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miércoles, 17 de marzo de 2021

Reivindicación del pensamiento científico: lecciones de una pandemia

En el mes de diciembre de 2020 la decana Revista de Occidente publicó un número monográfico bajo el título de “El año de la pandemia. Ciencia, medicina y humanismo”. Un número patrocinado por Fundación Lilly, una fundación muy vinculada hacia la humanización de la medicina y la ciencia en español. Como miembro del Comité Técnico de Fundación Lilly recibí un ejemplar de este monográfico de 11 artículos que analizan la pandemia COVID-19 desde perspectivas muy singulares, todos ellos firmados por relevantes autores en la materia.

Pero llamó mi especial atención el artículo firmado por mi buen amigo, José Antonio Sacristán, director de Fundación Lilly: “Reivindicación del pensamiento científico”. Un artículo que conviene disfrutar de principio a fin en este enlace de ResearchGate, pero que me he tomado la libertad de sintetizar algunas de sus ideas clave. 

La pandemia COVID-19 nos cogió por sorpresas y ha cambiado el mundo. Y esta pandemia ha evidenciado que nuestra época está viviendo un avance espectacular de la ciencia, pero un claro retroceso del pensamiento científico. Esto puede parecer una contradicción, pero se trata de dos conceptos diferentes: la ciencia es aquello a lo que se dedican los científicos, mientras el pensamiento científico es una cualidad que, aunque necesaria para el avance de la ciencia y presente en los científicos, también impregna, en mayor o menor medida, a la sociedad. 

Y así es como la CIENCIA ha avanzado como nunca, dada la emergencia de la pandemia. En pocos meses se iniciaron cientos de ensayos clínicos con decenas de nuevos fármacos y en un tiempo récord se han desarrollado las fases de desarrollo de diversas vacunas frente al SARS-CoV-2 y actualmente aplicando en el buscador de PubMed el término “COVID-19” aparecen cerca de 120.000 artículos. 

Pero nuestro PENSAMIENTO CIENTÍFICO no ha estado a la altura. Hemos asistido a un exceso e intoxicación de información (denominado como “infodemia”), a la publicación continua de noticias falsas (“fake news”), de exageraciones absurdas, de teorías conspiranoicas, de informaciones sesgadas, que, sorprendentemente se han asumido con total credulidad por muchos ciudadanos. Y detrás de estas falsas noticias, que se propagan por las redes sociales, casi siempre hay intereses de algún tipo (políticos, económicos, etc.). 

La credulidad frente a lo irracional y la asombrosa rapidez con que se han extendido los bulos son los indicios de nuestra exposición (recurrente) al pensamiento mágico. Pues, aunque el paso del mito al logos se inició con los filósofos presocráticos (Tales, Pitágoras, Heráclito o Parménides), llevamos más de 25 siglos transitando por ese estrecho camino que separa la razón del mito, el pensamiento científico del pensamiento mágico. Porque el camino del mito a la razón es de doble sentido. La historia demuestra que, de cuando en cuando, retorna el pensamiento mágico y destruye una parte del edificio que tanto tiempo se tardó en construir. 

Es inevitable que el resurgimiento del pensamiento mágico que ha ocurrido durante esta pandemia nos haga pensar en la vulnerabilidad de nuestra sociedad ante otros virus potencialmente más dañinos que el SARS-CoV-2: porque los totalitarismos, fundamentalismos o populismos, son virus que comparten características con el coronavirus. Tienen alta capacidad de contagio, dejan múltiples secuelas, las personas asintomáticas los transmiten con facilidad, la respuesta inmune es limitada, y contamos con escasas intervenciones eficaces para prevenirlos o tratarlos. Se trata de virus muy difíciles de vencer. 

La estructura del relato mítico siempre es la misma: a) en una etapa anterior, el hombre vivía feliz en un paraíso imaginario; b) hubo alguien (un culpable) que sacó al colectivo de su paraíso, lo que le obliga a vivir actualmente en unas condiciones miserables y; c) hay un salvador que promete eliminar al culpable y el retorno al edén. Las características del paraíso perdido y del culpable varían en función de la ideología de los constructores del mito. 

A partir de esa estructura de relato, no resulta difícil identificar las estrategias que se utilizan. Y el catastrofismo es su estrategia habitual para ganar adeptos: tras los mensajes apocalípticos y el anuncio de la ruina del sistema, siempre hay líderes visionarios y autoritarios que se creen en posesión de la verdad, de la única verdad posible. La mentalidad anticientífica se refleja también en su intolerancia y falta de pluralismo. En su lógica no hay cabida para la discrepancia. 

Y de ahí la importancia de cuidar el pensamiento científico. Porque a diferencia del mesiánico rígido, seguro de su verdad, el hombre de ciencia ansía a conocer el mundo, acercarse a la verdad. Porque para el científico, los errores son oportunidades de aprendizaje: por ello, convive bien con la duda y cultiva un sano escepticismo. Por ello, conviene cultivar un sano pensamiento científico. Y de todas las posibles medidas que pueden ayudar a fortalecer el pensamiento científico, hay tres que quizás sean más efectivas: la existencia de referentes, el fenómeno de la cultura científica y la educación de los más jóvenes. 

Por tanto, concluye el autor, que es preciso reivindicar el pensamiento científico porque fomenta la honestidad, la humildad, la libertad, el esfuerzo, la tolerancia y la duda, algunos de los mejores antídotos contra el mito. 

Y yo concluyo, que de todos estos valores vamos a necesitar con intensidad para superar lo que resta por superar de esta cruel pandemia. Porque vamos a vivir momentos sanitarios, políticos, económicos y sociales muy complicados. Y más vale desterrar mitos, bulos y teorías conspiranoicas, arrimar el hombro y salir adelante con ciencia y con conciencia. 

lunes, 6 de julio de 2020

Teorías conspiranoicas en tiempo de la COVID-19: the never ending story



No falla. Siempre regresa la misma historia. Es como un dejá vu… Porque siempre que hay una tragedia nacional o internacional, brotan las teorías conspiranoicas que atribuyen el origen de los acontecimientos a oscuros enigmas o personajes, habitualmente con el ocaso de un ciclo para el ser humano (y para la especie) y con oscuras tergiversaciones de lucrativa economía. La pandemia de la COVID-19, que ha azotado a todo el globo, no ha sido menos. Y no han perdido el tiempo… los unos y los otros. 

Pero antes de analizar estos bulos conspiranoicos, vale la pena responder a algunas preguntas: ¿Por qué somos tan adictos a las teorías conspiranoicas ? ¿Nos han atraído de la misma forma a lo largo de la Historia? 

El libro “Uniendo los puntos" (de Clara de Inocencio, JanWillem van Prooijen y Karen M. Douglas) indaga en ello y explica que la creencia en planes secretos y otras historias típicas de tabloides se deben a una distorsión del proceso cognitivo que permite al ser humano identificar patrones. Una habilidad que ha sido clave para nuestra supervivencia como especie - beber agua quita la sed, el semáforo rojo significa que hay que parar, etc. -, pero que a veces también nos lleva a intuir un patrón donde sólo hay estímulos caóticos o generados aleatoriamente. En otras palabras: descartamos que algunos fenómenos se producen al azar y preferimos pensar que en la sombra hay alguien manejando los hilos. Según los autores del libro, las teorías de la conspiración ofrecen una explicación sencilla de la realidad y ayudan a restaurar una cierta sensación de control y predictibilidad. 

Los conspiracionistas, auténticos “believers” de lo subterráneo y lo paranormal, son a la sociedad lo que los populistas a la política: están por todas partes... y más vale verles venir de frente. Según el ensayo “Republic of Lies” de Anna Merlan, donde analiza “la ecosfera de la sospecha", sostiene que el pensamiento conspiranoico tiende a florecer en tiempos de mucha agitación social, cuando cualquier agarradera es buena para no ser arrastrado por la incertidumbre. Consecuencia: los bulos ya tienen más público que nunca. Y las redes sociales y cualquier medio de comunicación son el perfecto caldo de cultivo (y sin barbecho). Pero con un pequeño pero (que es enorme): los avances tecnológicos han aumentado la complejidad de nuestra realidad diaria, que es instantánea y donde cualquiera puede “producir” información (de calidad formal y ética muy variable). Con ello estamos más (sobre)expuestos a información (de hecho, estamos “infoxicados”) sobre eventos sociales, económicos, científicos y políticos, pero la mayoría de nosotros sólo tiene un conocimiento superficial del mundo en el que vivimos y de los temas que preocupan. Ni se profundiza ni se reflexiona sobre esos aspectos de los que todo el mundo habla, la inmediatez solo da para opinar rápido, donde el “zasca” es lo que más “likes” y “followers” consigue (Twitter dixit). 

La mayoría de las teorías de la conspiración proporcionan un culpable, y eso tiene un poderoso atractivo emocional para muchas personas. Las teorías de la conspiración ofrecen una explicación de la realidad que es sencilla y comprensible, y aunque estén basadas en ideas erróneas ayuda a las personas a restaurar una cierta sensación de control y predictibilidad sobre sus vidas

La Historia reconoce varias edades de oro en las teorías conspiranoicas: la primera edad de oro de la conspiración comienza con el asesinato del presidente Kennedy; la segunda, con la llegada del hombre a la Luna; y, quizás la tercera y estrella de la conspiración es el 11-S. Ése es el punto de inflexión. Aquí la desconfianza entre el poder y su autoridad alcanza su clímax y el caos de la conspiración total es un agujero negro que todo lo devora, como Saturno a sus hijos. 

Pero son muchos las conspiraciones que hemos vivido ya: el Nuevo Orden Mundial; el ocultamiento extraterrestre; el que Elvis Presley hubiera fingido su muerte o el que Paul McCartney es en realidad un doble, pues el real Paul murió en 1966; las muy variadas teorías conspiranoicas sobre la Bíblia; el triángulo de las Bermudas; las profecías de Nostradamus; el experimento Filadelfia; los caballeros templarios, los cátaros y el Santo Grial; la conspiración judeo-masónica-comunista-internacional; los Illuminati; la teoría de la falsedad del Holocausto (vaya por Dios, menos mal que “solo” fueron 20 millones de víctimas); los chemtrails (abreviatura de chemical trail o estela química en el aire) que se han convertido en los equivalentes contemporáneos de los Illuminati y Los sabios de Sión es porque han conseguido proyectarse a lo bestia desde las redes sociales. Uno de los bulos que más fuerte ha pegado en la red últimamente es el de su origen en las redes 5G, tanto que incluso ha provocado que decenas de ciudadanos hayan atacado a las torres con estas antenas 5G. 

Las teorías de la conspiración han encontrado su ecosistema digital en las redes sociales, desde el que se desarrollan y multiplican su efecto, según profundiza sobre ello el columnista de The Times, David Aaronovitch, es su libro “Voodoo Histories. The role of the conspiracy theory in shaping modern history” publicado en 2009. Y donde no es ajeno a decir que los periodistas y los medios han contribuido a ese estado mental, pues muchos temas que eran tabú, friquismo puro, han saltado a la prensa (bueno, más bien a la prensa “amarillista”). 

Pero, ¿qué se sabe hasta ahora sobre el origen del coronavirus? Una primera investigación sobre el origen de esta enfermedad, publicada en la revista The Lancet, determinó que se trataba de un nuevo tipo de virus, de la familia Coronavidae, emparentado con el Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SARS) y con el Síndrome Respiratorio de Oriente Medio (MERS) pero que no es igual a ninguno de ellos. El punto común de los primeros casos de nuevo coronavirus fue el mercado de la ciudad china de Wuhan, en la provincia de Hubei: ese fue el epicentro de la crisis sanitaria declarada a nivel mundial. El mercado de Wuhan se trata de un mercado de animales, de ahí la importancia de averiguar desde qué animal 'dio el salto' el coronavirus para infectar a los humanos: y la principal sospecha es el murciélago, pues parece que se ya se ha descartado el pangolín. 

Y he aquí las tres principales teorías conspiranoicas en tiempos de la COVID-19: 

1) El coronavirus son las torres 5G. 
Una de las teorías más apoyadas es que el origen del SARS-CoV-2 se encuentra en las redes 5G. Probablemente habrá oído que el 5G va a marcar un antes y un después en la sociedad de la información: ofrece velocidades de conexión mucho más alta y abre un abanico casi infinito de posibilidades telemáticas. No opinan lo mismo quienes consideran que la enfermedad COVID-19 no es un virus en absoluto, sino el efecto de las torres 5G, que se introdujeron por primera vez en 2019. Algunos famosos han contribuido a extender esta disparatada teoría: la cantante Keri Hilson, el futbolista David Icke, el cantante Miguel Bosé, el político nigeriano Femi Fani Kayode, el escritor Jeremy Stone. Según esta tesis, Bill Gates también es protagonista y tiene un plan perverso para desarrollar una "vacuna" que consiste en un chip con capacidad de monitorear nuestros movimientos. 

2) El SARS-CoV-2 fue creado en un laboratorio. 
El 9 de marzo, el expresidente de Irán, Mahmoud Ahmadinejad, declaró al COVID-19 una arma biológica en un tweet que incluía una carta escrita a António Guterres, secretario general de las Naciones Unidas, en la que mostraba sus sospechas sobre el nuevo virus. A medida que la teoría ganó fuerza, algunos usuarios de Internet llegaron a afirmar que Bill Gates (otra vez el magnate de Microsoft) había participado en la síntesis del virus "cultivado en laboratorio", y la conspiración afirmaba que tal brote podría significar un gran negocio para la Fundación Bill y Melinda Gates (a pesar de que la fundación ha prometido millones para combatir el brote de COVID-19 y que lleva muchos años dedicada a reequilibrar oportunidades en salud y educación a nivel local, especialmente en las regiones menos favorecidas, razón por la cual se le galardonó con el Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional 2006). Pero los hechos no sirven de nada, frente a un buena teoría conspiranoica. 
La historia ha circulado hasta tal punto que se ha llevado a cabo un estudio real para probar el origen natural del SARS-CoV-2: el estudio, publicado en la revista Nature Medicine, señala que dos características clave en el patógeno SARS-CoV-2 descartan la intervención de laboratorio en su desarrollo. Pero no servirá de nada… frente a los tweets y retweets de esta teoría. 

3) El coronavirus lo trajeron los extraterrestres. 
Existe una teoría que apunta que la vida que habita en planetas desconocidos podría llegar a la Tierra a través de un meteorito. El profesor Chandra Wickramasinghe, del Centro de Astrobiología de Buckingham, afirmó a principios de este año que una bola de fuego que cayó en el norte de China en octubre pasado es la fuente más probable de SARS-CoV-2. 
Las similitudes de SARS-CoV-2 con SARS y MERS son una vez más evidencia de que esta teoría no tiene pies ni cabeza, ya que es absolutamente improbable que un virus extraterrestre evolucione exactamente de la misma manera que los patógenos transmitidos en la Tierra. Y de aquellos otros dos no dijeron nada en su momento… 

Así que en esta pandemia de la COVID-19 también vale aquello de envía tu teoría conspiranoica, que algo siempre queda. Aunque sea confusión, que no ayuda a nadie, pero a los difusores da relevancia y a los seguidores una aparente seguridad ante las situaciones difíciles. Nada nuevo sobre la faz de la Tierra, porque ya hemos visto que es “the never ending story”. 

Mas nos vale en la COVID-19 enfocarnos hacia lo importante y ser coherentes en todo momento (algo que ha brillado por su ausencia a nivel político en estos meses). Porque queda mucho por hacer para recobrar nuestra vida normal, no la “nueva normalidad”, otra teoría conspiranoica que me pone de muy mal carácter… por cierto.

jueves, 28 de marzo de 2013

El 5% de los padres catalanes no vacunan a sus hijos


Tener que defender, a día de hoy, que las vacunas son eficaces para disminuir la morbimortalidad de muchas enfermedades infecciosas debería ser algo tan obvio como defender que la Tierra gira alrededor del Sol. Claro que hay gente que sigue pensando que el Sol gira alrededor de La Tierra (ojo, que hay gente que lo cree en el año 2013). Y gente que cree que las vacunas son una conspiración medicofarmacéutica para matar niños o algo así.

Dice el titular de "El Periódico": El 5% de los catalanes no vacunan a sus hijos

No es algo que me pille de sorpresa. Al fin y al cabo, trabajo en Cataluña y es una Comunidad Autónoma en la que los "movimientos antivacunas" gozan de una preocupante buena salud.

Tampoco creo, ni mucho menos, que este fenómeno de la "no vacunación" sea exclusivo de Cataluña. Se da también en otras Comunidades Autónomas y en otros países de nuestro ámbito geográfico. Pero el mal de muchos no es más que consuelo de tontos.

Estos datos son alarmantes y amenazan directamente la consecución de los porcentajes vacunales que aseguran la "inmunidad de rebaño", que permite la no circulación de virus y bacterias en la  comunidad, protegiendo de este modo al pequeño porcentaje de niños vacunados en los cuales la vacuna no es eficaz... y que protege también a aquellos niños no vacunados por la irresponsable decisión de sus padres.

Esta entrada no es para hacer amigos. Ya sé que me van a llover, en cuanto la cuelgue, comentarios diversos de las múltiples sectas antivacunas, imbuidas de su ideología conspiranoica que les lleva a decir que "las vacunas causan autismo" (gracias, Dr. Wakefield, su estudio, aún excluido de la revista que en su día lo publicó, sigue haciendo daño), "que porducen muertes, enfermedades" y otras memeces por el estilo.

En pleno Siglo XXI, estar en contra de las vacunas por pensar que son perjudiciales o que son un "experiemento in vivo" con niños", o cosas similares, es como pensar que la Tierra es plana, como muchos creían en la Edad Media. E incluso ahora. Invito a todos estos padres de las diferentes sectas antivacunas que tanto daño están haciendo en nuestro país (brotes epidémicos de Tosferina, de Sarampión...) a que se hagan socios del Club de Amigos de la Tierra Plana. ¿Es ésta una creencia absurda? A mi me lo parece. Igual que defender que las vacunas son perjudiciales para los niños, lo que no sólo perjudica al niño no vacunado (poniéndolo en riesgo de padecer la enfermedad para la que no ha sido inmunizado, lo que para mí constituye una forma de maltrato por negligencia) sino que pone en peligro a toda la comunidad.

Foto de la Tierra Plana. Dedicada a todos los antivacunas que puedan estar leyendo esto.


viernes, 27 de enero de 2012

Australia: los antivacunas pagarán más a hacienda


Así es. Lo podemos leer en muchos sitios estos días. Yo lo he leido en la web del Comité Asesor de Vacunas (CAV). Y la noticia se puede ampliar a través de diversos medios de comunicación nacionales e internacionales.

No sé si es la mejor medida, pero yo estoy totalmente de acuerdo con ella. Hemos tratado en este blog hasta la saciedad el problema de los niños no vacunados por "libre" decisión de sus padres, niños que, de este modo, son sometidos gratuita e irresponsablemente por sus progenitores a padecer una larga serie de enfermedades potencialmente graves e incluso mortales.

La epidemia de Sarampión que se ha padecido recientemente en España y en toda Europa es una vergüenza. Esta enfermedad, de morbimortalidad nada desdeñable, ha generado 30.000 casos en Europa. Se registraron 26 encefalitis y ocho pacientes murieron de una enfermedad que debería estar ya erradicada de nuestro planeta como en su día lo fue la Viruela.

Los padres que rechazan la vacunación para sus hijos están poniendo en riesgo además la salud de los hijos de los demás. Y de muchos adultos. La irresponsabilidad, así, se extiende mucho más allá de su propio ámbito familiar.

En la web del CAV podemos leer:

"El gobierno federal australiano anuncia que los padres que no tengan bien vacunados a sus hijos no tendrán derecho al benefico fiscal que se aplica a las familias con descendencia (Family Tax Benefit) y que puede alcanzar los 2.100 dólares australianos (1.500 euros) por hijo.

La medida está previsto que entre en vigor en julio de 2012, realizándose el control al año, a los dos y a los cinco años de edad.

La Ministra de Salud, Nicola Roxon, ha afirmado: “Sabemos que las vacunaciones son fundamentales para la salud y es por eso por lo que queremos asegurarnos de que los niños se vacunan en el momento adecuado”.

En Australia, el 11% de los niños de 5 años no están vacunados
".

Quizá sea el momento de que aquí en España los padres que libre e irresponsablemente no vacunan a sus niños contribuyan económicamente al Estado para compensar el daño que, también libre e irresponsablemente, están produciendo a sus hijos y a los de los demás. ¿Quién le pone el cascabel a este gato en nuestro país?

viernes, 12 de noviembre de 2010

¿Estamos a salvo del sarampión? Brote epidémico en Granada

Coincidiendo con la entrada de hace dos días, resulta que en España, en un colegio de Granada, está teniendo lugar un brote epidémico de sarampión. En niños no vacunados, por supuesto. Cabe recordar que el sarampión, junto con la poliomielitis, son dos de las enfermedades para las que se cuenta en la actualidad con los recursos técnicos necesarios (vacunas) para su erradicación del planeta, como sucedió en su día con la viruela. Si los niños se vacunan, claro está.

Ayer eran ya 20 los casos declarados. Algunos han precisado ingreso hospitalario. En la noticia de prensa podemos leer: "El primero de los casos se detectó en el Colegio de Infantil y Primaria Gómez Moreno, situado en el barrio del Albaicín, en un grupo de niños que no habían sido vacunados por sus padres, situación que dio lugar a la extensión del brote al resto de personas, cinco de ellas del centro educativo y sólo dos adultos". El subrayado en negrita es mío.

Ignoro las causas de la negativa de los padres a vacunar del sarampión (de hecho, a vacunar de la triple vírica, sarampión-parotiditis-rubeola). Puede ser por dejadez, por ignorancia, o por "creencias" (ya nos hemos referido en varias ocasiones en este blog a los grupos antivacunas). Pero las consecuencias están a la vista: la dejadez o irresponsabilidad de unos pocos padres la pagan sus propios hijos... y los hijos de los demás que, por edad, aún no habían podido recibir la correspondiente vacuna.

Es un hecho bien conocido en epidemiología que, cuando la cobertura vacunal global baja de determinado umbral, acaba por alcanzarse un número crítico de personas susceptibles en los que puede aparecer un brote epidémico. Lamentablemente, es lo que está sucediendo.

Sobre la vacuna del sarampión corrieron ríos de tinta cuando se le achacó una inexistente relación con el autismo. El 28 de enero de este año informábamos del fallo del Consejo General Médico británico en contra del Dr Andrew Wakefield, que en 1997 estableció esa falsa asociación. La revista Lancet, que publicó el artículo del Dr. Wakefield, ha procedido a retirarlo. Pero...

... Pero mucha gente, de forma incomprensible, sigue creyendo que todo se trata de una conspiración. Es triste contemplar cómo en pleno siglo XXI las pulseras holográficas, la homeopatía o las torías conspiranoicas antivacunas gozan de tan buena salud.

En cuanto a la vacuna del sarampión y su inexistente relación con el autismo, escribí en su día, a raíz de la investigación sobre el Dr. Wakefield, que "Cuando se siembra la sombra de la sospecha es muy difícil recuperar la confianza. El Dr. Wakefield ha optado por la huida hacia delante reafirmándose en sus teorías. Lamentablemente, muchos lo respaldarán. Vivimos tiempos en los que la conspiranoia y la pseudociencia gozan de muy buena salud".

Lamentablemente lo escrito entonces sigue - y seguirá...- siendo cierto. De la misma forma que hay personas que creen que la tierra es plana (y no es broma), el fenómeno antivacunas va creciendo y se va extendiendo. Las consecuencias las pagaremos todos.

lunes, 11 de enero de 2010

Disease mongering o el arte de fabricar enfermedades: una denuncia necesaria


La “infoxicación” (o intoxicación por exceso de información) es un gran problema en la gestión del conocimiento en sanidad. Sirva como ejemplo el número de entradas pendientes en “mi Google Reader” tras una semana de desconexión navideña...

El problema del exceso de información es que, en ocasiones, puede pasar desapercibido algún artículo de verdadero interés. Este es el caso del último número de la Revista Pediatría de Atención Primaria (julio/septiembre), en relación con una colaboración especial y editorial que abordan el concepto “disease mongering”, término anglosajón de difícil traducción. Fernando A. Navarro, en su Minidiccinario crítico de dudas propone la siguiente definición: “Disease mongering han dado en llamar en inglés al fenómeno comercial por el cual los laboratorios farmacéuticos tienden a crear o potenciar categorías nosológicas —o incluso inventar enfermedades— con el fin de aumentar las ventas de sus medicamentos. Esta técnica comercial, que en español suele traducirse como ‘promoción de enfermedades’, convierte los factores de riesgo en enfermedades, asocia ciertos síntomas benignos a futuras enfermedades graves, convierte en problemas médicos los achaques propios de la vida o contempla los rasgos de personalidad como si fueran auténticas enfermedades”.

Conviene leer con detenimiento el artículo de Morell Sixto y cols y revisar la bibliografía aportada, pero si conviene recordar las principales enfermedades promovidas por la industria farmacéutica en los últimos decenios:

1.-Convertir variantes de la normalidad en problemas médicos; ej. la calvicie, la celulitis, etc
2.-Transformar síntomas leves en enfermedades graves; ej. el colón irritable, el síndrome de las piernas inquietas, etc
3.-Considerar características de la personalidad o problemas sociales como enfermedad; ej. la fobia social o timidez extrema, etc
4.-Factores de riesgo conceptualizados como enfermedad; ej. presión arterial elevada (hipertensión arterial), cifra de colesterol elevada (hipercolesterolemia), disminución de la masa ósea (osteoporosis), etc
5.-Redefinir prevalencias para ampliar la extensión del problema a más población: la disfución eréctil masculina, la disfunción sexual femenina, el trastorno por déficit de atención con/sin hiperactividad, etc
6.-¿Es la nueva gripe A(H1N1) 2009 también un caso peculiar de disease mongering?. Al menos si ha existido un fomento al miedo acerca de una probable enfermedad, con reacciones paradójicas y contradictorias de la sociedad en los meses que hemos vivido. Recientemente se ha comentado en este blog la construcción de potenciales teorías conspiranoicas.

El tema de “disease mongering” no es nuevo, pues ha sido motivo de reflexión de periodistas, editores y sanitarios en artículos científicos y de divulgación. Pero no por ello debemos de dejar de recordar que el médico es el eslabón entre los usuarios (pacientes) y la industria farmacéutica, con quien debemos establecer una relación de independencia, ética y estética. No es fácil, pero es posible y algunas plataformas lo intentan: “No free lunch”, “Healthy Skepticism” o “No gracias” .

Conviene seguir denunciando la "promoción de enfermedades”, pero conviene recordar que no toda la culpa corresponde a la industria farmacéutica y que todos los protagonistas (médicos, administración sanitaria, medios de comunicación y pacientes) tienen su parte de responsabilidad.

Mucho que hablar sobre el tema. Mucho que cambiar...