sábado, 2 de febrero de 2013

Cine y Pediatría (160). “La zona oscura” debiera llenarse de luz en la infancia


El novelista y guionista Alexander Stuart escribió su obra más controvertida en 1989 bajo el título de “The War Zone”, la historia de un incesto que se produce en el seno de una familia que se ha trasladado de Londres a una casa de Devon, en plena costa inglesa. Pero fue Tim Roth, actor inglés fetiche en las principales obras de Quetin Tarantino (Reservoir Dogs, 1992; Pulp Fiction, 1994) quien adaptó la novela a la gran pantalla en 1999, lo que constituyó su ópera prima como director bajo el título homónimo de La zona oscura, película que cosechó polémica, muy buenas críticas y diversos galardones cinematográficos, como la Espiga de Plata en el Festival de Valladolid o el premio al descubrimiento del año de la Academia de Cine Europeo. La polémica ya surgió cuando la novela consiguió el prestigioso premio Whitbread, que le fue retirado poco antes de la ceremonia de entrega por las presiones de uno de los miembros del jurado que se sitió ofendido por su contenido. 

El debut de Tim Roth detrás de la cámara lo ejecuta con una historia terrible y contada de forma deliberadamente cruda. Y lo hace con esta opresiva película sobre secretos familiares, que contaba a su favor con un excelente guión del propio Alexander Stuart. Una familia de clase media compuesta por el matrimonio (un cínico Ray Winstone y una siempre inquietante Tilda Swinton) y tres hijos: Jessie, de 18 años (una atemorizada Lara Belmont), Tom, de 15 años (un perplejo Freddie Cunliffe), y un bebé. Una familia aparentemente feliz, hasta que el tímido Tom descubre el terrible secreto que comparten su padre y su hermana; entonces, aislado y confuso por su rabia de adolescente, Tom está decidido a descubrir toda la verdad, una verdad dolorosa que su hermana mantiene en secreto por miedo. La frialdad con que está tratada la película está incentivada por dos recursos paisajísticos: unos cielos siempre grises, lluviosos y melancólicos; y un mar siempre turbulento. Recursos que acompañan al espectador a adentrarse dentro de los problemas de esa familia. El ambiente oscuro y lluvioso de la película (¿por qué el ambiente de las películas británicas me producen una tristeza muy superior a la media?) favorece ese entorno de desconfianza y distanciamiento entre los personajes, donde nuestro adolescente protagonista es el inocente espectador del morboso secreto que rodea a la familia. El tratamiento del tema, que afortunadamente no cae en los convencionalismos del cine de concienciación social, es sobrio y se desarrolla conforme a las expectativas. Lo más interesante del trabajo de Roth hay que buscarlo en la fuerza de las sutiles escenas que van surgiendo esporádicamente a lo largo de la narración. Son sugerentes apuntes que se esbozan de la manera más simple y que conforman un conjunto sombrío y fascinante, hasta alcanzar el tremendo clímax final. Gran final: los dos hermanos abatidos en el búnquer; y la frase de Tom: “Qué vamos a hacer?”. Él se levanta y cierra la puerta; entonces, se aleja la cámara mostrando poco a poco la escarpada costa sobre la que está asentado el búnquer abandonado en la Segunda Guerra Mundial (que vuelve a ser testigo, al igual que lo fue durante la contienda bélica, de un terrible acontecimiento), sobre un mal bravío y un tiempo gris. Un alejamiento con el fondo musical de Simon Boswell, que nos deja pensando en la zona más oscura del ser humano… Algunos momentos de la película no dejarán indiferente al espectador sensible, pues son psicológicamente muy duras. Porque el incesto entre un padre y su hija es un tabú y una losa que introduce en zona de guerra a la familia y en zona oscura a la sociedad. 

Desde siempre, algunos actores deciden pasarse al otro lado de la cámara y dirigir sus propias películas. Para mí el caso paradigmático (y casi increíble) fue el de Clint Eastwood, a quien hemos dedicado un par de entradas por su visión de la infancia en su cine (ver Cine y Pediatría 95 y 96). Otros actores que han seguido ese camino, con mayor o menor éxito, son Kevin Costner, John Malkovich, Mel Gibson, Quentin Tarantino, Johnny Depp, Gary Oldman, Sean Penn, Antonio Banderas…; y que me dicen de Ben Affleck y su actual película Argo, premiada con el Globo de Oro a la Mejor película dramática. Con La zona oscura, el actor Tim Roth se une a este grupo con un nivel que nada tiene que desdeñar al de su labor como intérprete. 

El abuso sexual infantil es una forma desdeñable de malos tratos. Si ese abuso sexual ocurre en el mismo territorio de la familia el horror se vuelve exponencial. El abuso sexual infantil supone una interferencia en el desarrollo evolutivo del niño y adolescente; y tiene unas lacras perennes, incluso en la edad adulta. Uno de los mayores problemas de esta lacra es poder sacarla a la luz y que las situaciones se denuncien a tiempo. Películas como La zona oscura nos sitúan, al igual que otras ya comentadas (Precious de Lee Daniels, 2009; Inocencia interrumpida de James Mangold, 1999; No tengas miedo, de Montxo Armendáriz 2011), ante el horror, para recordarnos que la infancia hay que protegerla con luz de cualquier zona oscura.

 

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