sábado, 9 de octubre de 2010

Cine y Pediatría (39). La infancia y adolescencia que Robert Mulligan nos dejó desde Hollywood

Robert Mulligan es un cineasta bastante controvertido y ecléctico, cuya trayectoria se pasea a lo largo de tres décadas por el Hollywood clásico en todos los géneros: del western a la comedia sentimental, del film fantástico a la comedia musical, del drama al cine policíaco. Integrante de aquella generación de directores norteamericanos que hicieron su debut en el cine a mediados de los cincuenta, después de haberse fogueado en la televisión, pero que no siempre contó con el aprecio de la crítica (a diferencia de sus colegas Sidney Lumet, Arthur Penn o Martin Ritt). Sin embargo, entre tanta diversidad, somos capaces de reconocer rasgos distintivos como su fuerte sentido de la narración, los valores humanos que inspiran sus relatos, así como la mirada cálida y compasiva que vierte en sus personajes, niños y adolescentes en muchos casos. Sus detractores le reprochan su sentimentalismo, mientras que sus admiradores destacan su gran capacidad para dirigir actores: varios de sus intérpretes fueron nominados por la Academia como Natalie Wood por Desliz de una noche (1963). Ruth Gordon por Intimidades de una adolescente (1965), Ellen Burstyn por El año que viene a la misma hora (1978), amén del Óscar que obtuvo Gregory Peck por Matar a un ruiseñor (1962) o el brillo que alcanzaron Anthony Perkins en El precio del éxito (1957) o Jennifer O´Neill en Verano del 42 (1971). Su etapa más brillante ocurre en los años sesenta y procede de aquellas películas en las que tuvo como colaborador a Alan J. Pakula. Algo destacamos en Robert Mulligan para ocupar un lugar en nuestro blog: en sus películas ha abordado a menudo el tema del paso de la niñez a la adolescencia y de la educación sentimental, habiéndosele comparado como una especie de Francois Truffaut americano (por cierto, Truffaut fue un ferviente admirador de Mulligan).

Robert Mulligan poseía una especial sensibilidad para retratar el mundo infantil y adolescente, sin caer en los clásicos estereotipos ni vestirlos con esa postiza inocencia que Hollywood suele atribuirles. Valgan para ello cinco ejemplos, alguno de los cuales ya han sido referenciados en una entrada previa de nuestra serie. Hablaremos hoy de cuatro de estas películas, para dejar la más carismática de Robert Mulligan (Matar a un ruiseñor) para una entrada exclusiva en la próxima semana. Con estas películas sobre la infancia y adolescencia Robert Mulligan creó casi el origen de un subgénero con características propias. 

- Verano del 42 (1971): película por la que conocerá un gran éxito de crítica y de público, siendo su argumento la iniciación a la sexualidad de los adolescentes. Narra los amores platónicos entre un adolescente de 14 años y una joven casada (una bellísima Jennifer O´Neill), cuyo esposo está en el frente de batalla durante la Segunda Guerra Mundial. Película sobre el complicado paso de los sentimientos de la adolescencia a la edad adulta, con la guerra como telón de fondo, basada en las memorias del escritor y guionista Herman Raucher. A buen seguro os sonará la banda sonora de Michel Legrand ("The summer knows"), quien ganó el Oscar a la mejor música original. Película que embelesa, tanto por la historia, como por las imágenes y la música. 

- El otro (1972): la antítesis de la película anterior. Se narra la historia de dos hermanos gemelos de 11 años de aspecto angelical (Niles y Holland) en un historia situada en la década de los treinta. Holland murió dos años atrás en un accidente el mismo día de su cumpleaños; en flash-backs descubrimos que era un niño cruel; por el contrario, Niles es un niño bueno y tranquilo. Como es bien sabido, los hermanos gemelos pueden llegar a estar unidos por unos vínculos muy fuertes: por tanto, no es de extrañar que la muerte de Holland traumatizara totalmente a Niles, incapaz de aceptar la muerte de su gemelo, por lo que su abuela le inicia en un secreto que ella aprendió de su niñez ("el gran juego") y que consiste en convertirse en algo distinto a uno mismo. Y desarrolla "el gran juego" hasta extremos insospechados: y llega a crear al "otro", de forma que Niles crea con su imaginación a Holland. El detalle clave y uno de sus mayores aciertos es que Mulligan nunca filma a los dos hermanos en el mismo plano: la cámara enfoca primero a uno (siempre Niles, el que vive) y luego se desplaza para localizar al otro (a Holland, el que ha muerto), para hacer visible la fantasía de Niles. Teniendo en cuenta que los dos personajes están interpretados por dos gemelos reales (Chris y Martin Udvarnoky, en su única aparición cinematográfica) es evidente que no se busca rehuir el típico problema de fotografiar a un actor interpretando a hermanos gemelos, habitual en la mayoría de las películas de gemelos. 
El otro es un filme morboso e insano. Destacamos la escena del asesinato de un bebé: esta es una escena bastante atípica para los cánones de Hollywood, pues no está bien visto que se muestren muertes de niños o siquiera que se les hiera. Parece que Mulligan pagó cara su osadía, pues curiosamente su carrera declinó rápidamente tras esta película. Y es que la historia narrada en El otro es una de las más crueles, malsanas y escalofriantes que ha narrado el cine de terror (aunque el lado oscuro de la infancia ya ha sido presentado en diversas ocasiones en el cine: El exorcista de William Friedkin, 1973 o La profecía de Richard Donner, 1976, sin ir más lejos) … y todo sin efectos especiales ni derramar sangre, y en donde continuamente brilla la luz y el sol del verano en la campiña de la década de 1930. 

- El corazón de Clara (1988): un matrimonio acaba de perder a su hija y, tras el doloroso acontecimiento, viajan a Jamaica para pasar una temporada. Allí conocen a Clara, una camarera de color, bondadosa y llena de sabiduría (Whoopi Goldberg) con la que entablan amistad y a la que proponen que venga a trabajar a su casa como asistenta. Ella acepta, pero tendrá que aprender a entenderse con David (Neil Patrick Harris), el otro hijo del matrimonio, que es un adolescente en plena crisis que no acepta a la asistenta inicialmente y trata de hacerle la vida imposible. Clara tolera su actitud, ganando su confianza con amor y comprensión. El valor de la película es como se crea entre los dos un fuerte lazo de cariño y amistad que cambiará sus vidas para siempre. 

- Verano en Louisiana (1991): típico despertar a la vida de una chica de 13 años que empieza a entrar en la adolescencia (debut en el cine de Reese Witherspoon) y que, a lo largo de un verano, aprenderá el valor de la familia, el amor a un chico mayor que ella y ese pequeño paso que nos separa a todos de la muerte. Contada con sensibilidad y buen gusto. Última película en la filmografía de Mulligan y, aunque pasó bastante desapercibida en las pantallas, se sitúa entre sus mejores obras. 

¿Cómo es posible que Robert Mulligan pudiera dirigir, con un año de diferencia, Verano del 42 –cuya carátula inicia esta entrada- y El otro –cuyo tráiler también ofrecemos al final- ?. Dos temas realmente antagónicos: ¿se entiende ahora lo de director ecléctico y controvertido ?

  
 

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