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sábado, 31 de julio de 2021

Cine y Pediatría (603). “Juramento hipocrático”, primero no dañar

 

La epilepsia es uno de los trastornos neurológicos más frecuentes y que, desde tiempos remotos, se ha denominado como “morbus sacer” (enfermedad sagrada). Se caracteriza por la aparición de una descarga sincrónica y excesiva de un grupo de neuronas que se manifiesta como crisis espontáneas y recurrentes que pueden cursar con sintomatología motriz, sensorial, cognitiva o psicológica. Existen muchas creencias erróneas que vinculan la epilepsia con posesión divina o demoníaca, genialidad, locura o delincuencia, falsas creencias en las que el cine y la televisión no han sido ajenos en su perpetuación. Porque así como la literatura ha presentado de forma bastante realista la epilepsia, no ha ocurrido lo mismo en la pantalla, quien más bien ha perpetuado falsas creencias o imágenes estereotipadas. 

En el cine (bien sean películas para la gran pantalla o para la pequeña pantalla) la epilepsia suele ser un hecho circunstancial de algún personaje, infrecuentemente un tema central y donde la crisis epiléptica suele ser secundaria a otra entidad. Algunos ejemplos son La amenaza de Andrómeda (Robert Wise, 1971), Alguien voló sobre el nido del cuco (Milos Forman, 1975), Drugstore cowboy (Gus van Sant, 1989), Una flor salvaje (Diane Keaton, 1991) o El exorcismo de Emily Rose (Scott Derrickson, 2005). En Cine y Pediatría también algunas películas ya publicadas han tenido a este protagonista circunstancial, como en Ladrón de bicicletas (Vittorio de Sica, 1948),  Mi pie izquierdo (Jim Sheridan, 1989),  Más allá de las palabras (Anthony Fabian, 2013) o Brain on fire (Gerard Barrett, 2016).  

Pero hoy hablamos de una película bien diferente en este sentido, pues es una película absolutamente argumental alrededor de la epilepsia y con un mensaje muy marcado (y quizás algo sesgado) sobre la terapia conocida como dieta cetogénica. La película lleva por título Juramento hipocrático (Jim Abrahams, 1997), traducción del título original Fist Do No Harm, un guión basado en hechos reales. Y esta dramática histórica es dirigida por una atípico director para el caso, pues Jim Abrahams es conocido por sus alocadas comedias del tipo de Aterriza como puedas (1980), Top Secret! (1984), Ensalada de gemelas (1988) o Hot Shots, ¡La madre de todos los desmadres! (1991). Un cambio muy peculiar. Y este cambio tan drástico en su filmografía tiene una explicación: la historia se basa en la experiencia vivida por el director en su familia, quien experimentó en primera persona con la enfermedad de su hijo Charlie (y a raíz de esto nace la asociación americana Charlie Foundation). Porque cuando su hijo pequeño de 2 años, gracias a un nuevo método dietético, salvó su vida de una terrible enfermedad que le provocaba ataques epilépticos, el realizador deseó contar su experiencia para que otros pudieran salvarse: la cadena de televisión ABC le ofreció la oportunidad de realizar este telefilm, y para ello contó con la gran Meryl Streep para su gran interpretación de la madre del niño afectado. 

La película comienza con unos títulos de créditos iniciales donde se nos recuerda el Juramento hipocrático, prácticamente el mismo que Hipócrates redactara en el siglo V antes de Cristo y en el que se enumeran cuáles deben ser las obligaciones de los que ejercen la Medicina y cuya base es “no llevar otro propósito que el bien y la salud de los enfermos”. Y así nos recuerda esta historia al principio: “Juro solemnemente que seré leal a la profesión de la Medicina y justo y generoso con mis pares, que daré indicaciones para el bien de mis pacientes de acuerdo a mis habilidades y juicio. Y, por sobre todas las cosas, jamás causaré daño”

Se nos presenta a la familia Reimuller, matrimonio feliz con tres hijos que viven en una casa de campo en Estados Unidos. Todo cambia tras las dos primeras crisis convulsivas del hijo menor, Robbie. Los primeros estudios y la explicación del neuropediatra: “El mejor modo de entender lo que es un episodio convulsivo es viéndolo como un cortocircuito en el cerebro de Robbie. Algo interfiere en el flujo eléctrico normal y todo se vuelve temporalmente caótico”. Un neuropediatra buen comunicador, quien les explica el por qué del resto de pruebas complementarias (electroencefalograma, TAC con contraste y punción lumbar) y del tratamiento antiepiléptico. Y cómo, ante el mal control de sus crisis de gran mal idiopático, se procede al cambio de medicación y su asociación, con los efectos secundarios a cada paso: primero fenobarbital, luego fenitoína, carbamazepina, ácido valproico. Y acaba entrando en un programa de uso compasivo y de toma de decisiones compartidas. Pero nada impida que Robbie tenga que lleva un casco de protección craneal para evitar los traumatismos por sus ataques epilépticos. 

Y pronto llegan los problemas con las aseguradoras y la falta de coberturas (inimaginable en España en nuestra sanidad pública universal, tan frecuente en Estados Unidos y demasiados países) y el primer aviso de embargo de la casa al no poder costear los gastos de ingreso y tratamiento del hijo. Y poco mejora con la escasa empatía de la neuropediatra responsable del nuevo centro hospitalario: “Voy a explicarles algo. Cuando el primer antiepiléptico falla, hay solo un 15% de probabilidad de que responda a alguna otra droga. Luego de eso, solo queda la cirugía. No esperen que esto sea fácil”. Y pasan los meses y no hay mejoría clínica, pero si una sucesión de efectos adversos a la medicación, como el estreñimiento pertinaz con hemorroides o un síndrome de Steven Johnson secundario a la carbamazepina. Y la reacción de la madre: “Ya no resisto… Aquí hay algo que está muy, muy mal aquí. Traigo a un hijo en busca de ayuda y lo único que hace es enfermarlo cada vez más. Le dan una droga, y luego necesita otra droga que le cure el efecto de la primera. Y luego otra droga para contrarrestar los efectos secundarios de la segunda. Y otra más, y otra más…y otra más. Y ya ha tenido urticaria, inflamación de ganglios, fiebre, estreñimiento, hemorroides, sangrado de encías, y todo el tiempo parece ebrio, un zombi, un trastornado. Y no es por su enfermedad. Es por el remedio de ustedes. Si Robbie no mejora, si termina en un hogar atado a una silla de ruedas, ¿qué me dirán entonces?, ¿que todo es una gran tragedia idiopática?”. Aún así, continúa la asociación de fármacos, ahora frente al status epiléptico: diazepam intravenoso y parahaldeído. Y el consejo de un doctor amigo de la familia: “En algo estamos todos de acuerdo: el tratamiento de las convulsiones en niños es más arte que ciencia”. 

Y a ello se suma las dudas sobre el futuro de su hijo, porque nadie se arriesga a un pronóstico que puede implicar retraso psicomotor, retraso mental o muerte. Y se asocia la angustia, la claudicación, el luchar y levantarse. Y es por ello que esta madre coraje se sumerge en las bibliotecas para estudiar los libros y revistas de Medicina sobre la epilepsia, y todo ello mientras suena una peculiar versión de la canción “Over the Rainbow”, el mítico leitmotiv de El mago de Oz (Victor Fleming, 1939). Y allí encuentra la dieta cetogénica del Dr. Samuel Livingston, desde el Hospital Johns Hopkins, tratamiento que él no invento, pero si fue quien en 1972 comunicó el resultado de la dieta administrada a 1.000 niños con epilepsia, comprobando que el 52% de ellos habían obtenido un control completo de las crisis y que en un 27% hubo una gran mejoría.  

Aún así, la doctora responsable de Robbie sigue considerando los resultados de la dieta cetogénica como anecdóticos y no basados en ensayos clínicos. Pero lo cierto es que nadie les informó de esta posibilidad terapéutica. Y es cuando recurren de nuevo a su amigo médico, quien realiza una contundente argumentación frente a la evidencia científica, argumentando que la misma ausencia de doble ciego que penaliza a un cambio de dieta, es la misma que existe (y no se considera) frente a los eventos adversos de los antiepilépticos o de la cirugía con electrocorticograma. Finalmente Robbie puede acceder a la dieta cetogénica y tiene una progresiva mejoría, y en ese camino aparecen sanitarios reales (incluido la dietista Ms. M. Kelly, mano derecha del Dr. Livingston). 

Y el final es muy made in USA, con un desfile del Día 4 de julio de nuevo bajo la melodía de “Over the Rainbow”, con esta conclusión de la historia: “Robbie Reimuller completó la dieta cetogénica y después de 3 tres años volvió a una dieta normal. Nunca volvió a tomar drogas antiepilépticas ni volvió a tener convulsiones”. Y a continuación se nos presenta que algunos de los actores esporádicos de esta película son en realidad todos ellos pacientes epilépticos curados con la dieta cetogénica. Y el colofón final: “Según la Fundación Epilepsia de América, hay más de 300.000 niños con trastornos convulsivos solo en Estados Unidos”. Y a continuación el contacto de la Fundación Charlie para la cura de la epilepsia infantil con dieta cetogénica. 

Es prudente que Juramento hipocrático sea vista con ponderación, para no distorsionar la realidad. Porque es una película muy promocional de la dieta cetogénica, pero este tratamiento no debe hacer sentir al espectador que sea una panacea. Por ello vale la pena realizar un colofón final con cuatro datos de la dieta cetogénica (DC) que proceden del texto editado por el Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona:  
1) La DC se define como una dieta alta en lípidos, adecuada en proteínas y baja en hidratos de carbono que provoca cetosis, lo que minimiza los potenciales efectos secundarios sobre el crecimiento. 
2) La DC ha sido utilizada como tratamiento anticonvulsivo desde 1921; con la aparición de los fármacos antiepilépticos su uso disminuyó, pero en los últimos 20 años ha vuelto a resurgir como tratamiento de la epilepsia refractaria a medida que se demuestra mayor efectividad y conforme no se obtienen los resultados esperados con los nuevos antiepilépticos. 
3) Hasta el momento no se conoce el mecanismo de acción específico, pero se postula una acción a nivel de neurotransmisores que favorece la síntesis de glutamina, precursor esencial del GABA, neurotransmisor inhibitorio y un importante agente anticonvulsivo. 
4) En la actualidad, la DC se utiliza en más de 50 países, se indica de forma inicial en el déficit de GLUT-1 y en el déficit de piruvato dehidrogenasa, y debe considerarse como tratamiento de primera línea en los espasmos infantiles, las convulsiones mioclónicas, la esclerosis tuberosa, la epilepsia mioclónica-astática (síndrome de Doose), en el síndrome de Dravet, en el síndrome de Rett y en el síndrome de Lennox-Gastaut, los cuales son refractarios a la medicación antiepiléptica. No obstante, no debe ser un tratamiento de primera elección en otros síndromes convulsivos; se debe tener en cuenta cuando han fallado, al menos, dos fármacos anticonvulsivantes modernos. 

Y es así como Juramento hipocrático se nos presenta como una película argumental en relación con el conocimiento de la epilepsia, en general, y de la dieta cetogénica, en particular. Una película con mucha capacidad para las emociones y reflexiones, y con el mensaje clave de “primum non nocere”. Una rara avis en la descripción fidedigna de esta enfermedad tan maltratada por el séptimo arte.

 

lunes, 22 de marzo de 2021

El panorama de la pandemia COVID-19 en España previo a la cuarta ola


Cuando apenas estamos disfrutando de unos días o semanas de relativo control de la tercera ola de la pandemia por COVID-19 en España, ya estamos esperando la cuarta ola en breve. Los datos así lo muestran. En Europa, llevamos varias semanas observando cómo los casos han repuntado, lo que hace indicar que tarde o temprano ese incremento puede llegar a nuestro país. Además, la incidencia acumulada a 14 días por 100.000 habitantes se ha estancado en la última semana, estando en torno a 130 todos los días. Esto hace prever que la tendencia a la baja ha finalizado y el próximo cambio en la curva será hacia arriba. Pero hay otro indicador que hace pensar que la cuarta ola está próxima: y es que en 22 provincias españolas los casos han subido en la última semana. Y con la Semana Santa a la vista…. 

Hace un año, con el inicio de la primavera 2020, nos enfrentamos a uno de los confinamientos más severos del mundo. Hoy, con el inicio de la primavera 2021, se nos plantean las dudas con el devenir de la pandemia ante la marcha de los lentos programas de vacunación y el acelerado camino de las nuevas variantes del coronavirus. 

A) Vacunación frente a la COVID-19 

Actualmente han recibido las dos dosis de vacuna un 4% del total de la población española, y eso tras más de tres meses de programa de vacunación. Al comienzo de esta estrategia desde el Ministerio de Sanidad se declaró que en el mes de julio un 70% de la población española estaría vacunada, asegurando un porcentaje que permitiera hablar de protección colectiva y quizás salvar el verano, la época clave del turismo y de la economía española. Cuando esta declaración la hizo el Sr. Illa cabía pensar que, en base a su trayectoria de no dar una en el clavo, esto no se iba a cumplir. Pero lo que no pensamos es que estaríamos a años luz de su nula y mal asesorada gestión en sanidad. 

Y está claro que el problema principal no son las ganas, sino el desabastecimiento por parte de los laboratorios. Algo que es general, pero que no hace que la política de vacunación sea igual ni por países ni por comunidades autónomas de España. Así, a fecha de 18 de marzo de 2021, Israel se posicionaba como el país con una mayor cobertura de vacunación contra la COVID-19, con más de 111 dosis administradas por cada 100 habitantes; le siguen Emiratos Árabes Unidos y Chile con 70,6 y 42,5 respectivamente. España cuenta con 12,7 dosis por cada 100 personas, aunque con algunas variaciones regionales: por comunidad autónoma, la tasa de vacunación contra el coronavirus alcanza las 17,4 dosis en Asturias, mientas que la de Baleares rondaba las 9,7 dosis. 

Y si éramos pocos, va y aparecen las inevitables alarmas de eventos adversos (porque todos los fármacos - y entre ellos las vacunas - van asociadas a eventos adversos, si bien mayoritariamente leves y transitorios). En la última semana nos hemos enfrentado a las noticias alrededor de la vacuna de AstraZeneca: la notificación de casos de trombosis de senos venosos cerebrales, con la particularidad de ir asociadas a una disminución del número de plaquetas en sangre, lo que sugeriría una activación anormal del sistema de la coagulación. El Ministerio de Sanidad y todas las organizaciones sanitarias están informando con absoluto rigor, rapidez y transparencia de los acontecimientos: 
- 16 de marzo: Información de interés en relación con los últimos eventos sobre la vacunación frente al SARS-CoV-2 con vacuna AstraZeneca (tanto información para profesionales como para población general) 

Tras la evaluación de los datos disponibles sobre los casos notificados de tromboembolismo tras la vacunación con la vacuna frente a COVID-19 de AstraZeneca (revisando 7 casos de coagulación intravascular diseminada y 18 de trombosis de senos venosos centrales notificados sobre un total de 20 millones de personas vacunadas en Europa), se han establecido las siguientes conclusiones: 
- Los beneficios de vacunarse con esta vacuna, en la situación actual de pandemia, son superiores a sus posibles riesgos. 
- La vacuna frente a COVID-19 de AstraZeneca no supone un aumento del riesgo global de efectos trombóticos o formación de coágulos en sangre. No obstante, existe una posibilidad muy baja de que se formen pequeños coágulos en diversos vasos sanguíneos que podría producir la denominada coagulación intravascular diseminada (CID) o bien en algunas venas cerebrales. Los casos notificados hasta ahora son muy reducidos respecto al número de personas vacunadas y se han presentado en personas que habían recibido esta vacuna recientemente (en los 14 días anteriores). 
- Los síntomas sobre los que debe de estar alerta y buscar atención médica si se presentan incluyen: dificultad para respirar; dolor en el pecho; hinchazón o dolor en un brazo o una pierna; dolor de cabeza intenso y persistente o que empeora más de 3 días después de la vacunación; visión borrosa o doble; múltiples hematomas pequeños, manchas rojizas o violáceas en la piel. 
- No se han identificado problemas con lotes específicos de la vacuna. 

Según esto, España seguirá administrando la vacuna contra el coronavirus de AstraZeneca después de la conclusión de la Agencia Europea del Medicamento (EMA) y será a partir del miércoles 24 de marzo

B) Nuevas variantes de coronavirus 

En este momento, hay tres nuevas variantes del virus SARS-CoV-2 que generan preocupación. Estas variantes parecen propagarse con más facilidad y rapidez entre las personas, y provocar más infecciones por el virus de la COVID-19. Estas variantes incluyen: 
- Una variante identificada en el Reino Unido. Esta variante de COVID-19 (B.1.1.7) tiene 23 mutaciones. Varias de estas mutaciones están en la proteína S de la espícula que el virus usa para adherirse a la superficie de las células humanas. Esta variante podría asociarse a un aumento en el riesgo de muerte en comparación con otras variantes, pero se necesitan más investigaciones. 
- Una variante identificada en Sudáfrica. Esta variante (B.1.351) tiene múltiples mutaciones de la proteína S. No hay pruebas de que esta variante provoque una enfermedad más grave a causa de la COVID-19. 
- Una variante identificada en Brasil. Esta variante (P.1) tiene 17 mutaciones, incluidas tres en la proteína S. Algunas pruebas indican que esta variante puede ser menos vulnerable a los anticuerpos generados por una infección por COVID-19 anterior o a una vacuna contra la COVID-19. 
- Es posible que se sigan identificando otras variantes, como la descrita en Uganda, Nigeria o California. 

Las investigaciones tempranas todavía pendientes de finalización indican que las vacunas contra la COVID-19 de Pfizer-BioNTech y Moderna pueden ofrecer protección contra las variantes identificadas en el Reino Unido y Sudáfrica. Los fabricantes de vacunas también están intentando crear vacunas de refuerzo para mejorar la protección contra las variantes. 

La que en estos momentos circula de forma preferente en España es la variante británica. Según una estimación de Sanidad a partir de los resultados de laboratorio, existen grandes diferencias entre regiones y zonas de nuestro país. Entre las comunidades autónomas, destacan Asturias (97%) Cataluña (85%), Cantabria (83%), Navarra (78%), Murcia (77%), País Vasco (77%), Baleares (76%) y Andalucía (62%). En nuestra provincia de Alicante la cifra se sitúa en un 30%, si bien era de un 6% tan solo hace dos meses. 

Está claro que identificar las variantes del coronavirus y conocer su genética afecta directamente a la toma de decisiones en Salud Pública. También sirve para que los laboratorios sean capaces de ajustar las vacunas para que respondan mejor a las mutaciones del virus. Ahora España está cerca de secuenciar algo más del 5% de muestras, y si se tienen en cuenta todo lo analizado durante la pandemia, España es el tercer país de la Unión Europea y el noveno del mundo que más contribuye a la secuenciación del virus, según datos del proyecto GISAID. Solo Dinamarca y los Países Bajos superan la aportación de España en el entorno europeo, mientras que el Reino Unido y Estados Unidos lideran el ranking a escala global. Ahora bien, España no supera el 1 % de muestras secuenciadas en proporción al número acumulado de casos durante la pandemia. Teniendo en cuenta este criterio, nuestro país desciende hasta el duodécimo puesto de la Unión Europea y el 54º del mundo. Por tanto, debemos seguir mejorando. 

Y este es el panorama de España ante la inminente cuarta ola: lentitud en los programas de vacunación y celeridad de aparición de las nuevas variantes del coronavirus. Esto no augura un camino prometedor… Así que más vale no bajar la guardia ni un ápice.

lunes, 18 de septiembre de 2017

La seguridad del paciente a debate


En sanidad cabe no olvidar la frase de A. Bloomfield: "Hay algunos pacientes a los no podemos ayudar, pero no hay ninguno al que no podamos dañar". Y la seguridad del paciente se convierte en una máxima, así como el reto de poner coto a la yatrogenia. 

De ello hemos hablado repetidamente en este blog. Y en una ponencia en un congreso hace 5 años ya expuse estos cuatro puntos: 
1) Conocer las causas de los EVENTOS ADVERSOS en la asistencia sanitaria nos ayudará a promover las UNIDADES DE GESTIÓN DE RIESGOS. Y a no olvidar el principio hipocrático: "Primun non nocere". 
2) La GESTIÓN DE CALIDAD TOTAL pone especial hincapié en el siglo XXI en la cultura de la SEGURIDAD DEL PACIENTE. Y promueve la responsabilidad sanitaria de notificación de eventos adversos. 
3) El liderazgo en la cultura de seguridad de PROFESONALES SANITARIOS y PACIENTES permitirá cambiar la cultura de la "culpa" por la cultura del "conocimiento". 
4) Más allá de la prevención primaria, secundaria y terciaria..., nos encontramos con la prevención CUATERNARIA. Porque es fundamental prevenir el "exceso de diagnóstico, tratamiento y prevención médico". 

Y en las recientes XXXVII Jornadas de Economía de la Salud la seguridad del paciente se ha contabilizado también. Porque se estima que los costes de los efectos adversos pueden suponer un 15% del gato en salud de todos los sistemas sanitarios. Se estima que el número total de efectos adversos podría ser de 40 millones de euros en España, lo que supone la pérdida de 23 millones de años de vida ajustados a discapacidad (AVAD). 

En el caso de España existen diferentes registros promovidos por el Ministerio de Sanidad para conocer el número de paientes que sufren este tipo de inconvenentes: 
- En hosspitales el estudio ENEAS ha estimado la incidencia de eventos adversos en 9,3%. 
- En atención primaria el estudio APEAS alcanza el 11,2%. 
- En cuidados intensivos se sitúa en 40% y en servicios de urgencias supone el 7,2%. 
Y todo lo anterior es solo la punta del iceberg. Porque escondidos quedan los incidentes, los casi-incidentes, los eventos adversos más leves, etc. 

Dos causas subyacen como favorecedoras de este incremento de los eventos adversos en sanidad: 1) la medicalización excesiva de la vida, con dos consecuencias perjudiciales para el paciente: el sobrediagnóstico y el sobretratamiento; y 2) la medicina defensiva. 

En estas Jornadas se extraen algunas recomendaciones frente a esta "epidemia" de eventos adversos:  
1. Reconocimiento de la yatrogenia como problema de salud pública. 
2. Evaluación rigurosa por parte de la Estrategia de Seguridad del Paciente. 
3. Fortalecimiento de los sistemas de información y de notificación. 
4. Medidas para reducir el incumplimiento de las recomendaciones de la OMS. 
5. Publicar los resultados de las evaluaciones periódicas. 
6. Fomento de la investigación de las causas y determinantes de la yatrogenia. 
7. Reformas legislativas necesarias para proteger a los profesionales. 
8. Fraguar un frente activo y coordinado de actuación para impulsar las recomendaciones. 
9. Aprobación del baremo de daños sanitarios que incrementen la seguridad jurídica. 

 Lo dicho, no olvidemos una realidad como la frase de A. Bloomfield.

lunes, 26 de enero de 2015

Las víctimas de los eventos adversos en sanidad


El pasado 22 de enero tuvo lugar la Jornada de Seguridad del Paciente en el Hospital General Universitario de Alicante. Un tema siempre de gran interés en materia de calidad y de gestión y alrededor de que se trataron distintos temas. 
En España, tenemos varias experiencias previas en materia de seguridad del paciente: el Estudio ENEAS en Atención Hospitalaria (2005), el Estudio SYREC en Medicina Intensiva (2007), el Estudio APEAS en Atención Primaria (2008) y el Estudio EVADUR en Urgencias Hospitalarias (2010). 

La seguridad del paciente incluye las actuaciones orientadas a eliminar, reducir y mitigar los resultados de los eventos adversos (EA) de la asistencia sanitaria evitables, al tiempo que propicia un cambio cultural que destierre todo atisbo de cultura reactiva que culpabilice a los profesionales por sus errores. Porque la salud puede ser que no tenga precio, pero si tiene costes y uno de estos costes son los EA y las víctimas. 

Cuando se produce un EA, las primeras víctimas son los pacientes, pero éstos no son los únicos damnificados. Las consecuencias pueden ser devastadoras para el profesional implicado (segunda víctima) y para la propia institución u organización (tercera víctima), porque también ellos sufren cuando ocurre un EA. 

- Las PRIMERAS víctimas de los EA son los pacientes. Sobre ello hemos hablado en otro post del blog y es nuestro trabajo protegerles de cualquier daño derivado de la asistencia sanitaria. 

- Las SEGUNDAS víctimas son los profesionales de la salud (entendido como cualquier prestador de servicios en el sector sanitario: médicos, enfermeras, personal de apoyo, estudiantes y voluntarios) que se ve implicado en un EA y por ello quedan afectados profesional y personalmente. Porque el profesional sanitario implicado en un EA inevitable queda traumatizado por esa experiencia. Y hay que tener en cuenta que hay estudios que marcan en tan sólo un 5% los profesionales sanitarios que nunca se han visto implicados en algún error clínico, de ahí la importancia del problema. Según los estudios APEAS y ENEAS, el 15% de los profesionales sanitarios se ven envueltos en algún EA cada año (en la mayoría de casos, EA sin consecuencias graves). Y hasta un 2% abandonan la profesión tras sufrir en ellos las consecuencias de un EA. 
Las consecuencias en la segunda víctima son de distinto tipo: emocionales, personales, familiares, legales, de reputación, miedo a ser imputado, etc. La sinceridad y las disculpas son dos premisas para la comunicación de EA y errores a los pacientes: o dicho de otra forma, la ventaja de decir “lo siento”. 

- Las TERCERAS víctimas son las instituciones sanitarias que ven amenazado su prestigio y el de sus profesionales como consecuencia de la ocurrencia de un EA con consecuencias graves en uno o más pacientes. 

Es evidente que en materia de EA y de seguridad del paciente tenemos pasado que revisar, presente que describir y analizar y, sin duda, futuro para cambiar conductas y normalizar buenas prácticas. Es necesario crear una adecuada cultura en seguridad del paciente, una cultura ligada a mejorar la calidad asistencial. El aforismo “primum non nocere” tiene que llegar de forma reflexiva y rigurosa a los tres niveles de gestión clínica: macro, meso y microgestión. 

martes, 16 de octubre de 2012

Seguridad del paciente: cultura y liderazgo


El pasado 5 de octubre y en el contexto del XXVI Congreso Nacional de la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria (SEPEAP) tuve la oportunidad de participar en un seminario sobre SEGURIDAD DEL PACIENTE. 

Un tema de rigurosa actualidad, sobre el que pudimos discutir sobre las siguientes reflexiones: 

-Conocer las causas de los EVENTOS ADVERSOS en la asistencia sanitaria nos ayudará a promover las UNIDADES DE GESTIÓN DE RIESGOS. Y a no olvidar el principio hipocrático: "Primun non nocere". 

- La GESTIÓN DE CALIDAD TOTAL pone especial hincapié en el siglo XXI en la cultura de la SEGURIDAD DEL PACIENTE. Y promueve la responsabilidad sanitaria de notificación de eventos adversos. 

- El liderazgo en la cultura de seguridad de PROFESONALES SANITARIOS y PACIENTES permitirá cambiar la cultura de la "culpa" por la cultura del "conocimiento". 

- Más allá de la prevención primaria, secundaria y terciaria..., nos encontramos con la prevención CUATERNARIA. Porque es fundamental prevenir el "exceso de diagnóstico y tratamiento médico". 

Porque la Pediatría es una especialidad especialmente proclive a desarrollar un modelo de medicina cercana, científica y humana. Una medicina que intente ofrecer la máxima calidad con la mínima cantidad (de intervenciones) y en el lugar más cercano al paciente. Y en este sentido, y tal como comenzamos la exposición, cabe no olvidar la frase de A. Bloomfield: "Hay algunos pacientes a los no podemos ayudar, pero no hay ninguno al que no podamos dañar"

Un interesante seminario en compañía de los doctores José María Gómez Vida y Victor Bolivar. Un interesante congreso en una siempre hermosa Sevilla.