sábado, 10 de noviembre de 2018

Cine y Pediatría (461). “El camino de los sueños”, el sueño de ver la vida con otra perspectiva


Hay personas que hacen del camino de su vida un sueño. Y, sin duda, uno de ellos es Vicente Ferrer, posiblemente la figura española más vinculada con la solidaridad y cooperación con los desfavorecidos del tercer mundo. Él llegó a los 32 años como misionero de la Compañía de Jesús a Bombay, pero fue expulsado de la India 16 años después debido a la desconfianza de políticos y los propios religiosos. Un acto que removió la conciencia de miles de personas, entre ella la primer ministra Indira Gandhi, que le pidieron que regresara a continuar su gran labor. Y regresó un año después, pero no ya a Bombay, sino a Anantapur y allí fundó la Fundación Vicente Ferrer en el año 1969 y lo hizo ya como seglar y tras casarse con Anne Perry (luego Anna Ferrer, con la que tuvo tres hijos). 

Así que estamos a punto de cumplir las bodas de oro de Fundación Vicente Ferrer, cuyo objetivo es sacar de la pobreza al mayor número de personas posibles mediante un desarrollo sostenible, con cinco pilares: agricultura de conservación, suministro de agua, asistencia sanitaria, educación universal y microcréditos. Y en estas cinco décadas esta fundación consigue sus objetivos gracias al padrinazgo (más de 150.000 niños), al trabajo de casi 2.500 personas, con cinco hospitales (uno especializado en enfermos de sida) y más de mil escuelas (entre las que hay escuelas para niños ciegos, para niños sordos, para niños con síndrome de Down y para niños con minusvalías diversas). Cuando alguien ha conseguido algo así, ¿cómo no va a ser su vida el camino de los sueños…? 

Pues en conmemoración a este efeméride tan cercana permitirme que hoy comparta esta película documental española del año 2009 dirigida por Joan soler y por título, precisamente, El camino de los sueños, la historia real de Alba de Toro y Nuria Faure, dos jóvenes de 20 años invidentes desde el nacimiento, y que deciden pasar del lamento a la acción, de la discapacidad a la capacidad, y para ello viajan de Barcelona a Anantapur para ofrecer su apoyo a los niños y niñas ciegos que acoge el centro escolar de Fundación Vicente Ferrer. 

Alba tiene una ceguera total y siempre va acompañada de su perra Tory; Nuria solo mantiene una mínima visión por el ojo izquierdo. Ambas mantienen una lucha diaria contra las limitaciones que les impone su discapacidad para llevar una vida normal, para llevar una sonrisa en la boca y para sentirse útiles. Su espíritu de superación y su generosidad las impulsan a alcanzar constantemente nuevos objetivos y a dedicar tiempo y esfuerzo para ayudar a los demás. Y llevadas por su afán de explotar todas las posibilidades que la vida les ofrece, viajarán a la India, a la Fundación Vicente Ferrer, para colaborar en la educación de niños ciegos. Y allí el propio Vicente Ferrer, ya en los últimos meses de su vida (porque la película se estrenó el año de su fallecimiento), les dice: “¿Pero vosotras sois conscientes del valor que tiene lo que estáis haciendo?... Os voy a hacer un monumento a ti, si nadie os hace un monumento, yo me encargo de ello… En fin, sabéis la alegría que me dais”

Puede que El camino de los sueños no sea una gran película, pero si es un interesante documental sobre la generosidad y capacidad de superación que obviamente son un ejemplo para todos. Las experiencias que allí vivirán Alba y Núria marcarán el recorrido de un camino que conduce a la realización de sus sueños. Y de hecho, en algún momento del documental se nos narra que Fundación Vicente Ferrer tiene alrededor de 50 centros educativos para sordos, ciegos y sordociegos, personas que tienen un enorme hándicap sensorial, pero que no se rinden y que mantienen la sonrisa. Y se nos narra bajo la impresión de algunas escenas para el recuerdo, como la de esos niños con distintos tipos de ceguera aprendiendo braille o la de esas madre bañando a sus recién nacidos en el regazo de las piernas. 

Cabe reseñar que los beneficios generados en taquilla de esta película que correspondan a la productora irán destinados a la construcción de una nueva escuela en Anantapur, a través de la Fundación de Ferrer. Por ello, esta película no tiene nada que ver con la película Mulholland Drive (David Lynch, 2001), traducida como El camino de los sueños en Argentina, o con la también película argentina bajo el mismo título, El camino de los sueños (Javier Torre, 1993). 

Y como nada es casualidad, tras ver esta película, ayer nos llegó una carta de Fundación Vicente Ferrer para comunicarnos que nuestro niño apadrinado, Prasad Naik, había cumplido su mayoría de edad. Y después de casi dos décadas de nuestro apoyo a él y a su familia, había llegado a su fin y nos transmitían su agradecimiento. Por lo que en pocos días comenzaremos el apadrinamiento de otro niño o niña. Y es que el camino de los sueños tiene muchos senderos… En el caso de Alba y Nuria fue un camino en el que cumplieron el sueño de ver la vida con otra perspectiva. 

Por ello no es de extrañar que la película finalice con esta frase de El Principito de Antoine de Saint-Exupéry; “No se puede ver sino con el corazón. Lo esencial está oculto a los ojos”. No es de extrañar que nuestras jóvenes protagonistas Alba y Nuria quisieran viajar a Anantapur, pues allí se ve la vida con otra perspectiva, en ese estado de Andhra Pradesh con tres millones de personas a lo largo de más de 3000 municipios, la mayor parte dalit (los intocables, la última casta). 

Y es que la ceguera es una de las peores pérdidas sensoriales para el ser humano. Pero bien es cierto que no hay peor ciego que el que no quiere ver o sentir… Y desde luego, Vicente Ferrer nos dio un ejemplo de ello.

 

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