miércoles, 5 de septiembre de 2012

Cómo cocinar rankings universitarios... y no salir empachado

La semana pasada hablamos del ranking de universidades según el Academic Ranking of World Universities (ARWU) y el regular (tirando a mal) papel de las universidades españolas en ese panorama. 

Creo que es justo recomendar en este sentido el más que interesante artículo publicado en Dendra Médica por Emilio Delgado López-Cózar, catedrático de Metodología de la Investigación de la Facultad de Comunicación y Documentación de la Universidad de Granada, un buen conocedor del tema. El artículo lleva por título "Cómo se cocinan los rankins universitarios" y es de obligada lectura para el que esté interesado en el tema. Extraemos algunos comentarios para el debate. 

¿Para qué los rankings universitarios?. Cuatro aspectos clave: 
- Para orientar a los estudiantes en la elección de la institución donde cursar estudios. 
- Para informar a los gestores de la universidad sobre sus fortalezas y debilidades en todos los ámbitos de su actividad (docencia, investigación, transferencia de conocimiento, gestión, infraestructuras). 
- Para informar a los responsables de la política educativa (internacional, nacional o regional) para la toma de decisiones, bien sea en la planificación estratégica de instituciones o titulaciones, o en la financiación de las mismas. 
- Para atracción mediática, pues son una herramienta de marketing de primera clase. 

Decálogo para consumir, digerir e interpretar adecuadamente los ránkings: 
I. Por principio desconfíe de un ranking. Active sus mecanismos de defensa intelectual: escepticismo, duda metódica y espíritu crítico. 
II. Transparencia: compruebe qué puede averiguar con claridad, quién los hace, con qué propósito y cómo los elabora (los ingredientes, la cocina y el cocinero). 
III. No admita que se mezclen dimensiones indiscriminadamente. 
IV. Cerciórese de que la materia prima es de calidad: las fuentes de datos han de ser exhaustivas y las técnicas de recogida, precisas. 
V. Compruebe que los indicadores son los apropiados para cada dimensión y que la miden de forma fiable y válida. 
VI. Asegúrese de que se relativizan los datos (qué resultados/con qué medios) y se emplean indicadores de rendimiento (más con menos). 
VII. Verifique que los pesos y proporciones de las dimensiones e indicadores se fundamentan empíricamente. 
VIII. Compruebe que se emplean períodos de tiempo amplios. 
IX. Exija que los rankings se elaboren por campos o especialidades científicas (macro/meso/micro). 
X. Compare lo comparable: clasifi que universidades y compare entre sí aquellas que poseen parecido perfil profesional, temático y contextual. 

Buenos consejos para cocinar rankings sin salir empachados. Lo dicho: buen uso, evitar el mal uso y abuso (pues como todo en la vida...).

Un decálogo para el que solo cabe decir AMEN. Y para no empacharnos de ciencia nada mejor que un poco de música... de la mano de un poeta canadiense de la canción. Este "Amen" de Leonard Cohen es uno de los mayores éxitos del 2012. Una canción prodigiosa, algo extensa, pero por la que vale la pena "perder" 7 minutos. Aún así no dejes de escuchar el último minuto, con ese diálogo entre el violín, el saxo y la guitarra mexicana. Los pelos de punta se ponen de la misma emoción..., desde luego más que  con los rankings y, sin duda, mucho más que con nuestra actual Universidad.

 

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