sábado, 18 de octubre de 2025

Cine y Pediatría (814) “Wolfgang”, extraordinaria la neurodiversidad y la música



Una feel good movie es un término en inglés (traducible como película agradable, reconfortante, o que te hace sentir bien) que se usa para describir a aquellas películas cuyo principal objetivo es generar sentimientos de alegría, optimismo y bienestar en el espectador. Y ello pese al tema que se trate. Y baste recordar alguno de los títulos ya tratados en Cine y Pediatría que pueden encuadrase como feel good movie: ¡Qué bello es vivir! (Frank Capra, 1946), Forrest Gump (Robert Zemeckis, 1994), La vida es bella (Roberto Benigni, 1997), El indomable Will Hunting (Gus Van Sant, 1997), Mejor… imposible (James L. Brooks, 1997), Patch Adams (Tom Shadyac, 1998), Cinema Paradiso (Giuseppe Tornatore, 1988), Billy Elliot (Stephen Daldry, 2000), Tiempos de azúcar (Juan Luís Iborra, 2001), Los chicos del coro (Christophe Barratier, 2004), Pequeña Miss Sunshine (Jonathan Dayton, Valerie Faris, 2006), En busca de la felicidad (Gabriele Muccino, 2006), El triunfo de un sueño (Kirsten Sheridan, 2007), Juno (Jason Reitman, 2007), The Blind Side (Un sueño posible) (John Lee Hancock, 2009), Un lugar para soñar (Cameron Crowe, 2011), Vivir es fácil con los ojos cerrados (David Trueba, 2012), Moonrise Kingdom (Wes Anderson, 2012), Las ventajas de ser un maginado (Stephen Chbosky, 2012), The Kings of Summer (Jordan Vogt-Roberts, 2013), El camino de vuelta (Nat Faxon y Jim Rash, 2013), La familia Bélier (Eric Lartigeau, 2014), Nuestro último verano en Escocia (Andy Hamilton y Guy Jenkin, 2014), Boyhood (Momentos de una vida) (Richard Linklater, 2014), St. Vincent (Theodore Melfi, 2014), Del revés (Pete Docter y Ronnie del Carmen, 2015), Yo, él y Raquel (Alfonso Gómez-Rejón, 2015), Mañana empieza todo (Hugo Célin, 2016), Sing Street (Jorn Carney, 2016), La vida de Calabacín (Claude Barras, 2016), Lady Bird (Greta Gerwing, 2017), El buen maestro (Olivier Ayache-Vidal, 2017), Wonder (Stephen Chbosky, 2017), Mentes brillantes (Thomas Lilti, 2018), Familia al instante (Sean Anders, 2018), Jojo Rabbit (Taika Waititi, 2019), CODA: Los sonidos del silencio (Sian Heder, 2021), La brigada de la cocina (Louis-Julien Petit, 2022), La guerra de los Lulus (Yann Samuell, 2023), entre otras.

Y hoy llega una reciente feel good movie española, que nos acerca a la neurodiversidad y la música: Wolfgang (Extraordinario) (Javier Ruiz Caldera, 2025), adaptación de la novela homónima de Laia Aguilar. Y que marca un giro del director, conocido más por sus obras en tono de comedia (Spanish Movie, 2009; Promoción fantasma, 2012; Anacleto, agente secreto, 2015; Superlópez, 2018) y que hoy nos dirige a esta "dramedia" familiar reconfortante. Y donde la historia se centra en Wolfgang (interpretado por Jordi Catalán), un niño de 10 años con altas capacidades y trastorno del espectro autista (TEA). Su vida, marcada por la estricta rutina y su prodigioso talento para el piano, se ve drásticamente alterada tras la repentina muerte de su madre. Wolfgang se ve obligado a mudarse a Barcelona para vivir con su padre, Carles (Miki Esparbé), a quien no conoce en absoluto. Carles es un actor bohemio, desorganizado e inmaduro, que contrasta totalmente con la mente metódica y ordenada de su hijo. El conflicto principal surge del choque entre estos dos mundos: Wolfgang no soporta el caos de su padre, su desorden ni su desorganización y lo considera un “bajocien” por su falta de intelecto. Es por ello que, en secreto, planea conseguir una beca para la prestigiosa academia de música Grimald de París (donde estudió su madre) para convertirse en el mejor pianista del mundo y escapar de su nueva realidad. 

“¿De verdad tengo que vivir con este señor?”, le dice Wolfgang a su abuela cuando conoce a Carles y llegar a confirmar que son tan diferentes: el caos frente al orden. Wolfgang tiene su libreta donde apunta todo: “Lista de cosas inútiles: echarse la siesta, leer novelas, dar besos y abrazos, practicar deportes, comer chicles, pasar la tarde en un centro comercial, los parques de atracciones, bailar,…” a lo que añade tras su primer contacto “… un padre”

Carles afronta el reto de la paternidad tardía con voluntad, pero sin las herramientas emocionales o la experiencia necesaria, lo que lo lleva a un "curso exprés" de crecimiento personal y gestión emocional. Cuando Carles le explica a un amigo que su hijo no es como los otros niños, que tiene TEA, aquel le dice: “TEA, TDA, TOC, ahora todos los críos están diagnosticados con una cosa de estas. Pero por muy Asperger que sea, ¿cómo vas a explicarle que no te hayas ocupado de él todo este tiempo?” 

El dilema de Carles se intensifica al tener que elegir entre una importante oportunidad profesional como actor y convertirse en el padre que su hijo, con sus necesidades especiales, requiere. Y sigue escribiendo en su libreta: “Cosas absurdas que me ha propuesto Carles: ir al teatro, jugar a fútbol, pasear en bici,…”. Y la profesora le explica al padre: “Claro, va dos cursos por encima de lo que le toca. Al hacerle las pruebas de inteligencia, le salió un coeficiente de 152. Piense que usted y yo seguramente no pasamos de 95 o 100. Intelectualmente, Wolfgang está muy por encima de sus compañeros, pero a nivel emocional y social todavía tiene que trabajar mucho. Tener un alumno con altas capacidades y autismo representa un desafío único para maestros y familias. Por eso es importante que todos veamos la situación de la misma forma”. (Por cierto, al registrar esta conversación se habla de “coeficiente intelectual”, denominación errónea según la RAE, pues debe denominarse como “cociente intelectual”). En el camino, cuando Wolfgang se pone nervioso se tapa los oídos y cuenta números primos, mientras prepara su audición con Mia (Anna Castillo”, quien le descubre que siempre realiza listas negativas y le anima a que escriba listas positivas de las personas o las cosas. 

La historia avanza con divertidas escenas. Y al final entendemos la causa del fallecimiento de la madre y resulta terapéutico. Y como buena feel good movie, todo se soluciona entre padre e hijo. Incluso tiene el cameo del directo J.A. Bayona… Y una nota personal: parte de esta película está grabada en el Colegio Alemán de Esplugas de Llobregat, donde pasé mi infancia, y donde también se grabó el film De mayor quiero ser soldado (Christian Molina, 2010).  

Wolfgang (Extraordinario) no pasará a la historia como una feel good movie inolvidable, pero si es una película rica en reflexiones sobre las relaciones humanas, la diferencia y el crecimiento personal. Una película que acepta e integra la neurodiversidad, a través del TEA de Wolfgang, tratado con respecto, rigor y humanidad, enfatizando que su singularidad no es un defecto, sino parte de su identidad, con la que cabe empatizar en el contexto familiar y educativo. Y cuya historia, en esencia, es un viaje paternofilial, donde Carles aprenderá que la paternidad es un acto de maduración y sacrificio, y donde se nos refuerza la idea de las segundas oportunidades y la posibilidad de la reconciliación familiar. También aborda el duelo (por la pérdida de la madre) y el valor terapéutico de la música como vehículo para expresar y procesar el dolor. En resumen, una “dramedia” que, aunque utiliza una fórmula amable, logra hacer un retrato sensible y profundo sobre la crianza de un niño fuera de serie, la superación del dolor y el redescubrimiento del vínculo familiar.

 

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