lunes, 17 de abril de 2017

Neo-Dividencias: Lactancia materna, inteligencia y la Caja de Pandora


Nadie duda de los grandes beneficios de la lactancia materna: beneficios afectivos, nutricionales, inmunológicos, psicológicos y hasta ecológicos. Efectos beneficiosos demostrados que incluyen, a medio plazo, menor número de infecciones de los lactantes (infecciones respiratorias y digestivas principalmente) y, a largo plazo, posiblemente menor incidencia de obesidad. Pero un efecto que también se plantea es el de mejorar el cociente intelectual, algo sobre lo que las pruebas científicas no se ponen de acuerdo. 

La asociación lactancia materna e inteligencia es plausible, ya que la leche materna contiene ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga (PUFAs) que no se encuentran en la misma medida en la leche animal, los cuales pueden mejorar el desarrollo visual y neurológico. A partir de ahí, y de la lógica buena valoración de la lactancia materna, se han obtenido conclusiones diversas. Recogemos algunas de los últimos años que nos adentra en el debate.

- En el año 2013 el estudio de de MB Belfort y cols en Jama Pediatrícs confirmaba esta afirmación a través de un estudio de cohorte prospectivo (Project Viva) y que incluía un total de 1312 parejas de madre-hijo y en el que se encontraba un modesto beneficio entre la duración de la lactancia materna y el lenguaje receptivo e inteligencia no verbal entre los 3 y 7 años.

- En el año 2015 el estudio de CG Victora y cols en The Lancet Global Health iba más allá en un estudio prospectivo sobre una cohorte poblacional de nacidos en el año 1982 en la localidad de Pelotas (Brasil) y su valoración a los 30 años, pues encontraban que en el análisis ajustado por factores de confusión, aquellos con al menos 12 meses de lactancia materna (respecto a los que lo fueron durante menos de un mes) presentaban mejor cociente intelectual (diferencia de 3,76 puntos, IC95 2,20 a 5,33), más años de educación (0,91 años, IC95 0,42 a 1,40) e, incluso, mayores ingresos mensuales (341 reales brasileños, IC95 93 a 588).

- En el año 2015 el estudio de S von Stumm y cols en Plos One analiza con un modelo estadístico complejo los de 11.582 gemelos idénticos y no idénticos, nacidos entre 1994 y 1996, los cuales formaban parte del Estudio de Mellizos de Desarrollo Temprano llevado a cabo por el King’s College de Londres. Se evaluaron los datos de lactancia materna a partir de la información recibida por las madres hasta los 2 años del nacimiento de los gemelos, y la inteligencia de cada gemelos a los 2, 3, 4, 7, 9, 10, 12, 14 y 16 años de edad, pudiendo así evaluar la relación entre lactancia materna e inteligencia a largo plazo en cada niño. Y de sus resultados concluyen que la lactancia materna tiene poco beneficio para la inteligencia temprana de la vida, así como para el crecimiento cognitivo desde la infancia hasta la adolescencia.

- Y acaba de aparecer en el año 2017 el estudio de LC Girard y cols en Pediatrics, que apoya al anterior, pero con un valor añadido: aplicar como análisis estadístico de los estudios observacionales el pareamiento por puntaje de propensión (Propensity score matching en inglés, PSM), técnica estadística de coincidencia que intenta estimar el efecto de un tratamiento u otra intervención por cuenta de las covariables que predicen que recibe el tratamiento. PSM viene a ser una técnica cuasiexperimental que asemeja a la asignación aleatoria de los ensayos clínicos y, por tanto, intenta reducir el sesgo debido a la confusión de las variables que se pueden encontrar en una estimación del efecto del tratamiento obtenido de la simple comparación de los resultados entre unidades que recibieron una intervención frente a los que no lo hicieron (en nuestro caso, la lactancia materna). Los resultados obtenidos concluyen que solo una de las tres variables cognitivas y no cognitivas analizadas resultó estadísticamente significativa (aunque no clínicamente relevante) como fue una diferencia de puntuación del índice de hiperactividad a los 3 años de -0,84 (IC95 - 1,33 a - 0,35) en aquellos lactados al menos seis meses; pero no así en ningún otra variable a los 5 años, por lo que los supuestos beneficios de la lactancia materna no se mantienen como diferenciales una vez los niños entran en el colegio.

Con este panorama, ¿cabe rasgarse las vestiduras por romper este pensamiento casi paradigmático de que la lactancia materna era motivo de niños y niñas más inteligentes? Yo creo que no, pues no es difícil pensar que la inteligencia es una cualidad multifactorial que se genera a lo largo de la vida, debido a que la inteligencia global de cada individuo tiene muchísima más influencia por factores externos a lo largo de la vida que por una alimentación determinada durante los primeros meses. Por ello, el problema de esta polémica no viene de la lactancia materna (que se mantiene como el método ideal de alimentación infantil), sino de pretender sacar conclusiones de algo muy difícil de concluir... Algo así como pedirle peras al olmo (de la investigación).

Y valen aquí las apreciaciones de la Dra. von Stumm: “Es importante tener en cuenta que, si bien este estudio no ha vislumbrado relación entre lactancia materna e inteligencia, existen otros beneficios sí demostrados como la potenciación del sistema inmune del niño. Es decir, las madres deben ser conscientes de que realizar lactancia materna es beneficioso, pero si por alguna razón no quieren o no pueden realizarla, eso no perjudicará la inteligencia o el futuro laboral de su hijo en la edad adulta”.

Para alguien puede resultar que someter los beneficios de la lactancia materna a este análisis (especialmente si, como en este caso, no salen siempre "estadísticamente significativos") es abrir la Caja de Pandora, pero de ello versa la Medicina basada en pruebas (mal llamada, Medicina basada en la evidencia): de ponerle más ciencia al arte de la medicina, de poner algo más de razón a la pasión, de refutar más que de aseverar, de mirar más la metodología que las conclusiones... y con humildad. La humildad a la que nos somete la ciencia y el buen juicio.

Algo parecido ocurrió hace más de tres años cuando se valoró el método NIDCAP. Pero con ello, nunca dijimos que el NIDCAP no fuera útil y necesario. Y menos hoy, este dilema no desacredita un ápice el que la lactancia materna no ocupe el mismo lugar privilegiado por el que todos luchamos.

Un abrazo, y ¡¡ feliz lactancia materna !!

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