sábado, 25 de mayo de 2024

Cine y Pediatría (751). “La guerra de los Lulus”, una fábula durante la Primera Guerra Mundial

 

La infancia, las guerras y el séptimo arte han sobrevolado las dos últimas semanas de Cine y Pediatría, y ello alrededor del 21 Festival Internacional de Cine de Alicante. Hace una semana, en la inauguración del festival, publicamos el análisis de la reciente película española El maestro que prometió el mar null(Patricia Font, 2023) y con ello recordamos algunas películas míticas alrededor de la Guerra Civil Española y su postguerra. A mitad de semanas pudimos presentar el libro Cine y Pediatría 13, cuyo vídeo de presentación se centraba en las decenas de películas que hemos comentado ya en este proyecto alrededor de la infancias ultrajadas por los conflictos bélicos en la historia, y que os dejamos en este enlaceenlace para su visionado. Y hoy, día de la clausura del festival, publicamos el análisis de la reciente película francesa La guerra de los Lulus (Yann Samuell, 2023), una película ambientada alrededor de la Primera Guerra Mundial. 

Por desgracia, la historia de la humanidad no se puede entender sin las guerras, la forma de conflicto social y político más grave que puede haber entre dos o más comunidades humanas. Las guerras son la constatación del fracaso del ser humano, la victoria del egoísmo de unos pocos y la devastación de los valores más básicos de humanidad. En la historia moderna de la humanidad se conocen dos Guerras Mundiales. La Primera Guerra Mundial (1914-1918), también conocida como 'la Gran Guerra', donde la Triple Entente (Reino Unido, Francia, Imperio ruso) luchó contra la Triple Alianza (Alemania, Imperio otomano, Imperio austrohúngaro), cuyo hecho detonante fue el asesinato del archiduque Francisco Fernando de Austria y que se caracterizó por la guerra de trincheras y el uso de tecnología industrial (ametralladoras, tanques, aviones, gases tóxicos); el final del conflicto tuvo lugar con la firma del Tratado de Versalles tras la derrota de la Triple Alianza. Y la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), donde los Aliados (Francia, Reino Unido, Unión Soviética, Estados Unidos) lucharon contra las Potencias del Eje (Alemania, Italia, Japón), cuyo hecho detonante fue la invasión alemana de Polonia y que se caracterizó por el nazismo y el horror del holocausto, así como por los métodos extremos empleados por los ejércitos combatientes, como el bombardeo masivo y el uso de dos bombas atómicas, dando como resultado ser el conflicto bélico más destructivo de la historia; el final del conflicto tuvo lugar con la firma del Tratado de París y la ocupación aliada de Alemania, Austria y Japón. 

En Cine y Pediatría hemos podido recuperar decenas de películas alrededor de la Segunda Guerra Mundial y el holocausto nazi, desde la italiana  Alemania, año cero (Roberto Rossellini, 1948) a la neozelandesa Jojo Rabbit (Taika Waititi, 2019), y con obras míticas como la francesa Juegos prohibidos (Réne Clément, 1952), la soviética La infancia de Iváni (Andrei Tarkovsky, 1962), la alemana El tambor de hojalata (Volker Schöndorff, 1979), la japonesa La tumba de las luciérnagas (Isao Takahata, 1998), la británica El niño con el pijama de rayas (Mark Herman, 2008) o la estadounidense La ladrona de libros (Brian Percival, 2013), entre otras. Sin embargo, no ocurre lo mismo con la Primera Guerra Mundial, donde nuestra película de hoy, La guerra de los Lulus, sería nuestro primer ejemplo con la infancia como protagonista.        

Aunque sí cabe indicar que hay un buen número de filmes alrededor de la Primera Guerra Mundial, y sirvan como ejemplo títulos míticos como Los cuatro jinetes de la apocalipsis (Vicente Minnelli, 1962), El gran desfile (King Vidor, 1925), Alas (William A. Wellman, 1927), Sin novedad en el frente (Lewis Milestone, 1930), El puente de Waterloo (James Whale, 1931), Adiós a las armas (Franz Borzage, 1932), La gran ilusión (Jean Renoir, 1937), Senderos de gloria (Stanley Kubrick, 1957), Lawrence de Arabia (David Lean, 1962), Doctor Zhivago (David Lean, 1965), Johnny cogió su fusil (Dalton Trumbo, 1971), Gallipoli (Peter Weir, 1981), Rojos (Warren Beauty, 1981), En el amor y la guerra (Richard Attenborough, 1996), o 1917 (Sam Mendes, 2019), entre otras muchas. 

Y nuestra película de hoy, La guerra de los Lulus (Yann Samuell, 2023), es una adaptación de la serie de comics homónima de Régis Hautière y Hardoc (“La guerre des Lulus”, en español publicados como “La guerra de los huérfanos”), una sencilla y humanista historia antibelicista protagonizada por un grupo de niños franceses huérfanos atrapados detrás de la línea del frente enemiga cuando su internado educativo es evacuado durante los albores de la Primera Guerra Mundial. Nos encontramos en agosto de 1914 en un colegio orfanato de la abadía Valencourt, en la región francesa de Picardía, y allí se encuentran cuatro alumnos entre 10 y 15 años, por nombre con Lucien (el apuesto y sensato), Luigi (el comilón y bravucón), Ludwig (el intelectual y lector) y Lucas (el tierno benjamín del grupo). Y por la coincidencia de las dos letras iniciales de sus nombres, se hacen llamar “los Lulus”. 

Cuando avanza la guerra y el frente, los alumnos deben abandonar el colegio. Y en esa huida encuentra a la adolescente Luce, una joven separada de sus padres, y los cinco emprenden la aventura de sus vidas para llegar a Suiza, "el país no en guerra". Y ellos se animan con frases como “No estamos solos, estamos juntos”, pero también con dudas que preguntan: “¿Cuánto dura una guerra?”. A lo largo de su viaje, los niños se topan con numerosos personajes adultos (la granjera y curandera Louison, quien acaba de perder a su hijo en el frente; el soldado alemán Hans, quien deserta para volver con su mujer embarazada; el zapatero Gastón con su carromato, acompañado del refugiado Moussa; la doctora Berrault que ayuda a los heridos de todos los bandos) que les demuestran que las fronteras lo único que generan es odio, enemistades y prejuicios. Y esta fábula de amistad y pérdida transcurre bajo el leitmotiv musical del teclado del piano, y con los mensajes que oyen de los demás (“Tenéis suerte de ser huérfanos. No tenéis nada que perder”) y sus propias reflexiones (“Los adultos nos dan igual. Solo saben pegarse y abandonar a sus hijos”). 

Casi al final de su aventura, los Lulus llegan al Famillisterio de Guise, donde la utopía es posible y que en la Primera Guerra Mundial también fue hospital para los heridos de todos los bandos. La última parte de esta aventura tiene lugar en este edificio que bien vale una explicación, pues este complejo fue creado en el siglo XIX por el industrial Jean-Baptiste André Godin, inventor de la famosa estufa de hierro fundido. Constaba de varios edificios para alojar a los obreros de la fábrica y sus familias, y constituye un auténtico experimento social, donde su creador soñaba con una sociedad ideal en la que todo el mundo pudiese acceder a los “equivalentes de la riqueza” y por ello el personal de la fábrica podía disfrutar de palacio social, economatos, escuelas, teatro, lavandería, piscina o huertos. Declarado como Monumento Histórico, hoy parte de este familisterio se ha convertido en museo. 

Y volviendo a nuestro film, el reguero de la guerra persigue a los Lulus… y por ello el pequeño Lucas exclama: “Todo es nuestra culpa. ¡Todo! A Gastón y a todos a quienes queremos les pasa algo malo. No se nos puede querer. ¡Traemos mala suerte! Ni siquiera nuestras madres pudieron”. 

Es La guerra de los Lulus una película sencilla con niños (todos ellos jóvenes actores en su primer papel) con un mensaje más complejo de trasfondo, como no podía ser de otra forma cuando es la guerra es paisaje y el paisanaje. Y donde tres nombres que contribuyen a la misma ya forman parte de Cine y Pediatría: el director y dos actores. El director Yann Samuell ya había dirigido La guerre des boutons (2011), la que fuera una de las versiones en color de la novela de Louis Pergaud, y que fuera el clásico en blanco y negro La guerra de los botones (Yves Robert, 1962), con la particularidad que ahora tiene como telón de fondo la Guerra de Argelia. La actriz Isabelle Carré, quien ha sido ya intérprete en La pequeña Lola (Bertrand Tavernier, 2004), sobre la adopción, Una amistad inolvidable (Luc Jacquet, 2007), la historia de amistad entre un zorro y una niña, y La historia de Marie Heurtin (Jean-Pierre Améris, 2014), una historia real que viene a ser algo así como una versión francesa y en color de El milagro de Ana Sullivan (Arthur Penn, 1962). Y el actor François Damiens, a quien ya conocimos como el padre sordo de la entrañable La familia Bélier (Éric Lartigau, 2014).      

Cuatro niños y una niña que comparten las dos primeras letras de sus nombres nos hacen reflexionar sobre la violación de los derechos de la infancia en los conflictos bélicos, hoy con el trasfondo de la Primera Guerra Mundial. Quizás para ver en familia con nuestros hijos o nietos…

 

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