Son escasas las películas que se centran en las novatadas. Y no es un problema menor. Porque una novatada es un acto sistemático de humillación, acoso y abuso sobre el novato y que se desarrolla principalmente entre adolescentes y jóvenes en universidades, en el servicio militar o en fraternidades. Hace ocho años pude asistir al estreno en Alicante de la película española Novatos (Pablo Aragües, 2015), un film denuncia frente a las novatadas en las universidades españolas y que se fundamentaba en una experiencia personal de su director, quien sacó adelante este proyecto gracias al micromecenazgo (o crowdfunding). Y hoy comentaremos la película estadounidense La furia de una madre (Vibeke Muasya, 2021), que ha visto la luz gracias a Siobhan Fallon, quien actúa de productora, guionista y actriz principal (y quien lleva todo el peso de la trama) y que se centra más en estas prácticas en el entorno de las fraternidades estadounidenses. No son grandes películas desde el punto de vista cinematográfico, pero sí vale la pena destacarlas por las reflexiones y denuncias que conllevan y por su escasa presencia en la gran pantalla.
La furia de una madre (particular traducción al español del título original Rushed) comienza en mitad de la noche en un bosque, allí donde un grupo de universitarios están siendo ultrajados con novatadas para que puedan formar parte de la fraternidad Psi Xi. Y tras el título de la película se nos presenta a la familia O´Brien, una familia trabajadora de origen irlandés que gira alrededor de Bárbara (Siobhan Fallon), una madre de amplias convicciones religiosas que reza el Rosario por la mañana y agobia con sus preocupaciones a su marido (un irreconocible Robert Patrick, nada que ver con sus papel de T-1000 en la segunda película de la saga Terminator). Tienen cuatro hijos en distintas etapas de la adolescencia, Kelly, Ciara, Sean y Jimmy, este último al que hemos conocido en la primera escena y que ahora sufre esas novatadas de esa fraternidad de la Universidad estatal de Nueva York. Bárbara llama todos los días a Jimmy (Jay Jay Warren), como madre protectora y preocupada que es, y al que le hace repetir una oración al comenzar el día: “Creo en la importancia de la amistad, lealtad y virtud para toda la vida. Y vivir siempre con honor, virtud, amor y amistad de mis compañeros y los que vengan tras de mí”.
Y siguen las vejaciones a los novatos (les arrastran entre cristales, les orinan encima, etc.) Pasan los días y continúan los abusos en la universidad y nadie los para. Finalmente llega la fiesta de admisión de los novatos a la fraternidad, donde corre el alcohol y las drogas. Y el cabecilla del grupo somete a Jimmy a una intoxicación por mezcla de benzodiacepinas y alcohol, sin prestarle la ayuda necesaria a tiempo. Por lo que el final no se hace esperar…Y cuando llegan las ayudas médicas ya se encuentra en un coma que ni la ciencia médica ni las oraciones de toda la familia a su alrededor pueden revertir, por lo que se tienen que enfrentar a la adecuación del esfuerzo terapéutico en la unidad de cuidados intensivos. Y llega la carta de la universidad a los padres: “Estimados señor y señora O´Brien. Sentimos enormemente comunicarles que, tras una exhaustiva investigación por parte de la policía estatal de la trágica muerte de su hijo, Jim Junior, y mediante la evaluación de un consejo externo, todas las partes concluyen que la universidad no es responsable de la muerte de Jim. Continuaremos a su disposición, pero por la presente, queda este asunto zanjado”. Un escrito que despierta todo lo contrario en la madre, quien tras intentar superar el duelo, decide tomar riendas en el asunto, antes de consumirse en el dolor como hace con los numerosos cigarrillos que se consumen en su boca…Y mientras recita sus Avemarías, dice a su familia: “¿Cuánto tiempo más puedo seguir compadeciéndome y fumando?... Tengo que irme y hacer algo importante por vuestro hermano”.
Y surge una más de tantas madres (y padres) corajes que conocemos y que quieren luchar contra la injusticia, incoherencia y mediocridad reinante en las instituciones que le rodean. Y con su coche inicia un viaje para contactar con madres de diferentes estados del país y que pasaron por lo mismo que ella: que perdieron algún hijo por estas crueles novatadas de las fraternidades. Su objetivo es intentar cambiar la ley que rige las novatadas de estas fraternidades extendidas por los campus universitarios y auspiciadas por las propias universidades, bajo el encubrimiento y la corrupción de ciertos lobbies. Y es así como en el último tercio de la película, el drama se convierte en thriller… que cabe no descubrir.
Porque más allá de esos finales tan “made in USA” de algunas películas como ésta, quizás el mayor interés es sacar a la luz la situación de las fraternidades en Estados Unidos, pues son una parte importante de la vida estudiantil. Las fraternidades o hermandades estudiantiles son organizaciones sociales para estudiantes que asisten a la universidad y pueden ser tanto masculinas, femeninas o mixtas (las hermandades masculinas son denominadas fraternidades y las femeninas son llamadas sororidades) con el requisito que todos los miembros de una fraternidad deben ser estudiantes de la misma universidad. La mayoría de las fraternidades tienen un conjunto de valores fundamentales que se espera que los miembros cumplan, como la excelencia académica, el liderazgo, el servicio y la hermandad; pero además, estas organizaciones persiguen otros valores humanos, contribuyen con causas altruistas y filantrópicas, y sus miembros buscan beneficios mutuos. Lo cierto es que para ellos es una honorable institución, pero desde fuera se intuye como una institución clasista y un verdadero loby de poder, pues los potenciales beneficios son claros (las oportunidades de establecer contactos, el apoyo académico, y oportunidades de desarrollo del liderazgo).
Cada fraternidad tiene su propio nombre, que suele denominarse «casa» y los miembros de las fraternidades universitarias viven juntos en una casa grande cerca del campus y suelen compartir una sala común y la cocina. Si bien no existe una cantidad mínima o máxima de miembros que una fraternidad pueda tener, suelen estar compuestas por un mínimo de diez miembros. Los nuevos aspirantes a miembros (llamados novatos) pasan por un periodo de iniciaciones antes de ser integrados formalmente a la fraternidad, que suele durar aproximadamente dos semanas. Esta instancia puede incluir desde bromas inofensivas hasta actividades peligrosas (ideadas por los cabecillas de la fraternidad) que han provocado lesiones e incluso, en algunos casos, la muerte (y de ello versa – y denuncia – nuestra película de hoy).
La primera fraternidad fue creada en el año 1776 por estudiantes del estado de Virginia. La nombraron Phi Beta Kappa, y se caracterizaba por ser secreta y por los rituales de iniciación que llevaba a cabo, cuyo objetivo era impulsar la excelencia en la ciencia y la humanidad. En cuanto a los nombres que llevan las distintas fraternidades, suelen generarse a partir de las letras del alfabeto griego, y estas son las más conocidas de los Estados Unidos: Phi Delta Theta (creada en 1848 en la Universidad de Miami en el estado de Ohio), Sigma Alpha Epsilon (fundada en 1856 en la Universidad de Alabama), Pi Kappa Alpha (creada en 1868 en la Universidad de Virginia), Sigma Chi (fundada en 1855, también en el campus de la Universidad de Miami en Ohio), Sigma Phi Epsilon (creada en el año 1901 en la Universidad de Richmond). Y sí es cierto que las hermandades juveniles son más frecuentes en Estados Unidos, también se pueden dar en otros países europeos y de otras partes del mundo, y por ello se reconocen el Consejo Nacional Griego Americano, el Consejo Nacional Griego Multicultural o el Consejo Nacional Panhelénico, cada uno compuesto por diferentes fraternidades y sororidades de diferentes universidades.
Y en cada una de ellas las novatadas (hazing en inglés) son rituales de iniciación que se aplican a los nuevos alumnos universitarios que quieren ingresar en la hermandad, y en los Estados Unidos tienden a ser más extremas de lo habitual, con resultados fatales en ocasiones, tal como nos denuncia con furia esta madre de nuestra película de hoy. Y, por fortuna, actitudes coraje como las de Bárbara en este thriller dramático de la directora Vibeke Muasya, han conseguido que ya un buen número de estados tengan leyes contra la práctica de las novatadas.
Y cabe recordar que en el año 2015, Juan Gautier realizó un corto español sobre este tema bajo el título de El aspirante, alrededor de un estudiante universitario recién llegado a un colegio mayor y que en las primeras semanas tendrá que enfrentarse a los veteranos. Pues bien, como le ocurre a algunos cortos, este año 2023 estamos esperando el estreno de esta historia ahora en formato de largometraje, bajo el mismo título y director. Porque la denuncia a través del cine no debe cejar.
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