sábado, 21 de enero de 2017

Cine y Pediatría (367). "Alabama Monroe", cuando el círculo del amor se rompe y nos tatúa el corazón


"Es una de las películas que más me ha impresionado en los últimos años. Por su trama, sus personajes, su fotografía, su música...".  Con estas palabras me aconsejó una película Álvaro, un joven residente de Pediatría. Y certifico todas y cada una de sus palabras en esta película que es la epopeya de un triángulo familiar y un círculo de amor que se rompe. Y todo ello bajo los acordes de banjos, guitarras, mandolinas, contrabajos y violines para llenar de buena música de bluegrass una película especial. Solo cuerdas... y voz, totalmente acústico. Solo emoción que nos tatúa el corazón, sentimiento a flor de piel. Algo así siento que es esta imprescindible película belga, Alabama Monroe (Felix Van Groeningen, 2012) y cuyo subtítulo nos marca el camino a seguir: The Broken Circle Breakdown

Todo comienza con una canción country y esta letra: "¿Volverá a cerrarse el círculo tarde o temprano, Señor, tarde o temprano? ¿Nos espera un hogar mejor en el cielo, Señor, en el cielo? En el cielo, Señor, en el cielo". Y tras finalizar la canción, unos padres se enfrentan al diagnóstico no esperado (nunca es esperado) de un cáncer de su única hija. Y luego la historia retrocede 7 años... Y a partir de ahí continuas idas hacia el pasado y regresos al presente, desde el encuentro y noviazgo de los padres hasta su vivencia actual como padres. Una historia basada en la obra teatral “The Broken Circle Breakdown Featuring, the Cover Ups of Alabama” escrita por Mieke Dobbels y Johan Heldenbergh, este último protagonista de la película y también partícipe en la música, con una banda sonora magistral gracias al genio de Bjorn Eriksson, verdadero homenaje al bluegrass, estilo musical incluido en el country durante la primera mitad del siglo XX, y que tiene sus raíces últimas en la música tradicional de Inglaterra, Irlanda y Escocia, llevada por los inmigrantes de las Islas Británicas a la región de los Apalaches (llamada "Bluegrass region", que incluye el norte del estado de Kentucky y sur del estado de Ohio), aunque sufrió también influencias de estilos musicales afroamericanos, principalmente el jazz y el blues. 

Un triángulo familiar formado por sus tres miembros. Didier, el padre (Johan Heldenbergh), un músico dedicado al country, un vaquero belga amante de los Estados Unidos, es ateo y un ingenuo romántico y soñador. Elise, la madre (Veerle Baetens), regenta una tienda de tatuajes y todo lo importante de su vida, incluida sus parejas, tienen cabida en los tatuajes de su piel, es sensual y tiene los pies en la tierra. Maybelle, la hija (Nell Cattrysse), una preciosa niña que llega para dar más luz a una vida familiar en el campo, pero que a los 6 años se le diagnostica leucemia. Porque todo era perfecto entre Elise y Didier, compartían el amor y el trabajo, ambos miembros de la banda de bluegrass, pero todo cambia con el diagnóstico de la enfermedad neoplásica en la pequeña. Y la vida se convierte en canción, así como esta historia se mezcla con las diferentes canciones country llenas de sentido y sensibilidad. 

Una rápida e inteligente secuencia de imágenes nos pasea en un par de minutos por las fases del tratamiento de un cáncer infantil. La lucha continua para llegar a esa frase del oncólogo pediatra que no queremos oír: "La quimio no funciona. La médula ósea no responde. Vuelve a producir glóbulos blancos anormales. No es una buena noticia. Pero ya lo dijimos, no nos rendiremos. Pasaremos a la siguiente fase del tratamiento, un trasplante de células madre. Primero destruiremos su propia médula ósea con más quimioterapia y radioterapia. Luego la sustituiremos con células madre de un donante, un pariente cercano a Maybelle. Pero los padres no sirven como donantes"

Y en zigzag recomponemos la tragedia, con una historia que es un verdadero rompecabezas, con flasbacks y flashforwards. Desde que la niña presenta los primeros síntomas (dice que está cansada y los padres piensan que quizás duerme poco; aprecian sangrado en las encías, aunque es posible que se cepille muy fuerte los dientes; aprecian morados en los brazos) hasta su fallecimiento. Y a partir de ahí la autodestrucción de los padres, la búsqueda del culpable, sin pudor, sin perdón, sin compasión... Intentan borrar las huellas de la niña, pero no es suficiente con tirar los muebles de su habitación y sus juguetes, o con quitar los dibujos de las paredes. 

Finalmente llega la separación. "Ya no me llamo Elise. He cambiado de nombre. Me llamo Alabama... Sí, me he cambiado el nombre. Los indios lo hacen cuando sienten que empieza una nueva fase en su vida". Y a él le pone el nombre de Monroe, guiño inequívoco a Bill Monroe, considerado el padre del bluegrass, esa música que forma parte íntegra de la historia y es la unión intrínseca entre todos los temas a los que nos enfrenta la película: el amor, el nacimiento, la vida, la enfermedad, la muerte, la maternidad, la paternidad, la búsqueda del consuelo y del perdón. La música también es lo que une a la pareja y la que les separa. Y la escena y canción "I need you" es emblemática cuando su letra nos dice: "Si tú me necesitases acudiría a ti. Cruzaría el mar a nado para aliviar tu dolor...". Y tras la emotividad de esta música, una de las escenas más fuertes de dolor, de dolor y renegar de todo, donde la fe no es consuelo y se busca al Dios como culpable. Y la declaración ya en el camerino de Elisa/Alabama a Didier/Monroe: "Si me apetece creer que Maybelle es una estrella en el cielo, lo haré. Si me apetece creer que es un pájaro en el alfeizar, una mariposa en mi hombro o una maldita rana, lo haré". 

Y el cénit del dolor lleva a Elise/Alabama al suicido. Y la desconexión final en el hospital, bajo el sonido de toda banda... y su música country, con Didier/Monroe cantando bajo la pérdida primero de su hija y luego de su mujer. Y en la hilaridad de la música apreciamos que en el monitor se apaga su frecuencia cardíaca, hasta llegar a la última imagen: la de su último tatuaje. Y con un nombre: Alabama Monroe. 

Porque el amor puede con el destino, pero a veces no. Porque el camino para superar el dolor e intentar recomenzar cual ave Fénix no siempre se consigue. De ello nos habla y nos canta Alabama Monroe, un regalo para amantes del cine y de la música, una película que se nos queda tatuada también en la piel. Una película imprescindible si te gusta el arte y la historias de vida a flor de piel. No aconsejable si solo buscas entretenimiento. Pura fusión de cine y música, película prototipo de armonía de lo sonoro y lo visual.

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