sábado, 27 de febrero de 2021

Cine y Pediatría (581). Bernardo Bertolucci y su provocadora adolescencia

 

El cocktail biográfico de Bernardo Bertolucci fue esencial en toda su obra, un par de decenas de películas, entre producciones colosales y minúsculas, obras tradicionales y otras más experimentales. Porque además de director, el considerado último maestro del cine italiano, también fue guionista, productor, poeta y polemista. Hijo de un gran poeta y una comprometida profesora, fue defensor a ultranza del Partido Comunista y ávido lector de los fundamentos del marxismo y el psicoanálisis. Y esto le llevó a retratar con nitidez extraordinaria a los desheredados de este mundo, a seres en descomposición y a un cierto tipo de burguesía en pleno descubrimiento del fuego

El pasaporte al cielo lo expidió con El último tango en París (1972), su sexta película. La más cruda y polémica, aquella que aún recordamos los de nuestra generación cuando oíamos en nuestra adolescencia que los adultos viajaban fuera de España a visionarla, pues no se pudo estrenar en nuestro país hasta seis años después por las escenas de sexo. Esta película le sirvió todo crédito para rodar Novecento (1976), un viaje a su tierra natal para narrar la lucha de clase con esta descomunal crónica de las primeras cinco décadas de la Italia del siglo XX. Pero el reconocimiento en Hollywood llegó con El último emperador (1987), la trágica y novelesca historia de Pu Yi , a la que siguieron El cielo protector (1989), El pequeño Buda (1993) y Belleza robada (1997). 

Pero hay en su filmografía dos películas en las que el sexo, la adolescencia y cierto grado de polémica se dan la mano y que hoy nos convocan. Porque Bertolucci supo impregnar su cine del aroma de las innovaciones de la Nouvelle Vague francesa, pues vio de cerca el mayo del 68, que vivió también intensamente en Italia y retrató en Soñadores (2003). Y previamente nos turbó con un título para mi difícil de olvidar (aún hoy revisada), La luna (1979). 

- La Luna (1979) funciona como una reinvención del complejo de Edipo, ese complejo conjunto de emociones y sentimientos infantiles caracterizados por la presencia simultánea y ambivalente de deseos amorosos y hostiles hacia los progenitores. Se trata de un concepto central de la teoría psicoanalítica de Sigmund Freud, como el deseo inconsciente de mantener una relación sexual (incestuosa) con el progenitor del sexo opuesto y de eliminar al padre del mismo sexo (parricidio). 

En esta película todo comienza con un bella madre y su angelical hijo de poco más de un año, un matrimonio feliz junto al mar donde huele a verano y felicidad. Suena un twist y aparecen los títulos de crédito, la noche y la luna. Y a continuación el niño ya es adolescente, Joe (Matthew Barry), hijo único adicto a la heroína, cuyo padre muere repentinamente, y entonces huye de Brooklyn a Roma con su madre, la cantante de ópera Catherina Silveri (Jill Clayburgh). Y a partir de aquí aparece un tour de forcé entre madre e hijo, una complicada relación de amor y autodestrucción: “¿Sabes por qué tomo drogas’ Porque todo me importa una mierda” le confiesa a su madre, y esta responde, “No puedo presenciar que te estés matando”. Y esas palabras de una amiga de Joe sobre el sentimiento de éste a su madre: “Es feliz y te avergüenzas de ello”. 

Y duele ver las imágenes de las agujas de heroína o las dosis de incesto, con los recurrentes ataques de locura o pánico ante sus vidas, nada desgraciadas, aunque las vieran así. Y la búsqueda de Joe de su verdadero padre, un maestro que, al igual que él, estaba enamorado de su madre. Y ese final en la Termas de Caracalla, allí donde ocurre la reconciliación mientras se realizan los ensayos de la ópera “Un ballo in maschera” de Giuseppe Verdi. Y la luna aparece sobre la noche de Caracalla. Ópera, cine y un pasado edípico por resolver. 

- Soñadores (2003), sobre la especial relación de tres jóvenes veinteañeros en el París del mayo del 68: Isabelle (Eva Green) y su hermano mellizo Theo (Louis Garrel), solos en la ciudad mientras sus padres están de viaje, invitan a su apartamento a Matthew (Michael Pitt, a quien recordamos como el inquieto joven de la versión americana de Funny Games), un joven estudiante americano, al que han conocido en un cine. 

Y el propio cine es uno de los protagonistas de su argumento, pues nos hace partícipe de cuando el Ministro de Cultura francés en aquellos momentos, André Malraux, trató a arrebatar a Henri Langlois la dirección de la Cinemateca Francesa, que intentan cerrar. Y ello da a nuestros protagonistas la oportunidad para realizar un repaso de la Nouvelle Vague, de Jean-Luc Godard a François Truffaut, pasando por Éric Rhomer. “Yo llegué a este mundo en los Campos Elíseos de 1959. En las aceras de los Campos Elíseos. ¿Sabes cuáles fueron mis primeras palabras? ¡New York Herald Tribune!” dice Isabelle a un tribulado Matthew, en un claro homenaje a Jean Seberg en Al final de la escapada (Jean-Luc Godard, 1960). Homenajes que se suceden, como cuando Isabelle baila imitando a Marlene Dietrich en La venus rubia (Josef von Sternberg, 1932) o cuando nuestros tres amigos corren por el Louvre a toda velocidad rememorando la escena de los tres amigos de Banda aparte (Jean-Luc Godard, 1964). Y también cuando estos particulares hermanos que se consideran como gemelos siameses (por lo que duermen y se bañan juntos) le dicen a Mattew: “Le aceptamos. Es uno de los nuestros”, un guiño a Freaks: La parada de los monstruos (Tod Browning, 1932).  

Y a lo largo de Soñadores se repiten los homenajes al cine en blanco y negro, como a Paul Muni en Scarface, el terror del Hampa (Howard Hawks, 1932), a Greta Garbo en La reina Cristina de Suecia (Rouben Mamoulian, 1933), a Fred Astaire y Giner Rogers en Sombrero de copa (Mark Sandrich, 1935), jugando entre ellos a las prendas en busca del título de las películas que imitan. Y esas discusiones que tienen sobre quién es mejor, si Buster Keaton o Charles Chaplin. Discusiones que se extienden a la música, sobre si prefieren a Eric Clapton o a Jimi Hendrix. Porque junto al cine, la música es otra gran protagonista de esta película, repleta de guiños a Janis Joplin, Bob Dylan, con algunas canciones simbólicas como “La mer” de Charles Trenet, el “Hey Joe” de Jimi Hendrix o el “Ay Carmela”, icónica canción republicana de nuestra Guerra Civil. 

Tres jóvenes confinados en el piso de los padres de Isabelle y Theo, mientras aquellos están de viaje, allí donde establecen unas reglas para conocerse mutuamente, explorando emociones y erotismo a través de una serie de juegos extremadamente arriesgados. Juegos donde el cine, la música y también la literatura (con ese homenaje al libro “Death Kit” de Susan Sontag) son el sustento cultural de estos jóvenes de aquella revolución cultural, política y social del mayo del 68 y la convulsa década de los sesenta, allí donde se suceden las reflexiones de sus protagonistas entre sus devaneos de libertad sexual. 

Reflexiones de Matthew: “De repente te das cuenta de que hay una especie de armonía cósmica de formas y tamaños. Me preguntaba por qué. No sé por qué es. Pero sé que es así”, “No quiero que me quieran mucho. Quiero que me quieran”, “Un cineasta es como un voyeur… lo leí en Cahiers du Cinemá”. Reflexiones de Isabelle: “Los padres de los demás siempre son mejores que los propios. Y, sin embargo, nuestros abuelos siempre serán mejores que los de los demás”, “Cuando se desea tanto, el amor no existe. Solo las pruebas de amor. ¿Estás dispuesto a darnos una prueba de tu amor?”. O las reflexiones de los padres a sus hijos: “Escuchadme: antes de cambiar el mundo, debéis comprender que formáis parte de él. No podéis observarlo desde fuera”. Y mientras nuestros jóvenes intentan cambiar su mundo en el interior del apartamento, el mundo cambia fuera en París: y lo que comenzó como una manifestación de la juventud contra el cierre de la Cinemateca Francesa se ha transformado a un movimiento global. 

Y la escena de los tres amigos en la bañera, con la belleza de Isabelle cual Venus de Milo, forma parte de ese triángulo amoroso y de la polémica que acompaña a Bertolucci, como le acompañó en sus inicios en El último tango en París, y como lo haría luego también en La luna. Y ese trágico final recordando a la película Mouchette (Robert Bresson, 1967) que se ve alterado por los altercados callejeros. Y el final, de nuevo con el protagonismo musical de canciones como “Non, je ne regrette rien” de Édith Piaf y “Third Stone From the Sun” de Jimi Hendrix.  

Porque en La luna y en Soñadores nos ofreció Bertolucci su provocadora visión de la adolescencia y juventud. Esa luna y sueños que ahora iluminan la noche de este director que no pasó desapercibido, el último maestro italiano.

 

miércoles, 24 de febrero de 2021

Comienza el curso de Continuum "In­fec­to­lo­gía Pe­diá­tri­ca. Ac­tua­li­za­ción en en­fer­me­da­des in­fec­cio­sas pre­va­len­tes. 2021"


Anunciamos un nuevo curso on line de Continuum y que lleva por título "Infectología Pediátrica. Actualización en enfermedades infecciosas prevalentes. 2021", un curso organizado y coordinado por la Sociedad Española de Infectología Pediátrica (SEIP). En lo que constituye la segunda edición de un curso ya realizado en el año 2016. 

Este curso proporcionará al alumnado los conocimientos y habilidades necesarios para mantener y mejorar su competencia en infectología pediátrica, en base a la epidemiología de las enfermedades infecciosas en la población pediátrica en nuestro país. 

El curso está dividido en seis módulos, que son: 
- Generalidades en infectología pediátrica 
- Infecciones área ORL 
- Infecciones respiratorias: síndrome pertusoide, bronquiolitis, neumonía, tuberculosis
- Infecciones del sistema nervioso central: meningitis, encefalitis, absceso cerebral, otras infecciones supuradas intracraneales
- Infecciones digestivas: gastroenteritis, Helicobacter pilori 
- Patología tropical: síndrome febril (paludismo, dengue, chikunguña), síndrome cutáneo, síndrome diarreico, síndrome eosinofílico.

En cada unidad didáctica se ofrece también información complementaria para los alumnos que quieran profundizar en un determinado aspecto. El curso está tutorizado, lo que implica que, a lo largo del curso, estaremos a su disposición para ayudarles a resolver las dudas que se les planteen. 

Al finalizar la actividad el alumno habrá conseguido una serie de competencias que se recogen a continuación: 
- Actualizar los aspectos generales más importantes de la patología infecciosa pediátrica prevalente en nuestro entorno. 
- Conocer las enfermedades infecciosas asociadas a los principales órganos y sistemas: sistema nervioso, aparato digestivo y respiratorio, y área otorrinolaringológica. 
- Presentar los principales aspectos de la patología infecciosa tropical que como patología importada podemos encontrarnos en nuestro entorno. 
- Manejar el arsenal terapéutico disponible para el tratamiento de las enfermedades infecciosas. 

Todo esto en un curso de 2 meses de duración (comienzo el 18 marzo y finalización el 13 mayo 2016 2021), acreditado con por la Comisión de Formación Médica Continuada y avalado por un equipo de pediatras con amplia experiencia docente en esta materia. Un curso tutorizado en cada una de las seis unidades didácticas. 

Toda la información e inscripciones en la página web de Continuum.

lunes, 22 de febrero de 2021

Mejorar la COMUNICACIÓN en los cuidados de salud

 

La importancia de construir y mantener una comunicación adecuada con el paciente es innegable para cualquier disciplina médica, no menos en Pediatría donde la edad del paciente y sus padres, tutores y familia son una característica añadida. Dos de las principales funciones clínicas que debe cumplir todo médico ante su paciente son el diagnóstico y el tratamiento, y para cumplirlas de manera satisfactoria cabe incursionar no sólo en el aspecto biológico del individuo, sino también en las dimensiones psicológica y social, lo cual le obliga a internarse en aspectos de elevado contenido afectivo para el paciente por lo que requiere tener un espíritu humanista, gran apertura a las necesidades del paciente y su familia, disposición para trabajar en equipo, así como transmitir experiencias y conocimientos tanto al paciente como a la familia y al equipo de salud

Uno de los aspectos necesarios del decálogo del Médico del Futuro incluye el aspecto de ser "un médico comunicador y empático". Y a la necesaria Medicina basada en la evidencia asociada a la profesionalidad será preciso conjugar una Medicina basada en la etiqueta, asociada a la cordialidad, empatía, asertividad y respeto que merece una comunicación médico-paciente. 

En el archivo adjunto presentamos dos modelos para estructurar y mejorar la comunicación en cuidados de salud: 
- El Método Calgary Cambridge para la comunicación médico-paciente, con 6 pasos 
- El Método SPIKES para la comunicación de malas noticias, con 6 pasos. 

Cabe recordar las HABILIDADES básicas para una entrevista: 
- Escucha activa mostrando externamente una actitud interior de escucha 
- Reformulación: repetir lo que el interlocutor dice para confirmar que hemos entendido lo que nos quiere decir 
- Empatía con el paciente: le comprendemos sin juzgar, nos identificamos con su manera de sentir 
- Habilidad en el uso de preguntas abiertas o cerradas, según lo requiera el desarrollo de la entrevista 
- Disponibilidad a ser persuadido, hacer ver al otro que sus argumentos pueden convencernos 
- Actitud de curiosidad sin enjuiciar, de querer saber abiertamente la opinión del otro 
- Manejo habilidoso del silencio para permitir la comunicación bidireccional 
- Hacer peticiones claras y concretas que no confundan al otro 
- Utilización de mensajes “yo” en los que se pone de manifiesto que son opiniones, juicios o sentimientos personales, que no pretenden ser la realidad absoluta, la verdad 
- Poder anticipar consecuencias que puedan ser tenidas en cuenta por nuestro interlocutor a la hora de tomar sus decisiones 
- Llevar a cabo acuerdos parciales para que pueda ser la base de un acercamiento en caso de disputa o cuando la comunicación se rompe. 

Y tener muy presente el decálogo para la HUMANIZACIÓN de la asistencia sanitaria: 
1. Mira al paciente a los ojos, sé receptivo, dale la mano al entrar, al salir, sonríe, preséntate y sé amable. Tú has elegido la profesión, pero él no ha elegido ser paciente. 
2. El paciente no es un número, una cama, un diagnóstico ni un adjetivo. Llámale siempre por su nombre, considérale un ser único con sus vivencias, su historia personal, sus creencias, su entorno y circunstancias. Atiéndele como él quiera ser tratado. 
3. Siempre que el paciente lo considere adecuado, no excluyas a su familia o acompañantes, facilítales permanecer a su lado, porque le serán de apoyo para afrontar su enfermedad y también aliados terapéuticos. 
4. Infórmale sobre el proceso de su enfermedad con un lenguaje comprensible y explícale las opciones terapéuticas. Pregúntale por sus circunstancias y escucha lo que tiene que decir. Asegúrate de que te ha comprendido y resuelve sus dudas. 
5. No impongas tus criterios, comprende su voluntad y sus prioridades. Involúcrale en las decisiones y ayúdale a tomarlas con tu conocimiento y experiencia. 
6. Respeta su intimidad y la confidencialidad de la información en todos los momentos de la atención sanitaria (con especial atención en los entornos docentes). 
7. No juzgues al paciente, acompáñale en su proceso, cuídale y confórtale sin discriminación ni juicios de valor. 
8. Organiza las actividades asistenciales teniendo en cuenta las necesidades del paciente. Facilítale el confort necesario para favorecer su bienestar. 
9. Sé empático con el sufrimiento y sensible ante las necesidades del paciente y sus familiares y las tuyas propias; cuídate para poder cuidar. 
10. Recuerda que un ser humano en situación de vulnerabilidad no pierde su dignidad; cuídala. 

Porque mejorar la comunicación en cuidados de salud es un paso esencial para la humanización en salud.

sábado, 20 de febrero de 2021

Cine y Pediatría (580). “Caminando” por la vida entre mariposas amarillas



Hirozaku Koreeda es uno de los directores japoneses actuales de mayor éxito y ya uno de los grandes directores asiáticos vivos. Aunque está empeñado en reinventarse, en ser un director diferente a cada paso, lo cierto es que su cine concentra un tema clave: su particular visión de ese ecosistema que es la familia y la infancia, de forma que consigue extraer grandes interpretaciones de sus actores, incluso verosímiles de los niños de sus películas. Siete películas de Koreeda permiten sumergirnos en esa visión particular de la familia y la infancia desde oriente, que cronológicamente son: Nadie sabe (2004), Still Walking/Caminando (2008), Kiseki/Milagro (2011), De tal padre, tal hijo (2013), Nuestra hermana pequeña (2015), Después de la tormenta (2017) y Un asunto de familia (2018). Películas que han ido sembradas de premios. Aunque el mejor premio para el espectador, es la poesía crítica, con sentido y sensibilidad, de cada una de estas obras, donde se concentran las contradicciones y placeres de la familia, sus tormentos y (in)fidelidades, y donde, de hecho, son testigos los más pequeños, en su rol de hijos y nietos. 

Todas ellas han sido tratadas en este blog, hasta convertir a Koreeda en el director por antonomasia de Cine y Pediatría. Todas, menos la que hoy nos convoca: Still Walking/Caminando, una historia familiar que transcurre en un solo día acerca de unos hijos adultos que regresan a casa con sus familias para visitar a sus ancianos padres. Y en un espacio mínimo, como son las minimalistas casas japonesas, conviven abuelos, padres, tíos, hijos y sobrinos y donde casi todo ocurre a ras del suelo, en ese tatami donde se come, se descansa, se habla, se ve la televisión, se duerme,…, se vive. 

Todo comienza con primeros planos de caras y de alimentos cocinados, y luego un anciano caminando por su barrio. Es el abuelo, un doctor ya jubilado, que vive con su esposa y que van a recibir a su hijo y su hija, quienes regresan después de mucho tiempo y se reúnen para conmemorar la trágica muerte del hijo mayor que se ahogó hace 15 años. Se confirma que es una típica familia unida por el cariño, el resentimiento y los secretos. Y si hay una obra claramente inspiradora de Still Walking/Caminando, ésa es la mítica Cuentos de Tokio, dirigida por Yasujiô Ozu en 1953. Porque como en aquélla, hay una familia resquebrajada por la incomunicación, por la urgencia de los nuevos tiempos, por el peso del pasado, por el drama de la muerte. Como en aquélla, hay una aparente placidez en los comportamientos, en las miradas, en las complicidades. Como en aquélla, la puesta en escena es tranquilizadora, calmosa, pero no estática. Los planos fijos de Koreeda, sus breves transiciones musicales (de cuerda) cargadas de paz, sus espacios vacíos repletos de melancolía, remiten al cine de Ozu, aunque para muchos éste sea insuperable.

Roy (Hiroshi Abe) acude con su esposa, una bella viuda (Yui Natsukawa) que tiene un hijo de 7 años, Atsushi (Shôhei Tanaka), quien no es muy bien recibida: “Una viuda con hijos nos consigue marido fácilmente”, dice el abuelo (Yoshio Harada), quien habla poco y se le intuye una relación complicada con su hijo, pues no llegó a ser médico y no pudo quedarse al frente del sanatorio, y ahora se dedica a la restauración de arte. “¿Cuánto cobras por restaurar un cuadro”, le pregunta su hermana, quien también se encuentra en esa reunión familiar con su marido y dos hijos. Pero el epicentro de esa reunión es la abuela (Kiri Kirin), quien en la tumba de su fallecido hijo mayor, Junpei, expresa: “No hay nada más insoportable que rezar ante la tumba de un hijo. Nunca hice nada para merecer esto”. Y al caminar de vuelta a casa la abuela ve una mariposa amarilla y les expresa que cree que es el espíritu de Junpei. Y Roy no puede suplir la pérdida de su hermano, quien murió por salvar la vida de otro chico, joven ahora de 25 años al que le hacen volver cada año en una visita que tiene el objetivo en los abuelos de hacerle sentir que es culpable y para que no lo olvide: “No sé por qué está vivo ese imbécil… Lo peor es no tener a nadie a quien odiar” dice el abuelo, aunque sus hijos le digan, “Ha pedido perdón por estar vivo… Es cruel”

Y las conversaciones y conflictos (visibles e invisibles) de esta familia se van desgranando generalmente alrededor de la cocina y de la mesa, mientras se degustan tortitas de maíz, sushi, tempura, anguila o arroz. Tiempo pausado, conversaciones continuas con la familia, la pérdida, la reconciliación y la muerte como epicentro, allí donde el pequeño Atsushi expresa un deseo: “Cuando sea mayor, quiero ser afinador de pianos, como papá. Si no es posible, quiero ser médico”. Y es que el abuelo lo tiene claro y así se lo había expresado antes, en un intento último porque alguien siga su estela: “Ser médico es bueno. Es un oficio útil”

Y finalmente cada hijo regresa a su casa. Y los abuelos suben las escaleras caminando a la suya. Y con la foto fija de estas escaleras, la voz en off de Roy: “Papá murió tres años después. Nunca fui a un partido de fútbol con él. Mamá se peleó con papá hasta que él murió. Ella murió poco después. Nunca la llevé a pasear en coche”. Y la escena final de nuevo en el cementerio, en ese acto de visitar las tumbas de los antepasados conocido como Ohaka Mairi, y que consta de tres partes esenciales: la limpieza de la tumba (Osoji) con un balde de agua y una cuchara de madera que vierten sobre la lápida de la familia; las ofrendas con incienso y flores (Osenko y Ohana) y, en algunos casos, también con comida; y, finalmente, la oración (Oinori). Y este acto que vimos antes, se repite ahora con Roy y su esposa, un Atsushi ya adolescente y una nueva hermana. Y al descender del cementerio, Roy le dice a sus hijos lo mismo que la madre le decía a él: “Mira, una mariposa. Dicen que las mariposas amarillas son mariposas blancas que sobreviven en invierno y que se vuelven a amarillas". Y caminan cuesta abajo, hacia su hogar… 

Y espero que Hirozaku Koreeda siga caminando mucho tiempo. Porque con él tenemos otra sensación de la infancia y la familia, de la vida y de la muerte. Porque mientras en nuestra civilización intentamos evitar la muerte, en Japón la afrontan, la esperan sin miedo y la viven con naturalidad. Y por eso resuenan las palabras de esa vecina que al inicio de Still Walking/Caminando le dice a nuestro abuelo doctor: “Tengo la sensación de que mi tiempo se podría acabar cualquier día. Cuando ocurra, quiero que esté conmigo en mi muerte”. Y él le contesta: “En ese caso, te sobreviviré”.

 

miércoles, 17 de febrero de 2021

Sesiones clínicas de estudiantes de Rotatorio: la Pediatría enseñada por sus estudiantes


El Espacio Europeo de Educación Superior (EEES) ha supuesto un cambio en la educación universitaria desde la década anterior. Como es conocido ECTS es la sigla correspondiente al European Credit Transfer System (Sistema Europeo de Transferencia de Créditos) y es el sistema adoptado por todas las universidades del EEES para garantizar la homogeneidad y la calidad de los estudios que ofrecen. Los créditos ECTS representan el volumen de trabajo del estudiante de manera relativa, no absoluta: 1 crédito ECTS representan 25 horas de trabajo del alumno. 

En el caso del Grado de Medicina comprende 360 ECTS en seis años, que se dividen en: 276 obligatorias, 24 optativas, 54 del Rotatorio y 6 del Trabajo Fin de Grado (TFG). Los últimos 60 ECTS (Rotatorio + TFG) se realizan en el último año, fundamentalmente práctico, donde se finaliza con el Examen de Competencias Objetivo y Estructurado (ECOE ). 

El Rotatorio de los estudiantes en sexto curso es la parte esencial del último curso de un estudiante de Medicina. Se estructura en 9 rotatorios de 6 ECTS cada uno, y uno de ellos corresponde a Pediatría, con una duración de tres semanas (complementadas con otras tres semanas en Obstetricia-Ginecología). Y desde el curso académico 2015-2016 viene desarrollándose este modelo y son ya cinco los Rotatorios de alumnos (con 50-60 alumnos por año) durante este intervalo de tiempo. Y el final de cada alumno en su rotatorio es la presentación y defensa de un CASO CLÍNICO

Pues bien, durante estos cinco cursos se han presentado 268 sesiones de estudiantes en el Servicio de Pediatría del Hospital General Universitario de Alicante, que os adjuntamos en este enlace desde nuestra web. Y donde cabe considerar tres hechos: 
- La calidad y el empeño de los alumnos en la preparación de los casos clínicos. 
- El rigor y compromiso de los Tutores de Prácticas Clínicas, quienes han conseguido además, que no se haya repetido ningún tema. 
- La importancia clínica de esta colección de casos clínicos, un motivo para aprender de (y con) los alumnos. 

Porque gracias a estos alumnos y al trabajo colaborativo, hoy este repositorio de casos clínicos puede servir para aprender Pediatría desde la práctica.  Un repositorio que crece día a día, curso a curos. 

Y esto es parte del EEES, un EEES con sus luces (en la teoría) y sus sombras (en la práctica). Pero donde cabe dar lo mejor de cada uno de cara a los estudiantes y ello pese a la muy débil organización de las universidades en la mayoría de las ocasiones: sirva de antemano mi agradecimiento a la labor de los Tutores de Prácticas Clínicas, quienes reciben muy poco de la universidad a cambio de mucho. Los alumnos lo conocen. Pero debe ser conocido por todos…

lunes, 15 de febrero de 2021

Retos en la hospitalización de adolescentes: reflexiones desde el IHHI


Acabamos de recibir el informe de resultados del Índice de Humanización de Hospitales Infantiles (IHHI) correspondiente al año 2019, tras el profundo análisis de los mismos y que abarca datos 120 hospitales de España (casi el 40% de los hospitales con Servicios de Pediatría en nuestro país), y que corresponde a la actividad de 18.000 profesionales de la atención pediátrica y más de 5.700 camas de hospitalización. 

Y dentro de este informe, cabe destacar este informe sobre “Retos en la hospitalización de adolescentes”, un documento elaborado por la Sección de Psicología Clínica y el Servicio de Psiquiatría y Psicología Infantojuvenil el Hospital San Juan de Dios de Barcelona, y que incluye algunos de los aspectos más valorados por los adolescentes en su ingreso, como son: el trato cercano del personal sanitario, la gestión de la información, la privacidad y la confidencialidad, la independencia y la continuidad educativa. 

Un documento que conviene analizar en sus principales aspectos… 

Etimológicamente, la palabra adolescente viene del participio latino “adolescens”, que significa “que crece” y “se desarrolla”. Actualmente, la adolescencia se define como el período de transición entre la infancia y la adultez. Es una etapa fundamental en la maduración y evolución del ser humano, caracterizada por cambios físicos, cognitivos, psicológicos y sociales. Se produce entre los 10 y 19 años y viene condicionada por procesos biológicos universales -pubertad- y por otros factores personales, culturales y socioeconómicos. Es la etapa crucial para el desarrollo de la identidad y se caracteriza por la necesidad de distanciamiento de los padres, la importancia de la vinculación con los iguales -que se convierten en el principal grupo de referencia y apoyo emocional-, y donde el aspecto físico adquiere una especial relevancia. 

A menudo los adultos suelen describir esta época como “conflictiva”,... pero también es una etapa apasionante. Y, por lo descrito anteriormente, queda claro que la adolescencia es una etapa del desarrollo con unas características y necesidades específicas. No obstante, en la atención sanitaria frecuentemente los adolescentes han sido menospreciados en este sentido, conceptualizándose como una franja “invisible” entre lo pediátrico y lo adulto. Si tenemos en cuenta que aproximadamente el 30% de los niños y adolescentes serán hospitalizados al menos en una ocasión y un 5% en más de una ocasión, el cómo afrontar el proceso de salud y de enfermedad durante la adolescencia se convierte en un reto. Afortunadamente, en este sentido, en los últimos años hemos vivido un proceso de transformación de la atención hospitalaria con la incorporación de una visión más humanista. 

Esto ha permitido pasar de un modelo asistencial centrado en las enfermedades, a otro donde la información, la asistencia integral y multidisciplinar, la continuidad asistencial o la calidad de trato se entienden como aspectos esenciales. Para lograrlo es necesario tener presentes las necesidades de los pacientes. Éstas las podemos agrupar del siguiente modo: 
1. Cognitivas: necesidad de información veraz, clara y extensa, ajustada al nivel de desarrollo y a las características de la persona. 
2. Sociales: mantener el contacto y las relaciones con el exterior, familiares y amigos. 
3. Emocionales: necesidad de atender la repercusión emocional que la enfermedad y sus procesos diagnósticos y terapéuticos pueden tener. 
4. Prácticas: aspectos ambientales y arquitectónicos que pueden mejorar la percepción y vivencia del ingreso hospitalario. 

Centrándonos en la atención hospitalaria infanto-juvenil, la humanización pone en el centro al adolescente y su familia, con el fin de conseguir que su estancia y la de sus familias en el hospital -así como los cuidados que reciben-, sea lo más cercana, afable y efectiva posible. La base para llevarlo a cabo es el establecimiento de una relación personal, terapéuticamente efectiva, basada en la confianza, la empatía, la compasión y la respuesta a las necesidades individuales de cada paciente. Ahora bien, para un buen diseño e implementación de dicho enfoque, es importante conocer que el ingreso hospitalario genera un impacto en los adolescentes, pudiendo implicar un malestar significativo, principalmente por los siguientes aspectos: 

- Elevada incertidumbre derivada del diagnóstico, de las posibilidades de tratamiento y del pronóstico, que puede presentarse en forma de nerviosismo y preocupación por las continuas visitas médicas y pruebas. Este malestar generalmente se incrementa si la persona no conoce la información sobre la enfermedad y sobre sus consecuencias. 

- Sensación de falta de control a nivel personal y social. La separación del entorno próximo y del grupo de iguales, así como la pérdida de escolarización, pueden generar una tendencia al aislamiento social y el abandono de los estudios. 

- Preocupación en torno a la enfermedad, derivada del malestar y los síntomas físicos, siendo especialmente relevante el manejo del dolor. En este contexto pueden aparecer la preocupación por la cronicidad y miedo a la muerte. 

- Reacciones emocionales adaptativas a la situación; en forma de tristeza y ansiedad fundamentalmente. También pueden presentar otros síntomas tales como dificultades en el sueño e ingestas, dificultades de concentración y pensamientos negativos, dificultades en la comprensión de la situación. Se pueden observar cambios en el comportamiento y en las relaciones sociales, mostrando tendencia al aislamiento social, inseguridad o apatía. 

- Preocupación por la imagen corporal, las secuelas físicas y las limitaciones en forma de pérdida de autonomía e independencia. En este contexto puede expresar rabia, irritación, rechazo directo de las normas o de las indicaciones del equipo cuidador; o, por el contrario, puede llegar a adoptar una actitud pasiva, de sometimiento y expresando sentimientos depresivos. 

Además, es importante tener en cuenta que el ingreso produce una ruptura y pérdida de las referencias en la vida cotidiana pudiendo llegar a convertirse en una posible experiencia traumática. Para facilitar una buena adaptación y desarrollo de resiliencia es clave identificar aquellas situaciones o factores que puedan afectar al bienestar del adolescente a lo largo del proceso de hospitalización y de su enfermedad. Otro aspecto importante para tener en consideración es el abordaje de los adolescentes con enfermedades crónicas, con múltiples ingresos y visitas al hospital. En estos casos, el ajuste psicológico, el bienestar emocional y la calidad de vida serán elementos fundamentales para conseguir una adherencia terapéutica adecuada. 

Hay que destacar que, en el desarrollo del modelo de humanización, es fundamental la incorporación de la percepción de los propios pacientes sobre el centro hospitalario y la situación de su ingreso. Algunos de los aspectos más valorados por los adolescentes son: el trato cercano del personal sanitario, la gestión de la información (privacidad y confidencialidad), el contacto con sus amigos, la independencia y la continuidad educativa. En este sentido es recomendable: 

- Informar de procedimientos médicos a realizar, hablar del dolor, de los espacios, de las situaciones que se podrán encontrar. Clarificar las dudas que puedan presentar. Tener en cuenta sus preocupaciones, aunque nos parezcan nimiedades o negociar aspectos del tratamiento. 

- Permitir visitas de amigos y no sólo de los progenitores (o facilidades tipo internet para mantener relación con grupo de iguales). 

- Acceso a nuevas tecnologías, aspectos de ocio y educativos diferenciados de los infantiles e independiente de los adultos. 

- Validar y acompañar ante las respuestas emocionales adaptativas a la situación de ingreso. 

- Integración de los adolescentes y sus necesidades en el diseño de espacios y procedimientos médicos. 

- Asegurar que los profesionales sanitarios presenten una buena competencia emocional, es decir, capacidad de reconocer, comprender y sensibilizarse con las emociones del adolescente, sin dejar de lado la importancia del apoyo a la familia, ya que el ingreso y el diagnóstico de una enfermedad impactará en toda la dinámica familiar. 

A pesar de que se ha avanzado mucho en el modelo de atención, aún tenemos retos que alcanzar. Además, es importante mejorar la transición de los hospitales pediátricos a los de adultos. En definitiva, la hospitalización es una experiencia que puede afectar al bienestar subjetivo, las relaciones interpersonales y el desarrollo del adolescente. Sin embargo, también puede ser una oportunidad para enriquecer su experiencia y salir fortalecido. Es por ello que como profesionales sanitarios nos enfrentamos al reto, no sólo de detectar aquellas situaciones que puedan afectar al bienestar global del adolescente, sino también de mirarlo desde una perspectiva centrada en su capacidad para afrontar la situación, lo que implica invariablemente, incluirlo en el proceso de toma de decisiones. 

Todo ello nos deja un buen documento para la reflexión desde el IHHI. Porque los adolescentes y la adolescencia deben dejar de ser los grandes olvidados de la Pediatría, en particular, y de la Medicina, en general.

sábado, 13 de febrero de 2021

Cine y Pediatría (579) “El pequeño Nicolás” o el príncipe destronado

 

“Le petit Nicolas” es una serie de libros infantiles, obra del escritor y guionista de cómics francés René Goscinny, creador de personajes como Astérix y Obélix, y del dibujante Jean-Jacques Sempé, y cuya idea procede de una tira cómica en la revista belga Le Moustique. Todos los libros de la serie son colecciones de historias cortas protagonizadas y narradas en primera persona por Nicolás, un chico travieso de 8 años proveniente de una familia francesa de clase media durante el periodo que comprende las décadas de 1950 y 1960. Libros que gozaron y siguen gozando de un enorme éxito, especialmente en Francia, y constituyen toda una parodia amable del modo en que razonan y se expresan los niños. Un canto a la infancia y desde la infancia. 

Una serie así es lógico que haya tenido diversas adaptaciones en la pantalla, como una serie de televisión animada en 3D, que se estrenó en Francia en 2009, y la película El pequeño Nicolás (Laurent Tirard, 2009). Dado el éxito de esta película, el director y la mayor parte de los actores adultos repitieron para la secuela, estrenada en 2014 con el título Las vacaciones del pequeño Nicolás

Hoy nos reúne la película El pequeño Nicolás, donde lo verdaderamente interesante es que la pandilla de Nicolás parece salida directamente del libro. Y ya antes de los deliciosos títulos de crédito, comienza con una divertida presentación de Nicolás y de sus amigos del colegio. Donde el protagonista, Nicolás (Maxime Godart), relata en primera persona sus andanzas y las de su pandilla: Alcestes (Vincent Claude), el mejor amigo de Nicolás, que es gordito porque come sin parar y solo piensa en comida; Godofredo (Charles Vaillant), hijo de un padre muy rico que le compra todo lo que quiere, pero que es el mayordomo quien se ocupa de él, pues su padre trabaja mucho; Clotario (Victor Carles), el último de la clase, despistado, le castigan por todo y sueña con ser campeón ciclista; Eudes (Benjamin Averty), quien de mayor quiere ser bandido; Rufo (Germain Petit Damico), quiere ser policía, como su padre y le gusta hacer el tonto; Anino (Damien Ferdel), el empollón de la clase y preferido de la maestra, y a quien los demás niños no le pueden pegar tan a menudo como quisieran porque lleva gafas. Y donde también tienen cabida otros personajes, como María Eduvigis (Elisa Heusch), que parece angelical, pero en realidad es tan traviesa como los chicos y tramposa en los juegos. 

Todos los actores son jóvenes debutantes que nos despiertan la sonrisa y hasta la risa por la espontaneidad, ingenuidad y candor de sus personajes y de sus interpretaciones. Aparte de los personajes infantiles, cabe destacar el papel de los adultos, con la participación de caras conocidas como Sandrine Kiberlain (a quien recordamos en otros dos películas de Cine y Pediatría como son Cuando tienes 17 años - André Téchiné, 2016 - y En buenas manos - Jeanne Herry, 2018 –) en el papel de maestra o ese guiño de Gerard Jugnot (icónico en Los chicos del coro - Christophe Barratier, 2004-) como director de ese imposible coro del colegio.   

Nicolás es hijo único y nos habla así de sus padres (Kad Merda y Valérie Lemercier): “A mi edad mi padre ya quería ser muchas cosas. A menudo me recuerda que si no se hubiera casado con mi madre se habría convertido en un campeón de fútbol, un campeón de natación e, incluso, campeón de ciclismo… Y luego está mi mamá. Estoy seguro que mamá siempre ha querido ser mamá y por nada del mundo quisiera que fuera otra cosa…Ahora entiendo porque no sé lo que quiero ser de mayor. Me encanta mi vida y no quiero que cambie”. Unos padres que discuten mucho, pero que siempre lo solucionan, aunque el padre le llegue a decir: “Nicolás, no te cases nunca”. Un padre que busca un ascenso laboral como puede de su jefe, el Sr. Moucheboume. 

Y en este contexto es cuando conoce que su compañero Joaquín (Virgile Tirard) va a tener un hermano pequeño, de donde surge el comentario de la pandilla en el patio de recreo: “Un hermano es un problema. Los padres dicen que tienes celos y después te castigan”. Y a partir de ahí es cuando Nicolás ve signos en sus padres que le hacen sospechar de que él también va a tener un hermanito y se imagina que sus padres se quieren deshacer de él en el bosque. Y en ese momento se nos muestran las divertidas estrategias para deshacerse del futuro bebé (que solo está en la imaginación de Nicolás), mientras los padres invitan a cenar al jefe y a su mujer y maquinan cómo poder estar a la altura en su forma de vestir, tener conversaciones interesantes y otras formas de aparentar. 

Es El pequeño Nicolás una gozada visual de adaptación a aquellos años de nuestra infancia, con escenas inolvidables, entre las que quisiera destacar aquellas de la revisión médica escolar, especialmente cuando les indican que interpreten las imágenes cuando ven las tarjetas de Rochard (ese método proyectivo de psicodiagnóstico a través de imágenes con simetría bilateral y que se utiliza para evaluar principalmente la personalidad) y lo que cada uno interpreta, que es un buen reflejo de cada uno de estos niños. 

Y con esta película podemos rememorar muchos aspectos alrededor de la infancia y sus alrededores (la familia, el colegio y las pandillas de amigos) y, sin duda, es un guiño al síndrome del príncipe destronado, que se caracteriza por la aparición de celos en un niño ante el nacimiento de un nuevo hermano, allí donde la estructura familiar pasa por un momento de cambio, en el que se deben de reajustar funciones y roles en los progenitores. 

Una película que se ve con una sonrisa permanente, como se declara en la frase final de Nicolás: “Cuando sea mayor lo que quiero es hacer reír a los demás”. Y vaya que si lo consigue. Y por ello es una película muy aconsejable para ver en familia y a todas las edades.

 

miércoles, 10 de febrero de 2021

Consejos de apoyo psicológico a la infancia en tiempos de COVID-19


La pandemia COVID-19 lo ha cambiado todo. Y ha influido sobre todo. Y también lo ha hecho sobre la infancia. Y los padres quieren saber cómo pueden ayudar a sus hijos cuando se enfrentan a emociones o comportamientos desafiantes, como las que conlleva esta enfermedad y su influencia en la familia, en el colegio y en las relaciones sociales. Obtener información confiable y clara es el primer paso para poder ayudarlos. Y se han generado distintos recursos. 

Desde este enlace del Child Mind Institute se pueden acceder a recursos sobre temas en salud mental aplicados a la infancia, así como desafíos del aprendizaje y tipos de tratamientos para apoyar a sus hijos. 

Y la Sociedad Valenciana de Pediatría (SVP) compartía con nosotros hace poco este interesante documento (adjunto debajo) que vale la pena difundir, sobre varios aspectos de apoyo psicológico a la infancia en estos tiempos de la enfermedad COVID-19: 
- ¿Cómo informar a los niños sobre la enfermedad COVID-19? 
- ¿Cómo podemos ayudar a los niños a protegerse del virus y desarrollar ese "super-poder" que necesitan? 
- ¿Cómo comunicar la muerte de un ser querido por coronavirus a un niño? 
- ¿Cómo acompañar a los niños en el duelo? 
- ¿Cómo ayudar a los niños a gestionar su malestar emocional? 
Se ofrecen distintos ejercicios de relajación muscular y ejercicios de regulación emocional. 

Por que en este campo es importante saber qué hacer, pero quizás es más importantes saber lo que no debemos hacer.
 

lunes, 8 de febrero de 2021

Manual de Buenas Prácticas de Humanización de las Urgencias Hospitalarias

 

Humanizar la asistencia sanitaria se ha convertido en un gran reto, uno de los principales en la sanidad del siglo XXI. Y desde el Proyecto HU-CI nos presentan este Manual de Buenas Prácticas de Humanización de las Urgencias Hospitalarias

Un interesante manual de 110 páginas que os adjuntamos para su lectura, análisis y puesta en marcha, y que viene desarrollado en 7 líneas estratégicas (y cada una con diferentes apartados): 

1. Servicios de Urgencias Hospitalarios (SUH) con flexibilización en el acompañamiento: presencia y participación de las personas cuidadoras y familiares en los cuidados. 

2. Comunicación. 

3. Bienestar del paciente. 

4. Cuidados al profesional. 

5. Pacientes vulnerables en los SUH. 

6. Cuidados al final de la vida. 

7. Infraestructura humanizada. 

Porque junto a la Atención Primaria y a la Atención Hospitalaria, tenemos - y a veces como primer contacto con el sistema de salud - la Atención Urgente. Estas son las tres vías de asistencia sanitaria, y en las tres es importante considerar la humanización como prioritaria.

sábado, 6 de febrero de 2021

Cine y Pediatría (578). “La vida por delante” para lograr la redención

 

Comencemos por donde comienzan algunas películas: por su novela. Y ello nos lleva a comenzar nuestro relato con un escritor (también diplomático) francés de origen judío-lituano, por nombre Romain Gary, un hombre políglota y de mundo que hablaba y escribía correctamente francés, inglés, ruso y alemán, además de comprender polaco, español, italiano, lituano y yídish. Un escritor que cabe reivindicar para los que, como yo, desconocíamos a este novelista que se escondió entre los seudónimos de Émile Ajar, Fosco Sinibaldi y Shatan Bogat. Y del que cabe decir que es el único escritor en la historia que ha ganado dos veces el Premio Goncourt, uno de los más prestigiosos premios literarios de Francia. 

La trayectoria literaria de Romain Gary (con o sin seudónimos) abarca unos treinta libros, novelas, relatos, ensayos y memorias, además de guiones de cine, medio en el que llegó a dirigir dos películas protagonizadas por su segunda mujer, Jean Seberg (quien fuera un verdadero icono de la Nouvelle Vague, inolvidable en películas como Al final de la escapada – Jean-Luc Godard, 1960 – o Lilith – Robert Rossen, 1964 -). El nombre de Romain Gary figura en los créditos de una veintena de películas, telefilmes y series de televisión, en calidad de guionista, argumentista, director o actor. Y una de esas películas es la que hoy nos convoca, La vida por delante (Edoardo Ponti, 2020), basada en su novela del año 1975, “La vie devant soi”, firmada como Émile Ajar y uno de los Premios Goncourt (el otro lo obtuvo en 1956 por “Les racines du ciel”). 

¿Y qué tiene de especial esta historia? Pues posiblemente la capacidad de mostrar el desamparo en el que se encuentran los niños y los ancianos en los barrios más pobres de las ciudades (en la novela centrada en París), y como lo narra reclamando la humanidad, el respeto y el valor a aquellas culturas y religiones diferentes, porque lo importante ante todo es lo que nos une y eso es la condición humana: todos vivimos bajo la misma ley de la naturaleza, nacemos y envejecemos, y en el camino, sobrevivimos y nos redimimos. Y nos cuenta la historia de Momo, ese niño huérfano senegalés que actúa de narrador, y su especial relación con esa vieja exprostitua judía, por nombre Madame Rosa,  y todo un elenco de personajes de distintas nacionalidades y religiones. 

Y es en el año 2020 cuando Edoardo Ponti logra convencer a su madre, Sophia Loren, para que se convierta en Madame Rosa y traslada la historia a la ciudad de Bari, capital de la bella región de Apulia, el talón de la “bota” de Italia. Y consigue convencerla a sus 86 años, porque la más internacional de las maggioratas llevaba desde la década de los 90 fuera de los focos del Hollywood y del cine europeo que conquistó, aunque la vimos esporádicamente en la película Nine (Rob Marshall, 2009). Y así como Sophia Loren tuvo en su juventud a su marido Carlo Ponti como su verdadero Pigmalión, es en su senectud cuando su hijo logra ocupar este papel y la dirige en tres películas: Entre extraños (2002), Voce Umana (2014) y la actual, La vida por delante. Por cierto, cabe decir que esta película es la segunda adaptación de la novela “La vie devant soi”, pues la primera se tituló Madame Rosa (Moshé Mizrahi, 1977) con Simone Signoret como protagonista y que se alzó ya entonces con el Oscar a Mejor película de habla no inglesa. 

Y la película comienza con esta reflexión en off de un niño: “Dicen que todo está escrito, que no podemos cambiar. Yo quiero cambiarlo todo. Quiero volver al principio, cuando nada estaba escrito…” Y la acción se traslada a seis mese atrás, cuando se nos presenta el protagonista: “Tengo 12 años. Me llamo Mohamed, pero me llaman Momo. Soy huérfano. De niño, Servicios Sociales dieron mi custodia al doctor Coen. Trabajaba en casa y siempre había pacientes. Él decía que debía portarme como los demás niños, para no acabar mal. Pero yo no quiero ser como los demás”. Y así ocurre, pues el primer encuentro de Momo (gran debut de Ibrahima Gueye) con Madame Rosa es robándole en un mercado unos candelabros, y luego es cuando el Dr. Rose (Renato Carpentieri) le pide que se quede un mes en su casa, allí donde ella tiene ya recogidos a Iosif, un niño de origen hebreo, y a Babú, un niño de origen español, hijo de la travesti Lola (Abril Zamora). A la casa de Madame Rosa la conocen por ello ya como “el refugio”, pero ella intenta rehusarlo: “Ni hablar. Eso se acabó. No quiero más hijos de prostitutas en casa. He cuidado a muchos y he arriesgado mucho en esta vida. Pero las prostitutas siempre nos ayudamos. Mejor que los Servicios Sociales”

En ese nuevo y temporal hogar, Momo continúa al servicio de un traficante de drogas, mientras Madame Rosa intenta que trabaje en la tienda de Hamil, un musulmán que le da grandes consejos: “En El Corán el león simboliza la fuerza, la paciencia y la fe. Tú tienes fe, ¿no? La fe es como el amor. Un musulmán debe recordarlo”. Y también cuando le dice “Te hablé de Los Miserables, ¿no? De cómo Víctor Hugo nos enseña que todo es relativo. Sobre todo, el bien y el mal. Depende de las personas que conoces y de cómo los escuchas”

Y es así como La vida por delante se nos presenta como una historia de amistad y tolerancia entre edades, razas y religiones, pero también de soledades y de redención. La soledad de Madame Rosa con sus niños de acogida, sus recuerdos y su secreto; la soledad de Hamil entre sus alfombras y sus libros; la soledad de Momo, quien sueña con esa leona que le cuida y con la que juega, como expresión del afecto y amor familiar que se le ha negado. Y a medida que transcurre la historia, llega el progresivo deterioro mental de Madame Rosa, quien cada noche sigue bajando al sótano de la casa a rememorar sus vivencias en Auschwitz, cuyas trágicas marcas del holocausto aún permanecen tatuadas en su piel y en su cabeza, mientras añora el recuerdo de las flores amarillas de las mimosas de su niñez. 

La vida por delante nos enfrenta, por enésima vez, a esas ciudades donde la soledad y las dificultades se ceban en muchas personas alrededor de la prostitución, la drogadicción, el pillaje, las familias disfuncionales con hijos sin rumbo, los inmigrantes en condiciones de inseguridad. Y es en estos ambientes donde se registran historias espontáneas de heroísmo (casi sin querer), donde personas como Madame Rosa se dedican a la solidaridad y al servicio de otros más necesitados. Y en este contexto se nos cuenta una preciosa historia de redención de cada uno de sus protagonistas, especialmente de Momo…a quien aún le queda una vida por delante. 

Quién sabe si esta será la última (o la penúltima) película de Sophia Loren, pero nos deja claro (por si alguien tenía alguna duda) que fue y es una maravillosa actriz, que trasciende totalmente la belleza física. Ella sigue siendo una leona de la interpretación, como esa leona con la que sueña Momo, y aún ruge en el ocaso de su vida artística. Porque en La vida por delante, Loren es presencia y reclamo, centro de casi todas las cosas en la película. Y la canción final de Laura Pausini, por título “Io si”, actúa como un perfecto colofón.

 

miércoles, 3 de febrero de 2021

Comienza el curso de Continuum "Alergología Pediátrica"

 

Hoy anunciamos el curso on line de Continuum "Alergología Pediátrica", un curso organizado y coordinado por la Sociedad Española de Inmunología Clínica, Alergología y Asma Pediátrica (SEICAP). 

Este curso proporcionará al alumnado los conocimientos y habilidades necesarios para mantener y mejorar su competencia en alergia pediátrica, basándose en la evidencia científica y orientándose a la evitación y resolución de aquellas patologías alérgicas más prevalentes en Pediatría. 

Los objetivos del curso son: 
 - Conocer las bases inmunológicas y características clínicas de las patologías alérgicas, así como las peculiaridades de los distintos alérgenos. 
- Saber orientar el diagnóstico clínico, diferencial y etiológico 
- Conocer la indicación e interpretación de los exámenes complementarios. 
- Poder establecer la evitación de los distintos alérgenos y un plan terapéutico específico para cada enfermedad alérgica. 
- Identificar a los niños con riesgo de reacción grave, para prevenirla y tratarla. 
- Saber los criterios de derivación al pediatra especialista en alergia. 
- Disponer de las fuentes de información más útiles sobre alergia pediátrica.. 

Y estos serán los capítulos que se van a tratar: 
- Bases de la alergia pediátrica 
- Alergia respiratoria 
 - Alergia alimentaria 
- Alergia cutánea 
- Alergia a medicamentos y vacuna 
- Anafilaxia. Inmunoterapia a aeroalérgenos. 

El curso comienza el próximo 4 de marzo 2021 y estará en activo hasta el 29 de abril 2021. Un curso tutorizado en cada una de las seis unidades didácticas. 

Toda la información e inscripciones en la página web de Continuum.

lunes, 1 de febrero de 2021

Más novedades en Preparo Mi Rotación Por: Infectología Pediátrica y Pediatría Interna Hospitalaria

 

Seguimos avanzado en Preparo Mi Rotación Por (PMRP), esta herramienta única de la Asociación Española de Pediatría (AEP) para complementar la formación MIR basada en el aprendizaje colaborativo, donde las sociedades de cada especialidad pediátrica han propuesto recursos y situaciones clínicas que todo residente debería conocer. 

En el pasado mes de febrero de 2020 inauguramos estaa nueva sección en la plataforma Continuum y lo hicimos con tres rotaciones: 

En diciembre de 2020 incluimos dos rotaciones más: 

Y es en este mes de enero de 2021 cuando acabamos de abrir otras dos rotaciones: 
- Infectología Pediátrica, liderada por la Sociedad Española de Infectología Pediátrica (SEIP). 
- Pediatría Interna Hospitalaria, liderada por la Sociedad Española de Pediatría Hospitalaria (SEPHO). 

Os recordamos que en la web podéis revisar la hoja de ruta de PMRP y también en este artículo que publicamos en Anales de Pediatría

Porque PMRP tiene tres secciones principales ‘De dónde partimos’, ‘Situaciones a resolver’ y ‘A dónde llegamos’. Cada una de estas secciones está dividida, a su vez, en diversas subsecciones que incluyen, entre otros, un cuestionario de autoevaluación previo y un “acuerdo” de aprendizaje a través del cual el residente y el tutor escogen los resultados de aprendizaje que se comprometen a alcanzar durante la rotación, las actividades a realizar y el método de evaluación que emplearán para ello. 

Hasta el momento, en las cinco rotaciones previas ya se han inscrito casi 2.300 residentes. Si eres residente de Pediatría, te seguimos esperando… 

Y en breve, nuevas rotaciones. Porque en Continuum, CONTINUUMamos…