lunes, 28 de octubre de 2013

Elogia, pero hazlo bien






En un dominical de gran tirada apareció la semana pasada un artículo del psicoanalista Stephen Grosz que me llamó la atención.
Habla de cómo los elogios excesivos o inadecuados por lo desmesurado no resultan favorecedores de la autoestima de un niño, sino que incluso pueden terminar minando la confianza en sí mismo.
El título del artículo es precisamente este “Cómo los elogios pueden causar una pérdida de confianza”.
Explica Grosz que es generalizada la creencia de que los elogios, la confianza en uno mismo y el rendimiento académico van siempre de la mano. Pero hay investigaciones que ponen en entredicho esta afirmación.
Es muy interesante el experimento de las psicólogas Carol Dweck y Claudia Mueller que pidieron a niños de 10-11 años que realizaran determinado ejercicio matemático sencillo. Tras su finalización, a un grupo se les alabó por su inteligencia “lo has hecho muy bien, eres muy inteligente”, al otro grupo se les alabó por su esfuerzo “lo has hecho muy bien, te has esforzado mucho”. Un segundo ejercicio de mayor complejidad mostró que el grupo al que se había alabado por su esfuerzo mostraron más imaginación, y más voluntad para solucionar los problemas, mientras que a los que se había alabado por su inteligencia, preocupados por el temor a fracasar, tendían a elegir tareas que confirmaban lo que ya sabían, con ansiedad y disminución de autoestima.
Si un niño hace un dibujo y se le dice que el suyo es el más bonito ¿para qué va a dibujar otra cosa si ya ha hecho el dibujo más bonito?, mientras que si se le hacen comentarios abiertos sobre su tarea, se fomenta su imaginación para explicar lo que hace, le impulsamos a explorar mas, le dedicamos un tiempo hablando sobre su dibujo, estamos con él.
Grosz cree que se elogia de forma desmesurada a los niños para a través de ello aumentar nuestra propia autoestima como padres: “mi hijo es el mejor porque yo soy el mejor padre o madre”.
Elogiar en la justa medida a los niños, y elogiar actos difíciles como compartir juguetes o ser pacientes, es un acto de buen educador, y darles conversación sobre lo que están haciendo es la mejor manera de estimular su interés y su motivación. 
En este caso, como en muchos otros de la educación infantil, el equilibrio es fundamental para no quedar cortos en la valoración de los logros (tan necesario para la autoestima) pero tampoco elogiar vanamente en exceso lo que les puede dar una imagen falsa de sí mismos que se dará de bruces con la realidad en entornos ajenos a la familia.

1 comentario:

Tamara dijo...

Por si pudiera ser de tu interés y pudiera ser que aún no lo conozcas, comparto este enlace y planteamiento que a mi me gusta especialmente. Muchas gracias por tu entradas. Un saludo!!
http://www.alfiekohn.org/parenting/muybien.htm