sábado, 7 de octubre de 2017

Cine y Pediatría (404). "Evil", el demonio de la violencia


La violencia no es una buena compañera de viaje, y violencia es cualquier forma de maltrato (físico, psicológico o social), más en la infancia y adolescencia. La violencia es el demonio que nos acompaña como miembros de una sociedad en la que convivimos con otros, incluso con identidades e ideas diferentes. Y es bueno reflexionar sobre ello, y por ello la película de hoy. Una película basada en la novela autobiográfica de Jan Guillou, una película sueca del año 2003 dirigida por el también sueco Mikael Hafström y que fue seleccionada en su momento por su país para optar a los Oscar en su categoría de Mejor película de habla no inglesa: su título original Ondskan, pero conocida en nuestro país como Evil

Evil es un drama de principio a fin, lleno de todo tipo de escenas violentas. El comienzo marca la pauta: una escena del maltrato que un padrastro somete hacia su hijo en una familia que parece de bien, mientras la madre mira con dolor a otro lado y toca el piano; y, sin dilación, violencia de ese hijo hacia otros jóvenes en una reyerta callejera. Ese joven es Erik Ponti (Andreas Wilson), un adolescente de 16 años que reproduce en la calle casi lo que ve en casa, una existencia fundamentada en la violencia. "Solo una palabra le define: maldad" le dice el director del instituto antes de expulsarle por su comportamiento agresivo, aunque solo reproduzca patrones de su irascible padrastro sobre él. Debido a todo ello, Erik es internado en un centro educacional para adolescentes de familias aristocráticas y acaudaladas, Stjärnsberg como una última posibilidad para liberarse de su vida anterior y seguir sus estudios. 

Por tanto, nos adentramos en una película más sobre la interrelación de un internado escolar, sus profesores y alumnos. Hay ejemplos de diferentes tipo, desde la musicalidad de Los chicos del coro (Christophe Barratier, 2004) a la descripción de una realidad como en Adiós, muchachos (Louis Malle, 1987), pasando por la dureza de ciertos internados vinculados a la iglesia con prácticas inapropiadas, como fueron Las hermanas de la Magdalena (Peter Mullan, 2002), Los niños de San Judas (Aisling Walsh, 2003), Philomena (Stephen Frears, 2013) o El refugio (Marc Brummund, 2015). Y hoy en Evil viene a profundizar en las agresiones de los bachilleres a los alumnos de cursos inferiores, algo que está tolerado por la dirección, quienes miran para otra parte. Y no son las novatadas de Novatos (Pablo Aragüés, 2015), son algo más...

Erik comparte su habitación con el empollón Pierre, quien desde el principio intenta darle buenos consejos: "Procura no destacar. Lo mejor es ser del montón". Porque Erik llega al internado con la idea de retomar sus estudios, sacar buenas notas, evitarse problemas y que su madre se sienta orgullosa de él. Pero es esta escuela una jungla donde el más fuerte consigue lo que quiere presionando cruelmente al débil, donde hay unos códigos fundamentados en el acoso escolar continuo, impune a la dirección (como lo es el bullying en determinados centros escolares que ni se plantean este problema). Y donde los profesores, salvo honrosas excepciones, derraman su ponzoña, su hiel y sus ideología políticas sobre los alumnos: ¿nos suena...?.

Aprecien la disertación del maestro ante dos alumnos, para diferenciar las tribus germánicas de las tribus eslavas procedentes del este. Así describe a Erik delante de toda la clase: "Mirada fija, nariz recta, mentón fuerte, una mandíbula ancha. Observen el armónico desarrollo que ha tenido la musculatura de sus brazos y piernas. En definitiva, como pueden observar es el prototipo germánico. Muchos de los carolingios de Carlos XII debían tener el mismo aspecto. Los azules". Y luego describe, también delante de todos, a su compañero de habitación, Pierre: "Ojos incrustados, vista pobre, nariz carnosa, hombros caídos como en una botella, la cintura es como la base de un bolo. Observen además sus piernas delgadas. Seguramente tiene los pies planos. Como pueden observar, es un espléndido ejemplo de oriundo meridional". Cruel, ¿verdad? Pues esto está ocurriendo en realidad en ciertas escuelas catalanas con educadores fanáticos independentistas, los que han amasado el nacionalismo en las mentes de las nuevas generaciones desde los años 80.

Y también la película nos muestra la violencia entre los alumnos, con los matones impunes ante la mirada de los profesores y cuidadores, con un acoso escolar continuado contra los nuevos y débiles. La humillación de las matones, el seguimiento sin sentido de las masas, la locura colectiva, el mal lo puede todo: y esto que ocurre en un centro escolar es perfectamente extrapolable a nuestra sociedad... y más en estos días.

Pero en esta difícil situación, Erik intenta reconducir su vida y casi lo consigue: tiene un amigo de habitación que le ayuda a estudiar, su entrenador le apoya en la natación, su gran afición, y se enamora de Marja, una de las camareras. Pero no acepta la violencia y el chantaje, y le llaman "Rata", intentando aguanta ante las continuas humillaciones. Porque no puede revelarse, pues sería expulsado. Pero ¿hasta cuándo se puede aguantar la humillación?

Y solo la voz de un profesor surge, de los pocos con alma en ese centro: "Lo que distingue a los humanos de los animales no es solo la inteligencia, también es la moral. La capacidad de distinguir el bien del mal. Os habéis comportado como animales, como buitres. Es indecoroso. Esto tiene que acabar".

Mañana es mi cumpleaños, y en estas fechas siempre me regalo una película especial. Quizás esta no lo sea por su belleza, pero sí es necesaria por su mensaje. Y sobre todo es necesaria la frase final para que la tengan en cuenta todos aquellos que han provocado la profunda quiebra de la sociedad catalana y española a espaldas de la legalidad y el marco democrático y de libertades en que se mueven las sociedades del siglo XXI. 

 

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