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sábado, 8 de octubre de 2022

Cine y Pediatría (665) “Muerte en Venecia” y su epidemia de belleza en la juventud

 

Cinco nombres son responsables de una bella película que se ha convertido en una verdadera disquisición estético-filosófica sobre la pérdida de la juventud y la vida. Esos nombres son los del novelista alemán Thomas Mann, el director italiano Luchino Visconti, el actor británico Dirk Bogarde y su personaje cinematográfico icónico, el del compositor Gustav von Aschenbach; y también la música de Mahler, verdadero leitmotiv desde los mismos títulos de crédito, con la melodía de su Tercera y Quinta Sinfonía. Y todos tenemos en mente de qué título hablamos. 

Porque en el año 1912, Thomas Mann publicó su novela corta “Der Tod in Venedig”, en lo que es una historia aparentemente simple de dos personajes en un hotel balneario, pero donde se profundiza en el drama interior de uno de los personajes; el personaje original de Mann era un escritor de clase media. Novela que adaptara como película Luchino Visconti en el año 1971, donde el personaje principal pasa a ser un músico afamado y cultivado en la famosa película Muerte en Venecia y que forma parte de la conocida como trilogía alemana de este director, precedida por La caída de los dioses (1969) y continuada con Luis II de Baviera, el rey loco (1972), un tríptico en el que el director italiano se obsesiona por la diferencia entre lo ideal y lo real, marcando una gran distancia entre ambos. Y cabe decir también que dos años después, en 1973, se estrenó la ópera homónima de Benjamin Britten. 

La película Muerte en Venecia es inolvidable desde el inicio. Un barco de vapor surge entre la niebla del amanecer entrando al puerto de Venecia, y entre la tenue luz del amanecer aparecen los títulos de crédito acompañados de la música de Mahler, omnipresente. Y sobre la cubierta, sentado con un libro en cubierta, aparece la triste figura de un hombre con sombrero, gafas, bufanda y abrigo, que divisa el perfil de la ciudad de los canales. Descubriremos con algunos flashback que es el afamado compositor alemán, Gustav von Aschenbach (Dirk Bogarde), que busca unos días de reposo para tranquilizar su espíritu y aliviar su corazón en la isla de Lido, concretamente en el Grand Hôtel des Bains, donde se alojan aristócratas europeos y donde él intentará alejarse de su vida en Múnich. Y será en su primera noche en ese hotel donde sus ojos se detendrán sobre una familia polaca, conformada por una elegante madre (Silvana Mangano), la institutriz, tres hijas menores y Tadzio (Björn Andrésen, elegido entre centenares de candidatos), un adolescente andrógino vestido de marinero cuya presencia turba a von Aschenbach, conmovido por su apolínea belleza, y quien despiertan en él sentimientos inéditos. Cabe reseñar que los trajes de época (los de gala y los de baño) de nuestros personajes le valieron a esta película la única nominación al Óscar, el de Mejor vestuario

Desde el inicio Visconti pone sobre la mesa todas sus cartas en esta película de culto que es un drama en el que sobrevuelan las pulsiones de la homosexualidad, una pandemia que se avecina y la muerte que llega en silencio. Allí donde se encuentra la provocadora belleza de la juventud con la decadencia que nos devuelve la vejez, la pureza del intelecto corrompida por la frivolidad de los sentidos, la lucha interior entre lo que se desea y lo que la moral predica. Una película donde abundan las reflexiones sobre todo lo anterior: “A veces pienso que los artistas somos como cazadores agazapados en la oscuridad, que ni siquiera saben cuál es su blanco. No podemos pedirle a la vida que ilumine nuestros objetivos ni que nos indique el camino. La creación de la belleza o de la pureza es producto del espíritu… No se puede llegar al espíritu a través de los sentidos, no es posible. Solo a través de un completo dominio de sí mismo, de los sentidos, puede alcanzarse la sabiduría, la verdad, la dignidad humana”, “El arte es la mayor fuente de educación y el artista desea ser un perfecto ejemplar, tiene que ser un modelo de equilibrio y fuerza, no puede ser ambiguo”, “La creación de la belleza y la pureza es un acto espiritual” o “El mal es una necesidad, el alimento del genio”. Y todo ello mientras nuestro compositor se convierte en un voyeur solitario (y los espectadores con él), mientras Tadzio está con sus hermanas y su institutriz o su madre, o en compañía de amigos de su misma edad: cuerpos jóvenes y esbeltos que retozan entre sí, para su desespero al sentir al muchacho tan inalcanzable como irresistible. 

Porque así como el siroco se ha apoderado de su estancia en Venecia, el pensamiento de Tadzio se ha apoderado de Gustav, con sus cruces de mirada en el comedor o en la playa. Las tribulaciones que siente hacia el joven le atormentan, por lo que decide irse de Venecia y entonces se cruzan una contenida mirada cercana y surge el pensamiento de nuestro protagonista: “Ve con Dios, Tadzio. Todo ha sido demasiado breve. Que Dios te bendiga”. Pero el destino quiere que no sea así, y en el reencuentro se reaviva el juego de esos dos personajes cuya homosexualidad se agita en la represión moral de aquella primera etapa del siglo XX: “No debes sonreír así. Nunca debes sonreír así. Te quiero”. 

La obsesión le hace perseguirle entre las estrechas calles y canales de la ciudad, una ciudad donde ya Gustav va tomando consciencia de unos acontecimientos extraños (muertes repentinas, campañas de desinfección de las calles,…) y, pese a las explicaciones evasivas de los venecianos, consigue descubrir que Venecia está aquejada de una epidemia de cólera, escondida por las autoridades para que los turistas no abandonen la ciudad. Y el mal que se avecina sobre la ciudad se suma al mal que se avecina sobre él, donde el patetismo aumenta con escenas como las del prostíbulo o la del grupo histriónico de cuatro músicos que interrumpe la paz del hotel. Continúan el juego de miradas cruzadas y sin palabras entre nuestros dos personajes. Y nos traslada a esa escena final con la figura de Tadzio alejándose en la orilla del mar, mientras unos socorristas vienen a levantar el cuerpo sin vida de Aschenbach, todo ello bajo ese leitmotiv musical de Mahler que nos sigue acompañando… y quedará siempre en nuestro recuerdo. 

Porque Muerte en Venecia combina la epidemia de cólera de la ciudad decadente con la pandémica belleza de sus escenas, con esa fotografía (de Pasqualino de Santis) y música (de Gustav Malher) embriagadoras. Una Venecia que se hace carne en Gustav von Aschenbach, personaje que fusiona tres vidas en el guion: la del propio Thomas Mann, por todo lo que de autobiográfico tiene el texto; la del compositor Gustav Mahler, quien también inspiró al personaje que Mann creó; y, sobre todo quizás, la del propio Luchino Visconti, con la intención de plasmar sus propias inquietudes y anhelos - pues era conocida su homosexualidad -, amén de rendir homenaje a la vida y música de Mahler. Y, al final, tanto Venecia como Gustav von Aschenbach mueren por partida doble, por enfermedad y por belleza. Por melancolía. 

Pureza, represión y muerte se conjugan en Muerte en Venecia en esa epidemia de belleza que nuestro decrépito compositor encuentra en la belleza juvenil de Tadzio. Y en muchas escenas el adagietto de Mahler, música que nos sugiere esa dimensión trágica que rodea la historia en una película que ha despertado pasiones a favor y en contra. 

Visconti fue un hombre de gustos refinados y complejos, donde sus conocimientos y sus pasiones no se aislaban en compartimentos estancos, otorgándole cierto aire de artista total, de tal manera que el literato, el hombre de escena, el cineasta, el músico y el pintor se superponían en cada obra suya, sin que pese a ello su manera de narrar fuera ecléctica. Porque el cine de Visconti se mueve entre varios parentescos, sin llegar a identificarse enteramente con ninguno. El primero es el populismo de corte neorrealista, al que pertenecen Obsesión (1943), La tierra tiembla (1948), Bellísima (1951) y Rocco y sus hermanos (1960); el segundo es la tendencia operística de Senso (1954), La caída de los dioses (1969) y Luis II de Baviera, el rey loco (1973); y el tercero es su cine literario, que se inicia en Noches blancas (1957), El gatopardo (1963), El extranjero (1967) y Muerte en Venecia (1971).

Cabe señalar que la obsesión de Gustav por Tadzio en la película quizás fuera superada por el propio Visconti a la hora de buscar al chico perfecto que personificara la belleza absoluta en su adaptación de la novela de Thomas Mann. Y encontró su Tadzio, tras viajar por toda Europa, en Suecia y en el tímido adolescente Björn Andrésen, a quien llevó a la fama internacional de la noche a la mañana y a pasar un corto tramo de su turbulenta juventud entre el Lido de Venecia, Londres, el Festival de Cannes y el tan lejano Japón. Y cincuenta años después del estreno de Muerte en Venecia, se estrenó el documental El chico más bello del mundo (Kristina Lindström, 2021) para reencontrarnos con Björn Andrésen, en lo que es una película sobre la mitomanía, el abrasivo poder devorador de la fama y el precio de la belleza.

Y hoy Visconti, Mann, Mahler y Bogarde se dan cita en esta ciudad de los canales y en un día muy especial para mí.  Una epidémica belleza para celebrar un nuevo cumpleaños. 

 

lunes, 15 de octubre de 2018

Cesáreas, verdadera alarma sanitaria


El último número de la prestigiosa revista The Lancet publica varios artículos sobre el uso, abuso y mal uso de las cesáreas en el mundo, con artículos tan significativos como: 

Y la prensa generalista no se ha hecho esperar en comentar este importante problema de salud pública. Algunos comentarios merecen ser remarcados, para poner en toda su dimensión el problema: 

- El número de partos por cesárea se ha doblado en todo el mundo desde el año 2000, lo que es ya una “epidemia de cesáreas” que no se ajusta a las recomendaciones de los especialistas que consideran que esta práctica sólo está justificada entre un 10 y un 15%. 

- En la actualidad, uno de cada cinco partos en el mundo ya se realiza por cesárea. Y eso hablando de la media mundial de cesáreas (21%), pero donde los extremos son más alarmantes: superan el 50% de los partos por cesárea República Dominicana (56,4%), Brasil (55,6%), Egipto (51,8%) y Turquía (50,4%); le siguen China (47%), México (45,2%) y Chile (44,7%). Es decir, hay países donde no nacer por cesárea comienza a ser un milagro (y más si es en sanidad privada): ahí están el 83% de cesáreas en la sanidad privada de Brasil. 

- En España los datos son del 24% de cesáreas en la sanidad pública, y del 35% en la privada. Cifras que no tienen justificación sanitaria, sino de otro cariz que entra en el campo de lo ético y hasta de lo estético. Lo que se dice una fea situación... Y claro que hay países que están peor, pero otros tantos están mejor: ahí quedan el 6% de cesáreas en los Países escandinavos y Holanda. 

- Otros datos epidemiológicos de interés: los partos por cesárea son al menos cinco veces más en el sector de ingresos más elevados que en el más pobre. 

- Y algo que no debemos olvidar: el momento ideal para nacer son las 40 semanas de gestación, lo cual quiere decir que programar cesáreas a las 37, 38 o 39 semanas (aunque se considere neonatos a término ya), no es buena praxis, salvo que haya una condición sanitaria a favor de la salud del recién nacido o de la madre. 

En base a ello, la Organización Mundial de la Salud acaba de publicar sobre este asunto en el que exponía recomendaciones para frenar esta tendencia. En él se incluyen actuaciones con la mujer (formación y clases de preparación para el parto, psicoeducación y formar a las enfermeras en técnicas psicológicas de relajación), recomendaciones para actuar con los profesionales (desde que tengan que pedir una segunda opinión antes de realizar una cesárea a que tengan que justificarlas a posteriori) y otras organizativas (que haya una colaboración obstetra-matrona). Eso sí, la mayoría de estas ideas no habían demostrado un gran impacto o los ensayos existentes son muy limitados. 

Este el panorama ante la epidemia de cesáreas... Esta situación es ya una alarma sanitaria en toda regla. Y no podemos olvidar que la cesárea es una intervención quirúrgica (y no hay intervención quirúrgica totalmente segura y sin complicaciones).

viernes, 21 de septiembre de 2018

Día Mundial del Alzheimer: el homenaje a la epidemia invisible


Y aquí estamos un año más, sin olvidar lo importante. Y aquí estamos un año más, pues todos los 21 de septiembre NO NOS OLVIDAMOS de esta fecha. 

Porque hoy se celebra el DÍA MUNDIAL DEL ALZHEIMER, una efeméride impulsada desde el año 1994 por la Organización Mundial de la Salud y la Asociación Alzheimer Internacional con el objetivo informar y concienciar a la población sobre esta enfermedad degenerativa, progresiva e irreversible del sistema nervioso central que, solo en España, afecta a más de 4,5 millones de personas (1,2 millones de pacientes, a los que han de sumarse sus familiares cuidadores) y genera un gasto anual cercano a los 36.000 millones de euros. 

Porque muchos hemos conocido (y conocemos) en primera línea la cara de esta epidemia silenciosa del siglo XXI…Porque como dice Luis Rojas Marcos, “Sin memoria, no somos”. La ENFERMEDAD DE ALZHEIMER es una epidemia silenciosa que afecta a 1 de cada 6 personas mayores de 65 años y que desbarata la vida de todas esas familias. Pero que casi no es visible, salvo cuando afecta a algún famoso. Porque la cara visible de esta enfermedad han sido políticos (Adolfo Suárez, Pasqual Maragall, Margaret Tatcher, Ronald Reagan,...), actores (Carmen Sevilla, Charlton Heston, Peter Falk - el eterno "Colombo" -, Rita Hayworth, Charles Bronson, Omar Sharif, Gene Wilder,...), literatos y artistas (Gabriel García Márquez, Norman Rockwell, Eduardo Chillida, William Hanna - el autor de "Los Picadiedra"-,...), deportistas (Ferenc Puskas, Ladislao Kubala, Sugar Ray Robinson,...). Un caso paradigmático fue el del director español Antonio Mercero, quien curiosamente su última película, en el año 2007, fue ¿Y tú quien eres? dedicado a un amigo con Alzheimer, la misma enfermedad que él padecería años después y que comprobamos al recibir el Goya de Honor en el año 2010. 

Pero para nosotros, la cara más visible es nuestro familiar. Y raro es la familia que no tiene al menos un familiar afecto. Para mi este año hace 41 años que lo viví en primera persona y lo recuerdo como hoy, en un momento aquel que no es que no tuviera cura, es que casi no tenía nombre, pues se conocía bien poco. Y recuerdo como hace 41 años mi padre preguntaba "¿qué es eso...?" Y eso era el sol. 

El ALZHEIMER es un problema socio-sanitario de primera magnitud que golpea en todos los órdenes de la sociedad... La dependencia que genera afecta no sólo a la persona que sufre directamente la enfermedad, sino también a la familia cuidadora, además de a importantes colectivos de la sociedad que se ven “tocados” por los efectos de la enfermedad en los cuidadores familiares. 

Porque la memoria es un don, como nos recuerdan coincidiendo con el equinoccio: 
"De toda memoria, sólo vale el don preclaro de evocar los sueños" (Antonio Machado). 

"La imaginación está hecha de convenciones de la memoria. Si yo no tuviera memoria no podría imaginar" (Jorge Luis Borges). 

DEDICADO a las personas muy importantes en nuestras vidas a las que no olvidamos en su olvido...