lunes, 6 de septiembre de 2021

Vacunación frente a la COVID en la adolescencia: preguntas y respuestas


Hace unas semanas que la vacunación en la adolescencia (12 a 19 años) está en marcha. Si ha sido correcto y razonable responder con claridad a todas las preguntas que han ido surgiendo con la vacuna frente al SARS-CoV-2 en la población general, más importante será responderlas a esta edad. Es por ello que en el archivo adjunto se incluye un documento elaborado por el Ministerio de Sanidad y la Asociación Española de Pediatría en el que se pueden consultar algunas de las dudas más usuales en relación con la vacunación de los adolescentes. 

Estas son las 25 dudas más usuales en relación con la vacunación de los adolescentes, por las que consultan las familias y los propios adolescentes, y también los profesionales que los atienden. 

1. ¿A partir de qué edad se pueden vacunar contra la COVID-19? 
2. ¿Qué vacunas se utilizan en España para vacunar a los adolescentes? 
3. ¿En qué estudios se basan las autorizaciones de las vacunas en adolescentes? 
4. Contraindicaciones de las vacunas de la COVID-19 usadas en adolescentes 
5. ¿Cuántas dosis y cómo se ponen? 
6. ¿Se puede adelantar o atrasar la segunda dosis? 
7. Si se retrasa muchos días, semanas o meses la segunda dosis, ¿hay que empezar de nuevo? 
8. Las dos dosis de vacuna: ¿tienen que ser de la misma marca? (intercambiabilidad) 
9. ¿Es importante la espera de observación después de la vacunación? 
10. ¿Deben ir los adolescentes acompañados por un adulto? 
11. ¿Qué síntomas se pueden notar después de la vacunación? 
12. ¿Hay algún otro efecto secundario más importante? 
13. ¿Vale la pena vacunarse a pesar del riesgo de miocarditis? 
14. El día de la vacunación: ¿se puede hacer vida normal? 
15. ¿La vacuna de la COVID-19 puede producir la enfermedad? 
16. ¿Se puede contraer la COVID-19 estando vacunado? 
17. La variante Delta del virus de la COVID es la que causa la mayoría de las nuevas infecciones. ¿Las vacunas siguen siendo eficaces en estos casos? 
18. ¿Qué hacer si la vacunación de la COVID-19 coincide en el tiempo con otras vacunas? (coadministración con otras vacunas) 
19. ¿Qué hacer si la vacunación de la COVID-19 coincide con tratamientos de inmunoterapia antialérgica? 
20. Vacunación de los adolescentes que ya han pasado la COVID-19 
21. Cómo completar la vacunación de adolescentes que han recibido alguna vacuna de la COVID19 en otros países 
22. ¿Dónde puedo encontrar información técnica oficial sobre estas vacunas? 
23. ¿Es obligatorio vacunarse contra la COVID-19? 
24. ¿Cómo proceder en caso de discrepancia entre los padres sobre la vacunación de un hijo o hija? 
 25. ¿Y los niños y niñas menores de 12 años? 

Veinticinco dudas respondidas en este documento de 13 páginas.

sábado, 4 de septiembre de 2021

Cine y Pediatría (608) “An Education”, enseñanza de la vida más allá de los libros


Audrey Hepburn fue un icono en el cine, de forma que la estilizada figura de esta actriz británica (aunque nacida en Bruselas) resulta inolvidable en sus papeles de Vacaciones en Roma (William Wyler, 1953), Sabrina (Billy Wilder, 1954), Historia de una monja (Fred Zinnemann, 1959), Desayuno con diamantes (Blake Edwards, 1961) o My Fair Lady (George Cukor, 1964), por citar alguna de sus decenas de papeles. De forma que está considerada por el American Film Institute como la tercera mayor leyenda femenina del cine estadounidense (por detrás de Katharine Hepburn y Bette Davis; decir que en las leyendas masculinas este ranking es liderado por Humphret Bogart, Cary Grant y James Stewart). Y como siempre ocurre con los iconos, se intentan buscar sucesores, casi siempre con menos éxito del esperado. 

Y sirva esta introducción para presentar a la que algunos consideran como la nueva Audrey Hepburn del siglo XXI: la también británica (y nacida en Londres), Carey Mulligan. Y no solo porque hace más de una década se hablara de ella para interpretar el papel de Eliza Doolitle en una nueva versión cinematográfica del musical My Fair Lady (que nunca tuvo lugar), sino por su parecido físico (misma estatura y similar estilizada figura), su filantropía (ambas muy concienciadas por causas sociales) y, especialmente, por sus dotes interpretativas. Porque Carey Mulligan es una buena actriz y baste recordar sus papeles en Drive (Nicolas Winding Refn, 2011), Shame (Steve McQuee, 2011) o El gran Gatsby (Baz Luhrmann, 2013); o también en dos películas que ya forman parte de Cine y Pediatría, como han sido El mejor (Shana Feste, 2009) o Lo que arde con el fuego (Paul Dano, 2018).  Y esta joven actriz (que aún representa más joven por su físico y facciones) ya ha sido nominada en dos ocasiones para el Óscar a mejor actriz, recientemente por Una joven prometedora (Emerald Fennell, 2020) y en sus inicios por An Education (Lone Scherfig, 2009). 

Y precisamente hoy nos centraremos en An Education, película traducida en Hispanoamérica como Enseñanza de vida, pues nuestra joven adolescente aprende una importante lección tras su elección de vida, donde los libros y las clases quedan relegados a un segundo plano. En su estreno esta película resultó una agradable sorpresa, pero Carey Mulligan no logró la preciada estatuilla, que fue a parar para Sandra Bullock por The Blind Side/Un sueño posible (John Lee Hancock, 2009), pero donde también competía Gabourey Sidibe por su impactante papel en Precious (Lee Daniels, 2009).   

El guión de An Education es del exitoso Nick Hornby (guionista en Alta fidelidad o Un niño grande), que se basó en un artículo de la periodista Lynn Barber, quien relataba experiencias personales y que es objeto luego ya de un libro entero, “An Education”. Y la dirección corre a cargo de la directora danesa Lone Scherfig, antaño adscrita al movimiento Dogma 95 al filmar Italiano para principiantes (2000) y que, tras regalarnos obras tan especiales y trasgresoras como Wilbur se quiere suicidar (2002) y Como en casa (2007), regresa a un cine convencional que es en su simplicidad donde reside su hermosura y su solidez. 

El libro, la historia y la película giran en torno a Jenny (Carey Mulligan), adolescente londinense de 16 años a principios de los 60, estudiante que toca el violonchelo en una orquesta, a la que le gusta la cultura francesa y hablar en francés. Sus padres quieren que vaya a Oxford para que pueda tener una buena carrera y solucionar su futuro. Y en ese momento aparece David (Peter Sarsgaard), un tipo seductor de 35 años, que la corteja con cenas elegantes, clubs y viajes con sus amigos Danny (Dominic Cooper) y Helen (Rosamund Pike), tan divertidos como superficiales, tan ricos como faltos de cultura. Así las cosas, las convicciones de Jenny se tambalean y se verá obligada a elegir entre seguir con David y su ajetreada vida (un mundo más allá de los libros de latín y clases de violonchelo) o bien ir a la universidad: de hecho, quería estudiar Literatura en Oxford, ciudad en cuyos pubs aún firmaban en esa época sus libros C.S. Lewis y J.R.R. Tolkien. Pero finalmente, Jenny no descubrirá la Tierra de Narnia ni la Tierra Media, sino una tierra quizá insospechadamente más peligrosa, la que David llama como “la universidad de la vida”

Porque David la seduce con la palabra (“No es extraordinario ver a una joven con ganas de aprender. Presiento que tengo muchas cosas que enseñarte”), con algunos lujos impensables para una adolescente (como ese viaje a Paris, que es motivo de eco en su instituto, pues aunque sea con vistas a Montmartre, perder la virginidad a los 17 años no es demasiado romántico), y también seduce a sus padres (quienes incluso llegan a decir a su hija que es mejor que se case y la mantengan, a que sea independiente y labre su propio futuro). Y es aquí donde aparece su profesora Miss Stubbs (Olivia Williams), quien la intentar redirigir sin éxito, pues Jenny no la entiende y por ello le dice “Siento que pienses que esté muerta”; y también la propia directora del instituto (Emma Thompson): “Sepa que nadie hace nada que valga la pena sin un título”. Pero Jenny sigue convencida de ese nuevo camino hacia la vida lujosa y divertida que David le agasaja (que procede de extraños negocios de compra-venta), y llega a decir a sus educadoras: “Ya no basta con que nos cultiven, tiene que decirnos por qué lo hacen… Tal vez alguna persona le pregunte para qué sirve todo esto algún día”

Pero las apariencias engañan. Y más cuando descubre que David está casado y con un hijo, y que lo que ha hecho con ella no es la primera vez que lo hace, según le confiesa su propia mujer. Y entonces se convierte en esa joven embaucada por alguien que no era quien parecía ser, y por ello dice: “Me siento vieja, pero no muy sabia”. El arrepentimiento no le sirve para ser readmitida en su instituto, pero consigue por libre su plaza en Oxford. Y renace como su frase final: “Me muero por conocer París. Como si nunca hubiera estado allí”. Y todo ello mientras suena “Smoke Without Fire” de la también británica Duffy en los títulos de créditos y recordamos los muchos cigarrillos ya consumidos de nuestra protagonista. 

Y es así como An Education nos muestra la enseñanza de la vida de una joven enamorada de Francia y lo que representa, una joven lolita estudiante en la flor de la vida que aprende una difícil lección fuera de los libros. Y ello con una espléndida Carey Mulligan, a la que le vale ser una gran actriz, independientemente de que se la compare o no como la nueva Audrey Hepburn.

 

miércoles, 1 de septiembre de 2021

Los cuatro estilos de aprendizaje

 

Un reciente artículo de El País titulado “Los cuatro estilos de aprendizaje o el por qué algunos leen los manuales y otros no” nos viene a indicar que aprendemos en función de cómo percibimos la realidad y cómo la procesamos, según el profesor David Kolb ya describiera hace casi cuatro décadas.  

Es un artículo curioso que nos da la pista sobre los cuatro tipos de aprendizaje que existen y sus características. Y que posiblemente sea una buena forma de explicar nuestra forma de aprender y de las personas que nos rodean. Porque en esencia hay personas que captan la realidad fundamentalmente a través de la experiencia y otros, creando teorías. Los primeros son más empáticos y tienden a hacer varias tareas al mismo tiempo (multiplicidad); es más, si no lo hacen se pueden aburrir soberanamente. Los segundos prefieren centrarse en una sola tarea, se manejan muy bien en la teoría y se perderían con varias cosas al mismo tiempo (unicidad). Y con respecto a la manera de captar la información, algunos la procesarán si se ponen manos a la obra (acción) y otros si reflexionan sobre lo que observan (pensamiento). Pues bien, las anteriores características definen los ejes de las maneras de aprender y de los cuatro estilos. 

1. Adaptadores o los “hacedores” 
Difícilmente leerán un manual. Son el resultado de la multiplicidad y la acción. Prefieren trabajar rodeados de personas y se buscan la vida para conseguir recursos y alcanzar resultados. Les gusta asumir riesgos y saben adaptarse a las circunstancias. En una empresa abundan en los departamentos de ventas. Y la pregunta clave que necesitan contestar es ¿cuándo? 

2. Asimiladores o expertos en la conceptualización 
Su estilo es opuesto a los adaptadores. Son extraordinarios creando modelos teóricos y definiendo claramente los problemas. Les interesan más las ideas abstractas que las personas, por lo que no es de extrañar que destaquen en el campo de las matemáticas o de las ciencias. En una empresa pueden estar en posiciones de investigación o de planificación estratégica. Y la pregunta clave que necesitan contestar es ¿por qué? 

3. Divergentes o los reyes de las mil y una ideas creativas 
Disfrutan analizando los problemas en su conjunto y trabajando con personas. Son empáticos, emocionales y ocurrentes. No es de extrañar que lancen un sinfín de propuestas diferentes en una reunión. En este estilo se encuentran artistas, músicos y todos los creativos en el mundo de la empresa. Y la pregunta clave que necesitan contestar es ¿y si…? o ¿por qué no? 

4. Convergentes o el poder de la aplicación en una sola cosa 
Son los opuestos a los divergentes. Necesitan la aplicación práctica a las ideas para testar teorías o resolver problemas. Se pierden con muchas alternativas. Sin embargo, son excepcionales en situaciones donde haya un único camino para ser resueltas. Muchos ingenieros se enmarcan en este estilo de aprendizaje. Y la pregunta clave que necesitan contestar es ¿para qué? 

Como es de imaginar, esta es un división teórica (y es posible que conozcamos personas que se adapten a cada uno de estos cuatro estilos), pues lo normal es que todos tengamos un poco de los cuatro, aunque nos solamos sentir más cómodos con uno. 

Y como concluye el propio artículo, todos tenemos un estilo de aprendizaje que nos define más que otros y para desarrollarnos mejor en lo personal y profesional sería recomendable estar con personas que nos complementaran y cuyo estilo estuviera en el extremo del nuestro. Por ello, si eres de los que no lees los manuales, estáte cerca de quienes disfrutan haciéndolo (o viceversa). Porque más allá de este hábito, existe una manera interna distinta de percibir y de procesar la realidad que te puede ayudar a mejorar y a superarte a ti mismo en muchos otros ámbitos de la vida. Y si esto es así de bueno en lo personal, la complementariedad de los estilos de aprendizaje en los equipos de trabajo también resulta muy importante

Y ahora vale la pena que cada uno se pregunte dónde se encuentra más a gusto, si como adaptador, como asimilador, como divergente o como convergente. Personalmente me siento más cómodo en el estilo divergente con cierta dosis de asimilador.