La miniserie documental británica del año 2024, Sin pantallas (Swiped: The School That Banned Smartphones, en su título original), liderada por Emma y Matt Willis (un matrimonio conocido en la televisión británica, él como cantante y actor, y ambos como presentadores), aborda de forma crucial el impacto de los teléfonos móviles (smartphones) y las redes sociales en el bienestar de los adolescentes a través de un experimento pionero en The Stanway School en la localidad de Colchester (condado de Essex).
El documental son dos capítulos de menos de una hora cada uno, en donde se sigue a un grupo de alumnos de 12-13 años de una clase que, junto con sus profesores y los propios presentadores, se comprometen a entregar sus teléfonos inteligentes durante 21 días para un estudio realizado en colaboración con la Universidad de York, y liderado por el Dr. Rangan Chatterjec, médico y experto en la materia. En un primer momento se nos presenta a los chicos y chicas protagonistas (Isaac, Jessica, Scarlett, Miles, Darcey, Sam, Ryley, Harry, Theo, Maddie,…), donde conocemos que el uso diario del móvil oscila entre 1,5 y 6 hs al día. El proceso de destoxificación digital comienza depositando en una urna todos los teléfonos, un momento complicado para cada uno de ellos (no es fácil decir adiós a TikTok, Snapchat o YouTube), si bien los comentarios del director y profesores es significativo del valor de lo que se intenta: “Estos chicos viven su vida a través de los teléfonos”, “Uno de cada cinco niños pasan más tiempo con el móvil que estudiando”.
En la reunión previa con los padres y madres de estos alumnos se les explica que durante el tiempo del experimento se les va a analizar sus reacciones y algunas variables fisiológicas. En ese momento también se les explica con detalle lo que llega a los móviles de sus hijos e hijas sin que ellos lo busquen, lo cual es mucho peor de lo que pudieran haber imaginado. En el proceso de seguimiento hay dos entrevistas duras: la de esa madre que explica como su hijo de 11 años se quitó la vida tras ver unos vídeos que incitaban al suicidio, así como la de otros padres que perdieron a su hijo tras un reto viral en TikTok conocido como el desafío “Blackout Challenge”. Entre los distintos protagonistas, también se nos presenta a un pediatra que estudia el uso del móvil en menores de 5 años, con esta opinión: “Estoy muy preocupado por la gravedad y la seriedad de este problema, y por lo que está haciendo nuestra sociedad a nuestros niños”.
A mitad del experimento “sin pantallas” ya se aprecia cambios significativos entre los adolescentes: en la familia aprecian más y mejor interacción, en la escuela mayor capacidad de concentración, entre los amigos más relación, más juegos y más actividad deportiva. “Es como si nos hubieran devuelto a nuestro hijo”, confiesa un padre. Ellos mismos expresan al final que se han sentido con menor ansiedad y depresión, mejor sueño, más enfocados en los estudios y mayor sociabilidad. Incluso el propio Matt Willis nos dice, desde su papel de padre: “Por muy bueno que sean tus hijos, por mucha confianza que tengas en ellos, no puedes confiar en lo que les están mostrando y esa es la realidad”. Por ello incluso acuden a miembros del gobierno británico para solicitarla prohibición de los móviles en menores de 14 años y un uso seguro. Pero basta leer al final la respuesta de TikTok a las preocupaciones que surgieron de esta experiencia, para saber que el reto será muy difícil de conseguir.
El análisis central del documental se centra en demostrar los efectos perjudiciales del uso constante de “smartphones” en los jóvenes, como el impacto en su salud mental (con altos niveles de ansiedad, depresión y falta de concentración) y en su salud física y cognitiva (alteración del sueño y de las funciones cognitivas), el contenido peligroso y no regulado (expuestos a contenido sobre autolesiones, ideación suicida y contenido pornográfico en línea), la desconexión social (familiar y con los amigos, pues la distracción de sus teléfonos les ocupa el tiempo y nos preocupa) y la perspectiva de los padres (su preocupación y e impotencia son recurrentes ante el abuso del teléfono por sus hijos).
Por ello, Sin pantallas, nos deja varios mensajes potentes dirigidos tanto a padres como a la sociedad en general: 1) el “smartphone” es una amenaza existencial para la infancia y adolescencia, pues para ellos ya el móvil es sinónimo de existencia, poniendo en riesgo su desarrollo mental y emocional; 2) se precisa de una intervención urgente (parental y gubernamental), cada uno en su papel: los padres estableciendo límites estrictos (retrasando la entrega del primer teléfono lo más posible - algunos activistas sugieren los 14 o 16 años -, limitando el tiempo de uso y el lugar de uso, poniendo filtros parentales) y los gobiernos aplicando una regulación que obligue por ley a las plataformas de redes sociales a proteger a los usuarios jóvenes del contenido dañino y adictivo - no es suficiente con una pestaña que diga “tengo más de 18 años” sin más y sin comprobación -); 3) la "desintoxicación digital" es necesaria, pero no solo para los jóvenes, sino también los adultos (padres, familiares, profesores,…) que debemos predicar con el ejemplo; y ello porque el descanso digital permite a los jóvenes enfocarse en su entorno real, el aprendizaje y las relaciones personales (se podría comenzar venciendo la “nomofobia”, y saber que podemos salir sin móvil de casa y estar desconectados durante esas horas que vamos de compra, de paseo, al cine o a hacer deporte; y luego continuar evitando su presencia en la mesa durante las horas de la comida o en el dormitorio).
Desde el blog Pediatría basada en pruebas son varias los post compartidos alrededor de este tema en los últimos 15 años. Os pongo algunos ejemplos, lo que habla de la importancia del tema: ¿Tienes “nomofobia”?, El futuro de la Red: ¿escapar de ella?, Whatsappitis, "selfieadicción" y otras patologías tecnológicas, Uso, abuso y mal uso del Smartphone: conocer los límites, Adolescentes y nuevas tecnologías: recomendaciones para un uso responsable,…
Y desde la ficción, ya en Cine y Pediatría hemos revisado un buen número de películas de ficción que nos hablan de los riesgos de internet en la edad pediátrica y el dilema de las redes sociales: Hard Candy (David Slade, 2005), La red social (David Fincher, 2010), Después de Lucía (Michel Franco, 2012), Marion, 13 años eternamente (Bourlem Guerdjou, 2016), Searching (Aneesh Chaganty, 2017), Puedes confiar en mí (David Schwimmer, 2010), Hombres, mujeres y niños (Jason Reitman, 2014), Sweat (Magnus von Horn, 2020) o Atrapados en la red (Barbora Chalupová, Vit Klusák, 2020). Y también otros dos películas documentales, como la estadounidense El dilema de las redes sociales (Jeff Orlowski, 2020) o la británica la británica I Am Gen Z (Liz Smith, 2021).
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