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sábado, 20 de enero de 2018

Cine y Pediatría (419). "A cielo abierto" se entienden mejor los trastornos psiquiátricos infantiles


Hay una clasificación de las películas que todos tenemos muy clara: las películas que nos gustan, las que no y las que depende (porque el momento y forma de verlas influye). Y para los críticos, de forma similar, están las buenas películas (algunas inolvidables) y las malas películas, y un tercer grupo difícil de clasificar. Si bien tampoco todos los críticos se ponen de acuerdo, hoy llega a Cine y Pediatría una de esas películas difíciles de clasificar, una nueva película documental del aclamado cine francés en estas lides: A cielo abierto (Mariana Otéro, 2013). 

Mariana Otéro es una directora francesa nacida en una familia de artistas, y que desde 1987 se especializa en la realización de películas documentales habitualmente bien recibidas y premiadas. Y en A cielo abierto esta directora ha convivido durante varios meses con los habitantes de Le Courtil, un centro educativo belga que ayuda a discapacitados psíquicos de entre seis y 20 años a buscar los caminos para alcanzar la felicidad, o al menos a controlar sus impulsos. Al finalizar los 110 minutos de metraje cada uno tendrá la capacidad de clasificarla: me gusta o no, es una buena película o no. La crítica no se pone de acuerdo y hay para todos los gustos. Lo que está claro que no deja indiferente, al menos al que esto suscribe, tanto por la forma (grabación con cámara en mano) como por el fondo (acercarse a la realidad de los problemas psiquiátricos de la infancia). Porque en Cine y Pediatría nos hemos aproximado a ciertos problemas psiquiátricos en la infancia y adolescencia en películas como Inocencia interrumpida (James Mangold, 1999), Estrellas en la Tierra (Aamir Khan, 2007), Una historia casi divertida (Ryan Fleck y Anna Boden, 2010) o Cruzando el límite (Xavi Giménez, 2010). Pero en ningún caso algo similar a nuestra película de hoy. 

"Tiene 4 años. Lo que alertó su mamá es que hace dos años, empezó a automutilarse de manera importante, con unas crisis importantes. Ha sido hospitalizado un tiempo. Han considerado que el niño se había tranquilizado y no era lo suficientemente loco para ser ingresado, ni siquiera en un establecimiento especializado como el Courtil. Ha vuelto al colegio tradicional y le ha ido fatal. Ha roto muchos objetos. Se ha vuelto a mutilar. Entonces la madre lo ha tenido en casa". Esta es una de las muchas conversaciones que se dan en A cielo abierto, en este centro donde habitan niños y niñas neuróticos y psicóticos, y lo hacen con psiquiatras, que, por turnos, conviven con ellos las 24 horas del día, a los que llamar héroes de nuestro tiempo sería quedarnos cortos. Porque si es complicado cuidar nuestro cuerpo como médicos, más lo es entender nuestro cerebro y lo que allí se gesta. Y a lo largo de la película convivimos con niños y adolescentes con trastornos psiquiátricos, del comportamiento y de adaptación social muy diversos, desde los que se golpean contra la pared hasta lo que escuchan voces, desde los que hablan consigo mismo hasta lo que les cuesta entender su propio cuerpo, los que lo canalizan todo por los videojuegos o por sus continuos impulsos sexuales. Y aquellos que nos confiesan: "No voy a poder evitar tener mi TOC"

Y con este material, Mariana Otéro trata de acercarnos con tacto y sensibilidad a las emociones y dramas que esto provoca, combinando las escenas de los jóvenes internos y las escenas de reunión de los profesionales que les atienden (educadores, psicólogos, terapeutas, psiquiatras,...). Y a través de la película conoceremos a Marie, Anne, Amina, Matéo, Olivier, Lenna, Evanne, Jean-Hughes, Méghane, Alysson, Christopher, Fayçal, Yasmine, Nicolas, Océane, Logan,... y los conoceremos con sus actividades en la escuela, en el comedor, en la habitación, durante el juego, cuando se entretienen con los puzles o pasean en el campo. Y como dice la directora del centro: "Está claro que debemos tratar las cosas con el corte, escribiendo o contando. Ese es el arte del trabajo"

En la película se nos muestra como, día a día, los adultos tratan de entender los problemas de cada uno de los niños y adolescentes internos y buscan soluciones para mejorar su vida. A raíz de la historia y experiencia de cada uno de ellos se nos intenta mostrar su particular forma de ver el mundo, donde cada uno de ellos es un enigma y donde cada uno de ellos, a diferencia de nosotros que tenemos una lengua común, tiene una lengua privada. En Courtil se dedican a descifrar y entender esta lengua caso por caso, que permita entender la locura de esos pequeños que llaman "discapacitados mentales", una expresión que suena altamente peyorativa. 

Porque en la institución belga de Courtil, que acoge 250 niños, se trabaja bajo la perspectiva del psicoanálisis lacaniano, allí donde se conjugan los conceptos de lo real, lo imaginario y lo simbólico como tres dimensiones anudadas en la constitución del sujeto, tres nudos imbricados según la forma de un nudo borromeo. Y por ello, al principio el espectador puede que se sienta un poco perdido, pero poco a poco empezará a vislumbrar que estos niños tienen su propia lógica, que existe una estructura que marca su relación con los otros, con el mundo. La película da cuenta de que todo esto se puede entender y por lo tanto existen también soluciones. Porque el psicoanalista Jacques Lacan - creador del psicoanálisis lacaniano, una variante del psicoanálisis freudiano en su relación con el lenguaje - señala que en la psicosis el inconsciente está en la superficie, está “a cielo abierto”. De ahí el título de de esta película... una película para compartir la experiencia de su director, para ayudar a comprender un poco la locura de estos niños. 

Ver esta película es una experiencia singular, una película diferente porque no seguimos una historia que venga dada o sea lineal. Es el producto de 180 horas de filmación con lo que su directora llamó "cámara-cuerpo" y un complejo montaje. En resumen, un documental en ocasiones desconcertante, en el que Mariana Otero enfoca su cámara y deja que el espectador juzgue este sanatorio mental, donde el discurso alucinado y desconectado de la realidad corresponde no solo a los pacientes, también a sus terapeutas. Un documental que puedes amar o no, al igual que puedes creer en el psicoanálisis de Lacan o no. 

Cabe destacar que los productores asociados de esta película son Jean-Pierre y Luc Dardenne, los famosos hermanos Dardenne del cine belga a los que hemos dedicado dos entradas en Cine y Pediatría (ver Cine y Pediatría 110 y 111). Y cabe destacar que esta es una más de las películas documentales con sello francés, aunque personalmente no llegan a los tres títulos imprescindibles y que siempre destaco que todo pediatra debe conocer (y prescribir): 1) Entender la normalidad de un recién nacido y lactante: Bebés (Thomas Balme, 2010); 2) Reconocer a los niños como nuestros pequeños filósofos: Solo es el principio (Pierre Barougier y Jean-Pierre Pozzi, 2010); y 3) Reflexionar sobre los distintos caminos que nos llevan a la escuela: Camino a la escuela (Pascal Plisson, 2013).  

Y ahora llega A cielo abierto, para entender un poco mejor los trastornos psiquiátricos en la edad pediátrica. Porque para un problema sanitario de esta envergadura no solo hace falta alta formación y mente abierta, sino también que el cielo se nos abra para lograr la integración de estas personas tan importantes. Y mi buen amigo, el gran psiquiatra José Luis Pedreira, sabe bien de que hablo.

 

jueves, 28 de julio de 2016

Guía NICE sobre psicosis y esquizofrenia en niños y adolescentes


NICE sigue ofreciéndonos nuevas e importantes novedades en cuanto a la publicación de nuevas guías de práctica clínica (GPC) dirigidas a la población pediátrica.

Recientemente han actualizado una nueva GPC sobre un problema de salud - o más bien conjunto de problemas  - harto complejo: las psicosis y la esquizofrenia en niños y adolescentes.

Esta GPC aborda tanto el diagnóstico como en tratamiento de estos trastornos. Puede accederse a las recomendaciones de esta GPC a través de este enlace.

A continuación ofrecemos enlaces a otras secciones de interés de esta GPC:







sábado, 24 de enero de 2015

Cine y Pediatría (263). El lado más oscuro de la infancia en “El niño de barro”


Para todos y en general, la infancia representa la inocencia, la esperanza y el futuro. Y los niños y niñas pequeños seres a los que la sociedad debe proteger de cualquier forma de abuso o explotación. Pero hay terribles excepciones, producto de una mala combinación de ambiente y genética, niños que pasaron a la historia por sus comportamientos psicópatas, que destruyeron familias y llevaron a preguntarse a la sociedad en su momento: ¿qué estamos haciendo mal? 

Es por ello que esta entrada de hoy ya advierto que no es para todas los ojos, y puede ser incómoda, como incómoda y cruda es en ocasiones la vida. Hoy nos acercamos a los niños asesinos. Incluso hay un decálogo de los niños y niñas más sanguinarios de la historia, algunos aún tristemente en nuestra memoria. La mayoría de ellos se concentran en Estados Unidos (Craig Price, Eric Smith, George Jr. Stinney, Jesse Pomeroy, Jordan Brown y Josh Phillips) y en Gran Bretaña (Mary Bell, Robert Thompson y Jon Venables). La excepción en ese decálogo son la niña japonesa Natsumi Tsuji, apodada "Nevada-Tan" y cuyo caso es de los más recientes, a principio del siglo XXI; y el niño argentino, Cayetano Santos Godino, apodado “Petiso orejudo” y cuyo caso, uno de los más crueles de la historia, conmocionó la ciudad de Buenos Aires a principio del siglo XX. 

La historia del “Petiso orejudo” es una de las más escalofriantes que puedan encontrarse dentro de la criminología moderna, pues coincide completamente con la de muchos otros asesinos en serie adultos y, como suele suceder, comienza con una infancia tortuosa. Hijo de inmigrantes calabreses, nació en 1896 en la ciudad de Buenos Aires, tenía siete hermanos y un padre alcohólico y maltratador. Comenzó su carrera criminal con tan solo 7 años de edad y se convirtió en uno de los mayores niños sociópatas en la historia, responsable de la muerte de cuatro niños, siete intentos de asesinato, y el incendio de siete edificios. 
Porque Cayetano Santos Godino se crió en la ley de la calle, y su epicentro fueron los sectores de Almagro y Parque Patricios en la ciudad de Buenos Aires. Los informes médicos del “Petiso orejudo” y su aspecto físico bien podrían encuadrarse en alguna forma de cromosomopatía, bien un síndrome del cromosoma X frágil o síndrome XYY. Nunca se definió y solo queda en la pura especulación. 

Esta historia y este personaje centran nuestra película de hoy: El niño de barro (Jorge Algora, 2007). Una serie de crueles asesinatos a niños se extiende por todo Buenos Aires en 1912. Mateo (Juan Ciancio), un niño de 10 años, esconde un secreto: a veces su mente y sus pesadillas le conducen a un oscuro lugar de la memoria en donde es testigo de los asesinatos. Al descubrirse su secreto, se convierte en el principal sospechoso. Estela (Maribel Verdú), su madre, y el forense de la policía (Chete Lera), tratan de encontrar una explicación racional a las visiones y así vencer el escepticismo del comisario Petrie (Daniel Freire). Van en busca de un fotógrafo pedófilo, el cual ha utilizado a Mateo y sus amigos para fotografías, pero los asesinatos siguen ocurriendo. Y así llegamos al final de la historia, lo mejor de la obra, y esa pregunta del comisario al pequeño asesino: “Una última pregunta, ¿has llorado alguna vez…?”

Jorge Algora no es Fritz Lang y El niño de barro no admite demasiadas comparaciones con M, el Vampiro de Düsseldorf (1931), pero es una obra más que considerable, dado lo complicado del tema a tratar y que es la ópera prima de este directo madrileño que lleva años dirigiendo documentales como Terra de náufragos (2003) y Camino de Santiago (2003), así como programas de televisión y publicidad. Y se atreve con esta dura película que aborda la violencia en el mundo infantil con sutilidad y combina una efectiva trama de intriga criminal, con toques fantásticos y numerosos elementos dramáticos en torno a la soledad, la pederastia y los malos tratos, al mismo tiempo que analizar las consecuencias de la violencia en los niños. 

No es la primera vez que aparecen niños psicópatas a las páginas de Cine y Pediatría. Hay precedentes como El niño que gritó puta (Juan José Campanella, 1991), Inocencia interrumpida (James Magold, 1999), Las vírgenes suicidas (Sofía Coppola, 1999), Bowling for Columbine (Michael Moore, 2002), De mayor quiero ser soldado (Christian Molina, 2010), Una historia casi divertida (Ryan Fleck y Anna Boden, 2010), Cruzando el límite (Xavi Giménez, 2010) o Tenemos que hablar de Kevin (Lynne Ramsay, 2011), entre otras. 
Pero El niño de barro es posible que supere a las anteriores por lo que muestra y por lo que esconde. Y con una mirada reflexiva (casi una pesadilla) sobre el lado más oscuro de la infancia. Y con ese colofón de la obra: “Cayetano Santos Godino, “el Petiso Orejudo”, murió 32 años después en la Cárcel del Fin del Mundo, Usuahia-Argentina”

jueves, 24 de enero de 2013

NICE publica una guía sobre manejo y tratamiento de la esquizofrenia infantojuvenil


La medicalización excesiva e injustificada de la población pediátrica es para mí un hecho. Lo tengo comprobado desde mi puesto de pediatra de atención primaria...

...  Y me causa una preocupación mayor, muy particularmente, el fenómeno de "etiquetado" con diagnósticos psiquiátricos que muchos niños sufren (injustificadamente en no pocas ocasiones)... y me causa horror la prescripción de psicofármacos a niños que no los necesitan.

En el cammpo de la psiquiatría infantil es necesario poner orden. La influencia de Estados Unidos, con sus prevalencias infladas de TDAH  y de  trastorno bipolar infantil entre otras enfermedades, unido al incremento exponencial del uso de antipsicóticos en población pediátrica, hace necesario poner un poco de orden en medio de semejante panorama.

Y es en este terreno donde las guías de práctica clínica (GPC) tienen mucho que decir. La agenncia británica NICE acaba de publicar con su rigor habitual, una GPC de manejo y tratamiento de los trastornos psicóticos y de la esquizofrenia en niños y adolescentes.

El pdf completa de la GPC podéis descargarlo desde este enlace. Y si tenéis prisa, poddéis aceder a las recomendaciones de NICe desde aquí.

Si la reducción de la variabilidad injustificada en la práctica clínica ha de ser un objetivo capital de todos los sistemas nacionales de salud, esta reducción es esencial en el campo de la psiquiatría, especialidad donde no existen marcadores biológicos diagnósticos y donde la opinión subjetiva y la variabilidad inter (e incluso intra) profesional es enorme.


Y... una última ccuestión: ¿Se está haciendo el esfuerzo necesario para implementar las recomendaciones de estas GPC? Mi impresión es que no... Las administraciones sanitarias, central y autonómicas, deberían hacer el esfuerzo de promover la implementación de las recomendaciones de estas GPC Esfuerzo que yo no veo en la actualidad.

viernes, 25 de marzo de 2011

Psicosis y abuso concomitante de sustancias: nueva guía de NICE


NICE acaba de publicar una nueva guía de práctica clínica sobre psicosis y uso concomitante e indebido de sustancias. Su población diana son los adultos y adolescentes con este problema. El título de la guía es:
La Patología Dual "es un término que se aplica para designar la existencia simultánea de un trastorno adictivo y un trastorno mental en una misma persona", según podemos leer en la web DUAL. Por tanto, podemos considerar que la guía de NICE abarca a una parte de las personas con esta patología: las que padecen psicosis, excluyendo otros trastornos psiquiátricos.

Es importante que los profesionales sanitarios que atendemos a adolescentes estemos familiarizados con este tipo de patologías, actualmente en ascenso. Os dejo un artículo de la revista "Adicciones" sobre este tema.