creciendo entre recuerdos fragmentados, algunos vívidos y transparentes, otros apenas una imagen fugaz: el poder casi mágico de su padre y el firme equilibrio de su péndulo, la magia de su primera comunión, el súbito descubrimiento de un lejano amor sureño y oculto de su padre entre los destellos de un cine, la comida con su padre en aquel vacío restaurante donde descubre que la fascinación hacia él se ha desvanecido. Como en un acto simbólico, Agustín pondrá fin a su vida y Estrella nunca más podrá recuperarlo, como nunca más hará nuevamente suyos los rayos de luz que alumbran la infancia. 
El Sur es un fascinante paraíso cinematográfico, con un preciso sentido del relato elíptico y una hermosa intuición para retratar la luz y la vida. Pero El Sur es una obra inacabada, pues no se pudo filmar la segunda parte (una parte en la que Estrella viaja al sur de España y descubre la esencia y el secreto de su padre).

Las niñas son las protagonistas de estas dos películas: Isabel Tellerías y Ana Torrent en El espíritu de la colmena; Sonsoles Aranguren e Iciar Bollaín en El sur. Isabel Tellerías y Sonsoles Aranguren no siguieron el camino del cine, pese a que fue magnífico su debut. Sin embargo, Ana Torrent e Iciar Bollaín han brillado con luz propia, la primera como actriz (Vacas de Julio Medem, 1992; Tesis de Alejandro Amenábar, 1995; Yoyes de Helena Taberna, 1999; etc) y la segunda como actriz (Sublet de Chus Gutiérrez, 1991; Tierra y libertad de Ken Loach, 1994; Leo de José Luis Borau, 2000, etc) y, sobre todo, como directora (Hola, ¿estás sola?, 1995; Flores de otro mundo, 1999; Te doy mis ojos, 2003; Mataharis, 2007; También la lluvia, 2010).

El espíritu de la infancia en el cine de Victor Erice está contado con imágenes bellísimas y con una luz especial. Dos fragmentos como ejemplo, dos poemas en la retina.

 

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