lunes, 23 de julio de 2012

Sociedades científicas e industria farmacéutica: transparencia e independencia


Las sociedades científicas (SC) son una pieza clave en el sistema sanitario por su capacidad de liderazgo. Esto hace que sean un punto de mira esencial para la industria farmacéutica (IF). Dado que las SC no tienen fortaleza económica per se, buscan su fuente de ingresos principalmente de tres orígenes: la cuotas de sus socios, los beneficios que se puedan obtener de las reuniones científicas y, sobre todo, de las aportaciones de la IF. 
Esto convierte en relaciones de interés las que se establecen entre SC e IF, por lo que la credibilidad, prestigio e independencia de las SC podrían verse amenazadas. Esto no es nuevo y es motivo de recurrente polémica. De ello nos habla Alberto Ruano-Ravina en el interesante editorial de Medicina Clínica, artículo que surge a partir de la monografía que la Sociedad Española de Salud Pública y Administraciones Sanitarias (SESPAS) acaba de publicar sobre recomendaciones para una sana relación entre SC e IF. Monografía de imprescindible lectura. 

Este documento se suma a otros ya existentes en España sobre este tema, si bien la mayoría se centraban en la relación entre profesionales sanitarios e IF, no entre SC e IF. Recordamos algunos de los más relevantes: 
-"Código de Buenas Prácticas", publicado la Federación Nacional de Empresas de Tecnología Sanitaria en 2009. 

Las relaciones entre SC e IF tienen que dar un paso adelante. Algunas SC ya lo han hecho y han mostrado su interés explícito de dotar de transparencia a estas relaciones, como han sido la Sociedad Española de Cardiología (ver documento SEC), la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (ver documento SEMERGEN) y la Asociación Española de Pediatría (ver documento AEP). Y un paso más adelante lo ha realizado la Sociedad Española de Epidemiología, quien detalla las fuentes de ingreso de la IF y su peso sobre el total de la sociedad (ver documento SEE). 

Las relaciones entre SC e IF tienen que reconducirse antes de que sea demasiado tarde. Las claves de una relación sana, ética y estética para la SC son la transparencia y la independencia. Si no es así, la SC se tiñe de sospecha y descrédito si se atisba una profunda relación con algún sector de la IF. 

En Pediatría hemos tenidos algún ejemplo de impropia relación entre una SC e IF en años previos, ejemplos que marcaron la redacción del Marco Ético de la AEP y que han servido para reconducir el camino de forma oportuna por la actual Junta Directiva de la AEP. Y al igual que la AEP ha dado el paso adelante, lo deben realizar las distintas sociedades científicas pediátricas que la componen: cuando en los informes de tesorería de una sociedad más de la mitad de las aportaciones económicas proceden de una única empresa farmacéutica, indica que se producen conflictos de interés,… aunque se declare que no es así (pero esto será motivo de otro debate: la “declaración” no siempre se corresponde ni exime de la realidad y, entonces, la “declaración” pierde todo su sentido). 

Como dice Ruano-Ravina en su artículo, "mirar hacia otro lado ante este problema es un lujo que la sociedad y las propias SC no se pueden permitir: ¿quién mueve ficha?". Transparencia e independencia: elementos clave para una sana, productiva y beneficiosa relación entre SC e IF.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Lo importante es no perder de viasta los objetivos de la sociedad científica y sobretodo los valores de la institución. Os recomiendo la lectura de un documento interesante del Grupo de Ética de la CAMFiC (Societat Catala de Medicina Familiar i Comunitaria)en castellano: http://www.camfic.cat/CAMFiC/Seccions/GrupsTreball/Docs/Etica/relacions_industria_cast.pdf

doctorin dijo...

En las sociedades científicas llevamos muchos años acostumbrados al "gratis total" a mayor gloria de la industria farmacéutica y cuesta cambiar la tendencia. Puede que esta crisis económica ayude a cambiar algunos hábitos ahora que el grifo se abre con menos alegría.

Una de las primeras cosas que habría que replantear son las ridículas cuotas que pagamos por ser miembros de una sociedad científica. La mayoría de los socios no son conscientes de dónde procede el dinero con el que se financian, y puede que muchos prefieran pagar algo más a cambio de conseguir más independencia.