lunes, 1 de abril de 2024

La tetralogía neorrealista de Vittorio De Sica y la pobreza de posguerra


El NEORREALISMO ITALIANO fue un movimiento cinematográfico surgido en Italia durante los años posteriores al fin de la Segunda Guerra Mundial y la caída del régimen fascista de Mussolini. Un cine que se fundamenta por una serie de características estéticas y técnicas (basarse en historias realistas, rodadas en exteriores, con iluminación natural, grabación de cámara en mano y protagonizadas frecuentemente por actores no profesionales) y características narrativas y éticas (se prefieren las historias cotidianas que representen a la sociedad, donde se eliminan las reglas del guion estricto y se basan mucho más en la improvisación; y en la misión de los cineastas hay una creencia de que a través del cine se pueden cambiar las cosas). 

Las películas neorrealistas venían a mostrar los cambios en la sociedad italiana de la posguerra donde la pobreza y la precariedad estaban más que presente. Entre los directores más destacados de este “nuevo realismo” se encontraban Roberto Rosellini, Luchino Visconti, Vittorio De Sica, Giuseppe de Santis, y el guionista Cesare Zavattini. 

Y dentro del Neorrealismo, una figura esencial fue la del director y actor VITTORIO DE SICA. Y hoy recordamos desde Cine y Pediatría esa tetralogía neorrealista que nos dejó junto con el guionista Cesare Savatini, colaborador habitual, un reflejo de la cruda realidad italiana (por extensión europea) de la posguerra, en las tres primeras con un especial protagonismo de la infancia, en la última con un protagonista en su senectud: El limpiabotas (1946), Ladrón de bicicletas (1948), Milagro en Milán (1951) y Umberto D. (1952). En estas cuatro películas sus personajes son ingenuos e inocentes; y sufren por las injusticias de una sociedad vil, marcada por el hambre, el egoísmo y la guerra. 

Y el análisis en profundidad de estas películas se puede revisar en reciente artículo publicado en el último número de la revista Arte y Medicina, que se puede revisar en las páginas 30 a 35. Es así como el Neorrealismo pintó, con una inmejorable paleta de blancos y negros, la depresión social que invadió todos los ámbitos en los años de la posguerra. 

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