viernes, 9 de junio de 2017

Fundación Amancio Ortega: GRACIAS de parte de un pediatra de la Sanidad Pública

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Soy actualmente pediatra de atención primaria. Trabajo en el sistema sanitario público desde hace 30 años (me acaban de pagar el décimo trienio). Durante mi ya dilatada carrera profesional he sido residente, adjunto de hospital, urgenciero, primarista... Siempre en el Sistema Sanitario Público. No he ejercido la medicina privada - contra la que no tengo nada en contra - jamás.

Durante estos 30 años uno cree que lo ha visto todo... pero no.

Leo hace unos días en el principal periódico de mi ciudad: "Critican la donación de 10 millones de Amancio Ortega para la investigación contra el cáncer". El titular llama mi atención y leo la noticia. Y leo con estupor que la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública emitió un comunicado en el que anunciaba el rechazo a las donaciones de la fundación de Amancio Ortega a distintas Comunidades para la lucha contra el cáncer, incluida Aragón. El estupor va conviertiéndose en indignación cuando leo "Aragón no tiene que recurrir, aceptar, ni agradecer la generosidad, altruismo o caridad de ninguna persona o entidad". Añaden que todavía menos si se trata del "mayor accionista de una de las mayores empresas y fortunas personales del Estado que tendría que demostrar no su filantropía sino su obligación de contribuir al erario público de forma proporcional a sus beneficios y en la misma proporción que el resto de los contribuyentes", han explicado". Dejando de este modo "caer", de forma nada inocente, la comisión de un presunto delitopor parte del donante con sus deberes fiscales.

Mi indignación crece cuando leo que la donación de la Fundación Amancio Ortega es de 320 millones de euros para todo el Estado. Una cantidad de dinero no distribuida al azar sino tras sentarse con profesionales sanitarios de cada comunidad. Y crece porque pienso: ¿Quién en su sano juicio se permite el lujo de rechazar semejante ayuda? Solo en Aragón hay dos capitales de provincia, Huesca y Teruel, cuyos hospitales carecen de aparatos de radioterapia. Los pacientes con cáncer de ambas provincias deben ir a Zaragoza con las consiguientes molestias para ellos y la sobrecarga correspondiente de unas unidades de radioterapia ya sobrecargadas.

La cosa empeora. Empiezan a opinar algunos políticos. Algunos representantes de "la nueva política", que se definen a sí mismos como defensores de "la gente", hacen declaraciones: "No me gustan las dinámicas tercermundistas del millonario que regala dinero al sector público", sentenció Pablo Iglesias el pasado 9 de abril en una entrevista publicada por una revista sanitaria especializada. Y, aún, añadió, "no puede ser que la sanidad se vaya a financiar porque haya un millonario que quiere ser generoso con la sanidad de los pobres". Mi indignación se transforma en repugnancia cuando leo que otros miembros de ese partido describen la donación como "«limosna de millonario», de «dudosa procedencia», criticó, que vincula a casos de «explotación laboral y competencia desleal» de Inditex".  Es aquí cuando los prejuicios de los miembros de este partido "de la gente" dejan traslucir el profundo odio hacia una persona que, partiendo de la más absoluta nada, creó una formidable empresa que comercializa sus productos por todo el mundo. Empresa que da trabajo a cientos de miles de personas. Empresa con beneficios. Aborrecimiento e inquina hacia una persona que, a través de su Fundación (cuya página web deberían visitar los que tanto la critican), quiere ayudar económicamente invirtiendo parte de esos beneficios en combatir el cáncer en nuestro país. Aborrecimiento, en suma, a la "meritocracia" en general por parte de unas personas que seguramente prefieren la sopa boba y la subvención frente a la iniciativa y el emprendimiento.

Fundación Amancio Ortega, gracias por su donación. que espero acepten las diferentes consejerías de salud de las 17 comunidades autónomas. Supongo que ni un solo gobierno automático rechazará semejante ayuda, o eso quiero creer. Gracias por parte de un pediatra como yo que está orgulloso de trabajar en el sector público pero que no se cierra en modo alguno a que dicho sector pueda colaborar con iniciativas privadas como la suya, muy necesarias. Iniciativas que ya existen en otros países de nuestro entorno, por cierto. Países en donde los sectarismos, los odios y la cortedad de miras no influyen en la toma de decisiones realistas, cabales, y que se dirigen, de verdad, a mejorar la calidad de vida de "la gente".

En cuanto a los detractores, poco que añadir. Creo que el sistema sanitario público español, con sus problemas y limitaciones que los tiene y muchos, está bien situado a nivel mundial en cuanto a calidad. El séptimo sistema sanitario del mundo. Muy por encima de países como Venezuela, por ejemplo, señor Iglesias. Y desde luego muy por encima del que los pobres rusos "disfrutaron" en la antigua URSS. Modelos fracasados inexplicablemente añorados por algunos.

Y en cuanto a los colegas de la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública, sigan  luchando por mejorar nuestro sistema sanitario público pero sin dogmatismos ni desprecios incomprensibles. Y ya que están, luchen por mejorar las condiciones de los profesionales sanitarios españoles. Entre ellas, por ejemplo, nuestro miserable sueldo, muy inferior al de la mayoría de países con sistema sanitario público de nuestro entorno.

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