Carol Reed es un director de cine británico que nunca fue considerado entre los mejores, e incluso fue ninguneado injustamente durante muchos años, pues nadie le reconocía como el creador de una de las películas más memorable del cine: El tercer hombre (1949). Porque es posible que pocas personas sepan que el director de El tercer hombre no fue Orson Welles, pues la fama del actor estadounidense brillaba tanto que mucha gente le presupone también director de esa memorable película, que protagonizaba junto a Joseph Cotten y Alida Valli. Pero quien estaba realmente detrás de las cámaras era este cineasta inglés que, aunque llevaba ya 15 años de carrera como realizador, no era aún conocido por el gran público. Y es que en este icónico film todo funciona, todo fascina, desde la lúgubre ambientación de la Viena posbélica hasta la ajustada trama y sus personajes (con ese escurridizo Harry Lime), pasando por la impresionante música de Anton Karas o los claroscuros fotográficos de Robert Krasker, así como escenas que quedarán en la retina de los aficionados. El tercer hombre fue nominado a tres Óscar, aunque sólo ganó el de mejor fotografía; pero sí ganó el Bafta a la mejor película y la Palma de Oro en Cannes.
Fue en la década de los cincuenta cuando la filmografía de Carol Reed incluyó títulos de mayor repercusión y junto a actores y actrices de mayor peso, y una década después llegarían otras dos películas para el recuerdo: la película histórica El tormento y el éxtasis (1965), sobre las relaciones entre el escultor Miguel Angel (Charlton Heston) y el Papa Julio II (Rex Harrison), según la voluminosa novela de Irwing Stone; y el musical Oliver (1968), una maravillosa adaptación del clásico de Dickens “Oliver Twist” con inolvidables números musicales. La academia de Hollywood, esta vez sí, reconoció el enorme mérito de Reed y galardonó al film con 11 nominaciones y 5 Óscar, entre ellos el de mejor película y mejor director, además de la dirección artística, banda sonora y sonido. Fue el cénit de la carrera artística de Reed y a esta película y la particular visión de la infancia en su cine, dedicamos este capítulo de hoy.
Es conocido que los guiones adaptados de obras literarias son comunes. Y los escritores con más adaptaciones al cine y la televisión está encabezado por un podio: lo encabezan dos dramaturgos, el británico William Shakespeare y el ruso Anton Chéjov, seguido en tercer lugar por el novelista Charles Dickens. De este último recordamos las diversas adaptaciones cinematográficas de novelas y relatos como “Nicholas Nickleby” (1838-1839), “A Christmas Carol” (1843), “David Copperfield” (1849-1850), “A Tale of Two Cities” (1859), “Great Expectations” (1860-1861) y, cómo no, “Oliver Twist” (1837-1839).
“Oliver Twist” se publicó originalmente como novela por entregas de aparición mensual en la revista Bentley's Miscellany, dirigida por el propio Dickens, en un periodo de dos años. Se trata de una novela inspirada por la picaresca y la novela gótica sobre un niño huérfano que debe buscarse la vida, narrada en dos partes. En la primera parte conocemos a Oliver, un niño huérfano de la Inglaterra victoriana que vive en el orfanato dirigido por la Sra. Mann y luego en el hospicio del Sr. Bumble. Maltratado por ambos decide escapar y en las afueras de Londres conoce a Jack Dawkins, un pillastre que le ofrece un lugar donde hospedarse, para acabar inmerso en el mundo del hampa en medio de una banda de chicos carteristas, dirigida por el malvado Fagin y que tiene por socio al misterioso personaje de Monks. En la segunda parte la vida de Oliver se debate entre estos malhechores que se aprovechan de él, donde aparecen dos cómplices de Fagin (Bill Sikes y Nancy, su novia), y el Sr. Brownlow y su familia, que intentan acogerle. Resulta que Oliver es el hermanastro de Monks y el hijo de un hombre muy rico, por lo que es el heredero de una gran fortuna. Y con ello la novela “Oliver Twits” es una obra cruda, pero de lectura obligatoria, un clásico maravilloso capaz de fomentar la sed de lectura en niños y no tan niños.
Una obra así ha tenido diversas versiones en diferentes épocas, con diferentes directores y actores en los papeles principales de Oliver, Dawkins, Fagin, Bill y Nancy. En el caso de la versión británica de Carol Reed del año 1968, Oliver, nos enfrentamos a una película musical interpretada en esos papeles por Mark Lester, Jack Wild (ellos dos participarían en la película Melody tres años después, otra película mítica británica dirigida por Waris Hussein en lo que es un canto al primer amor al ritmo de The Bee Gees), Ron Moody, Oliver Reed y Shany Wallis. Pero vale la pena revisar otras versiones, con matices en la orientación de la obra y sus personajes:
- Oliver Twist (Frank Lloyd, 1922, Estados Unidos) con Jackie Cogan, Eduard Trebaol, Lon Chaney, George Siegmann y Gladys Brockwell.
- Oliver Twist (David Lean, 1948, Reino Unido) con John Hoeard Davies, Anthony Newlev, Alec Guinness, Robert Newton y Kay Walsh. Posiblemente la mejor versión, junto con la de Carol Reed.
- Twist (Jacob Tierney, 2004, Canadá) con Joshua Close, Nick Stahl, Gary Farmer, Mike Lobel y Michele Barbara.
- Oliver Twist (Roman Polanski, 2005, Reino Unido) con Barney Clark, Harry Eden, Ben Kingsley, Jamie Foreman y Leanne Rowe.
Y además de estas cinco versiones para la gran pantalla, podemos citar tres películas de animación: Oliver Twist (Hal Sutherland, 1974, Estados Unidos), Oliver Twist (Richard Slapczynski, 1982, Australia) y Oliver y su pandilla (George Scribner, 1985, Estados Unidos). Y también cuatro películas para la televisión, generalmente miniseries: Oliver Twist (Gareth Davies, 1995, Reino Unido), Oliver Twist (Tony Bill, 1997, Estados Unidos), Oliver Twist (Renny Rye, 1999, Reino Unido) y Oliver Twist (Coky Giedroyc, 2007, Reino Unido).
Para el que no conociese el musical estrenado en Londres y que llegó a representarse también en Broadway, hacer una versión cinematográfica musical de la obra de Charles Dickens, "Oliver Twist", parecería a priori poco creíble, más aún después de las múltiples versiones anteriores, incluyendo la magnífica adaptación dirigida por David Lean. Pero Carol Reed lo intentó y lo bordó. Porque en Oliver se encuentra, como película musical, una banda sonora excepcional y unas coreografías musicales brillantes e imaginativas, filmadas de manera perfecta, con 14 temas realmente conseguidos: “Overture”, “Food, Glorious Food, Oliver!”, “Boy for Sale”, “Where is Love”, “Consider Yourself”, “Pick a Pocket or Two”, “It´s a Fine Line”, “I´d Do Anything”, “Be Back Soon”, “Who Will Buy”, “As Long as He Needs Me”, “Reviewing the Situation”, “Oom Pah Pah”, “Finale (Where is Love/Consider Yourself)”. Y es que la película tiene un largo metraje de 153 minutos, dividida en dos partes y que se corresponden con las dos partes de la novela de Charles Dickens.
Porque dos genios británicos, uno en la novela del siglo XIX, otro en el cine del siglo XX, Dickens y Reed, se encuentran y fusionan en esta película inolvidable. Como inolvidables son los mensajes de esta historia: “Hay personas cuyos únicos enemigos son ellos mismos”, “Las sorpresas, lo mismo que las desgracias, rara vez vienen solas”, “Allí donde la amistad se estrella sale a veces triunfante el odio”, “Hay siempre latente en el alma humana una pasión por ir a la caza de algo”,...
Y es así como esta obra y esta película llena de valores positivos para la infancia debe formar parte de la familia Cine y Pediatría. El respeto por la verdad, la lealtad y el honor, unidos a ese final feliz en el que Oliver es adoptado y liberado de esa vida tan insana en la que estaba inmerso, hacen de este espectáculo algo especial y muy interesante para iniciar a los niños en el teatro musical y enseñarles de forma lúdica valores positivos.
Pero cabe reseñar que no es la única vez en que la infancia forma parte de la filmografía de Carol Reed. Y en este sentido podemos comentar dos películas previas:
- El ídolo caído (1948), un drama psicológico en formato de thriller alrededor de Philippe (Bobby Henrey), hijo del embajador francés en Londres, que vive en una gran mansión en la que sólo el mayordomo, Sr. Baines (Ralph Richardson), es amigo y cómplice de sus travesuras, mientras lo contrario ocurre con la Sra. Baines (Sonia Dresdel). Una buena película con extraordinario guion, destacadas interpretaciones y prodigioso manejo de la cámara por parte de Reed absolutamente prodigioso, en un film extraordinario que se adelanta en un año a la afamada El tercer hombre, donde, por cierto, también podemos recordar la escena del hospital infantil regentado por monjas en donde hay niños muy enfermos que van a morir por la penicilina adulterada del traficante Harry Line.
- El niño y el unicornio (1955), una especia de fábula sobre la historia del pequeño Joe (Jonathan Ashmore), quien vive con su madre (Celia Johnson) en un barrio londinense de clase baja situado sobre la sastrería del señor Kandinsky (David Kossof). Joe sueña con ayudar a los pobres a cumplir sus deseos y un día el sastre le cuenta un cuento según el cual quien capture a un unicornio podrá obtener cualquier deseo. Y sus esfuerzos para hacer realidad los sueños demuestran el poder de la esperanza y la voluntad en medio de la adversidad. Con guion del escritor Wolf Mankowitz, basado en su propia novela del mismo título, y producción de Alexander Korda, la película se proyectó por primera vez en el Festival de Cine de Cannes, donde fue nominada a la Palma de Oro, que finalmente fue para Marty (Delbert Mann, 1955). Y aunque esta película fue muy popular en su tiempo en el Reino Unido, con el paso del tiempo ha caído en el olvido y es justo reivindicarla por sus indudables méritos.
Y hoy hemos recordado a Oliver y a otras infancias de Carol Reed, este discreto tercer hombre en la dirección del cine británico.
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